(Viene de la entrada anterior)
El nº 90 (septiembre 1969) marca la transición entre la aventura del Topo y otra protagonizada por los Skrulls. Justo cuando parecía que los héroes habían sometido al Hombre Topo, éste los sorprende de una forma un tanto absurda, escapa y regresa a las profundidades de la Tierra. Es ya entrado el número, en la página nueve, donde se recoge la nueva trama que se había avanzado en el episodio anterior. Los autores plantearon el número con más bien escasa acción con el fin de establecer varios hilos narrativos. Kirby se ajustó a esas necesidades regresando a las páginas de nueve viñetas, una rejilla que hacía ya tiempo parecía haber desechado y que supone un bienvenido contraste respecto al creciente e injustificado uso que venía haciendo últimamente de las páginas-viñeta.
A Kirby siempre le habían fascinado los gangsters. Se había criado con ellos en Nueva York,

En esta etapa, Kirby –porque Lee ya se había desvinculado casi totalmente de los guiones de la serie aunque todavía los firmaba- trataba de buscar inspiración creativa en nuevos campos.

Coincidente con lo anterior, se percibe asimismo una tendencia a despojar a los Cuatro Fantásticos de su característico uniforme. La mayor parte de los episodios finales de Kirby nos muestran al grupo con sus ropas de civil durante al menos la primera mitad de cada historia. En algunos números, como el 94, el 96 o el 97, ni siquiera aparecen los trajes azules y negros. ¿Estaba Kirby cansado de dibujar disfraces? ¿O pensó que

El último número de la saga, el 93, invierte algo las tornas de meses anteriores: la historia de Ben Grimm esclavizado y vendido por un Skrull para luchar como gladiador en otro planeta es entretenida, pero el dibujo se antoja apresurado y de menor calidad de lo habitual. Y es que, como dijimos, Joe Sinnott se tomó unas merecidas vacaciones, las primeras en veinte años, y Stan Lee llamó para sustituirle a Frank Giacoia. Sus tintas solían ser efectivas y sólidas, pero aquí su elección resultó ser un error. Prácticamente en todas las viñetas, la piel rocosa de la Cosa parece un puzle unidimensional debido a la ausencia de manchas negras. Fue un paso atrás en el estándar gráfico del título.
El Anual 7 (noviembre 1969) supuso una decepción. No contenía historias o ilustraciones nuevas, solo restos y descartes. Incluso la portada de Jack era manifiestamente mejorable. Si los lectores a estas alturas tenían dudas sobre la permanencia de Kirby en la serie, este cadáver terminó de disiparlas.

La petición de Joe era comprensible. Mantener el ritmo de Kirby era una labor agotadora, así que Stan pidió a Frank Giacoia que lo sustituyera en los números 93, 96 y 97. Sus confiadas pinceladas y manchas no hubieran quedado del todo mal unos años atrás, pero a estas alturas la ausencia de Joe Sinnott se dejaba notar.
Oro factor hizo que la serie perdiera otra dosis más de profundidad y dirección. A mediados de 1969 llegaron órdenes de Goodman para que no se realizaran más arcos narrativos que abarcaran varios números. Abandonar esa estructura que

El número 94 (enero 1970) fue uno de los últimos momentos en los que Los Cuatro Fantásticos volvieron a brillar antes de que Kirby se marchara a DC, la excepción a la mediocridad en la que ya se había instalado la serie. La historia comienza con una acertada escena doméstica en la que Ben se entera de que Sue y Reed han bautizado a su hijo Franklin Benjamin Richards en su honor –y en el del padre de los hermanos Storm-. A continuación, por un breve momento, el lector piensa que la gran mujer fatal de la época dorada de la serie, Madam Medusa, se ha entregado otra vez a su lado oscuro. Por desgracia, no era más que una ilusión porque no tarda en hacerse evidente que ha regresado a las filas de los Cuatro Terribles sólo para espiarlos y frustrar sus planes.

A pesar de las mencionadas órdenes del editor de no realizar historias que se alargaran más allá de un número, Kirby consiguió superar esta limitación con este thriller gótico de veinte páginas. Sería la última vez. De nuevo en el nº 95, 96 y 97 (febrero-abril 1970), encontramos guiones con poco fuste y villanos del montón (el Dr.Fausto, más androides asesinos, un monstruo sin personalidad) e interesantes viñetas-página que cada vez ocultan menos un arte crecientemente descuidado al que el entintado de Giacoia no ayuda en absoluto. Entre esas páginas se encuentra la nº 8 del nº 95, en la que la Cosa sostiene sobre sus hombros todo un edificio para evitar que sepulte a los viandantes; y la 13, un primer plano de Johnny Storm con un sombreado más lúgubre de lo habitual.
El número 98 (mayo 1970) aporta cierto alivio por varias razones. En primer lugar, por el

El nº 99 (junio 1970) supone una absoluta decepción, sin nada que realmente merezca la pena reseñar. Stan Lee estaba claramente pensando en otra cosa cuando en la última página se revela descuidadamente que Rayo Negro es el hermano de Crystal, lo que deja en mal lugar la relación del monarca con Medusa… también hermana de Crystal. Las últimas entregas que Lee y Kirby hicieron de Los Cuatro Fantásticos fueron las más tristes. Había un inconfundible hastío y cansancio tanto en los guiones como en el dibujo. Hasta la página-viñeta con los Inhumanos resulta postiza, rígida y descuidada. Hacia el final del número Kirby ni siquiera se molestó en dibujar los fondos.

