11 feb 2020

LOS CUATRO FANTÁSTICOS EN LOS SESENTA (20) -Stan Lee y Jack Kirby


(Viene de la entrada anterior)

Como ya vimos, la saga de “Él” supuso un punto de inflexión en la colección de los Cuatro Fantásticos. A partir de ese momento, la serie rebajaría su ambición en cuanto a complejidad, innovación y deseo de llegar un público más sofisticado. El disgusto que a Kirby le causaron los cambios que Lee efectuó sobre su historia en aquel arco argumental, le llevaron a decantarse por un trabajo de mínimos. Las tramas se simplificaron al máximo para que Lee no encontrara motivos para exigir redibujar escenas o integrar diálogos que cambiaran el propósito original del argumento.


En el número 68 (noviembre 1967) comienza una historia en cuatro entregas que se parece demasiado a la de los números 41-43. La Cosa vuelve a caer en uno de sus arranques autocompasivos y Reed llama a un afamado colega, el doctor Santini, que dice conocer un procedimiento que le devolverá al pétreo héroe su aspecto humano. El lector ya ha sido informado al comienzo de que el auténtico Santini ha sido secuestrado, quedando por conocer cuáles son sus auténticas intenciones al infiltrarse en el Edificio Baxter. Mientras tanto, Sue prueba un nuevo uniforme con minifalda y juguetea con Reed; y un Johnny Storm celoso experimenta el escarmiento de una sensata Crystal. Al final, se descubre que Santini pretendía, consiguiéndolo, lavar el cerebro de Ben y volverlo en contra de sus amigos, tal y como el Brujo ya había hecho en la Trilogía de los Cuatro Terribles.

A pesar de poca originalidad del argumento, no hay todavía una atrofia evidente en el dibujo. La sinergia alcanzada por Kirby y Sinnott sigue tan explosiva como siempre y en los dos años siguientes, “Los Cuatro Fantásticos” iría mejorando gráficamente cada vez más. Esta exasperante dicotomía entre un arte brillante y unas historias progresivamente más convencionales, sería lo que dominaría la última fase de la colaboración Lee-Kirby.

Eso es precisamente lo que ocurre en el nº 69 (noviembre 67), que continúa la aventura del episodio anterior en el mismo tono. La Cosa está desatado y entabla batalla contra sus antiguos amigos sin que nada, ni éstos ni la policía o los aviones militares, parezcan ser capaces de detenerlo. Mientras tanto, se revela –sin que el lector se sorprenda lo más mínimo- que el falso Santini era en realidad el Pensador Loco, que ahora tiene acceso a los secretos científicos de Reed. En lo más duro de la batalla contra la Cosa, Reed ordena a la Antorcha que se lleve a Sue y a Crystal a la seguridad de una comisaría de la policía. La ausencia de la Chica Invisible en las aventuras del equipo antes y después del nacimiento de su hijo será la norma en esta etapa.

En el número 70 (enero 1968), la Cosa sigue rabiosa y Reed derrota en duelo singular al Pensador Loco; pero este, jugando una baza oculta, llama desde el calabozo a un indestructible androide fabricado por él para que lo rescate. Este artefacto humanoide sin rostro que se presentaba ya en la portada, no era ni mucho menos tan hipnótico como Klaw o Blastaar. En los diez meses que siguieron, los aficionados no tuvieron más remedio que resignarse a pasar página tras página de siniestros androides superpoderosos peleando contra los cuatro héroes en una monotonía indigna de la
gloria de tiempos pasados. Los episodios centrados en las batallas contra estos robots dejaban escaso espacio para la caracterización ¿Qué clase de inspirado diálogo podía inventar Lee cuando el antagonista era mudo y la mayor parte de las viñetas no consistían más que en intercambios de golpes? Ni siquiera parecía posible seguir inventando nombres mínimamente decentes para esos ingenios mecánicos, así que se limitaba a referirse a ellos como “androide asesino”, “androide indestructible” o, simplemente, “hombre androide”.

