(Viene de la entrada anterior)
A pesar de la restricción de lectores según edad que conllevaba el sello MAX, “Supreme Powers” obtuvo cierto éxito que decidió capitalizarse en forma de varios spin offs. El primero de ellos fue una miniserie de seis números protagonizada por el Doctor Spectrum (octubre 2004-marzo 2005), escrita por Sara Barnes y dibujada por Travel Foreman. En ella se exploraba lo ocurrido en la mente de Joe Ledger durante el tiempo en el que, tras fundirse con el cristal alienígena, estuvo en coma. Se narran episodios de su pasado que conformaron su personalidad mientras lucha y luego trata de aceptar la entidad extraterrestre que mora en el citado cristal y que quiere servirse de él como un arma.
Se trata de una historia bastante predecible que carece de escenas o ideas que la eleven por

“Supreme Power” terminaba con Hyperion renegando del gobierno americano y provocando un gran seísmo como advertencia para que le dejen en paz. Por supuesto, la reacción de los políticos y militares es la opuesta ya que no están dispuestos a renunciar a un arma tan poderosa como él. Por tanto, el presidente George Bush autoriza el reclutamiento –más o menos forzoso- de todo aquel que haya sido identificado como poseedor de superpoderes para formar un equipo que pueda doblegar a

Así, la saga tenía su continuación directa en la siguiente miniserie, “Hyperion”, de cinco números (noviembre 2005-marzo 2006), escrita por Straczynski pero dibujada en esta ocasión por Dan Jurgens y Klaus Janson. Se trata de una aventura en la que Burbank, Arcanna, Nuke y Molde tratan de capturar a Hyperion, pero el poder desatado en la batalla los envía a una realidad alternativa en la que aquél gobierna el mundo junto a varios de sus compañeros mientras que otros, liderados por Nighthawk, se oponen a él en una guerra que ha destrozado el planeta.
No sólo presenta esta historia nuevas versiones de los miembros del Escuadrón, sino que es una

Straczynski disfruta obviamente escribiendo los diálogos de Emil Burbank, tan inteligente como arrogante y sarcástico, que convierte a Molde en constante víctima de sus pullas y desplantes. El reactor nuclear humano Nuke, deprimido por la maldición que suponen sus poderes y capaz de medirse de tú a tú con Hyperion, es el menos desarrollado de todos. La presentación de los nuevos personajes, en la que se describen sus poderes, motivaciones y pasado de los mismos, está al nivel de lo mejor de “Supreme Powers”, pero el resto de la historia, siendo entretenida y teniendo un buen pulso narrativo, es un comic de superhéroes mucho más convencional preocupado sobre todo por introducir un nuevo elemento de suspense a la saga en su conjunto: presentar el probable futuro apocalíptico

Dan Jurgens es un dibujante de superhéroes competente, nada más. Su estilo garantiza que las escenas de acción y las composiciones de página y viñeta sean claras y adecuadas, pero carece de la sutileza y detallismo de Gary Frank y si no fuera por algunos cuadros de texto no habría forma de saber, sólo con mirar sus figuras y rostros, el estado de ánimo o la emoción que tienen los personajes en esos momentos. Tampoco es de ayuda el poco adecuado entintado de Klaus Janson, que diluye los puntos fuertes de ambos artistas por separado.
En 2005 se publica otro spinoff, esta vez de seis episodios y dedicado a Nighthawk, escrito por Daniel Way y dibujado por Steve Dillon. En esta ocasión, la historia se centra enteramente en el personaje titular, evitando toda referencia al resto del Escuadrón. Dado que se trata de una trasposición de Batman, no podía faltar la presentación de su Joker, aquí llamado Cara Blanca, un asesino en serie totalmente ido e incluso más desasosegante que la mayoría de las versiones que ha tenido su referente directo en DC.

En este punto y a diferencia de “Supreme Power”, ya estaba claro que la intención era las de plantear una serie indefinida, pero tampoco acaba de funcionar como tal. Lo más probable es que, viniendo de “Supreme Powers”, el lector siga abordando cada número no tanto en sí mismo (como debería ser en el caso de una colección regular) sino como eslabón de una cadena que se espera conduzca hacia algún clímax épico. Los personajes no son tan complejos e interesantes como los de la serie anterior y en lugar de evolucionar parecen más bien reiterar una y otra vez las mismas ideas. Los argumentos que se plantean y resuelven son quizá demasiado ligeros mientras que las subtramas –que son las que,

