(Viene de la entrada anterior)
En 1971, Stan Lee ya llevaba tiempo relajando el control que había ejercido sobre las colecciones de Marvel, permitiendo que otros profesionales le sustituyeran y demostraran su talento como narradores. Uno de ellos fue Gerry Conway, quien, aunque sólo contaba con 18 años, llevaba escribiendo guiones para DC (sobre todo para “House of Secrets”) desde 1969. Conoció a Roy Thomas, por entonces ya editor de la casa, y tuvo la oportunidad de demostrar su valía con una prueba que le puso aquél. La superó (más a gusto de Thomas que de Lee) y empezó a recibir encargos de menor categoría. Uno de ellos fue escribir las aventuras del Tarzán de la casa, Ka-Zar, a partir de “Astonishing Tales” nº 3 (diciembre 70). Para finales de 1971, había superado las expectativas y empezó a trabajar en otros títulos, especialmente “Thor”, un personaje sobre el que Lee había impreso su sello de manera particular.
Por su parte, Roy Thomas fue asumiendo más responsabilidades
en el seno de Marvel, dispuesto como estaba a coger lo realizado por Lee en los
60 e integrarlo en sus propias ideas. Y la mejor oportunidad que se le presentó
llegó en 1971, cuando, a lo largo de nueve números de “Los Vengadores”,
desarrolló una aventura épica que acabaría siendo conocida como “La Guerra
Kree-Skrull”.
Los Skrulls eran una especie alienígena creada por Stan Lee y Jack Kirby en el mismo arranque del Universo Marvel, concretamente en el nº 2 de “Los Cuatro Fantásticos” (enero 62). Se trataba de unos extraterrestres muy genéricos: piel verde, bajitos, ojos saltones, orejas puntiagudas, afanes de conquista… su único rasgo diferenciador y lo que los hacía verdaderamente peligrosos era su capacidad de cambiar de forma y asumir cualquier aspecto, lo que les permitía infiltrarse en todos los niveles de la sociedad humana. Lee retomaría de nuevo a los Skrulls en el nº 18 de la colección (septiembre 63), presentando a su principal guerrero, el Superskrull, alterado para tener los poderes combinados de los Cuatro Fantásticos.
La Tierra parecía parada obligatoria para cualquier
alienígena imperialista que se preciara y otra de estas especies fue la de los
Kree, otra creación de Lee y Kirby para “Los Cuatro Fantásticos”, concretamente
en su número 65 (agosto 67). En aquella primera aparición, la Inteligencia
Suprema enviaba a Ronan el Acusador a nuestro mundo para investigar lo sucedido
a un Centinela, un androide kree, destruido por el grupo titular en el episodio
precedente. Estos alienígenas, sin embargo, tuvieron mayor desarrollo en la
colección del “Capitán Marvel”, superhéroe de esa misma especie extraterrestre,
escrita por Roy Thomas. Precisamente en el nº 2 (junio 68), Marvel se
enfrentaba al Superskrull, pero Thomas se preocupó de dar contexto a ese
combate. Se nos informaba por primera vez que los imperios skrull y kree eran
enemigos ancestrales y competidores por el dominio de la galaxia. El emperador
skrull enviaba a su sicario a la Tierra al enterarse de que Mar-Vell estaba
radicado allí e imaginar –erróneamente puesto que éste había decidido defender
a los terrestres frente a sus antiguos amos- que los kree tenían algún tipo de
interés oculto en el planeta.
Poco después –intentando introducir alguna novedad que
alentara las mediocres ventas del título- Thomas prescindió del uniforme un
tanto pulp y de inspiración militar que había vestido Mar-Vell hasta el momento
y le dio uno más “superheroico. Lo transformó de soldado kree a campeón cósmico
y además y probablemente inspirándose en el Capitán Marvel de Fawcett en los
años 40, vinculó al héroe con un muchacho, ya viejo conocido de los lectores,
Rick Jones, de tal manera que sólo uno de ellos podía estar en la Tierra al
mismo tiempo, quedando el otro flotando en el vacío de la Zona Negativa. El
intercambio se producía entrechocando las Nega-Bandas que ambos llevaban en las
muñecas.
