18 jul 2019

LOS CUATRO FANTÁSTICOS EN LOS SESENTA (14)


(Viene de la entrada anterior)

Aunque entonces nadie se diera cuenta de ello, los años de grandeza de la colección comenzaron con el número 44 (nov.1965), momento en el que arranca la Saga de los Inhumanos. De hecho, ni siquiera está claro si los propios Lee o Kirby fueron conscientes de la importancia de lo que estaban creando. Por ejemplo, aunque resultó una buena idea revelar que Madame Medusa, la miembro femenina de los Cuatro Terribles, pertenecía en realidad a una civilización secreta de seres superpoderosos, la personalidad –y aspecto- de Gorgon, que está persiguiendo a Medusa para llevarla a la fuerza de regreso a Attilan (el refugio donde se oculta su pueblo) encajaría mal con la coyuntura política de ese lugar tal y como se describiría unos números más adelante.


Por otra parte, a primera vista Gorgon parece un error de cálculo. Llegado a las páginas de los Cuatro Fantásticos tras una serie de excelentes historias, un enemigo cuyo único poder era pegar patadas superpoderosas no parecía gran cosa. Quizá fue esa la razón por la que el Hombre Dragón fue añadido a la mezcla en este mismo número aunque no tuviera nada que ver con los Inhumanos.

El problema residía probablemente en la relación de trabajo que tenían Lee y Kirby. En los primeros años, el primero había escrito guiones completos, incluyendo un resumen del argumento, el guión detallado página a página y quizá incluso orientaciones concretas sobre el diseño gráfico. Pero a medida que pasaba el tiempo y Marvel crecía, esa dinámica cambió, otorgándole a Kirby más control sobre las historias. Fue, como ya hemos descrito, el nacimiento del llamado “Método Marvel”, en el que Lee escribía una sinopsis normalmente poco detallada, a veces incluso mediante una llamada telefónica, permitiendo a Kirby llenar los posibles huecos, para luego escribir el texto sobre las páginas ya terminadas de aquél. Más tarde, quizá alrededor de este número, las directrices de Lee se harían aún más difusas y breves. El resultado fue una estructura argumental muy débil a la que a Kirby le costaba más y más trabajo dar consistencia. De este modo, historias que en los años de
consolidación se resolvían en un par de episodios, ahora se prolongaban durante números y números, incorporando más de un hilo narrativo, fundiéndose un episodio con el siguiente.

Lejos de intentar cambiar las cosas y quitarle atribuciones a Kirby, Lee, viendo que el acuerdo creativo implícito al que habían llegado no estropeaba el desarrollo general de la colección, adoptó ese estilo al suyo propio, escribiendo épicas en varios episodios para otros artistas de la casa en colecciones como “Daredevil” o “Amazing Spiderman”. En cualquier caso, aquella costumbre de alargar los argumentos data del nº 38 (en el que los Cuatro Terribles derrotaban a los héroes, éstos perdían sus poderes en el 39, la Cosa abandonaba el equipo y era reclutado por los villanos en el 41 y ambos conjuntos se veían las caras en el 43. Con la huida de Medusa de la persecución de Gorgon y su aparición en el 44, la saga de los Inhumanos se prolongaría y fundiría con la Trilogía de Galactus en el 48-50, con un epílogo en el 51 antes de que la colección comenzara su siguiente ciclo.

El número 44 fue también el punto a partir del cual el dibujo de Kirby empezó a irradiar una
nueva energía. Gracias a un aumento de salario, el dibujante pudo recortar su carga de trabajo a la mitad y concentrarse más en sus páginas de Los Cuatro Fantásticos. Sus viñetas habían evolucionado desde el comic de superhéroes estándar –estándar que él mismo había contribuido a establecer- a un estilo que parecía trascender la misma esencia del espacio y el tiempo. Los bordes de sus viñetas se convirtieron en ventanas a mundos futuristas que no se asemejaban a nada que el mundo del comic hubiera visto antes, universos con un oscuro sentido de la majestad, la grandeza y el esplendor cósmico, turbulentos reinos e imperios decadentes habitados por seres Inhumanos, señores de junglas tecno-pop y dioses devoradores de mundos.

Su talento había madurado hasta un punto en el que era capaz de expresar en dibujos la increíble maravilla de sus visiones. Sus páginas eran una explosión de líneas y volúmenes; sus figuras ganaron nuevas simetrías y solidez, se hicieron más dinámicas y fluidas, ya fuera en acción o en reposo, se recreaba en las perspectivas y empujaba a sus personajes al primer plano, haciéndoles casi saltar fuera de la viñeta. Sus dioses y héroes aparecían ataviados con trajes recargados y ostentosos y sus fondos y paisajes urbanos fueron haciéndose más y más densos. Las escenas ambientadas en el espacio exterior
evocaban un gran sentido de la maravilla y sus puntos de fuga llamaban al infinito. Estos espacios kirbyescos eran enormes, interminables, repletos de cometas, planetoides, lejanos soles, agujeros negros, objetos celestiales y meteoros. También sus maquinarias y artefactos se recreaban en el barroquismo y las geometrías imposibles, hasta el punto de que pasaron a ser elementos característicos de su estilo. Las escenas de peleas eran tan explosivas que casi se diría que la página tenía problemas para contenerlas. Libre de una sobrecarga de trabajo inhumana, la creatividad de Kirby explotó.