“Escuadrón Supremo” arranca tras los eventos narrados en “Supreme Powers” y la miniserie de Hyperion, con el grupo ya formado, como he dicho, bajo la autoridad del gobierno norteamericano. La idea de Straczynski (inspirada por la serie original de los ochenta) siempre fue la de no limitarse a contar una historia de superhéroes ordinaria sino integrar y explorar con ella temas sociopolíticos poco edificantes. Y así, en esta ocasión, el Escuadrón es enviado a luchar por América (aunque utilizando la bandera de las Naciones Unidas) al corazón de África y a Oriente Medio en lo que pretende ser una alegoría de la Guerra de Irak.
A pesar del cambio de nombre y que es la primera vez que el Escuadrón actúa oficialmente como equipo, su historia viene de atrás por lo que, a pesar de que probablemente se pretendió que la colección sirviera como plataforma de inicio para nuevos lectores, hay demasiados detalles y momentos que confundirán a quien no hubiera leído “Supreme Powers”,

Además, al suavizar parte de su anterior filo, la propia colección pierde parte de su razón de ser. Por mucho que Straczynski pensara que estaba haciendo una serie radical y vanguardista, lo cierto es que muchos de los temas e ideas que presentaba, por muy bien que estuviera narrado el comic, ya se habían explorado antes en otras obras; así que lo que “Escuadrón Supremo” podía ofrecer como factor diferenciador era la violencia y el sexo explícitos, algo de lo que solían huir casi todos los demás tebeos mainstream del género. Al rebajar el tono, esa característica especial también perdía peso. Tal cambio, en cualquier caso, no provino de Straczynski –y, de hecho, fue uno de los motivos que adujo para marcharse- sino de Marvel. Probablemente, “Supreme Powers” no se vendía tan bien como esperaban y pensaron que acercarlo más al mainstream mejoraría su desempeño comercial.
El Escuadrón Supremo que reúne Straczynski no resulta particularmente interesante ni está


Esta etapa está más claramente dividida en arcos argumentales –dado que ya nació con vocación de serie regular e indefinida-, pero éstos no están tan bien planteados ni resultan tan absorbentes como en “Supreme Power”. Stracynski parece dividido entre la obligación de contar una aventura superheroica al uso y el deseo de tocar temas sociopolíticos. Esa indecisión da lugar a escenas innecesariamente alargadas y verbosas pero que no ofrecen demasiado en términos de caracterización o trama.
Por otra parte, el insertar problemas del mundo real en una narrativa fantástica como esta no quiere decir que se exploren adecuadamente. Y este es el caso en “Escuadrón Supremo”. Que las escenas sean brutalmente violentas no significa que el autor se haya documentado abundantemente sobre la materia antes de llegar a una conclusión superficial y moralizante. Cuando un grupo de africanos superpoderosos le da al Escuadrón una “lección” sobre el imperialismo occidental en el continente, cualquier lector maduro y mínimamente informado se dará cuenta de lo simplón que resulta ese discurso. Después de tragedias como el genocidio de Ruanda en 1990, las críticas que muchos (incluidos

La conclusión de estos primeros episodios culminaba en un enfrentamiento apocalíptico contra Redstone, el asesino en serie con superfuerza que había aparecido en “Supreme Power”. Por desgracia, aparte de lo impactante que resultaba ver morir a multitud de civiles inocentes en un brutal despliegue de poder y violencia, esta trama tiene poca enjundia. Y entonces, en el séptimo número (noviembre 2006), tras una batalla sangrienta en la que Zarda también parecía perder la vida, la última página mostraba al villano aún en pie y listo para continuar la pelea, a la que ahora se unían Nighthawk y Borrón. Y luego…nada. Otra vez, la serie se canceló a mitad de la historia y sin haber concluido las subtramas en marcha.

Al final, esta segunda etapa deja un sabor agridulce. JMS es demasiado buen guionista como para hacer un mal comic, pero sin duda la serie resulta frustrante en tanto en cuanta no ofrece ninguna conclusión y recuerda por qué a veces se critica tanto –con razón- a los comics cuyos creadores piden lealtad a sus lectores, tentándolos con promesas de algo grande que justificará todo lo anterior… para luego dejarlos colgados. A veces es culpa de la editorial, pero no siempre. Aunque “Supreme Powers/Escuadrón Supremo” se cancelara antes de que

