19 sept 2019

1996-EL SILENCIO DE MALKA – Jorge Zentner y Rubén Pellejero


A finales del siglo XIX, huyendo de los pogromos (ataques antisemitas en las que las aldeas judías rusas eran saqueadas y sus habitantes asesinados) que se están produciendo en Besarabia, la familia de Malka, una niña alegre, curiosa e inquieta, se acoge a un programa promovido por el gobierno argentino y emigra a esas tierras americanas para asentarse en sus extensas llanuras. Pero una vez allí, tras un largo y difícil viaje, los emigrantes se encuentran con unas condiciones peores de lo esperado: un clima extremo, tierra difícil de cultivar, escasez económica, dificultades en la integración cultural y en adaptarse a un trabajo agrícola para el que muchos antiguos artesanos no estaban preparados…



Zelik Fendel, un antiguo zapatero al que no se le da bien trabajar la tierra, viaja a Buenos Aires para tratar de obtener un préstamo con el que mantener su granja a flote. En el trayecto de vuelta con las manos vacías, sufre una tormenta durante la cual cae de su caballo. Tambaleándose en dirección a su casa, en mitad de ninguna parte y bajo una lluvia torrencial, se encuentra con un profeta de Dios, Elías, que le sugiere crear un golem para que le ayude en las duras tareas agrícolas, una criatura hecha de arcilla a la que se le insufla vida grabando sobre su cuerpo la palabra “Emet”, “Verdad”.

El hijo de Zelik, que colabora con él en la fabricación del golem, le cuenta a Malka el secreto y le pide que no se lo diga a nadie. Pero la tragedia, tratándose de un cuento con golem, es inevitable. Una muchacha india, nieta de una bruja local, se enamora del silencioso gigante y le pide a su abuela que elabore un filtro de amor para que él también se prende de ella. Sin embargo, el plan sale mal. El golem, una criatura producto de la magia y la fe judías, es atacado por el perro que debía inocularle la pócima y, mordiéndole, borra la “E” de la palabra Emet. El vocablo resultante, “Met”, “Muerte”, transforma al ser en una especie de mensajero de la destrucción, enloquece y masacra a toda la familia judía así como a la
muchacha nativa. Años más tarde, ya trabajando como pintora en Buenos Aires, Malka encuentra la pista del golem pero no sabe qué hacer con esa información….

Ganador del Premio del Festival de Angouleme en 1997, la inspiración para esta historia proviene de las experiencias de la propia abuela del guionista Jorge Zentner, quien, como los personajes del comic, tuvo que dejar su Rusia natal para emigrar a Argentina. Y como Malka, su abuela también era pelirroja. Zentner evoca esa historia familiar y colectiva (los pogromos, el mecenazgo de un aristócrata judío, los recuerdos de su abuela) en un corto pero afectuoso y didáctico prólogo acompañado de algunas ilustraciones de Pellejero.

Una vez establecido el trasfondo histórico y temporal, lo que de verdad interesa a Zentner aquí, más que el viaje y experiencia de los emigrantes o las injusticias y agravios que soportan allá donde se asientan, es el problema de la fe y las consecuencias de la pasión amorosa en el seno de la cultura y religión judías. El tratamiento que de ello hace resulta en un comic que es al tiempo romántico, fantástico, costumbrista y dramático, con una atmósfera fascinante
que se estructura en 95 páginas divididas en seis capítulos y otras tantas elipsis inteligentemente planteadas, un tebeo con un ritmo dinámico que no deja lugar al aburrimiento.

Producto del mestizaje de aquellos emigrantes judíos y de los argentinos, Zentner consigue en esta historia reproducir con exquisita sensibilidad las diferencias de percepción cotidiana de lo divino entre los judíos y los gentiles: los primeros creen que Dios está en todas partes mientras que los segundos no lo conciben así. Esta aproximación es similar a la prevalente en muchas sociedades primitivas, que veían magia e intervención divina en fenómenos y elementos naturales ordinarios. Esto se pone de manifiesto en una escena en la que la pequeña Surele cae enferma y, tras ser examinada infructuosamente por el doctor local, éste, con toda naturalidad, decide llevarla a una sanadora tradicional indígena, la abuela Tomasa, que detecta y elimina el mal. Aunque al principio, los padres de la niña tienen sus reservas, la eficacia de esta “bruja” es innegable y, por tanto, aceptada como una manifestación divina. Zentner sugiere de esta forma que lo extraordinario no es algo diferente a lo ordinario, sino una extensión de ello.

En un momento dado de esta historia que se prolonga varios años, el guionista introduce en el guión una doble trama sentimental que enriquece la humanidad de los personajes y que, inicialmente planteada como algo festivo y feliz, culmina en una horrible tragedia. Por una parte, tenemos un matrimonio concertado entre dos jóvenes judíos que, de hecho, sí se aman. Por otra, la muchacha indígena que se enamora del golem, sentimientos que, evidentemente, no pueden ser correspondidos. A pesar de la dureza del entorno, parece que todo va encaminado hacia un final alegre…hasta que, inesperadamente, estalla la devastadora tragedia que deja al lector sorprendido por tal giro de los acontecimientos.

