19 ago 2019

2001- DAREDEVIL - Brian Michael Bendis y varios (2)


(Viene de la entrada anterior)

Brian Michael Bendis empezó su etapa en “Daredevil” con el arco argumental “Despierta”, en el que el superhéroe era más bien una figura tangencial en una historia que se sustentaba sobre todo en los diálogos. “Lugarteniente” (nº 26-31) supone el auténtico arranque de esta época, una de las más longevas e importantes en la larga trayectoria del personaje.



Bendis abre “Lugarteniente” con un soliloquio al estilo de “Uno de los Nuestros”, una escena en la que Kingpin es apuñalado salvajemente por sus propios subordinados. Saltamos luego en el tiempo y en el espacio para ver a Matt Murdock en un tribunal dirigiéndose con elocuencia al jurado. Su sensible oído es capaz de descifrar las reacciones de sus componentes de tal forma que “gracias a estas habilidades sé lo que votarán antes de que lo hagan”. Justo después de ganar el juicio, en las escaleras del edificio, sufre un atentado dirigido a él en su identidad de abogado. Tras cambiarse a Daredevil y con sus sentidos todavía titubeantes a causa de la explosión, atrapa al responsable y deduce que Kingpin, sabedor de su secreto, ha decidido por fin acabar con él.

Es un arranque potente para una historia que irá saltando del presente al pasado para mostrarnos las intrigas del usurpador del puesto de Kingpin: Sammy Silke, primogénito de un jefe mafioso de Chicago, arrogante, ambicioso y defensor de los viejos “valores” gangsteriles, que desprecia a Kingpin por ser un advenedizo ajeno a las “Familias” clásicas. Le asquean los métodos que Kingpin ha venido utilizando a lo largo de los años, como la contratación de ninjas o supervillanos, fantoches carísimos y llamativos para trabajos que podrían resolverse con mayor efectividad y discreción con una sola bala. Acogido por Kingpin en su grupo sólo por cortesía hacia su padre, Silke no tarda mucho en enterarse de que todo el entorno de aquél conoce la verdadera identidad de Daredevil pero que nadie hace nada contra él por órdenes estrictas del jefe. Eso le hace perder por completo su respeto hacia
Kingpin y da comienzo a una conspiración para socavar su autoridad, atraer a su causa a otros y destronarle con la colaboración del propio hijo de aquél, Richard, que lleva mucho tiempo rumiando un plan contra el padre al que tanto odia y que ahora encuentra en Silke la herramienta perfecta para llevarlo a cabo.

Kingpin –que, recordemos, quedó ciego en la saga de “Eco”, escrita por David Mack,-, sobrevive al asesinato aunque queda muy malherido y su esposa Vanessa sale de su retiro europeo para hacerse cargo de él y saldar las cuentas con los traidores. Mientras tanto, Matt Murdock trata de sobrevivir a los atentados contra su persona y averiguar quién está tras ellos.

“Lugarteniente” no es todavía el culmen de la colaboración entre Bendis y Maleev. Bendis no
ha ajustado todavía a las necesidades de un comic mensual de género superheroico al parsimonioso ritmo que imprimía a sus comics policiacos publicados en editoriales independientes. Siempre se ha recreado en los diálogos sagaces articulados con buen ritmo, pero el problema es que a diferencia de aquellos otros creadores en los que se inspira (de Frank Miller a David Mamet o Quentin Tarantino), Bendis necesita demasiado tiempo y espacio para decir poca cosa. Abusa de las páginas repletas de globos de diálogo o monólogos cuando otros guionistas sólo requerían un par de viñetas. Es el caso de la escena en la que Murdock da su discurso acusatorio en el tribunal y que dura cuatro páginas, mientras que en el nº 183 de la colección clásica, en una escena equivalente, Frank Miller consiguió el mismo efecto en tan sólo dos viñetas. Que esa sobrecarga de texto no es casi nunca necesaria lo demuestra el número 28, publicado dentro del mes “Nuff Said”, en el que todos los guionistas de Marvel tenían que entregar una historia sin texto y en el que toda la acción se narra perfectamente sin requerir ni una sola palabra…Aunque tampoco es que en ese número ocurra mucho, lo cual me lleva al siguiente punto.

Bendis adopta el mismo estilo narrativo que en algunos de sus trabajos anteriores a Marvel: saltos hacia delante y hacia atrás en el tiempo dentro de un periodo de tres meses, intercalando escenas del ascenso de Silke dentro de la organización de Kingpin con las consecuencias que ya en el presente se derivan de su toma del poder, sobre todo la recompensa que aquél ha fijado por la cabeza de Matt Murdock. Siendo una técnica narrativa poco frecuente y nada fácil de manejar bien, también es cierto que puede emplearse, como es el caso, para hacer que una historia parezca más complicada de lo que en realidad es. Y es que, teniendo en cuenta que el arco argumental consta de seis números (es decir, medio año de publicación mensual), no se puede decir que se cuenten demasiadas cosas.

“Lugarteniente” tiene una premisa y un comienzo intrigantes pero su desarrollo no está a la misma altura, quizá porque Bendis enseña sus cartas demasiado pronto. En lugar de plantear un misterio alrededor del responsable último tras los atentados contra Murdock y luego poner al héroe a resolverlo uniendo las piezas, Bendis desvela enseguida el plan de Silke, siendo la única “complicación” el mencionado desorden temporal con el que estructura la historia. Es más, todas las escenas en las que Daredevil recorre la ciudad
aporreando matones de poca monta para tratar de enterarse de algo son superfluas y aburridas, teniendo mucho más interés el lado mafioso: las intrigas de Silke, su ascenso y la venganza de Vanessa.