JMS se ha hecho una reputación por sus súbitos abandonos de las colecciones en las que trabaja y esta fue una de las más notorias de su carrera. Más tarde, explicó que traspasar “Escuadrón Supremo” a la línea regular de Marvel en lugar de mantenerla en el sello MAX había implicado una pérdida del control y la libertad creativos que no estaba dispuesto a asumir. Aunque ya he dicho que sí se nota una disminución en la crudeza del tono, también es cierto que esa pérdida de libertad no parece tan evidente dado que los últimos números eran tanto o más violentos que nunca. A menos, claro, que el guionista pensara que no poder enseñar el pubis de Zarda ni encajar un montón de palabras malsonantes suponía una merma creativa brutal.
Pero el abandono de JMS, por supuesto, no evitó que Marvel aparcara a esos personajes, aunque ya no iban a tener su propia colección. Una miniserie más, en 2007, vino protagonizada al alimón por Hyperion y Nighthawk, escrita por Marc Guggenheim y dibujada por Paul Gulacy. Los dos

Finalmente, se decidió integrar al Escuadrón en el universo Ultimate a través de una miniserie, “Ultimate Power”, de nueve episodios, que irían apareciendo de forma muy espaciada entre diciembre de 2006 y febrero de 2008. El dibujo corrió a cargo del efectista Greg Land mientras que el guion lo realizarían de forma sucesiva Brian Michael Bendis (tres números), J.M.Straczynski (los tres siguientes) y Jeph Loeb (los tres últimos).
“Ultimate Power” es un ejemplo perfecto del tipo de dibujo que hace Greg Land, a base de

Y en cuanto a la historia, pues tampoco es ninguna maravilla, dejando de lado cualquier pretensión “realista” y limitándose a contar una larguísima batalla en la que se mezclan los Cuatro Fantásticos, los Ultimates, los Ultimate X-Men, Spiderman, SHIELD y dos versiones diferentes del Escuadrón Supremo. La excusa de arranque es cómo Reed Richards, frustrado por no poder curar a su amigo Ben Grimm del monstruoso aspecto que luce como La Cosa, envía a través de la Zona

El mundo de Hyperion tendría otra oportunidad en forma de serie regular, titulada “Escuadrón Supremo” y firmada por Howard Chaykin, Marco Turini y Marco Checchetto. Chaykin optó por una dirección muy diferente que podría haber funcionado, pero tardó demasiado en encarrilar el título. En el primer arco, por ejemplo, casi todos los héroes del Escuadrón están ausentes excepto Arcana, Furia y Burbank. Los dos últimos habían conseguido liberarse del grupo y ascender a cargos políticos. Nighthawk y Borrón tienen un rápido cameo ya

Así que, si los primeros seis números no tratan sobre el Escuadrón Supremo, ¿de qué van? Cuatro astronautas regresan a la Tierra y traen accidentalmente con ellos otra infección de esporas, una premisa semejante a la de “Ultimate Power”. Y aparecen más superhéroes, pero éstos no basados en los de DC sino de Marvel, por lo que el resultado es una especie de Ultimate-Ultimate: una adolescente que puede transformarse en una criatura arácnida; y un joven veinteañero que domina la nanotecnología y se ha fabricado una armadura con ella. Y en cuanto a los cuatro astronautas, durante su viaje han adquirido “fantásticas” habilidades. Encontramos también un altruista soldado del pasado vestido con los colores de la bandera americana; un bestial ser azul poseído por la furia y con el que solo puede medirse un autoproclamado dios del viento. Y, para remate, Emil Burbank empieza a llevar una máscara en la cara para ocultar cicatrices que sólo él puede ver.
El segundo arco se centra en el regreso del Escuadrón Supremo y sirve de excusa para

La serie terminó con un giro que eliminaba los poderes de la mayoría de los personajes pseudoMarvel. Burbank perdía los suyos (recordemos, su superinteligencia) y se transformaba en un lunático. Quizá siempre fue un egomaniaco que arruinaba su propia vida; o quizá su locura proviene de saberse el único capaz de impedir el mundo futuro dominado por Hyperion y haber fracasado. Nunca llegaremos a saberlo porque la colección se canceló en su número doce.
En cuanto a Zarda, durante un tiempo apareció por varios títulos Ultimate: “Ultimate Hulk

Pero pese al maltrato recibido, la línea Supreme se resistía a morir y en 2011, Kyle Higgins y Manuel García firmaron una miniserie de cuatro números, “Supreme Power”, bajo el sello Max. La historia ignora buena parte de lo narrado en su universo y solo incluye a

Tengo entendido que en la –para mi- absoluta confusión que es la continuidad Marvel actual, han sido recuperados pero sospecho que su integración en el universo canónico no les va a hacer ningún favor. En los años setenta que les vieron nacer, fueron un agradable sucedáneo de la Liga que permitía hacer aquellos crossovers con los que los fans soñaban pero que las

Aunque, pensémoslo bien: quizá el haber destruido con tan pocos escrúpulos una línea de comics tan pesimista como fue Supreme Power sin que nadie protestara o siquiera prestara atención, fue el final más coherente que pudo haber tenido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario