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En el vigésimo volumen de la serie, "La Marca de los Desterrados" (1995) han pasado tres años desde que Thorgal abandonó a su familia. Aaricia está viviendo entre los vikingos de su pueblo cuando el único superviviente de una expedición regresa contando que todos sus compañeros fueron masacrados por piratas liderados por Shaigan el Despiadado y su consorte, Kriss de Valnor, los bandidos más temidos de todo el Mar del Norte. Aún peor y para trastorno de todos, afirma sin lugar a dudas que Shaigan es ni más ni menos que
Thorgal.
Esa revelación supone la inmediata caída en desgracia de Aaricia y sus hijos. Es marcada a

La peripecia termina en “La Corona de Ogotai" (1996), álbum que se abre de una forma desconcertante: con la muerte de Thorgal y Kriss a manos de sus amotinados comandantes. A continuación vemos a Jolan, Darek y la hermana de éste, Lehla, navegando hacia la isla de la familia del primero cuando una terrible tormenta

Pero una vez cumplida la misión –en el pasado y en el lugar donde Jolan sabe que la corona fue arrojada al agua por su padre-, el muchacho se hace con el bastón con el fin de retroceder en el tiempo y salvar a Aaricia y Loba del cautiverio a que las tiene sometidas Kriss de Valnor. Para hacerlo, contacta con la versión adulta de sí mismo, que quince años más tarde sigue viviendo en total soledad en la isla. El Jolan adulto impide en el último momento el asesinato de

Lo primero que llama la atención de "La Marca de los Desterrados" es la ausencia de Thorgal, algo no completamente nuevo (en "Alinoe" o "Aaricia" apenas tenía presencia) pero sí poco habitual. Y el caso es que la historia está tan bien narrada y Van Hamme, con el paso de los años, ha ido perfilando tan bien a los personajes secundarios que ahora éstos asumen el rol de protagonistas sin ningún problema. Su función aquí ya no es la de ayudar al héroe y resaltar su carisma, sino que soportan todo el peso dramático de la historia. Es más, ha pasado el tiempo y los vemos considerablemente cambiados.
En una serie en la que el transcurso del tiempo sobre los personajes siempre ha sido evidente e importante aunque no se hiciera referencia explícita al mismo, estos dos volúmenes son relevantes dado el considerable periodo pasado

En cuanto a Aaricia, personaje muy querido por los seguidores de la serie, sorprende el cruel castigo al que Van Hamme la somete. Abandonada por su marido sin una buena razón, desfigurada por su propio pueblo y expulsada sin prácticamente nada más que la ropa que lleva puesta, capturada, separada de sus hijos y esclavizada por su peor enemiga que, además, controla y manipula al amnésico Thorgal, obligándola a servirla delante de él y, según se sugiere de pasada más adelante, presenciar sus encuentros sexuales o soportar que se la ofrezca como disfrute a extranjeros. Quizá resulte frustrante que deba ser, otra vez, rescatada por el varón de turno en lugar de ser ella la que pelee y salve a los suyos (incluso en “Alinoe", donde asumía un papel protagonista en una situación peligrosa, era Thorgal quien zanjaba la situación en el último momento). Pero también es cierto que en este punto se la ve claramente agotada, derrotada y resignada y el

Pero lo que salta más a la vista en estos dos álbumes es que su auténtica función (especialmente en el segundo) no consiste en profundizar en Aaricia sino preparar el camino para el relevo de Thorgal por su hijo Jolan como protagonista de la serie, una transición que también realizó otro gran héroe del género de aventuras históricas, el Príncipe Valiente, que con los años fue sustituido por su hijo Arn. Van Hamme le da al jovencito de diez años una gran energía y astucia. Ciertamente, sus poderes mentales sobre la materia le otorgan una gran ventaja, pero su principal baza es la fuerza de su personalidad y determinación, rasgos que no deberían sorprendernos siendo hijo de Thorgal y Aaricia. Eso sí, no conviene ser demasiado exigente con el realismo de las situaciones que se plantean. Si se quiere disfrutar plenamente de la historia es necesario aumentar el grado de suspensión de la incredulidad no solo en lo que se refiere a los aspectos de ciencia ficción (como los poderes telequinéticos de Jolan o los viajes en el tiempo) sino en los desafíos físicos que acomete y que resultan a todas luces excesivos para un jovencito preadolescente.

"La Corona de Ogotai" es otra de las incursiones de la colección en el campo de la CF y, concretamente, en el subgénero de viajes en el tiempo. La diabólica sucesión de saltos espacio-temporales hacen de esta una historia bastante densa y complicada y, como suele pasar, es probable que el lector se pierda por el camino y

No puede evitarse el tener una impresión ambivalente con este tipo de historias. Por una parte, el viaje en el tiempo es una herramienta narrativa muy cómoda para atar cabos argumentales; por otra, sus principios, normalmente enunciados con solemnidad por quien tiene el poder de hacerlo (viajar solo cuando sea imprescindible y de forma discreta, intervenir muy localizadamente para no alterar todo el continuum, etc) son invariablemente quebrantados por uno u otro personaje. Es, por tanto, un tipo de narración que hay que utilizar con mesura. Van Hamme ya había jugado con ella en "El Señor de las Montañas" con mejores resultados que en este segundo intento, en el que, reconociendo que todos los cabos quedan bien atados, el viaje temporal parece sobre todo una excusa innecesariamente rebuscada para solucionar los problemas de los protagonistas y reunirlos en una especie de nuevo comienzo.

