20 jun 2019

LOS CUATRO FANTÁSTICOS EN LOS SESENTA – Stan Lee y Jack Kirby (12)


(Viene de la entrada anterior)

En este periodo, la aportación de Lee consistió en su talento para presentar el humor a través del diálogo, su habilidad para introducir elementos amorosos en las historias y el esfuerzo que hizo para que cada personaje se expresara de una forma personal y diferenciada.

Durante décadas, DC Comics había estado fabricando en serie historias de superhéroes carentes de pasión o furia. Como sus guiones eran tan aburridamente plácidos, incluso la más pequeña innovación de Lee parecía un avance radical. De hecho, un nuevo Stan Lee estaba ahora saliendo a la luz. El escritor quemado y decepcionado cuya carrera en los comics llegaba a su fin, había desaparecido. En su lugar surgía “Stan the Man”, renacido de las cenizas de Atlas como un Fénix dispuesto a conquistar el mundo.


Nadie en la historia de la industria había publicitado una línea de comics de forma tan entusiasta y efectiva como Stan Lee. Predicaba el espíritu Marvel con el celo de un fanático, afirmando que la “Marvel Age of Comics” estaba ya con nosotros. Sus frases esotéricas y contagiosas como “Nuff Said” (Enough Said, “Ya he dicho suficiente”), se convirtieron en su firma personal. Otro slogan de Marvel era “Face ront”, que provenía del periodo que Lee sirvió como oficial en el Cuerpo de Señales. La más famosa fue “Excelsior”, el slogan de la ciudad de Nueva York.

De repente, salido de ninguna parte, Lee desplegó una habilidad única para conectar con los
lectores, una habilidad que había permanecido escondida durante sus años en Timely / Atlas. En un bienvenido contraste con el rígido y frío trato propio de los editoriales de DC, Stan aportó un elemento de humor irreverente en sus comics. Inventó apodos para sus propios héroes como “Subby” para Namor o “Cabeza de Cerilla” para la Antorcha; e introdujo bromas privadas para sus lectores como Irving Forbush, la mascota ficticia de Marvel cuya cara nunca se mostraba. Lee quería forjar un sentimiento de cercanía, de intimidad, entre los creadores de Marvel y sus lectores, poniendo apodos a los primeros. Incluso la secretaria de redacción, Flo Steinberg (Fabulous Flo) tenía sus fans.

A mediados de 1964, Marvel tenía ya tanto éxito que Martin Goodman fue capaz de trasladar
Magazine Management a un entorno más lujoso, en 625 Madison Avenue, cerca de la calle 58: un gran edificio en un barrio de oficinas lleno de tiendas y restaurantes. Ahora, la división Marvel del negocio editorial de Goodman ocupaba tres oficinas y una habitación que sería usada por los artistas de la casa. Stan tenía una cómoda estancia en una esquina cerca de otra oficina compartida por Flo Steinberg y Sol Brodsky, encargado de producción. Y en julio de 1965, un joven que había escrito la primera crítica del Cuatro Fantásticos nº 1, se uniría a Flo y Sol en aquel despacho. Su nombre era Roy Thomas, quien se había trasladado a Nueva York con el objetivo de escribir comic-books. Aquel fue el primer Marvel Bullpen.

Volvamos a la colección. La búsqueda de un nuevo villano de peso continúa en el número 34 (enero 1965). En esta ocasión, los creadores adoptaron una nueva estrategia: en lugar de presentar a un oponente disfrazado con un atuendo más o menos diabólico, los 4F combatirían a un despiadado millonario llamado Gregory Gideon, que consigue sembrar la cizaña en el interior del grupo. Sin embargo, en el proceso, el propio hijo de Gideon a punto está de morir.

En la página 10, se puede ver al hijo de Gideon sosteniendo un comic de los Cuatro Fantásticos. Ésta será la última referencia a la existencia de un comic book del grupo en el Universo Marvel. De esta forma, las semillas sembradas por primera vez en el nº 2 (en el que se mostraban dos comics editados por Goodman) son finalmente abandonadas. En una ancha viñeta de la página 14 podemos ver a Reed utilizando sus piernas como ruedas para rescatar a Sue del ataque de la Antorcha y la
Cosa. Este es el tipo de comicidad al estilo Plastic Man que Stan había dicho tantas veces que quería evitar a toda costa.