Los últimos dos números son igualmente prescindibles. El 101 (agosto 1970) intentaba explotar el interés popular en la mafia que había despertado “El Padrino” de Mario Puzo (por cierto, un viejo conocido de Stan Lee, ya que a comienzos de los sesenta, el escritor había publicado bajo el seudónimo de Mario Cleri en revistas masculinas editadas por Martin Goodman, como “Swank” o “Male”). Así que aquí tenemos a los Cuatro Fantásticos, que una vez se enfrentaron con Galactus, siendo amenazados por un matón de tercera armado con una metralleta. Y todo con un dibujo rígido, apresurado y las ahora

El 102 (septiembre 1970), con el regreso de Namor como enemigo y Magneto como su aliado, constituyó el nada destacable final de toda una época, un inmerecido epitafio a la colaboración de dos personalidades de la Historia del Comic que cambiaron el género para siempre, creativa y comercialmente. El guión parece destinado a niños de seis años: por ejemplo, Magneto se pasa casi toda la aventura bajo el agua y sin necesitar aparato respirador alguno. ¿Se olvidó Kirby de que Atlantis era un reino sumergido o quizá pensó que los niños ni se darían cuenta?
Los últimos doce números ´de “Los Cuatro Fantásticos” en los que Kirby participó fueron casi una negación de las muchas virtudes que había acumulado la colección durante los nueve años anteriores: sin trabajo de caracterización ni creación de personajes potentes; sin una continuidad clara; sin esa atmósfera de sofisticación, humor, épica y autoparodia ni el espíritu y

Y finalmente ocurrió lo que en 1965 hubiera resultado inimaginable. Tras 102 números dibujados de “Los Cuatro Fantásticos”, en 1970 Jack Kirby abandonó Marvel para trabajar en su competidora, DC Comics. “Recuerdo ir a la oficina y ver un cigarro aplastado contra la pared y una pequeña nota debajo que decía “Renuncio”, recuerda el artista Don Heck. “Jack ya estaba viviendo en California por entonces, así que algún otro de la redacción hubo de hacerlo, pero así es como yo me enteré de que se había marchado”. Con excepción de un número reservado para el 108 (marzo 1971) y la poco interesante novela gráfica de Silver Surfer (1978), Stan Lee y Jack Kirby no volverían a colaborar nunca más. La Edad de Plata, el Renacimiento de Marvel y del comic de superhéroes, que durante unos años habían parecido inextinguibles, finalizaron abruptamente. La odisea había terminado.
Era aquel un momento en el que soplaban vientos de cambio para Marvel. Los mejores


En los años que siguieron, Jack Kirby hizo amargas declaraciones contra Stan Lee, normalmente en las páginas de revistas para aficionados, atribuyéndose a sí mismo más mérito del que realmente había tenido. Estaba claro que sentía que no había recibido todo el reconocimiento que merecía por su contribución al crecimiento de Marvel.
“Solía preguntarme por qué se había ido”, afirmó Stan Lee. “Cuando se marchó a DC insistió en ser el guionista, el editor y el dibujante. Y yo me dije que debía estar cansado de ver en los créditos “by Stan Lee and Jack Kirby”, conmigo como editor. Creo que quería demostrar lo bueno que era sin mí, pero no tengo forma de saber si estoy en lo cierto”.
Kirby siguió su carrera en DC y aunque nunca le faltaron ideas, sin la ayuda de un guionista y editor con talento, no fue capaz de integrarlas y articularlas en historias coherentes pobladas

Stan Lee, todavía editor en jefe, continuaría escribiendo “Los Cuatro Fantásticos”, ahora con los dibujos de John Buscema. Tras la marcha de Kirby, la serie perdió fuelle, aunque disfrutó de ocasionales remontadas, como las etapas guionizadas por Gerry Conway o Roy Thomas, o la escrita y dibujada, ya en los números 232 al 293, por John Byrne, cuyo tratamiento de los personajes a principios de los ochenta fue recibido por los aficionados como una segunda edad de oro. Pero de eso hablaré en futuras entradas.

Los Cuatro Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby fueron muchas cosas: el origen del Universo Marvel, protagonistas de algunas de las más fascinantes e imaginativas historias que ha dado el género, escaparate ambicionado por autores de prestigio… pero, sobre todo, una familia, la

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