No es este tampoco uno de los mejores comics de Bendis en cuanto a caracterización. Foggy sólo aparece en un par de escenas y Daredevil es más una presencia que un personaje. Ni siquiera queda muy claro cuál es la aproximación del guionista en lo que al héroe se refiere. Al fin y al cabo y como he dicho, en “Despierta” Daredevil apenas salía y aquí se nos lo presenta como alguien bastante cruel, amenazando a un delincuente con la muerte o burlándose de Kingpin cuando se entera de que éste es un hombre marcado y aun cuando queda claro que ambos tienen un enemigo común… Al llegar el clímax, Daredevil ni siquiera toma parte en él. De hecho, si se quisiera eliminarlo totalmente de la historia, los acontecimientos se habrían ido desenvolviendo de la misma manera.

Por su peso en la trama y los diálogos que tienen, está claro que los que más interesan a Bendis son los mafiosos. El villano, Silke, tiene unos cuantos monólogos bastante retorcidos que recuerdan a Mamet o Tarantino, pero que no hacen de él alguien particularmente sofisticado o profundo. Al principio, uno se pregunta si está actuando como portavoz del guionista, despreciando a Kingpin como un exsupervillano fracasado; como si él representara el tipo de villano más realista, duro y cotidiano que Bendis quería introducir en la serie. Pero luego, cuando su plan empieza a desmoronarse, resulta ser un estúpido que ni siquiera había sido capaz de anticipar la obvia respuesta de los leales a Kingin y que termina refugiándose en las faldas del FBI.

El otro personaje relevante del bando de los mafiosos es Vanessa, la esposa de Kingpin y probablemente el elemento más humano de la historia. Su interpretación por parte de Bendis, sin embargo, es radicalmente distinta de la que habíamos visto en su primera aparición en “Amazing Spiderman” 83-85 (abril-junio 70) y subsiguientes intervenciones. La dinámica familiar que plantea Bendis –con Kingpin retratado como un padre brutal con su hijo Richard- es probablemente más realista en el ámbito de un criminal mafioso, pero la presentada por Stan Lee era más interesante y compleja desde el punto de vista emotivo.

Se ha dicho que la filosofía de las editoriales y creativos de los comic-books de superhéroes dicta
que, dado que el lector medio sólo lee comics durante un periodo no superior a cinco años, no hay ningún inconveniente en reciclar ideas dado que aquél difícilmente va a molestarse en buscar, adquirir y leer material antiguo. Naturalmente, es una forma de pensar que data de antes de que las editoriales inundaran el mercado de volúmenes recopilatorios permitiendo que incluso el lector transitorio tenga acceso a las viejas historias. Aun así, quizá sea injusto criticar una obra porque recuerde demasiado a trabajos precedentes. Poner a Matt Murdock en la diana de un plan para arruinarle en cuerpo y alma era algo que Frank Miller había expuesto de forma mucho más concisa y efectiva en el primer número de “Born Again”; el poder de Kingpin ya había sido desafiado en “Guerra de Bandas” –también de Miller-; la secuencia en la que los poderes de Daredevil funcionan mal y lo trastornan ya había sido contada de otras formas por Frank Miller y Ann Nocenti… De todas maneras, no importa tanto que las ideas básicas sean nuevas como la forma en la que se cuentan; son los detalles los que le aportan su frescura y personalidad a una obra. En el caso de “Lugarteniente”, estos detalles (caracterización, giros argumentales) no son los suficientes como para decir que estemos ante una aventura totalmente satisfactoria.

Esta etapa de Daredevil viene igualmente definida por el dibujo de Alex Maleev, cuya hábil manipulación digital de las viñetas no es del gusto de todos. Su estilo consiste en la modificación de referencias fotográficas para oscurecer las habitaciones y callejones de la Cocina del Infierno en los que transcurre la acción y barnizar a sus habitantes con un aspecto sucio y cansado muy adecuado para el tono “noir” de las historias. Un efecto este incrementado por el colorista Matt Hollingsworth y su paleta de tonos desvaídos. El resultado, a mitad de camino entre el realismo grimoso y el impresionismo, quizá resulte en exceso oscuro para los amantes del comic de superhéroes más clásico, aunque conviene recordar que Daredevil ha tenido algunos de sus mejores momentos con dibujantes que se caracterizaban por su tenebrismo gráfico o, como mínimo, sus agudos contrastes lumínicos, como Gene Colan, Frank Miller o David Mazzuchelli. Más problemático me parece el estatismo de Maleev. A veces uno tiene la impresión de estar mirando una serie de fotogramas fijos; hay escenas que carecen del necesario sentido del movimiento y otras con fallos de bulto, como que Matt Murdock se pase cuatro páginas hablándole a un jurado con la boca cerrada.

Dicho todo lo cual y a pesar de los inconvenientes mencionados, hay que decir que estamos ante un tebeo que, aunque algo irregular y acertado sólo en parte, sí es de lectura ágil y entretenida. Y, en cualquier caso y esto siempre es bienvenido, “Lugarteniente” sigue la estela de “Despierta” en cuanto s que se trata de historias adultas tanto en contenido como en estilo.

(Continúa en la siguiente entrada)

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