A pesar del inverosímil arrepentimiento de Gideon al final de la historia, este episodio supone un refrescante cambio respecto a los típicos villanos que solían aparecer en la colección, un cuento moral que ha resistido el paso del tiempo razonablemente bien.

Aunque la ambientación en el campus universitario supuso una agradable novedad, la mayor parte de la historia del nº 35 (febrero 65) es sólo moderadamente emocionante a causa del regreso del nefasto Diablo, esta vez aliado con el Hombre Dragón, último representante de la larga lista de monstruos “estilo Atlas” que Jack y Stan se sacaban de la chistera siempre que tenían problemas para imaginar un nuevo enemigo. Stan afirmaría más adelante que él y Kirby idearon al Hombre Dragón a partir de Frankenstein y King Kong. La continuidad dentro del Universo Marvel viene dada por la aparición del Profesor X, Scott Summers y Peter Parker.

Por suerte, la mediocridad de Diablo queda compensaba por el inesperado y sorprendente cierre de la historia: Sue acepta finalmente la propuesta de matrimonio de Reed tras dejar atrás sus dudas sobre Sub-Mariner. Este era el
tipo de desarrollo argumental que los guionistas normalmente reservaban para los Anuales (el matrimonio y el nacimiento de su primer hijo sí se dejaron para los números especiales). Acontecimientos como estos le daban a la serie un aire de realismo, desarrollo, cambio y progresión. Más allá de esto, cimentó la conexión interna del cuarteto. Ahora más que nunca los Cuatro Fantásticos eran el grupo más unido de la Tierra.

Curiosamente, durante los años sesenta, Kirby dibujó a sus personajes femeninos con un aspecto fundamentalmente asexuado. Sí, la Encantadora asgardiana era impresionante, pero la mayoría de las mujeres, como Sue Storm, Jane Foster, Betty Ross e incluso la alocada Janet Van Dyne, se asemejaban más a hermanas mayores que a objetos de deseo carnal. Resulta
chocante porque el caso es que Kirby era perfectamente capaz de dibujar las formas femeninas con todo su erotismo. Lo hizo habitualmente en los comics románticos que realizó en colaboración con Joe Simon durante los cincuenta y en los que aparecían mujeres seductoras y sensuales. Durante su etapa en Marvel, por tanto, decidió no recurrir a su demostrada capacidad… con una excepción.

En el nº 36 (marzo de 1965) aparece un personaje icónico: Madame Medusa. Los Cuatro
Terribles eran ejemplos clásicos de cómo la desbordante imaginación de Kirby podía transformar lo mundano en monumental. Los miembros masculinos de aquel grupo (el Brujo, Bote de Pasta Pete y el Hombre de Arena) habían aparecido antes en un par de números de “Strange Tales” combatiendo con la Antorcha Humana. Pero era el cuarto y femenino componente el que transmitía una incontestable intensidad.

La malvada y exuberante mujer cuyo largo cabello obedecía su voluntad, fue la única mujer Marvel que Kirby dibujó con una clara carga erótica. Era seductora, irresistible y sin cualidades que pudieran redimirla. Ni siquiera su máscara negra podía disminuir el atractivo de su hermoso rostro, un rostro rodeado de una cascada de brillante cabello rojo que sobrepasada sus largas piernas. Rodeada de un aura de autoconfianza y arrogancia aristocrática, si hubiera continuado siendo una villana en lugar de transformarse
posteriormente en la servil prometida de Rayo Negro, Medusa podría haberse convertido en la contrapartida femenina del Doctor Muerte, la reina erótica del Universo Marvel. Su transformación en aburrida heroína fue uno de los errores más graves de Lee y Kirby. Sea como sea, Medsusa, en su calidad de miembro de los Inhumanos, fue el eslabón esencial entre el periodo intermedio de los Cuatro Fantásticos su gloriosa época cósmica.

Por lo demás, los Cuatro Terribles evolucionarían desde su inicial categoría de patéticos perdedores a dignos e incluso temibles villanos gracias a la atención que les prestó Kirby, mejorando sus gadgets y trajes con el paso de los años.

El número 37 (abril 1965) tiene una posición poco envidiable: justo entre la presentación de
Madam Medusa y el ciclo argumental que lanzaría la época cósmica de la colección. Es bajo esos parámetros que debe valorársele.