En 1971, por tanto, Thomas tenía ya creados y dispuestos los
ingredientes para la aventura que había ido cocinando en su mente desde que en
su etapa en los “X-Men” planteara una guerra entre los reinos subterráneos
liderados por sendos villanos, el Hombre Topo y Tyrannus. En aquella ocasión
sólo pudo dedicarle un número, el 34 (julio 67), pero de haber dispuesto de
mayor libertad, el conflicto podría haber tenido un mayor y mejor desarrollo.
La absurda limitación impuesta por Stan Lee en 1969 a los comics de la casa
–recordemos, cada número debía contar una historia autoconclusiva- había durado
poco y ahora llegaba para Thomas el momento de aprovechar la mayor autonomía de
que disfrutaba.
Tras obtener el permiso de Lee para llevar a la guerra a skrulls y kree, Thomas centró la historia en el Capitán Marvel y no sólo por la relación de éste con los kree ni por el cariño que le profesaba el guionista. Fue una forma de asegurar la continuidad de personaje en el Universo Marvel, ya que su colección había sido cancelada por falta de ventas en el nº 21 (agosto 1970). De hecho, volvió a reabrirse –conservando la numeración original- en septiembre de 1972, tan solo unos meses después de finalizada la saga de los Vengadores.
En realidad, a posteriori el propio Thomas admitió que no
tenía un plan maestro para la historia, tan solo una idea un tanto difusa
inspirada por la novela “Esta Isla…La Tierra”, escrita en los años 50 por
Raymond Jones y llevada al cine en 1955 (con el título en español de “Regreso a
la Tierra”). Thomas sabía que kree y skrulls estaban en guerra en los confines
de la galaxia y que su conflicto acabaría salpicando a la Tierra, convirtiendo
nuestro planeta en el equivalente a alguna isla del Pacífico disputada por
estadounidenses y japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Es por eso que
los tres primeros capítulos de la saga parecen carecer de un foco claro,
tomando desvíos irrelevantes para lo que luego se revelaría como el drama
principal.
El nº 89 (junio 71) exhibía una portada difícilmente más llamativa en la que Sal Buscema, con el plano algo girado para aumentar el dramatismo, dibujaba al Capitán Marvel sentado en lo que parecía una silla eléctrica y recibiendo una descarga mientras los Vengadores observaban estupefactos.
Y al volver la página para empezar a leer el comic, uno no
puede sino tener la sensación de que se ha perdido algo, no sólo en lo relativo
al Capitán Marvel sino con los propios Vengadores. Y es que la historia
comienza en mitad de la acción, con el Capitán Marvel en Miami, perseguido por Mercurio,
la Bruja Escarlata y Visión. Los Vengadores aseguran que deben capturarlo por
su propio bien, pero el siempre voluble Pietro inicia una pelea en la que sus
camaradas se ven obligados a intervenir. El Capitán deja rápidamente fuera de combate
a su primer agresor con un simple puñetazo y no tiene tampoco problemas en
neutralizar a la Visión. Pero cuando la Bruja Escarlata se prepara para lanzar
uno de sus hechizos, opta por la huida diciendo: “Un prejuicio adquirido en mi estancia en la Tierra, chica, me impide
golpear a una mujer. Asi que te dejo antes de que me obligues a cambiar de idea”.
A continuación, se detiene en una azotea cercana, donde Rick
Jones le dispara con una pistola de rayos y lo deja inconsciente. El grupo lo
lleva en su quinjet hacia el hospital de Cabo Kennedy (lugar donde
transcurrieron las primeras aventuras de Mar-Vell en su colección). Durante el
viaje, Visión cae en uno de sus trances melancólicos, un rasgo por el que Roy
Thomas se inclinaba con frecuencia en el caso de este personaje: “El hombre robot no dice nada. Wanda tiene a
su hermano y Mar-Vell sus recuerdos. ¿Pero qué tiene un androide…salvo el vacío
del presente y el pavor a infinitos mañanas”. Visión parecía siempre tan
deprimido que no hubiera extrañado que acabara suicidándose.
Llegados al hospital, un tal Dr. Donaldson ya se encuentra preparado para amarrar a Mar-Vell a una silla de descontaminación (que se parece más a la silla eléctrica utilizada para las ejecuciones). Los Vengadores saben que todo esto va encaminado a salvarlo a él y a la misma Tierra.
Y ahora llega el momento de que Thomas y Sal Buscema (con el
entintador Sam Grainger) saquen la carta del flashback, un recurso que ya
habían utilizado en los todavía recientes números 84 y 88. En esta ocasión es
Rick Jones quien recuerda los acontecimientos que les han llevado a ese punto y
cómo es posible que él y el Capitán se encuentren ambos a la vez en la
dimensión terrestre.
Desde el nº 17 de “Capitán Marvel”, como he apuntado,
Mar-Vell y Rick Jones ocupaban planos dimensionales diferentes. Habían llegado
al acuerdo de que, cada cierto tiempo, Rick dejaría que Mar-Vell ocupara su
lugar y pudiera llevar una vida “normal”. Pero últimamente, Rick Jones había
empezado a pensar más en sí mismo, concentrándose en su carrera como cantante
folk y dejando a su forzoso camarada atrapado en la Zona Negativa. Una noche en
la que está dando un concierto, Mar-Vell contacta con él mentalmente para
contarle que ha visto a Mr Fantástico en la Zona Negativa (según lo narrado en “Cuatro
Fantásticos” 109-110, abril-mayo 71). Tanto el kree como Annihilus, el tirano
de esa dimensión, vieron a Richards atravesar un agujero dimensional para
volver a su hogar. Esa podría ser la solución para el conflicto entre Rick y
Mar-Vell: si el segundo pudiera volver a abrir ese portal, localizado en el
Edificio Baxter, escaparía de la Zona Negativa y cada uno seguiría ya su
camino.
Así que Rick accede a entrechocar una última vez las Nega-Bandas e intercambiar puestos con Mar-Vell. Incluso un lector adolescente podría haber imaginado que la mejor manera de abordar la cuestión habría sido que, dado que los Cuatro Fantásticos contaban con la tecnología para entrar y volver de la Zona Negativa, Rick Jones podría contactar con ellos y pedirles que organizaran una misión de rescate; o quizá a los propios Vengadores, con los que ya tenía una relación cercana. Pero no, por alguna razón, Mar-Vell irrumpe sin contemplaciones en el Edificio Baxter, destrozando lo necesario para abrirse paso hasta el laboratorio de su interés.
El lugar se halla vacío porque sus ocupantes se encontraban
en Whisper Hill, donde Agatha Harkness cuidada a Franklin, el hijo de Reed y
Sue. Antes de marcharse, sin embargo, encargaron a los Vengadores que
monitorizaran su cuartel general. Como se vio en el número anterior, el Capitán
América, Goliath, Iron Man y Thor se fueron a investigar un extraño culto en una
isla del Pacífico, quedando de guardia en la Mansión la Visión. Al saltar la
alarma del Edificio Baxter por la entrada de Mar-Vell, alerta a Pietro y Wanda y
vuelan en quinjet hasta allí para encontrarse una situación complicada.
El Capitán Marvel, sí, ha conseguido abrir el portal a la
Zona Negativa para que pase Rick Jones, pero también se cuela Annihilus, el
cual es succionado de vuelta gracias a un engaño de la Visión. No es tan extraño
que los héroes consigan rechazar fan fácilmente el ataque de Annihilus. En este
punto, era su tercera aparición en el Universo Marvel y los únicos adversarios
que había tenido hasta la fecha habían sido los Cuatro Fantásticos así que puede
pensarse que todavía desconocía los poderes de Visión. Con todo, la secuencia
es apresurada y superficial, sobre todo si tenemos en cuenta que treinta y cinco
años después, Annihilus será considerado un enemigo lo suficientemente
formidable como para soportar su propio crossover/evento. En cualquier caso, no
pasaría mucho tiempo para que volviera al Universo Marvel, concretamente en “Marvel
Team-Up” nº 2 (mayo 72), cuando el Brujo a punto está de liberarlo de la Zona
Negativa; y luego en los números 96 y 97 de “Los Vengadores”, en el clímax de
la Guerra Kree-Skrull)
No se han recuperado todavía los héroes, cuando Rick y los tres Vengadores se dan cuenta de que Mar-Vell les ha robado el quinjet. Una especie de contador geiger en el laboratorio arroja lecturas preocupantes. Visión plantea la hipótesis de que la misteriosa y potencialmente letal radiación que Mar-Vell ha absorbido en la Zona Negativa "podría provocar una posible reacción en cadena capaz de destruir el mundo entero”; por no mencionar que el reloj hacia el apocalipsis podría estar ya en marcha. ¿No parece esto una obvia artimaña argumental, introducida simplemente para generar suspense? Claro que sí.
