5 mar 2021

1999- TABÚ – Jorge Zentner y Rubén Pellejero

En los complicados tiempos que nos ha tocado vivir solemos utilizar de forma tan habitual como indiscriminada la palabra “tabú”, sobre todo para referirnos a ciertos temas espinosos o controvertidos en los que es mejor no entrar so pena de atraer la indignación e ira ajena. Pero, ¿qué significaba originalmente este término de origen polinesio? Su acepción primigenia estaba relacionada con el fenómeno religioso, concretamente la prohibición de comer o tocar algún objeto. Y ése es precisamente el sentido que escoge el guionista argentino Jorge Zentner como motor narrativo y metafórico en este cómic, que bajo un marco y estética propios de serie negra oculta un núcleo enraizado en la fantasía, el terror y la religión.

 

El detective de la policía Matt Riviere investiga una serie de extraños asesinatos que comienzan con el hallazgo de una mujer muerta y la confesión del crimen por parte de su agente de seguros, Dipaola, un hombrecillo aparentemente inofensivo que se entrega a la policía afirmando no recordar nada del incidente, incluyendo el haber escrito una nota en alemán –idioma que desconoce por completo- citando un pasaje de la obra “Fausto”, de Goethe. No mucho después, aparece otro cadáver, esta vez de un hombre, en los aseos públicos de la estación central, también con una nota similar. Una testigo ayuda al dibujante de la policía a elaborar un retrato robot del asesino, que no se parece en nada a Dipaola, el cual, por añadidura, estaba bajo custodia policial cuando se produjo este segundo crimen. Hay otro elemento que comparten ambos casos: los asesinos llevaban el mismo tipo de sombrero.

 

La investigación de Riviere se complica y enreda con su turbulenta vida personal, ya que está tratando de sustraerse de la atracción que ejerce sobre él Gloria, la mejor amiga de su mujer y que hace algún tiempo culminó en infidelidad. Sin embargo, ahora necesita recurrir a ella como traductora de las notas halladas en los escenarios del crimen, reavivando así la llama y agrietando aún más su ya delicado matrimonio.

 

Por otra parte, en el pasado, el ayudante de Riviere, Clive Grossman, tuvo una relación sexual con su hermana María. En realidad, había sido ella la que abusó de él utilizando los poderes mentales que había descubierto en su adolescencia y con ayuda de los cuales se había convertido en la estrella del cabaret “Morocco”, una vidente con el nombre artístico de “Luna”. Pero tras el acto de incesto, María perdió sus poderes y tuvo que abandonar el escenario para contentarse con ser una simple camarera en otro local: “Tabú”. Una noche, conoce allí a Princesa, una misteriosa y extraña mujer que le hace una oferta tentadora: recuperar sus poderes, siempre y cuando le deje a ella utilizarlos también para hacer el mal…

 

Un tabú tiene tres vértices: por una parte, la creencia en la impureza o sacralidad de una persona o cosa; en segundo lugar, la prohibición de tocar o utilizar tal persona o cosa; y, por último, la fe en que la transgresión de dicha prohibición conllevará un castigo para el infractor y, quizá, también para sus allegados. Pero, sobre todo, el tabú es una advertencia: hay un objeto o una persona que posee un poder y violar las normas referentes a él o ella provoca una reacción. Es un concepto que inspira a partes iguales fascinación y temor para los creyentes. Zentner toma esa idea y, sin caer en el burdo simbolismo o la evidente alegoría, la transforma en una historia policiaca alimentada por el caos que desata la violación de uno de esos tabúes.

 

Las setenta páginas de que consta “Tabú” son excepcionales, tanto por la calidad del dibujo como por la estructura narrativa, construida a base de múltiples capas, y la desasosegante y venenosa atmósfera que transpiran. Comienza como una historia de detectives teñida de fantasía, en la que los crímenes aleatorios parecen estar conectados por un diabólico sombrero. Pero superpuesto y entrelazado con esa trama, encontramos otro hilo narrativo, con el que se abre el comic y que aparentemente nada tiene que ver con la investigación: el encuentro entre María/Luna y Princesa. El relato que la primera le hace a la segunda de su vida –un modelo de síntesis y eficacia narrativa- introduce el aspecto sobrenatural con los poderes mentales y la evocación de Mefistófeles, añadiendo además una capa de incómoda turbiedad con el episodio del incesto. Éste es precisamente el nexo de unión entre ambas tramas, puesto que María es la hermana de Clive Grossman, el ayudante del inspector Riviere.

 

El comic se desarrolla bajo el formato que los guionistas norteamericanos de televisión denominan “walk and talk”: por una parte, el paseo nocturno que dan María y Princesa y durante el cual aquélla le narra a ésta su pasado y le confiesa sus anhelos; y, por otra parte y en la misma ciudad, las pesquisas del inspector puntuadas por sus bandazos sexuales y matrimoniales (el coito improvisado en la universidad, la rememoración del inicio de sus infidelidades, el abandono de su mujer…). Esta estructura alternada de dos tramas –que, al final, descubrimos que están ligeramente desajustadas cronológicamente la una respecto de la otra- otorga una gran fluidez al conjunto y mantiene al lector intrigado y enganchado a la lectura.

 

Ya en obras anteriores, Zentner había demostrado su capacidad para manejar el “realismo mágico”, introduciendo en sus tramas multitud de detalles, homenajes y símbolos que completaban y enriquecían la narración principal. En este caso, el genio del guionista consiste en no aplastar con la faceta fantástica la intriga propia de un thriller policiaco que remite a los clásicos del género negro de los años cuarenta pero pasados por un tamiz más moderno que permita, por ejemplo, integrar el tórrido y explícito erotismo de los encuentros entre Riviere y Gloria.

 

Se trata de una historia original, sofisticada y sutil que requiere de un dibujante a la altura. Y no hay nadie mejor que Rubén Pellejero, veterano colaborador de Zentner en otras obras tan sobresalientes como ”DieterLumpen” o “El Silencio de Malka”. En “Tabú”, Pellejero ofrece uno de sus mejores trabajos, optando por un estilo gráfico que confirma su inmenso talento como dibujante y como narrador. Los pasajes de investigación de Riviere están resueltos en blanco y negro puro, con un nítido estilo expresionista de gran belleza a base de claroscuros y trazos gruesos muy enérgicos inspirados en Mazzuchelli y Mignola. La conversación entre María y Princesa, añade además un tramado gris muy suave que aligera esas escenas y les da un aire más onírico. Por último, el flashback del pasado de María está realizado exclusivamente con trama gris, como si estuviéramos contemplando viejas fotografías clareadas por el paso del tiempo. A ello se añade su excelente ojo para la composición de las viñetas y la construcción de decorados urbanos y domésticos por igual, insertando abundantes detalles sin sobrecargar la imagen.

 

Un álbum, en fin, sobresaliente, intrigante y visualmente extraordinario que mezcla el thriller de psicópatas con el sobrenatural, con unas gotas de drama, una pizca de erotismo y unos personajes ambiguos que tratan de salir adelante tambaleándose entre el bien y el mal, tomando decisiones de acuerdo con sus imperfectas conciencias y perdiendo el alma en el camino.


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