La portada del número 71 (febrero de 1968) ya dejaba bien claro que de lo que se trataba en ese comic era de la “chispeante acción” (“Sizzling Big Action Issue!”, a decir de Lee): una composición bastante desganada de los cuatro héroes combatiendo individualmente contra el androide del Pensador Loco. Poco argumento, ningún desarrollo personal de los protagonistas, ausencia de diálogos memorables… tan sólo acción a raudales.

Por entonces, Kirby debía estar ya harto de dibujar siguiendo el “Método Marvel”, un sistema que permitía al artista realizar la mayor parte del argumento, pero sin cobrar por ello ni recibir el crédito merecido. Al hacer que Kirby le entregara las páginas dibujadas para luego añadir él los diálogos, Stan Lee se aprovechaba de las ideas de aquél para su propio lucimiento. Pero ahora lo único que recibía en su despacho no eran más que puñetazos y explosiones. ¿Qué texto podía añadir a aquello?

Ya he mencionado la negativa de Kirby a aportar ideas nuevas a consecuencia de los cambios que Stan Lee había forzado en el número 66. Pero no fue esa la única razón. A finales de los sesenta, Martin Goodman ordenó a Lee que se centrara en un público más joven, simplificando las historias a base de introducir más acción y combates. Cuando las ventas del “Silver Surfer” de Lee y Buscema, un tebeo más sofisticado y ambicioso desde el punto de vista conceptual, empezaron a mostrar un claro declive, Goodman ordenó a Lee cambiar el enfoque del título, eliminando reflexiones filosóficas y añadiendo más acción y peleas.

Por otro lado, Stan Lee estaba abarcando demasiado. Marvel se hallaba en plena expansión gracias a su sobresaliente labor editorial y de relaciones públicas. La distribuidora Independent News permitió por fin a Goodman incluir más títulos en su catálogo y en enero de 1966, el
propietario de Marvel había convencido a Jack Liebowitz (editor en jefe de DC que, recordemos, controlaba Independent News) para que aumentara el número de colecciones a distribuir hasta alcanzar las trece, incluyendo “Los Cuatro Fantásticos”, “Amazing Spiderman”, “Journey Into Mystery”, “Tales of Suspense”, “Tales to Astonish”, “Strange Tales”, “The Avengers”, “X-Men”, “Daredevil”. “Sgt.Fury and His Howling Commandos”, “Kid Colt Outlaw”, “Two-Gun Kid” y “Millie the Model”. Ahora bien, cuatro de estos títulos no eran de género superheroico y Goodman ya era consciente a estas alturas que eran éstos los responsables del éxito de Marvel. En 1961, cuando salió al mercado el numero 1 de los Cuatro Fantásticos, Goodman vendía 18 millones de comics al año; en 1968, esa cifra había saltado a los 50 millones.

Por tanto, Martin Goodman quería más superhéroes, y los quería ya. Pero su competidor Liebowitz no era fácil de convencer. Poco a poco y con bastantes prevenciones, Independent News permitió a Marvel expandir su catálogo siempre y cuando se ajustara a ciertas condiciones. De esta forma, en 1966, la editorial pudo poner en circulación cuatro nuevos títulos siempre y cuando se comercializaran en el formato –menos rentable- de 25 céntimos. Así aparecieron “Fantasy Masterpieces” (febrero 1966), reeditando las aventuras de los años cuarenta del Capitán América dibujadas por Jack Kirby. A continuación, “Marvel Collector´s Item Classics” (abril 1966), con reediciones de Cuatro Fantásticos, Hulk, Iron Man y Dr.Extraño. Tres meses más tarde debutaría “Marvel Tales” (julio 1966) con reediciones de Spiderman, Thor, la Antorcha Humana y el Hombre Hormiga. Con el fin de apoyar el estreno de una serie televisiva de animación titulada “Marvel Super Heroes”, producida por Gantray-Lawrence, Goodman le ordenó a Stan Lee
lanzar otra antología de reediciones con el mismo título, “Marvel Super-Heroes” (octubre 1966), que recogía las primeras aventuras de los Vengadores, los X-Men y Daredevil.

