24 nov 2019

1971- LA COSA DEL PANTANO – Len Wein y Berni Wrightson (1)


La juventud americana venía consumiendo historias de terror en otros medios diferentes del comic desde los años cincuenta, cuando programas de televisión como “Shock Theater” o “Creature Features” recuperaban viejas películas del género y las presentaban a las nuevas generaciones de aficionados. En 1971, los amantes del terror podían encontrar sus monstruos y criaturas sobrenaturales preferidas en todo el espectro del mundo del entretenimiento…excepto en los comic books.


El Comic Code Authority, el organismo censor de la industria, prohibía estrictamente que en los tebeos se representasen zombis, vampiros u hombres lobo. Irónicamente, productos como las figuritas de Dark Shadows, que incluían un vampiro y un hombre lobo- sí podían anunciarse en las páginas de esas mismas publicaciones.

En 1954, el Código había prohibido “escenas o instrumentos relacionados con muertos vivientes, torturas, vampiros y vampirismo, demonios, canibalismo y licantropía”. Ahora bien, esa losa pesaba únicamente sobre los comic books, considerados un producto destinado a infantes, y no sobre los comics presentados en formato revista, teóricamente dirigidos a un público adulto. Así y aprovechando ese hueco, en 1964, el editor James Warren lanzó su línea de cabeceras de terror, “Creepy” y “Eerie”, recuperando el sabor –y también los cómicos y grotescos presentadores de cada historia- de los comics de la añorada editorial EC de los cincuenta, aplastados en su momento por la creación del Código.

Por fin, en la reunión del comité del Código celebrada en febrero de 1971, se derogaron esas prohibiciones y los comic books pudieron ofrecer historias más terroríficas…con una condición: criaturas como los vampiros o los hombres lobo tenían libertad para merodear por las viñetas siempre y cuando se trataran de acuerdo a la tradición clásica, como “Frankenstein”, “Drácula” y otras obras literarias de importancia leídas en escuelas por todo el mundo”. Gracias a esta revisión del código de censura, los monstruos y los no muertos podían finalmente alcanzar a tantos lectores ansiosos de recibirlos. El comic de terror volvió al mainstream por la puerta grande y se puso tan de moda que, durante un tiempo, llegó a arrinconar a los superhéroes.

Al principio, Marvel y DC tantearon el género con cierta prevención. Los demonios y los licántropos escasearon mientras la industria mainstream trataba de ajustarse a las nuevas libertades que les permitía el Código. Entretanto, ambas editoriales continuaron creando el tipo de monstruos con el que nunca habían tenido problemas de censura. Entre ellos, en 1971, aparecieron dos criaturas del
pantano con una sospechosa similitud entre ambas.

No era la primera vez que coincidían Marvel y DC. En 1963, “La Patrulla Condenada” de DC debutó casi simultáneamente con su versión Marvel, los “X-Men”; y en 1968, el androide de piel roja conocido como la Visión se infiltró en Los Vengadores mientras en DC al androide de piel roja conocido como Tornado Rojo era un agente durmiente diseñado para destruir desde dentro la Sociedad de la Justicia. Y en 1972, los hados volvieron a hacer de las suyas.

Tras recibir de Stan Lee la sugerencia de crear un nuevo personaje llamado “Hombre Cosa”, Roy Thomas escribió un breve guión de dos páginas inspirado por el relato de ciencia ficción “It”, firmado por Theodore Sturgeon. Se lo pasó luego a Gerry Conway para que lo desarrollara y el resultado fue una historieta de once páginas dibujada por Gray Morrow y publicada en “Savage Tales” nº 1. En ella se presentaba al Hombre Cosa como una criatura formada de fango y plantas nacida de la combinación de las aguas ponzoñosas de un pantano y una fórmula química experimental. Tras dejar el destino del monstruo abierto, Conway se dedicó a otras cosas sin prever que el personaje llegaría a integrarse en el Universo Marvel y disfrutar de una larga aunque discreta trayectoria.

Al mismo tiempo, el entonces compañero de apartamento de Conway, Len Wein, escribió una historia para DC en la que también aparecía una criatura similar. La Cosa del Pantano debutó en una historia de ocho páginas publicada en la antología “House of Secrets” 92 (junio-julio 71), un número que se puso a la venta apenas dos meses después del debut de El Hombre Cosa. Wein se encontró con Berni Wrightson en una fiesta en la casa de Marv Wolfman. Éste, otro
veinteañero como Wein, acababa de romper con una novia y cuando escuchó de qué iba la historia de su compañero, aprovechó inmediatamente la ocasión para asegurarse de que sería él quien la dibujara.

Aquella historia nos contaba cómo el atractivo Alex Olsen era asesinado por su rival en el amor de Linda y arrojado en el pantano sólo para resurgir transformado en un monstruo vegetal en busca de venganza.

Debido a lo ajustado de los calendarios de entrega y contando tan sólo con un fin de semana para terminar el encargo, Wrightson recurrió a la ayuda de amigos y compañeros, todos ellos vecinos del mismo edificio, para que actuaran de modelos, dibujando a partir de fotografías. Así, Olsen es el propio artista, el villano es Mike Kaluta, la chica es Louise Jones (más tarde esposa de Walter Simonson); Jeff Jones (entonces marido de Louise), Alan Weiss y Kaluta le echaron una mano con los lápices.

A diferencia de su contrapartida marvelita y dado el tipo de historia y su ambientación decimonónica, esta criatura no parecía tener un gran futuro ante sí. Pero para sorpresa de ambos autores, que
habían realizado estas páginas como un trabajo rutinario al que no veían nada particularmente especial más allá de haber surgido de un momento especial en sus vidas, todo el mundo quedó impresionado por su trabajo.