La cultura judía en el comic apenas tiene representación más allá de Will Eisner. En “El Silencio de Malka”, sin embargo, no vamos a encontrar nada del sentimentalismo presente en las obras del autor estadounidense y no tiene inconveniente en, a pesar de lo fantástico de su historia, mostrar las cosas como sucedieron en la realidad o incluir giros que dejan poco lugar para el optimismo. Así, el desenlace que tiene lugar en el último capítulo no cae en el tópico ajuste de cuentas propiciado por el Destino o la Justicia Divina. Es normal, incluso inevitable, que las historias con golems acaben convertidas en tragedia. El único problema en este caso es que,
cuando ocurre, no queda claro por qué. En el último capítulo se aporta una suerte de explicación pero no deja de ser un deus exmachina introducido de forma un tanto artificial. Tampoco se explica bien por qué el golem tiene miedo de Malka, por lo que la conclusión no resulta totalmente satisfactoria.

“El Silencio de Malka” funciona también como una fábula con moraleja: al ponerse en el lugar de Dios, el hombre se encadena a su impía creación, condenándose a sí mismo a sufrir el castigo infligido por ésta. Los supervivientes a la tragedia deberán decidir si la venganza es verdaderamente una cura. Una forma original, en definitiva, de sintetizar la especificidad de la cultura judía: de su desgracia extrae su determinación y sabiduría. Hacia el final del comic, Elías le propone a Malka un enigma: “¿También el Destino comete errores? “Nada ocurrió como debía ocurrir o…todo ocurrió como estaba escrito? No lo se. Yo sólo soy Su mensajero. Pero Él lo sabe”. Una reflexión alarmante para una religión que cree en una divinidad omnisciente. ¿Por qué iba a ofrecer Dios ayuda directa a Zelik en forma del golem, si desde el principio conocía las consecuencias de hacerlo? En fin, un comic que, aunque de lectura ligera, esconde más subtexto de lo que parece a primera vista.

En cuanto al golem, éste resulta adecuadamente inquietante. En muchos aspectos, tiene los atributos del típico monstruo: mudo, feo, grande… Como muchos golems de la cultura popular judía, existe en un vago limbo entre lo heroico y lo villanesco. Su rasgo distintivo, sin embargo, es que parece una persona, no un ser artificial, una confusión que desencadena la tragedia. Quizá es por ello por lo que Zentner decide que la palabra mágica se inscriba en su muslo, fuera de la vista, y no en su tradicional lugar en la frente (una elección que también podría aludir al famoso relato bíblico en el que Jacob lucha contra un ángel y éste le hiere en el muslo). Por otra parte y dado que se supone que los golems son enigmáticos, la ausencia de personalidad de éste no es un problema para la historia. Sí es menos defendible lo escasamente desarrollada que está la propia Malka. El “silencio” al que alude el título no es casual porque ella es más un mudo testigo que una participante activa en los acontecimientos.. De hecho, ella y el golem nunca llegan a interactuar de verdad.

Pellejero dibuja al golem como una figura de gran tamaño, piel oscura, frente prominente,
cejijunto y de ojos pequeños, escasamente vestido con una camiseta y pantalón viejos. A pesar de su poco favorecedora apariencia, el golem exuda virilidad y potencia sexual, algo que se manifiesta en la viñeta en la que la joven india lo espía mientras se baña desnudo en un arroyo. Su aspecto en general no es tanto europeo como nativo y, en cierto modo, es una encarnación de la idea occidental del noble salvaje (como también la abuela curandera o la chica indígena).

El trabajo gráfico de Ruben Pellejero es espléndido, demostración del virtuoso en que se había convertido ya en ese punto. Utiliza una línea gruesa y elimina los detalles superfluos sin por ello acartonar el dibujo, desubicar a los personajes o diluir la potencia de sus paisajes y decorados. Sus composiciones de viñeta y página son variadas, siempre dominadas por la ligereza y el equilibrio. Los personajes están perfectamente caracterizados con una admirable economía de medios y poniendo énfasis en sus expresiones, gestos y posturas. Ahí tenemos la diferencia entre el arrugado rostro del viejo Zelik y la radiante juventud de Malka o la indómita belleza de la muchacha indígena. Pellejero es un dibujante sutil para
lectores atentos: sabe narrar atrocidades de forma intensa sugiriendo más que mostrando y utilizando muchos pasajes cuyo dibujo lo dice todo sin necesidad de cuadros de texto o bocadillos de diálogo. No sólo demuestra así las posibilidades de la imagen en el comic, sino que remite a las películas mudas que existían en el periodo en el que transcurre la historia.

El color, a cargo del propio Pellejero, es muy importante en el resultado final de sus páginas, utilizando una paleta luminosa y tonos cálidos con los que da vida a la fotogénica atmósfera de la pampa argentina, hostil y espléndida a partes iguales. Cada ambiente (ya sea la aldea rusa, las llanuras americanas o el Buenos Aires del cambio de siglo) y cada momento (los juegos infantiles, los pogromos, los asesinatos del golem o la tormenta) requieren un tratamiento gráfico y cromático diferente y Pellejero los caracteriza a la perfección, a veces de manera más naturalista, otras derivando hacia lo abstracto. En definitiva, este es uno de esos comics al que narrativa y gráficamente no se le puede poner ninguna pega.

“El Silencio de Malka” es, en resumen, un comic inusual, un híbrido de realismo mágico sudamericano y mito judío que mezcla fantasía, fábula, Historia, biografía, melodrama costumbrista y tragedia. Una obra seductora y sobresaliente


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