Desde los años setenta del pasado siglo, Marvel contó en su universo con una realidad alternativa basada en DC Comics y sus superhéroes. Ya se le conociera como Escuadrón Siniestro o Escuadrón Supremo, en las filas de este equipo militaban claros trasuntos de Superman (Hyperion), Batman (Nighthawk), Wonder Woman (Power Princess), Linterna Verde (Doctor Spectrum), etc, lo que proporcionó a la editorial la libertad de escribir los crossovers -no oficiales, eso sí- con que tantos fans soñaban.
Los personajes alcanzaron un inesperado hito en 1985, cuando Mark Gruenwald y Bob Hall

Aquella obra llegó justo antes de “Watchmen” y aunque la de Moore y Gibbons era desde luego muy superior, “El Escuadrón Supremo” fue quizá una deconstrucción más acertada del mito del superhéroe. Gruenwald no construyó sus personajes como individuos tarados psicológicamente que marginados por la sociedad sino como auténticos superhéroes que habían extraviado su camino pero que nunca renunciaron a sus buenos propósitos. Por eso, cuando los veíamos capturar a sus enemigos y utilizar una máquina para lavarles el cerebro y

Sobre esa provocativa, valiente e injustamente olvidada serie hablé ya en otra entrada de este blog y a ella me remito. Después, los personajes del Escuadrón no volvieron a destacar. Aparecieron ocasionalmente por aquí o por allá, pero ya no se hizo con ellos nada tan memorable como aquella distopía superheroica.
A comienzos del siglo XXI, la línea Ultimate de Marvel estaba dando mucho que hablar. La idea de actualizar personajes e historias clásicos en un mundo y estilo más modernos, cosechó un éxito considerable. En 2003, se decidió dar ese tratamiento al Escuadrón Supremo, pero cambiándole el nombre a “Supreme Power” e integrándolo en el sello MAX, dirigido a lectores

“Supreme Power” es el reflejo perfecto de una tendencia en el comic de superhéroes moderno que busca un doble y simultáneo objetivo: homenajear al pasado del género y sus arquetipos; y revisar y subvertir los mismos, aportando un enfoque más sofisticado. Así, comienza con una secuencia que evoca inevitablemente uno de los momentos más seminales del comic: la caída a la Tierra (a los campos de Kansas concretamente) de una nave con un bebé alienígena en su interior. Esta obvia referencia al mito de Superman se tuerce cuando el matrimonio de granjeros que lo encuentra es apartado por agentes del gobierno, que les arrebatan al niño para educarlo en un entorno controlado

Llegados a este punto, hay otros individuos misteriosos que ya están actuando. Kyle Richmond es un millonario de raza negra cuyos padres fueron asesinados ante sus ojos por racistas blancos cuando era pequeño. Ahora combate el crimen como el vigilante Nighthawk, solo que resulta ser tan racista (contra los blancos) como los hombres que le convirtieron en un huérfano. Zarda es una

El Borrón de Atlanta es un joven negro supervelocista que utiliza su poderes para convertirse en soporte publicitario de distintas marcas. Por su parte, Joseph Ledger es un despiadado asesino del ejército americano que se funde con un poderoso cristal extraído de la nave de Hyperion, transformándose en el Doctor Espectro (el apodo médico proviene de la precisión quirúrgica con la que liquida a sus enemigos en el campo de batalla). Por último, está Kingsley Rice, “Amphibian”, una criatura femenina acuática de piel azul que está enamorada de Spectrum y con el que se comunica telepáticamente.
Los primeros seis números –compilados bajo el título “Contacto”- se limitan a sentar las bases de ese universo. Hay poca acción, pero ello es porque

Los siguientes seis episodios, “Poderes y Autoridad”, narran la creciente desilusión de Mark con el gobierno americano conforme toma conciencia de su situación y se da cuenta de que toda su existencia ha sido una gran mentira y que se le ha utilizado sin escrúpulo alguno como superarma. Esto llevará a su ruptura con las autoridades y dará lugar a algunos momentos de intensa acción, como su pelea con el Doctor Spectrum, enviado por los militares para detenerle. Zarda emerge de su letargo y en los mares se manifiesta Amphibian. Además de continuar cimentando las bases de la formación del Escuadrón Supremo, se introduce ya la primera concesión al comic de superhéroes tradicional, presentando a un asesino en serie con superpoderes.
Así que el tercer arco, “La Verdadera Cara”, trata sobre los esfuerzos de Hyperion, Nighthawk y el Borrón para capturar a ese criminal así como las intrigas y manipulaciones que realiza el nuevo responsable militar a cargo de controlar a los

