4 ago 2020

1946- SPIROU Y FANTASIO – Franquin (4)


(Viene de la entrada anterior)

“El Dictador y el Champiñón”, séptimo álbum de la serie, apareció publicado por entregas en el semanario “Spirou” entre 1953 y 1954 (en álbum en 1956) y comienza con los dos héroes visitando al conde de Champignac en su finca, donde asisten a la demostración de su último invento, el Metomol, un gas extraído de los champiñones que tiene la maravillosa propiedad de convertir al metal en un chicle. Cuando el Marsupilami roba el producto y, jugando, siembra el caos por el pueblo, los dos amigos comprenden que deben devolver al animalito a la selva palombiana de la que lo sacaron (recordemos, en “Spirou y los Herederos”). Es la única alternativa dado que el zoológico que lo acogió inicialmente ha cerrado por bancarrota.


El viaje a través del Atlántico en barco y luego por avión hasta Palombia está jalonado de nuevas travesuras del Marsumpilami. Una vez en su capital, Chiquito, se encuentran con que la población ha sido sometida por el ejército al mando de un general golpista autoascendido a dictador, Zantas, que los convoca a palacio tras un altercado en un bar que involucra a los protagonistas. Y resulta que el tirano es nada más y nada menos que el primo de Fantasio, Zantafio, que les ofrece el puesto de coronel ante la inminente invasión de la nación vecina, Guaracha. Aunque inicialmente se niegan, al final acceden a la proposición para así tener la ocasión de sabotear el plan militar. Por suerte, Seccotine, que se halla en el país de incógnito cubriendo la noticia, se convierte en su enlace secreto con el conde de Champignac, que les envía un cargamento de Metomol con el que podrán neutralizar el ejército de Zantafio quien viendo fracasadas sus ambiciones, desaparece jurando venganza. Sólo queda llevar al Marsupilami a la selva, pero éste, habiéndoles tomado cariño, les sigue de vuelta a la civilización.

Franquin, ya lo he mencionado, siempre fue el juez más duro de su propio trabajo; y no sólo en lo que se refiere al dibujo sino también en sus improvisados guiones. Pero en este punto, no podemos sino sorprendernos del grado de maestría que había alcanzado desde sus primeros escarceos con el
personaje años atrás tras tomar el revelo de su mentor, Jijé. “El Dictador y el Champiñón” pertenece ya a la época dorada de su estancia en la serie, un volumen en el que puede apreciarse su plena madurez como narrador.

La historia es tan ambiciosa como satisfactoria, rica tanto en gags (habitualmente protagonizados por un pletórico Marsupilami) como en acción. Son 62 páginas de magnífica lectura en la que se dan cita el humor, la aventura, el suspense e incluso el comentario político. Porque lo que distingue este séptimo álbum de los precedentes es que, aunque Franquin nunca pretendió ni deseó hacer otra cosa que comics dirigidos al perfil de lector joven que tenía la revista Spirou, entró aquí en una fase en la que siempre que tuvo ocasión denunció los excesos que se cometían en nombre de la política y la ideología. En “Gastón ElGafe” haría declaraciones más explícitas en defensa de la ecología y contra el autoritarismo, algunas veces con ingenuidad y otras con espíritu subversivo. Pero el origen de todo ello lo encontramos, sin duda, en “El Dictador y el Champiñón”.

Empezando por la propia portada (un elemento por el que Franquin no mostró nunca
demasiado interés), en la que vemos a Spirou y Fantasio paseando confiadamente por una calle palombiana, vestidos con el uniforme de coroneles del ejército de Zantafio. Y, efectivamente, los dos amigos se pasan la mayoría de la peripecia vestidos con el atuendo militar, lo que constituye todo un símbolo. Porque aquí ya no son aventureros o reporteros, sino anarquistas disfrazados con los símbolos de un poder represivo, dispuestos a reventar al régimen desde dentro. Lo que empieza siendo una sucesión de disparatados y muy divertidos gags protagonizados por el Marsupilami, se transforma en un momento muy concreto (cuando el todavía enigmático dictador ve a los héroes desde su Mercedes negro) en algo más similar al thriller político, donde Spirou y Fantasio, vigilados por la policía secreta y en constante peligro de ser descubiertos y ejecutados, han de encontrar la forma de evitar una guerra catastrófica.