Después, Goodman arrancó de Liebowitz otro compromiso: podría expandirse aún más, siempre y cuando ninguno de sus nuevos títulos estuviera protagonizado por superhéroes. El resultado fueron “El Jinete Fantasma” (febrero 1967) y “Not Brand Echh” (agosto 1967). Ambos eran comics dirigidos a los mismos lectores que consumían superhéroes, si bien estrictamente hablando sus temáticas eran el western y el humor. A ellos les siguió un olvidable spin-off del Sargento Furia titulado “Captain Savage and His Leatherneck Raiders” (enero 1968).

Jack Liebowitz temía que cualquier título nuevo de Marvel medrara a expensas de los de DC. Pero para 1968, finalmente accedió a dejar que Goodman publicara 24 comics mensuales, incluyendo más títulos de superhéroes. En ese momento, colecciones hasta ese momento “dobles” (“Tales to Astonish”, “Tales of Suspense” y “Strange Tales”), se dividieron. Primero llegó “The Incredible Hulk” y “Capitán América” (abril 1968),
seguidos de “Iron Man” y “Submariner” (mayo 1968) y, finalmente, “Nick Fury, Agent of S.H.I.E.L.D.” y “Dr. Strange” (junio 1968). En mayo de 1968, se presentó una nueva serie titulada “Capitán Marvel” con el fin de capitalizar los recién adquiridos derechos de Marvel sobre el nombre del personaje.

“The Spectacular Spider-Man” (julio 1968) fue una revista de 35 céntimos en blanco y negro editada con la esperanza de entrar en el mercado adulto. Su segundo (y último) número, se editó en color. Las pobres ventas de esta colección demostraron que el mundo no estaba preparado todavía para un proyecto tan ambicioso. Otro quebradero de cabeza para Stan Lee, que consumió su tiempo y energía, fue el ya mencionado “The Silver Surfer” (agosto 1968). Tras dieciocho números, Lee y Buscema dejaron que Norrin Radd surfeara hacia el olvido.

Goodman había tratado de vender su compañía desde 1966, y sabía que unas cifras de ventas abultadas, incluso aunque fuera a corto plazo, podrían reportarle un mayor beneficio en la posible transacción. Toda esta expansión y reestructuración de títulos obligó a Stan Lee a coordinar artistas y entintadores a una escala cada vez mayor así como a contratar nuevos profesionales. Tampoco ayudó que Kirby dejara de abocetar para otros títulos, ya que las tarifas por página no le compensaban el tiempo y esfuerzo invertidos en ellas. Lee siempre
había confiado en él para esa labor, y ahora debía esperar que los nuevos dibujantes comenzaran solos a familiarizarse con el Método Marvel, sin ayuda de los inestimables bocetos de Jack durante unos cuantos números. Todas estas presiones sobre Stan Lee tuvieron reflejo en su trabajo en “Los Cuatro Fantásticos: los lectores empezaron a identificar más y más argumentos reciclados.

Una inercia que, como apuntaba, empezaba también a afectar a Kirby. En el nº 71 la aventura se abría con una espectacular viñeta-rostro de Sue gritando angustiada al pensar que Ben había matado a Reed y Johnny. Hubo una razón por la que Kirby decidió comenzar la historia con este primer plano extremo. El número fue dibujado poco después de que Marvel cambiara los tamaños base de sus páginas. Los nuevos, más reducidos, tuvieron el efecto sobre Kirby de dibujar todo más grande, especialmente las cabezas y las figuras humanas. Empezó entonces a abusar de páginas con rejillas de cuatro viñetas dominadas por cuerpos. Kirby nunca se sintió cómodo con este cambio pero, como había hecho durante toda su ya larga carrera profesional, se adaptó, haciendo que sus escenas de acción resultaran más atrevidas al tiempo que su creatividad se empobrecía.



(Continúa en la siguiente entrada)

2 comentarios:

  1. Teoría: Los Cuatro Fantásticos en realidad se llaman simplemente Los Cuatro. Explicación: Todos los personajes de los cómics Marvel lucían en su origen un adjetivo que precedía a su nombre. Tenemos así The Amazing Spiderman, The Mighty Thor, The Incredible Hulk, The Astonishing X-Men, The Invincible Iron Man... Tenemos hasta los Howling Commandos, ergo...

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