La historia comienza de forma bastante impresionante. Con una pose dinámica de Kirby (¿podía ser de otro modo?), la Antorcha se alza sobre el suelo tras encenderse involuntariamente, incinerando sin querer el smoking que lleva puesto. ¿Un smoking? En el número anterior habíamos visto una legión de excitados paparazzi tratando de sacar fotos de Sue y Reed tras anunciar su compromiso. En este episodio tiene lugar el primer ensayo de la ceremonia. Lee y Kirby estaban preparando lo que iba a ser el Matrimonio del Siglo.

La naturaleza caprichosa de Sue en la Silver Age hacía que los lectores nunca supieran qué esperar de ella: enamorarse de un supervillano, casarse, quedarse embarazada o dejar el grupo durante meses. Era emocionalmente voluble e impredecible y en esta historia se nos ofrece una faceta previamente desconocida de su persona: desea venganza por la muerte de su padre en las manos de los Skrulls ¡y le dice a Reed que quiere atacar su planeta o de otro modo no podrá casarse en paz!

Así que el cuarteto hace un corto viaje hasta el mundo Skrull a través del “subespacio”
descubierto por Mr.Fantástico (no confundir con la Zona Negativa, a la que Stan Lee se referiría equivocadamente como Subespacio en el nº 51), encuentran al Skrull responsable de la muerte de Franklin Richards y en la pelea subsiguiente éste resulta convenientemente abatido por su propia gente. El malo, Morrat, tiene una hermosa novia, Anelle”, cuyo corazón es inocente y puro. La muerte de Morrat deja a Anelle destrozada. La ironía no pasa desapercibida para Susan: ella planea su boda mientras que la chica Skrull, de su misma edad, ha de asistir a un funeral. Esto es lo que ha provocado su sed de venganza, por lo que decide olvidar el asunto. Este episodio funciona bien como una fábula moral bien planificada y ejecutada pero palidece algo cuando se compara con las historias inmediatamente anteriores y siguientes.

A partir de este momento, los Cuatro Fantásticos empezarían a subrayar los aspectos místicos y
metafísicos de sus aventuras de una forma que nadie antes en el comic book hubiera podido sospechar. La larga cadena de arcos argumentales, engarzados unos tras otros que constituyen esta “Era Cósmica” fueron recompensa espectacular para los fans que habían seguido fielmente la revista desde sus humildes orígenes.

Básicamente, esto es lo que sucedió: hacia 1965, la premisa de los Cuatro Fantásticos había quedado bien definida, mucho mejor que la de cualquier otro superhéroe anterior a ellos. La fortaleza de la colección era su coherencia interna, la sensación de construir dentro y fuera de sí un gran universo bien equilibrado. Gracias a su ya larga familiaridad con los personajes, Lee y Kirby estaban preparados para pensar a lo grande, ser más ambiciosos, más grandiosos en sus argumentos. Fue entonces cuando entendieron de verdad las posibilidades inherentes a la colección y no perdieron el tiempo a la hora de explorarlas.

Contando con todos los elementos necesarios, Jack y Stan comenzaron a crear grandes sagas que superaban las expectativas de cualquier fan. Parecía un desfile ininterrumpido de personajes, dibujo y épica, una explosión de creatividad. La única forma de contenerla, de canalizarla, era formar narraciones que abarcaran varios números y en las que pudieran desarrollar ideas más
complejas. En este punto, los Cuatro Fantásticos empezaron a ser más inaccesibles al lector ocasional. Los compradores esporádicos fueron marginados a favor de los lectores más leales, capaces de seguir las cada vez más complicadas historias.

Un ejemplo perfecto de la transición de los años de consolidación a la época más grandiosa de los Cuatro Fantásticos son los números 38, 39 y 40 (mayo a julio 1965). Por un lado, la diferencia se hace evidente en el entintado de los dibujos de Kirby. El número 38 fue el último de Chic Stone; el 39 está firmado por Frank Ray (en realidad, un seudónimo de Frank Giacoia) y el 40 por Vince Colletta (que continuaría hasta el número 44, cuando Joe Sinnott le sustituyó). Resulta asimismo interesante que estos números formen el comienzo de una línea argumental de cohesión aparentemente vaga pero real y que se prolongaría más allá de esta trilogía. Los números 38-43 forman el primer ciclo de esa gran historia y los 44-47 el segundo.