Y en este sentido, el regreso de Zantafio es doblemente significativo. Por una parte, es la primera vez que un enemigo de los protagonistas repite en tal papel –y no sería la última-; por otra, porque es un villano realmente retorcido, codicioso y peligroso en mucho mayor medida que el posterior Zorglub, cuya extravagancia le da un toque cómico con el que el lector puede simpatizar. El primo de Fantasio es un sujeto verdaderamente perverso cuyas motivaciones y métodos (paranoia, tiranía, espionaje, megalomanía) son detestables y en absoluto graciosos.

A Franquin le atormentaba haber dado a Zantafio las facciones de su amigo (y futuro coguionista de la serie), Greg, cuando aún no lo conocía, y en lo sucesivo siempre se mostró reacio a caricaturizar a sus colegas de la revista. Pero más allá de esta anécdota, encontramos aquí un momento especialmente memorable en el que Zantafio pronuncia un discurso frente a una multitud que, como se averigua al final, no ha escuchado ni una palabra porque los micrófonos no funcionaban. Si la escena de Fantasio dentro de los grandes almacenes en “El Cuerno del Rinoceronte” emulaba un momento de “Tiempos Modernos” de Chaplin, aquí Zantafio se inspira en el personaje que el gran humorista interpretó en “El Gran Dictador”.

En cuanto al resto del reparto, nos reencontramos con Seccotine, que interviene ya entrada la trama y de forma discreta pero decisiva ya que sin ella la revolución que planean sus amigos no hubiera podido llevarse a cabo. Menos incisiva pero igual de encantadora que en “El Cuerno del Rinoceronte”, la periodista de “Le Moustique” sigue siendo un personaje femenino muy moderno para los comics de los cincuenta. Y destacar, por supuesto, al Marsupilami, que se lleva la parte del león en las escenas cómicas desplazando completamente a la ardilla Spip. El epílogo en la selva resume no sólo el afecto que ha surgido entre el pintoresco animal y los protagonistas sino el de Franquin por éste. Tanto es así, que fue
el único personaje cuyos derechos quiso mantener cuando terminó su etapa en Spirou.

Gráficamente, el álbum es sobresaliente de principio a fin. Conservando una composición de página muy clásica, Franquin saca el máximo partido de esa limitación haciendo que la lectura sea tan fluida que antes de que uno pueda darse cuenta, ha llegado al final. Asimismo, sabe trabajar los fondos con detalle cuando es necesario para localizar la acción y prescindir de los mismos cuando la acción pasa a ser lo importante. Su Palombia es una encantadora mezcla de varios tópicos sobre América Central y del Sur, con su selva, sus sierras y su capital modesta en el centro y aburguesada en los barrios residenciales. El comic es una auténtica lección de síntesis y eficacia narrativa para todo aquel aspirante a dibujante de cómic que quiera aprender cómo hacer que el lector sepa perfectamente dónde y cuándo transcurre la acción en cada instante. Lo mismo puede decirse acerca de su trabajo a la hora de mover las figuras, cuidando los gestos y la expresividad.

Todo es tan fluido, tan elegante y tan narrativamente perfecto que estos álbumes pueden leerse y releerse con el paso de los años sin merma en el disfrute.

En “La Máscara” (serializado en 1954 y publicado en álbum en 1956), Franquin, tratando de no aburrirse con su trabajo, cambia completamente el paso. Si en las entregas anteriores había predominado la aventura más o menos extravagante, ahora nos encontramos con un thriller detectivesco perfectamente medido y exento de fantasías. Buena prueba de ello es la ausencia del Marsupilami, que había regresado con los protagonistas de Palombia pero cuya intervención en esta historia habría recortado el nivel de suspense requerido.

Las cosas no van bien para Fantasio. Por si fuera poco perder su trabajo como reportero en “Le Moustique”, está convencido de haber sido víctima de un extraño robo en su casa en el que los intrusos se han llevado sólamente unas fotos de carnet. Spirou le hace una visita y trata de hacerle olvidar la mala racha pero acaban discutiendo y se separan enfadados. Unas horas después, mientras da un paseo por la ciudad, Spirou ve a Fantasio conversando con su vecino -al que poco antes había jurado no conocer- y alejarse luego sin dar señales de reconocerle. Spirou, molesto por la actitud de su amigo, entra en una joyería respondiendo al grito de ayuda de su propietario, que ha sido atracado. Entonces, Fantasio se acerca y el joyero lo reconoce como el culpable. El
comisario Chevelu confirma la identidad de Fantasio y, por el momento, le deja ir.