Las virtudes de “Supreme Powers” no son pocas. En primer lugar, es una serie muy entretenida y de lectura sencilla pese a su densidad argumental. Además, al introducir personajes muy diversos en sus propias subtramas, se crea la sensación de estar asistiendo al desarrollo de una gran historia que culminará de forma épica. Los textos son de calidad y hay muchos diálogos interesantes e ideas inteligentes, como cuando Mark empieza a sucumbir más profundamente a su sentimiento de alienación respecto a otros humanos y acude a un bar de striptease donde una bailarina trata de seducirlo. Mientras él habla con el general Alexander, vemos la escena desde su punto de vista: su visión de rayos X “desnuda” literalmente a la muchacha, permitiéndole ver sus órganos y esqueleto. Es una forma muy original de recordarle al lector que este personaje percibe la realidad de forma muy diferente a nosotros y que, por tanto, no puede ser considerado en puridad humano.

También es un problema que a la serie le cueste tanto ir al grano. Straczynski es un guionista excelente (y no solo de comics) y no suele recrearse en la descompresión gratuita ni en la dilatación de escenas a base de viñetas mudas. Todo lo

Por otra parte, hay varios aspectos en los que la historia no es tan inteligente o provocativa como parece querer ser. No poco de su interés reside en esa idea de mostrar qué hubiera pasado si los seres con superpoderes existieran de verdad en nuestro mundo, pero como suele ocurrir con este tipo de obras, hay detalles cuyo mayor realismo en relación a un comic de superhéroes convencional es discutible. Es fácil localizar ecos de obras anteriores no sólo en los temas tratados sino incluso en elementos concretos del argumento: la miniserie original del Escuadrón Supremo, “Watchmen”, “El Regreso del Caballero Oscuro”, “Star Brand” e incluso todo el “Nuevo Universo” creado por Jim Shooter (“DP7”, por ejemplo, incluía un supervelocista negro apodado “Borrón”). Algunas de ellas abordaban el concepto de un universo realista en el que un día aparecen superseres de forma más verosímil que “Supreme Powers” y, en el fondo y por muy entretenida que sea la colección, Straczynski no está contando nada nuevo; sólo le cuesta más páginas hacerlo.

Por otra parte, la noción de realismo es engañosa porque no se trata de que algo esté bien o mal planteado sino de si el lector lo acepta o rechaza como verosímil. Con todo, hay ideas en “Supreme Power” que tensan demasiado la cuerda. Por ejemplo, en un momento dado de la trama, los militares, con el fin de marginar socialmente al rebelde Hyperion y obligarle a volver al redil

Más ejemplos: la idea de que la gente se volviera inmediatamente contra Hyperion es implausible. Como suele suceder con tantos otros casos, la opinión pública se dividiría. Sí, habría sectores que le temerían y odiarían, pero otros con toda probabilidad lo adorarían como un mesías. El plan de utilizar a convictos como conejillos de indias en experimentos con superpoderes puede que sea un cliché del género, pero si lo que queremos es ofrecer una historia realista, ¿a quién se le ocurriría convertir deliberadamente a un asesino en serie en un individuo superpoderoso al que no habría forma de detener?

Y, como le ocurre a “Watchmen”, se centra exclusivamente en los superhombres, dejando de lado el mundo real (amigos, familia) que existe más allá de aquéllos y las conspiraciones gubernamentales que les atrapan. Por eso, el personaje de lejos más amable y con el que resulta más fácil identificarse es el Borrón de Atlanta, quien aporta una muy necesaria humanidad en una historia en la que demasiados personajes se inclinan por el grisáceo campo del anti-heroísmo. Es significativo y signo de los

El dibujo de Gary Frank (entintado por Jon Sibal) es de estilo realista y muy detallado, ideal para esta obra que explora cómo podría ser un “auténtico” mundo habitado por seres superpoderosos. Es cierto que sus figuras son a veces un tanto rígidas y que su línea puede ser un tanto dura, pero en general su trabajo aquí es sobresaliente y, como digo, en perfecta sintonía con el guionista (con quien, por otra parte, ya había trabajado en la miniserie “Midnight Nation”, 2000-2002).
Quizá el principal problema de “Supreme Power” sea que no aporta una conclusión satisfactoria sino que acabó bifurcándose y diluyéndose en miniseries paralelas o herederas de la misma, para luego recomponerse otra vez en la forma de otra colección, esta regular y titulada “Escuadrón Supremo”, que ya no estaba acogida al sello MAX y que, para colmo, se cerró con un enorme cliffhanger nunca resuelto. Luego, todo ese universo creado por JMS acabó fundido con el mundo Ultimate de Marvel vía un crossover de calidad cuestionable. Pero de eso hablaremos más adelante.

(Continúa en la siguiente entrada)
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