En absoluto ajeno a este salto hacia delante fue el cambio de entintador. Joe Sinnott a partir del número 45, el nuevo –y durante mucho tiempo- entintador de los Cuatro Fantásticos, era un maestro en su especialidad que se enorgullecía del esfuerzo y la meticulosidad que volcaba en su trabajo. Años después recordaría ciertas planchas de esta colección en las que invirtió tanto tiempo y trabajo que le hicieron perder dinero.

El estilo de Sinnott, muy personal y elegante, demostró ser el complemento perfecto para este mundo de ciencia ficción trepidante. Sinnott había comenzado su carrera como dibujante, aprendiendo el oficio en la Cartoonists and Illustrators
School tras ser licenciado por la Armada. Más tarde, trabajó para Stan Lee en Atlas hasta que el recorte de personal que realizó la editorial en 1957 lo mandó al paro. Pero más tarde, una vez consolidada de nuevo la línea superheróica y con más recursos económicos a su disposición, Lee le ofreció regresar, aunque no como dibujante, sino como entintador.

Sinnott tenía una línea elegante y al tiempo enérgica que representaba perfectamente el estilo naturalista que había dominado los comics en los cincuenta y sesenta. La unión de Kirby y Sinnott fusionó la elegancia del estilo DC con el dinamismo de Marvel, estableciendo las bases estilísticas de toda la compañía. De hecho, la belleza del dibujo de artistas como Sinnott o John Romita no tardó en ser tan importante como la energía y pulso narrativo de Kirby a la hora de conseguir trabajo en Marvel por parte de los jóvenes dibujantes.

Sin abandonar el apartado artístico, debe subrayarse la contribución de Stan Lee al respecto, a menudo pasada por alto. No en vano era también el director artístico de la compañía. Para alguien que no dibujaba, Lee tenía un talento nato para comprender la importancia y el funcionamiento del arte del comic. Sus elecciones de equipos artísticos y las revisiones y anotaciones que realizaba a menudo aportaban mejoras significativas. Lee también tenía un don para elegir las portadas
más llamativas, un instinto muy desarrollado para comprender qué elementos gráficos llevarían a un muchacho a elegir éste o aquél comic del expositor. Según declaró: “Dedicaba tanto tiempo a la portada como a las mismas historias. Aún recuerdo a Martin Goodman diciéndome que la portada era la parte más importante de cualquier revista. Es la portada lo que atrae la vista”.

Ya estaban juntos todos los elementos de la gran etapa de los Cuatro Fantásticos: los melodramáticos pero humanistas guiones de Lee y el sentido narrativo y la grandiosidad gráfica de Kirby y Sinnott. Había llegado el clímax de la Edad de Plata marvelita.

Tras la frenética acción de los anteriores números, las cosas se complican en el 45 (diciembre 1965). ¿Recordáis que Gorgon parecía un villano que trataba de capturar a Medusa? Pues bien, resulta que todo lo que quería era devolverla a los brazos de su familia, que, a su vez, se escondía de alguien llamado El Buscador. El Buscador es un agente del loco Máximus, quien se ha apoderado del trono de Attilan, hogar de los Inhumanos, cuyo legítimo monarca es en realidad Rayo Negro. Destronado, él y sus familiares más cercanos han huido al mundo exterior de los humanos.

Todo esto sería revelado en los dos siguientes episodios, pero mientras tanto, Lee y Kirby no
parecían estar muy en sintonía en este capítulo, episodio, “Entre Nosotros Se Ocultan…Los Inhumanos”. Para complicar aún más las cosas tenemos (una vez más de forma completamente innecesaria) al Hombre Dragón, una creación del villano Diablo que ya había aparecido en números anteriores. Revivido en el episodio precedente, los 4F acaban atrapados entre el Hombre Dragón y Gorgon. Consiguen detener al primero, pero pierden a Medusa a manos del segundo. En este número el grupo se pasa la mitad del tiempo tratando de decidir qué hacer con el Hombre Dragón mientras Johnny se va a dar un paseo (entretanto, los miembros restantes de los Cuatro Terribles escapan de prisión).

