Cuando DC Comics publicó “Crisis en Tierras Infinitas” en 1985, abrió todo un mundo de nuevas posibilidades para su universo de superhéroes. Los lectores podían esperar cualquier cosa y no dar nada por sentado. La compañía tenía la oportunidad de aprender de pasados errores y aciertos y establecer un nuevo inicio para sus personajes, icónicos o secundarios, con el que atraer nuevos lectores. Fue un momento emocionante en la industria del comic norteamericano.
En ese contexto y en lo que respecta a Batman, la redefinición del personaje se concretó en los

Mientras tanto, una revolución más sigilosa venía gestándose en la otra colección del Hombre Murciélago, “Detective Comics”. El guionista Mike W.Barr y el dibujante Alan Davis habían empezado su etapa en esa serie en el número 569 (diciembre 86), justo después de finalizar el crossover “Legends”, en el que se sentaron las bases para las nuevas versiones de grupos como la Liga de la Justicia o el Escuadrón

Barr y Davis empezaron desde el comienzo a recuperar la galería clásica de villanos de Batman, empezando por Catwoman y el Joker y siguiendo por el Espantapájaros y el Sombrerero Loco. Los actualizaron aprovechando la tabula rasa dejada por “Crisis en Tierras Infinitas”, pero conservando su esencia para que tanto los lectores jóvenes como los veteranos pudieran reconocerlos como suyos.
El número 572 (marzo 87) fue un episodio de excepción, que celebraba los cincuenta años de presencia de Batman en “Detective Comics” y en cuya historia se reunían en Inglaterra algunos de los mejores detectives del universo DC, cada uno con su propio estilo: Batman, el Hombre Elástico, Sam Bradley…y Sherlock Holmes. De hecho, el enemigo a batir era un descendiente del mismísimo Moriarty que pretendía atentar contra la

Aunque los siete números en los que colaboraron jamás obtuvieron la atención y reconocimiento que merecieron, Barr y Davis supieron ofrecer una reformulación de Batman alternativa a la versión realista y oscura de Frank Miller. De hecho, al recuperar de pasadas épocas del personaje cosas como, por ejemplo, los malos juegos de palabras, las retorcidas trampas mortales, los objetos gigantes, las bromas de mal gusto y los lavados de cerebro, casi puede decirse que fueron subversivos. Era como si estuvieran tratando de salvar todo aquello que “Crisis en Tierras Infinitas” tanto se había esforzado en eliminar, recordando a los lectores que el mundo de Batman siempre ha tenido una faceta absurda y que ello no es necesariamente malo;

Por supuesto, fue magnífico disfrutar de una versión de Batman que remitía a las ansiedades sociales contemporáneas y que se desenvolvía en un medio urbano que muchos lectores podían reconocer. Frank Miller construyó una encarnación del mito de Batman en sintonía con el momento en el que apareció, finales de los ochenta. Ahora bien, una de las fortalezas del personaje y clave de su éxito continuado ha sido siempre su versatilidad. Al contrario de lo que muchos defienden en distintos foros, no existe un “verdadero” Batman. Sí, la capa y la capucha son parte esencial del personaje, pero todo lo demás es interpretable bajo un amplio espectro de situaciones. En la pantalla, Batman ha sido Adam West, Michael Keaton o Christian Bale y todos ellos tienen perfecto derecho al título de Batman. Pues bien, el héroe que Barr y Davis presentaron en aquellos números de “Detective Comics” fue un esfuerzo consciente de subrayar su flexibilidad en contraste con la versión –más exitosa e influyente, eso sí- de “Año Uno”.
Por ejemplo, la mayor parte de esta etapa utiliza la iconografía y el tono de la Edad de Plata y

Aunque el “Batman” televisivo de Adam West puede haber servido de fuente para algunos chistes y escenas, probablemente la principal influencia para Barr y Davis fueron los comics que inspiraron a aquel programa. Hay en estas páginas un indudable sentimiento de nostalgia, pero no sólo por la Edad de Plata, puesto que los autores recuperan a personajes como el Doctor Moon o Leslie Thompkins que nacieron en la Edad de Bronce (de 1970 a 1984).