Los Vengadores le siguen la pista hasta Miami, donde Mar-Vell
había trabajado tiempo atrás bajo la identidad de Walter Lawson. Su intención
es robar un cohete con el que regresar al imperio kree. Pero el quinjet se
quedó sin combustible y tuvo que continuar a pie, momento en el cual es
interceptado por los Vengadores con el resultado que habíamos visto al
principio (el arma que Rick utilizó contra él la cogió del laboratorio de los
Cuatro Fantásticos). Y con esto, cerramos el flashback y retomamos la trama
principal.
El Dr. Donaldson intenta drenar del cuerpo de Mar-Vell la radiación
absorbida en la Zona Negativa, pero su máquina no es lo suficientemente
potente. Así que conectan a Visión para que suministre energía solar almacenada
en la joya de su frente. Para cuando terminan, ambos personajes están en bastante
mal estado, pero el doctor tiene la esperanza de que sobrevivan. Pietro
entonces recuerda cómo el Dr. Henry Pym (Chaqueta Amarilla) les había hablado a
los Vengadores en una ocasión de su competente colega científico Donaldson. En
este punto, Thomas debió recordar que no había explicado cómo sabían los
Vengadores dónde llevar a Mar-Vell y solucionó ese agujero de guion con poco
ingenio, la verdad. ¡Qué casualidad más conveniente que, precisamente en Cabo
Kennedy, estuviera el hospital (“con poco personal”, por si fuera poco) que no
sólo dispone de las máquinas requeridas para solucionar la crisis sino al
científico que sabe manejarlas.
Cuando se analiza este episodio en el contexto de lo que estará por venir, queda claro que está pensado para ser el preámbulo al evento principal. De hecho, más allá de los dos grandes cambios introducidos aquí (el Capitán Marvel queda liberado de la Zona Negativa y, consecuentemente, también Rick Jones, el cual vuelve a la órbita de los Vengadores), el resto hasta la página 18, es mayormente olvidable.
Y es que tanto o más importante que lo narrado
inmediatamente antes, es lo que ocurre en las dos últimas páginas. En la
Galaxia Kree, la Inteligencia Suprema recibe un visitante indeseado: Ronan el
Acusador, que había sido encarcelado en “Capitán Marvel” nº 16 (septiembre 69) por
conspirar con el Primer Ministro Zarek para derrocar al líder, al que
consideraban demasiado permisivo en el tema de la pureza racial. Sus seguidores
lo liberaron y asesinaron a los guardias de la Inteligencia Suprema. Ronan
asume el mando y activa un visor que muestra a Mar-Vell en coma. La
intervención del héroe había sido fundamental en el fracaso de su plan y, como
consecuencia, se había ganado el favor de la Inteligencia Suprema (aunque ésta
no tuviera demasiado interés en el bienestar y seguridad de los terrestres). A
continuación, el usurpador Ronan activa remotamente al Centinela kree 459 con
la misión de liquidar al renegado Mar-Vell y cualquiera que se alíe con él.
Y así comienza la épica Guerra Kree-Skrull, aunque por el
momento los skrulls no hayan aparecido ni se tengan noticias ni pistas sobre un
conflicto en curso entre los dos imperios. Como ya dije antes, Roy Thomas
admitiría años después que fue imaginando la historia sobre la marcha, y esto
se hace evidente tanto en este número 89 como en los dos siguientes. De hecho,
si Thomas no nos hubiera dicho lo contrario, me preguntaría si realmente sabía
desde el principio que los skrulls iban a aparecer en la historia o si tuvo esa
idea solo después de haber puesto la pelota en el campo de juego con Mar-Vell,
Ronan y los otros Kree como jugadores iniciales.
Más de cincuenta años después, todo esto ya no importa demasiado. Hace medio siglo, los lectores de “Los Vengadores” se vieron embarcados en lo que acabaría siendo una de las sagas más recordadas de la editorial y, cuando llegó a su fin meses después, a nadie le importó si el guionista había sabido desde el principio cuál era el destino del viaje o qué camino tomaría para llegar a él.
(Continúa en la siguiente entrada)
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