En el número 38 (mayo 1965), el equipo némesis de los 4F, los Cuatro Terribles, secuestran a la Chica Invisible obligando al resto del equipo a desplazarse hasta una isla desierta para
rescatarla. Allí, los dos grupos pelean hasta que los villanos consiguen escapar, dejando a los protagonistas atrapados en la isla con la cuenta atrás de una “Bomba Q”. El artefacto explota y deja a los héroes flotando inconscientes en el océano dentro de un campo de fuerza creado por la Chica Invisible. Un final inesperado que hace preguntarse cómo se las arregló Stan Lee para que el Comics Code Authority lo aprobara, ya que sus reglas obligaban a que el mal nunca triunfara sobre el bien; sin excepciones. Obviamente, la valentía de Lee y Kirby estaba haciendo cambiar las cosas. Es más, en el siguiente número, ni siquiera se reagruparían para buscar y vencer a sus enemigos, algo igualmente inconcebible en los tebeos de superhéroes al uso en los sesenta.

Ese número 38 señaló un alejamiento de las optimistas historias propias de 1965 centradas en el compromiso matrimonial de Reed y Sue. A partir de ese momento los argumentos parecieron estar más apoyados en Kirby que en Lee y se hicieron más oscuros e inquietantes.

Fue esta la mejor aventura de los doce números que comprendieron la etapa de Chic Stone como entintador de la colección, una aventura bien planificada, una combinación superlativa de arte lleno de energía y buen guión. Stone estaba ya cansado de entintar el trabajo de otros artistas y quería dibujar sus propios comics. Le rogó a Stan que le pasara algún encargo, pero al no conseguirlo, decidió abandonar la compañía.

La portada simbólica del nº 39 (junio de 1965) muestra a los 4F liderados por Daredevil, mientras una figura gigante del Doctor Muerte acecha sobre el perfil de la ciudad de Nueva York. Esa ilustración y el título lo decían todo: “¡Un Ciego los Guiará!”. Tras su derrota por los Cuatro Terribles en el número anterior, los 4F descubren ahora que han perdido sus superpoderes. Desesperado, Mr.Fantástico inventa una serie de artilugios que duplican artificialmente sus poderes, pero en un momento tan crítico, el Dr.Muerte se hace con el control del cuartel general del grupo, el Edificio Baxter. Volviendo sus propias armas contra ellos, no le cuesta mucho a Muerte darse cuenta de la indefensión de sus enemigos y la tensión aumenta todavía más. Liderados por Daredevil (cuya figura fue entintada por Wally Wood, por entonces el dibujante de esa serie), los cuatro deben alcanzar el edificio y abrirse paso hasta los pisos superiores.

Daredevil, el justiciero ciego creado por Stan Lee, no había sido un éxito. Bill Everett se había encargado del apartado gráfico en el primer número pero sus problemas para entregar a tiempo hicieron que Lee lo sustituyera inmediatamente por Joe Orlando, quien tampoco fue de su agrado ni del de los lectores. Pero en el nº 5 se incorporó como dibujante el brillante y experimentado Wally Wood. Lo primero que hizo fue una completa reforma del personaje, cambiándole el uniforme por uno rojo sobre el que Wood jugaba con sus famosas sombras. También mejoró el bastón del héroe, convirtiéndolo en un útil instrumento que le
servía para moverse entre los edificios. Y, por último, puso especial énfasis en diseñar elegantes portadas con las que atraer a los lectores.

Cuando Kirby dibujó este número, el traje rojo de Daredevil aun estaba por diseñar (o no se había enterado de que lo habían cambiado), por lo que Matt Murdock aún aparece vestido con su viejo uniforme amarillo. Lee hubo de llamar a Wood para que redibujase y entintase a Daredevil en todas las viñetas en las que éste aparecía. Aunque su trabajo en Marvel nunca alcanzó el nivel de calidad de sus antiguos comics de ciencia ficción para la editorial EC, aún conservaba una gran claridad y elegancia narrativas. Sin duda, Wood era el tercer mejor artista, quizá el segundo, de la escudería de Stan Lee, quien utilizó esta aparición en los Cuatro Fantásticos para intentar dar un mayor empuje a la colección de Daredevil. 



(Continuará en la siguiente entrada)

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