Hay también en estas historias un deseo de homenajear y permanecer fiel al espíritu que el guionista Bob Haney y el dibujante Jim Aparo insuflaron en los setenta a la serie “The Brave and the Bold”. Así, Batman se relaciona en términos de amistad con algunos ciudadanos de los bajos fondos de Gotham. Como cuando en el número 570 (enero 1987), saluda a una atractiva mujer en un bar de dudosa reputación: “Hola Rhonda. ¿No te has metido en líos?”. Más tarde, cuando Robin

El Robin que acompaña a Batman es Jason Todd y Barr presenta la relación entre ambos con mucho encanto. Conforme el dúo resuelve los problemas que a Gotham les causan sus extraños criminales, Bruce nunca pierde de vista que a su lado tiene un niño. Al descubrir que Jason ha estado recortando artículos de periódico para ayudarle a atrapar al Sombrerero Loco, Bruce le dice: “¿Por qué no lo hablamos mientras tomamos un trozo del pastel de chocolate de Alfred?”.
De hecho, el trabajo que Barr hace con el personaje de Jason Todd es tan peculiar como meritorio. Desde su presentación como nuevo Robin en 1984, Todd seguía sin ser aceptado por buena parte de los fans, hasta el punto de que poco después se tomaría la decisión editorial de realizar una encuesta telefónica entre los lectores que determinaría si sobreviviría o no al clímax de “Una Muerte en la Familia” (1989). Sin embargo, Barr y Davis hacen un excelente uso del personaje a base de tratarlo como un muchacho joven e inexperto para el que Batman es una figura

Dicho esto, Barr y Davis supieron equilibrar el tono de la colección sorprendentemente bien. Aunque su etapa en “Detective Comics” sea un homenaje a las convenciones y elementos clásicos de Batman, nunca se dejan atrapar por la vertiente más absurda de los argumentos. Solo porque en esa Gotham existan trampas mortales, mesas de billar gigantes, sombreros con control remoto y cascos para lavar cerebros, no significa que las historias tengan que ser simplonas e infantiles. Precisamente, uno de los aspectos más interesantes de esta etapa es la forma en que los autores supieron combinar lo luminoso con lo oscuro.
Así, por ejemplo, el peligro de muerte que corre Jason Todd acompañando a Batman

Al final de “¡Hasta el Gorro del Sombrerero Loco!” (nº 573, abril 87), Batman derrota al villano del título pero sin poder impedir que una bala perdida alcance a Jason Todd. En una acertada sucesión de viñetas, Batman sostiene al abatido enemigo mientras dice: “Bueno, supongo que ya podemos irnos a casa, socio”. Al no escuchar respuesta, se gira para descubrir a Jason tendido en el suelo, bajo la lluvia, herido de bala en el pecho.

Este episodio, además, es interesante por la reformulación que hace del origen de Batman, algo

Siguiendo con la idea de equilibrio, Barr y Davis combinan la visión contemporánea de un Batman más oscuro y complejo psicológicamente con sus raíces más ligeras y fantasiosas de los años sesenta. Los guiones no se dejan inundar por las meditaciones sobre la locura inherente a alguien que se

Y con todo y con eso, Bruce no es alguien movido sólo por la furia, la obsesión o la venganza. Davis dibuja a Batman sonriendo en bastantes ocasiones, lo que nos lo muestra bajo una luz poco habitual entonces e incluso hoy. Lejos de ser una criatura de la noche, tenebrosa y rodeada de misterio, Batman parece tener conocidos entre ciertos segmentos de los bajos fondos. Y, sobre todo, Bruce parece encontrar motivación en la esperanza –por muy difícil que sea mantener ésta- en que sus acciones hagan del mundo un lugar más seguro. Tras advertir al Sombrerero Loco de que no retome su actividad delictiva, Batman le confiesa a Robin: “Tengo muchos enemigos que están locos o son malvados sin remedio. Me gustaría creer que alguno puede rehabilitarse antes de ir a la tumba”.
Aunque no participó en los guiones, estos comics no habrían tenido la misma calidad si en ellos