Lectores y profesionales no pudieron sino detectar las similitudes entre el Hombre Cosa y la Cosa del Pantano. Conway le había mencionado a Wein otros seres del mismo tipo cuando éste se hallaba escribiendo la primera historia de la Cosa del Pantano. De acuerdo con la versión de Thomas, “Wein no tuvo en cuenta ningún parecido en concreto. Así que siguió adelante y lo hizo”. Dado que ambos personajes derivaban de otros anteriores, no supuso ningún problema. Después de todo, Marvel había inventado en 1969 el personaje Glob como adversario para Hulk; y DC ya tenía su propio monstruo del pantano, Solomon Grundy, desde 1944. Remontándonos más en el tiempo encontramos a The Heap, presentado en “Air Fighter Comics”, de la editorial Hillman, en 1942; personaje este que, por cierto, fue recuperado por Skywald Publications en 1971 sólo un mes antes del debut de El Hombre Cosa. La propia DC, el mismo mes que aquel número de “House of Secrets”, publicó un número de “The Phantom Stranger” que incluía otra criatura del pantano (con una espectacular portada
de Neal Adams, por cierto). Incluso la revista satírica “Mad” había hecho mofa del subgénero en una fecha tan temprana como 1953. En fin, que no resulta del todo inverosímil en este caso una génesis paralela a partir de un tema y figura ya muy presentes en el comic de terror.

Hubo algunas quejas en el momento, pero se apagaron pronto. Aparte de coincidencias en el aspecto (al fin y al cabo, ¿cuántas formas hay de dibujar una criatura humanoide hecha de barro y plantas?) y en el origen, los dos personajes siguieron inmediatamente caminos muy diferentes.

Inesperadamente, aquel número de “House of Secrets” resultó ser el más vendido del mes para DC superando a Batman y Superman. Empezaron a llegar cartas de los lectores alabando la historia de Wein y Wrightson. El editor en jefe, Carmine Infantino, estaba encantado y Joe Orlando, responsable de los títulos de terror, propuso inmediatamente a Wein hacer una serie regular con el personaje. Al fin y al cabo, el terror estaba de moda y los comics de la Warren cosechaban un notable éxito. Era el momento de aprovechar la ola. Pero
los autores consideraban aquella historia como algo personal y no querían tocarla ni desnaturalizarla. Le costó un año a Wein darse cuenta de que no tenían por qué hacer una secuela sino que podían volver a contarla desde el principio con personajes diferentes y una ambientación contemporánea. Cuando le preguntó a Infantino si estaría interesado en montar la colección sobre esa premisa, éste le dio luz verde. Wrightson no lo veía tan claro pero Len Wein le convenció diciéndole que harían algo nuevo: convertir a un monstruo en el protagonista de una serie regular y, además, tener éxito comercial con ello sin sacrificar sus respectivas integridades creativas.

Así, además de “Tarzán” y los nuevos títulos del Cuarto Mundo de Jack Kirby, el gran lanzamiento de DC para 1972 fue “La Cosa del Pantano”. El primer número (octubre-noviembre 72) reformulaba en tiempos actuales la historia de tono gótico que se había incluido en el mencionado número de “House of Secrets” el año anterior. El guión fue el resultado de largas reuniones en las que el editor Joe Orlando, Len Wein y Berni Wrightson trataron de dar un nuevo enfoque a lo que, como he mencionado, era una premisa bastante desgastada.

De esta forma, se le dio a la Cosa del Pantano un nuevo origen más acorde a los nuevos
tiempos: el científico Alec Holland y su esposa Linda se establecen en un pantano de Louisana para continuar discretamente sus investigaciones secretas de una fórmula “que puede convertir los desiertos en bosques” y terminar con el hambre en el mundo. Cuando unos esbirros a sueldo de un misterioso Señor E ponen una bomba en el laboratorio de Holland después de que éste se niegue revelarles información, la explosión resultante lleva al herido científico a arrojarse al pantano, donde la peculiaridad de sus aguas y vegetación se combina con la fórmula en la que estaba trabajando para crear “una burla a la vida, torpe y cubierta de fango…una caricatura retorcida de la Humanidad a la que sólo se puede llamar “La Cosa del Pantano!”. La herramienta narrativa que era la fórmula secreta –a decir de Joe Orlando, inventada por él tras leer un artículo sobre el hambre en el mundo- permitió añadir un toque de plausibilidad a la historia, proporcionar un motivo para el asesinato de Holland y explicar su transformación.

Escrita con pasión por Len Wein y dibujada por Berni Wrightson en un estilo desasosegante muy influido por el gran artista de la EC Comics Graham Ingels, “La Cosa del Pantano” fue un gran éxito no sólo entre los fans. En 1973 ganó el Premio Shazam a la
Mejor Historia Individual (“Génesis Oscura”, nº 1) así como al Mejor Guionista y Mejor Dibujante. Los lectores conectaron inmediatamente con la desgracia y angustia existencial de Alec Holland, enamorándose tanto del atmosférico dibujo de Wrightson como de la introspectiva criatura que alternaba la autocompasión con la lucha a favor de los débiles y contra criaturas que iban desde los monstruos clásicos (científicos locos, Frankenstein, Hombres Lobo, Brujas, Zombis) como otros más modernos aunque igualmente tópicos de la fantasía científica, como seres lovecraftianos, robots o alienígenas; e incluso superhéroes como Batman (en el nº 7, nov-diciembre 1973).



(Finaliza en la siguiente entrada)

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