En el coche, Spirou vuelve a enfadarse con Fantasio cuando éste afirma categóricamente que no ha estado hablando con su vecino, contradiciendo lo que había visto aquél con sus propios ojos. Más tarde, Spirou ve en la televisión la retransmisión en directo de la presentación de un valioso objeto arqueológico, la máscara de Nefersisit… hasta que súbitamente su amigo irrumpe en la ceremonia y la roba delante de todo el mundo y a cara descubierta.

Decidido a obtener respuestas, Spirou va a casa de Fantasio a la mañana siguiente, encontrándole tremendamente furioso. Según él, una llamada anónima le convocó en París la noche anterior asegurándole información importante para un artículo, pero no se presentó nadie. Enseguida llega el comisario Chevelu y dos agentes para registrar el piso y esta vez sí encuentran evidencias que apuntan a la culpabilidad de Fantasio. Éste, confuso y acorralado, no encuentra otra salida más que huir.

Comienza entonces una caza del hombre mientras Spirou trata de ayudar a su amigo. Piensa que quizá Fantasio esté siendo manipulado, hipnotizado incluso. Al entrar en casa de su vecino, encuentra un molde de la cabeza de Fantasio y material para fabricar máscaras. La conspiración queda confirmada cuando escucha discutir al vecino y sus cómplices. Tras muchas peripecias, pesquisas, persecuciones y peleas, Spirou acabará averiguando que la mente maestra tras el robo y la incriminación de Fantasio es nada menos que Zantafio. Pero para salvar de una condena a su amigo, ahora arrestado, debe encontrar el botín robado y pruebas que lo exculpen.

“La Máscara” es otro triunfo de Franquin pese a su poco inspirada portada. En esta ocasión, aunque el motor de la trama sea Fantasio, que desempeña ese rol tan utilizado por Hitchcock en sus películas como es el del falso culpable, la historia está dominada por Spirou, que desde la página 37 a la 51 y tras el arresto de su amigo, actúa en solitario para desenmascarar -literalmente- al villano y encontrar pruebas que demuestren la inocencia de aquél. Eso sí, es Fantasio quien
protagoniza la principal secuencia de acción de la aventura, ambientada en el tour de Francia (Franquin realizó este comic durante un verano y trasladó al mismo la competición que se por la radio se transmitía por entonces) y en la que el autor demuestra una pericia magistral. Es una secuencia absolutamente cinematográfica, espectacular, con un dinamismo y un ritmo insuperables y una gran comicidad que le acerca, una vez más, al cine de Chaplin.

Pero en todos los demás aspectos, “La Máscara” es una entrega más seria que las precedentes y que las posteriores. Así, por ejemplo, se pone a prueba la relación entre los dos amigos cuando los vemos discutir amargamente y luego reconciliarse antes de que Spirou deba resolver él solo el misterio. Y es aquí donde comprendemos que la búsqueda de la verdad es tan importante para él como su amistad por Fantasio. Franquin siempre lamentó que su héroe no tuviera una personalidad más definida, pero en este álbum es quizá donde más se acercó a darle una. Ciertamente, Spirou comparte rasgos con otros muchos aventureros del comic: es generoso, leal, honrado, valiente hasta más allá de lo sensato y decidido hasta la testarudez. Pero mientras que Fantasio es un individuo extrovertido, impetuoso, siempre atribulado y con prisas, Spirou es más cerebral y sólo actúa cuando está seguro de hacerlo.