Una de esas coincidencias tan frecuentes en los comic-books, hace que Johnny se cruce con una misteriosa chica con extraños poderes elementales que lo toma por uno de los Inhumanos. Resulta que ella es miembro de la familia real y se lo presenta a sus parientes: Medusa (su hermana), Gorgon, Karnak, Triton (sus primos) y Mandíbulas (su perro). Naturalmente, Medusa (aparentemente sin rencores por haber sido reintegrada al grupo del que tan desesperadamente trataba de huir en el episodio anterior), lo reconoce. Al huir, la Antorcha
Humana lanza la señal para que acuda el resto del grupo, que llega a bordo del nuevo fantasticar diseñado por Reed. El número termina en suspense, cuando entra en escena el principal miembro de la familia real en el exilio, Rayo Negro.

De Medusa ya hablamos anteriormente. Su perseguidor, el barbudo y misterioso Gorgon, con su diadema, orejas puntiagudas, piernas musculosas y pezuñas en lugar de pies, se asemejaba a un sátiro alimentado con esteroides. Estoico y tranquilo, el vacío emocional de Gorgon fue una decisión creativa inteligente, ya que si hubiera sido retratado como un hedonista extrovertido habría resultado una burda referencia al dios griego Dionisio. Pero la prometedora aparición de Gorgon en el número 44 no había durado mucho. Este misántropo enmascarado resultó tener poco potencial y no tardó en diluirse en el grueso de la familia real. A diferencia de Mdeusa, cuyo exuberante cabello proporcionaba muchas posibilidades, Gorgon era básicamente un pony pateador. Sí, sus patadas podían causar una destrucción devastadora, pero ¿hasta dónde podía llegar Jack Kirby con eso?

Crystal representaba la Madre Naturaleza, pero su forma era la de una tormentosa y
exuberante adolescente. La hermosa Crystal tenía más características humanas que cualquier otro miembro de la familia real. Distinta del resto de su pueblo, esta seductora joven no tenía un nombre exótico y Kirby ni siquiera la dibujó con un uniforme durante un año tras su primera aparición.

Crystal era la ciudadana de Attilan más partidaria al aperturismo. Quizá debido a su inocencia juvenil, no compartía la desconfianza casi paranoica de su familia hacia la raza humana. Es esa falta de prejuicios lo que la lleva a enamorarse de Johnny Storm. La posterior separación de su amado le dio al romance entre ambos un sabor a lo Romeo y Julieta. Más adelante en la colección, Crystal sería también el primer personaje de Marvel en romper la exclusividad de los Cuatro Fantásticos, ya que sustituyó a Sue Storm durante su maternidad. La turbulenta adolescente demostró ser una heroína emocional pero testaruda cuya naturaleza en general tranquila podía explotar en furia tumultuosa cuando alguien querido por ella se veía amenazado.

La idea de un individuo de talla diminuta que pudiera vencer a oponentes mucho más grandes y numerosos era una idea ya bastante común para
cuando Karnak debutó en el nº 45 de los Cuatro Fantásticos. Compañeros adolescentes de héroes principales, como Bucky Barnes, siempre habían sido capaces de vencer a enemigos más altos y fuertes que ellos. El propio Steve Ditko había presentado un villano basado en esta premisa, Fancy Dan, en el nº 10 de Spiderman. Pero si Karnak tenía un antecedente claro, éste era Kato, el chófer experto en kárate del héroe pulp Avispón Verde. Kirby había dibujado a ese personaje para la editorial Harvey años atrás, en los cuarenta, y, de hecho, debió pensar en el origen de Kato, el lejano Oriente, a la hora de diseñar el uniforme de Karnak, una especie de traje de judo, mitad oriental y mitad egipcio. Su talento para encontrar el punto más débil de cualquier objeto iba de la mano con su habilidad para destrozarlo. Karnak era el guardaespaldas de Rayo Negro (como si necesitara uno) y rara vez se le veía relajado. Kirby siempre lo dibujaba en tensión, a punto de saltar al combate y descargar un golpe letal.

Tritón, el inhumano acuático cubierto de escamas, recibió su nombre del mítico hijo de Neptuno y no fue el primer personaje de estas características. Sub-Mariner había aparecido en 1939 y en un raro caso de “plagio” por parte de DC (solía ocurrir al revés), ésta creó a Aquaman. Lo que hacía único a Tritón y lo diferenciaba del elegante
Namor o el atractivo Aquaman era su chocante aspecto. Sobresaliendo de su espalda se veía una gran aleta dorsal (que Kirby por olvido, eliminaría involuntariamente más adelante), aletas más pequeñas salían de su cabeza y una especie de membrana parecida a algas formaba sus cejas. Cuando abría la boca, se veían agallas. Parecía el pesadillesco producto del mestizaje entre un hombre y un pez. Paradójicamente, Kirby consiguió evitar el simple plagio de La Criatura de la Laguna Negra, otorgándole unas facciones faciales claramente superheróicas. Esta rara dicotomía entre la repulsión y el atractivo varonil, convirtió a Tritón en el más chocante de los Inhumanos, quizá el más inhumano de todos ellos, pero un éxito en cuanto a diseño.