Davis ya había terminado el primer número cuando Giordano le dijo que abandonara y reemplazara a Jim Aparo en la colección “Batman and the Outsiders”, que estaba escribiendo Mike W.Barr. Algo

Por mucho que él no lo admita así en las entrevistas, Davis ya era un gran artista de comic book para entonces y, de hecho, había estado dibujando superhéroes desde comienzos de la década, sobre todo el Capitán Britania de Alan Moore primero y Jamie Delano después. Su narrativa (manejo de planos, encuadres, composición de página y viñeta) es impecable y su estilo, siendo fiel a sus influencias británicas (Frank Hampson, Frank Bellamy, Syd Jordan, John Burns) y sin perder esa elegancia y aroma caricaturesco que le caracterizan recoge a la hora de plasmar a Batman la visión de Jim Aparo y Don Newton (Davis admite no haber leído entonces los míticos números dibujados por Neal Adams a principios de los setenta y que

Alan Davis se marchó de la colección en el número 575 (junio 87) tras dibujar sólo un capítulo del arco argumental "Año Dos” (que comentaré en otra entrada), por razones que el artista no gusta de comentar y que fácilmente pueden achacarse a diferencias creativas con O´Neil. Barr se quedaría dos meses más tras la finalización de esa historia, abandonando justo cuando empezaba a publicarse el crossover “Millenium”. De haber continuado ambos autores al frente de la colección, sin duda podrían

Curiosamente dado que “Crisis en Tierras Infinitas” estaba aún tan reciente, Barr no tuvo problemas con el entonces editor Denny O´Neil, a la hora de sacar adelante un planteamiento conceptual que muchos podrían entonces considerar caduco. Dadas las tendencias que tan intensamente moldearían al Batman de finales de los ochenta y noventa, la breve etapa de Barr y Davis representó un atrevido cambio de ritmo, unos números que quisieron recuperar el clasicismo atemporal en lugar de quedar cautivos de unas modas destinadas a envejecer. Y efectivamente, treinta años después de su publicación, son comics que no han perdido un ápice de su validez. Siguen teniendo chispa, encanto y talento. Están excelentemente dibujados y son muy entretenidos. Esencia pura de comic de superhéroes y un clásico incontestable dentro de la extensísima trayectoria del Hombre Murciélago.
Que grandes y buenos recuerdos. Sin tener en consideración toda la info del comentario desde pequeño los numeros de M barr y A Davis los he encontrado geniales. Me aficioné a Batman con el film de Burton del 89. Así que como neófito salí a comprar lo primero que encontrara para instruirme en ese mundo genial. Y lo primero que compré de lo que ahora es una mega biblioteca del murciélago. Fue un tomo compilatorio de ediciones zinco que justo tenia las historias de Barr y Davis. Y aún sin tener la oscuridad con que me fascinó el film. Contenia la gracia. El honor y la determinación que tanto comencé a admirar de Batman. Si, lamento que ese tándem no hiciera mas historias en ese universo.
ResponderEliminarCoincido. Yo tenía 17 o 18 años cuando cayeron en mis manos aquellos números, y aunque no era un recién llegado a Batman y conocía el trabajo de Neal Adams, Don Newton o Frank Miller para el personaje, me encantaron. Y, como recalco en el artículo, me siguen pareciendo una excelente introducción al personaje y comic de superhéroes de gran pureza.
EliminarTebeos muy disfrutables, una delicia cómo Davis dibuja al Joker tan expresivo en casa viñeta. El personaje Línea Directa no tuvo continuidad, y sin embargo que potencial!. Siempre lamentaré que Davis tuviera aquel choque con O'Neil. Posteriormente disfrutamos de Breyfogle en el dibujo pero siempre siento debilidad por el Batman de Alan Davis
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