Aunque “La Máscara” no es una secuela explícita de “El Dictador y el Champiñón” (la ambientación y el tono son distintos, no aparecen ni el Marsupilami ni Seccotine), el retorno de Zantafio sí conecta ambos álbumes de forma evidente y tiene la virtud de no demorar la venganza que éste había prometido al término de la última aventura. No obstante, Franquin no revela enseguida la identidad del cerebro criminal (hasta la página 39), prefiriendo mantener el suspense y subrayar todavía más su villanía. Lejos del histriónico y megalomaniaco dictador del álbum anterior o su perfil de delincuente de poca monta en “Los Herederos”, Zantafio aparece aquí como un individuo inteligente, maquiavélico, taimado y dispuesto a cometer cualquier tropelía con tal de perjudicar a su primo. Es su presencia la que da peso y suspense a la trama, llevándola más allá de la aventura con toques fantásticos y conformándose como la auténtica némesis de los héroes.

Aunque el de “La Máscara” es un guion policiaco más contenido y realista de lo que hasta ese momento había podido verse en la serie, no limita en absoluto las oportunidades de lucimiento gráfico y narrativo de Franquin. Y ello aun cuando en esta ocasión no cuenta con el Marsupilami para orquestar divertidos gags, que la participación de Spip como alivio cómico es muy discreta y que no aparecen personajes secundarios como Champignac o Seccotine. Ya he mencionado la sublime secuencia de la competición ciclista en la que participa accidentalmente Fantasio, pero también puede destacarse todo el último tercio, en el que Spirou cerca a Zantafio y trata de evitar que destruya las pruebas y el botín. Y, como siempre, el lector puede deleitarse con su línea impecable, el montaje cinematográfico, el dinamismo y la fluidez de sus escenas… Otro álbum, en fin, indispensable.



(Continúa en la siguiente entrada)

6 comentarios:

  1. La escena de la carrera ciclista se queda para siempre en la memoria, y en este caso no es un recuerdo adornado de la infancia, sino algo bastante reciente y por ello aún más objetivo.

    Nunca había caído en la extensa presencia de Zantafio, en contraste con los dos únicos álbumes de Zorglub, y me lleva a entender aún menos la presión del editor (¿era aún Delporte? creo que no)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues así, así. "La Máscara" empezó a serializarse en 1954, cuando el editor era aún Maurice Rosy. Delporte lo sustituyó en el 56, cuando la historia ya había concluido.

      Eliminar
    2. Vaya se me truncó el comentario. Decía que me sorprendía la presencia recurrente de Zantafio cuando, según tengo entendido, una de las razones para el retraso de QRN en Bretzelburg y el estrés de Franquin fue que el editor no quería que Zorglub fuera el villano. Me llama la atención el cambio de criterio

      Eliminar
  2. Se pueden bajar los Comics?, si es así ,cómo?.
    Soy un Adulto de 62 años que vivo en el fin del mundo, en el norte desértico de Chile y que desde siempre me gustaron los Comics.
    Imaginense esto que era impensado en mi época de niño, que ahora los pueda tener en mi ordenador, es realmente para mí ¡¡¡Fantástico!!!.
    Saludos y por favor ayúdenme a tener acceso a sus archivos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenas noches.
      Hay algunas páginas en que se pueden descargar versiones escaneadas o "tradumaqueteadas" de las historias de Spirou, pero no estoy seguro cuales son.
      Sin embargo nada como el placer de leerlas en papel. Actualmente Buscalibre es una excelente opción para conseguir los tomos a un precio razonable. Debe llegar a Chile, porque yo vivo en Colombia y mis integrales de Spirou los he comprado a través de esa plataforma y han llegado a la puerta de mi casa.
      La editorial Dibbuks está recopilando toda la colección en unos libros que son una belleza. Ultra recomendados.
      https://www.dibbuks.es/es/blog/spirou-y-fantasio-planificaci%C3%B3n-del-2019

      Aquí la pagina de buscalibre con los precios para que se haga una idea:
      https://www.buscalibre.cl/libros/search?q=spirou+integral

      Ojalá los pueda conseguir.
      Abrazos comiqueros.

      Eliminar
  3. Hola. Como siempre es una delicia leer éstas reseñas.
    Pretendes algún día reseñar la etapa de Morvan y Munuera? Lo digo en particular por la revisitación que hacen en su último número del bagaje previo de historias de Spirou. En particular una escena en que Spirou se enfrenta a uno de los dos nuevos coroneles del general Zantas... (insertar aquí música de suspenso... porque no voy a hacer spoiler).

    ResponderEliminar