Por último, Rayo Negro, la encarnación silente de la nobleza en su vertiente más trágica. Cuantos superhéroes tienen un poder tan grande que no atreven a utilizarlo? Era la clase de idea que hizo a Lee y Kirby el mejor equipo creativo que hubiera surgido en los comic-books. Se ha especulado con que el silencio de Rayo Negro fuera una idea exclusiva de Kirby, quizá como una referencia malintencionada a la verborrea de Lee. Y en honor a este último, hay que decir que resistió la tentación de utilizar
globos de pensamiento para mostrar a los lectores lo que pasaba por la mente de Rayo Negro. Su total estoicismo le dio un elemento de represión emocional casi insoportable, un sufrimiento que rara vez se había visto en los comics de superhéroes. Sus poderes eran claramente una maldición.

Por desgracia, en lo que se refiere a las personalidades de los Inhumanos, éstos fueron el gran fracaso de Lee. Los miembros de la familia real de Attilan eran prácticamente intercambiables, la misma persona y forma de hablar. Eran orgullosos, carecían de sentido del humor y apenas tenían rasgos distintivos. Con la obvia excepción del mudo Rayo Negro, sus discusiones en grupo parecían la conversación de alguien consigo mismo.

Habiendo resuelto el triángulo amoroso Reed-Sue-Namor, Lee y Kirby necesitan otro drama romántico. Aficionados ambos a la literatura clásica, retomaron la historia de Romeo y Julieta y convirtieron a Montescos y Capuletos en Los Cuatro Fantásticos e Inhumanos, mientras que a Johnny y Crystal les correspondió el papel de jóvenes enamorados. Ante la pasión de la Antorcha por la Inhumana, su antiguo amor, Dorrie Evans, se sumergió silenciosamente en la oscuridad.

La aventura continúa en el número siguiente, el 46 (enero 1966), “Los Que Buscan
Destruirnos”, cuando los 4F se enfrentan por primera vez a los Inhumanos. Aprendemos aquí que además de ser el más poderoso del grupo, Rayo Negro no se atreve ni a emitir un suspiro, mucho menos hablar, ya que su voz –como se revelaría más adelante- destruiría todo lo que tienen alrededor; que Karnak pose algún tipo de habilidad karateka que le permite romper cualquier cosa con un mínimo gesto; que Tritón es una especie de anfibio grotesco que no puede sobrevivir lejos del agua sin un traje protector; y que Gorgon puede desencadenar terremotos simplemente golpeando su pezuña contra el suelo. Crystal, la chica que llevó a Johnny ante los Inhumanos, controla los elementos básicos (aire, fuego, agua y tierra). Incluso su perro gitante, Mandíbulas, tiene un poder especial: viajar entre dimensiones.

Capturados más tarde junto a Tritón por el Buscador, los 4F se enteran de que el origen de los Inhumanos se remonta miles de años atrás en el pasado de la Tierra. En su día, fueron humanos normales, pero sufrieron una manipulación genética que les dotó de poderes especiales. Estos poderes les protegieron de los más primitivos pero también más numerosos humanos, que los temían por su superior civilización. Decidieron retirarse a una ciudad escondida en los
Himalayas (¿o eran los Andes? Lee aún no se había decidido) llamado el Gran Refugio. Pero todo eso se contaba más adelante, después de que los Inhumanos escaparan de los 4F y el Buscador irrumpiera en el Edificio Baxter para llevarse al Hombre Dragón creyendo que era un inhumano. Fue cuando los héroes siguieron la pista del Buscador hasta su escondite cuando fueron capturados. Por supuesto, las cosas no quedaban ahí: El Hombre Dragón, enfurecido, escapaba rompiendo el tanque acuático de Tritón y dejándolo en el agua a punto de morir de asfixia.

Algunas de las paradojas y contradicciones más chirriantes de esta etapa se tejerían entre este número y el siguiente. En los números 45 y 46, Medusa y la Familia Real están huyendo aterrorizados del Buscador; en el siguiente episodio, Rayo Negro usurpa el trono de su hermano Máximus por el sencillo procedimiento de quitarle la corona. Si eso es todo lo que hacía falta, ¿para qué huir del Gran Refugio?

Pero esas observaciones llegarían más adelante, con la perspectiva del tiempo. En 1966, el efecto que causó aquel número 46 fue de asombro general entre los aficionados. El dibujo de Kirby/Sinnot exudaba poder y elegancia, atrayendo al lector a una intriga de corte shakesperiano con civilizaciones secretas, jóvenes amantes y una raza superpoderosa que se escondía del mundo. 



(Continúa en la siguiente entrada)

No hay comentarios:

Publicar un comentario