En definitiva, un binomio de álbumes que, sin encontrarse entre los mejores de la colección, sí aportan un elemento diferencial, un aire nuevo a la saga y un potencial camino a explorar: la ausencia de Thorgal y el ascenso a protagonistas de su esposa e hijos, que desempeñan perfectamente su papel y se convierten en héroes por derecho propio.
La etapa del Thorgal amnésico finaliza con otro ciclo de dos álbumes: "Gigantes" (1996) y "La

Despierta en Asgard, en los jardines de Frigga, la esposa de Odín, quien le ofrece recobrar su memoria y su vida anterior así como el perdón de los dioses (irritados con Thorgal, recordemos, porque un simple mortal hubiera querido escapar a su destino) si lleva a cabo una misión para ellos: entrar en la tierra de los Gigantes, sus

"La Jaula" se abre con Thorgal como huésped de Galathorn en Brek Zarith. Inquieto por reencontrarse con Aaricia, Jolan y Loba, rechaza la seducción de la hermana de aquél, Syrane y pone rumbo a su isla a bordo de una barca esperando, con bastante ingenuidad, que lo recibirán con los brazos abiertos y todo volverá a ser como antes. Ni mucho menos. Una vez allí, es emboscado y metido en una jaula por Darek, Lehla y Loba, ninguno de los cuales lo conoce más que de oídas, a la espera de que Aaricia y Jolan regresen. Éstos han viajado a una ciudad cercana para proponerle a un contrabandista, Sardaz el Despellejado, el saqueo de la fortaleza de Shaigan y Kriss de Valnor, cuyo paradero conocen ambos. Pero Sardaz pretende aprovecharse de ellos y tienen que salir a la fuerza de su guarida utilizando los poderes telequinéticos de Jolan.
De vuelta en la isla, Aaricia se niega a liberar a Thorgal; no porque, como argumenta ante sus

Por fin, Jean Van Hamme decide reunir a Thorgal con su familia tras cuatro álbumes ricos en sucesos, tragedias y aventuras. Ahora bien, después de la ordalía por la que había hecho pasar a los personajes, el guionista no iba a poder conseguir esa reconciliación sin forzar las cosas y dejar la sutileza por el camino. Así, hace que caiga un rayo sobre el héroe que lleva el nombre del dios del Trueno y luego se saca de la chistera una providencial necesidad de los dioses asgardianos que ellos mismos no pueden satisfacer y que requieran de un humano. Thorgal pasaba por allí y, encima, goza de la simpatía de Frigga (ni siquiera las diosas son inmunes a los encantos de Thorgal). Desde luego, hace falta cierto grado de indulgencia para aceptar esta concatenación de casualidades, pero en cualquier caso el conjunto es divertido y ágil.

Más interesante resulta el reencuentro de Thorgal y Aaricia, en el cual los niños juegan un papel importante. Van Hamme aborda temas profundos como el perdón, el rencor, la redención o el poder del amor; y lo hace con sobriedad y excelente pulso narrativo, mezclando la acción (sobresaliente la secuencia de la emboscada en el bosque bajo una intensa lluvia) y los momentos intimos (el sufrimiento de ambos cónyuges ante la brecha

Thorgal, sin saber qué hacer ni decir, tendrá que esperar la -una vez más- providencial llegada de los bandidos para recuperar su papel de marido, padre y, sobre todo, héroe. Lo cual casa bien con los primeros álbumes de la colección, en los que Thorgal siempre aparecía como el salvador de sus seres queridos, pero no tanto a estas alturas de la saga, con una Aaricia y Jolan que ya habían demostrado ser capaces de vencer dificultades semejantes y que ahora retroceden a su rol de víctimas necesitadas de protector. Pero aparte de eso y que la reconciliación se produce demasiado rápidamente (el proceso de curación emocional podría haberse alargado quizá un álbum más para justificarlo mejor), estamos ante

El final de "La Jaula" bien podría haber sido la conclusión definitiva de la colección, el cierre del círculo, la restauración del statu quo y un momento en el que dejar descansar a los personajes y permitirles vivir en paz. De hecho, este fue el punto en el que yo decidí dejar la colección, percibiendo que ciertas fórmulas de Van Hamme tendían a repetirse y el dibujo de Rosinski estaba en declive.
Pero a estas alturas Thorgal se había convertido en un fenómeno editorial de gran éxito cuyos álbumes se vendían por cientos de miles todos los años. ¿Poner voluntariamente punto final a un éxito semejante? Imposible. Ya fuera por las presiones de la editorial o porque en realidad Van Hamme y Rosinski nunca tuvieron en el fondo intenciones de matar a la gallina de los huevos de oro, la última página de “La Jaula” muestra a

"Thorgal” ha sido y sigue siendo una de las más importantes y originales series de aventuras del moderno comic europeo. Desde hace más de cuarenta años, es una de las colecciones más vendidas del continente, fascinando a millones de lectores. Como hemos ido viendo, esta hazaña ha sido posible gracias tanto a los sólidos guiones de Van Hamme como al talento artístico y narrativo de Rosinski. Por derecho propio, “Thorgal” es ya un clásico de la historieta cuyos primeros quince o dieciséis álbumes debería conocer todo amante del género de aventuras.
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