3 jul 2019

1971- HULK: HOLOCAUSTO DENTRO DE UN ÁTOMO – Harlan Ellison, Roy Thomas, Sal Buscema y Herb Trimpe


Uno de los factores sociales que dejó su huella en los comic books a comienzos de los setenta fue el auge del feminismo. En 1971, el Movimiento de la Liberación de la Mujer se hallaba en su segunda fase, abordando asuntos como la sexualidad, la familia y los temas legales. La canción “Soy Mujer”, de la australiana Helen Reddy, empezaba su ascenso al número uno de las listas musicales anglosajonas y los Premios Grammy; y el Congreso Americano estableció el 26 de agosto como “Día de la Igualdad de la Mujer”.

En aquel mismo año, DC presentó en sus comics a mujeres liberadas capaces de medirse sin problemas con sus coprotagonistas masculinos, como Big Barda en “Mister Miracle” o Talia Al Ghul en “Detective Comics”. En Marvel, las féminas estuvieron algo mejor representadas. La Viuda Negra terminó su andadura en “Amazing Adventures” para saltar a continuación, de la mano del guionista Gerry Conway, a ser coprotagonista titular en “Daredevil”. En la colección “Sub-Mariner”, se recuperaba a Namora –un viejo personaje de los cuarenta-, prima de Namor, y se presentaba a una peligrosa villana: Llyra. Y Hulk se enamoraba de Jarella.



Gracias a esta atractiva reina rubia de piel verde, Hulk encontró una especie de paz espiritual en el mundo subatómico de Ka´i, al que fue transportado involuntariamente y sobre el que gobernaba aquella. Esto sucedió en el número 140 (junio de 1971), escrito por Harlan Ellison, más conocido por sus osadas historias de ciencia ficción. La historia derivaba de otro guión que el escritor había creado para los Vengadores (nº 88, mayo 71, Roy Thomas realizó el guión técnico de ambos) y colocaba al goliat verde en una situación bastante inusual. Antes de esta aventura, el único que había sentido el toque del amor había sido su alter ego, el doctor Bruce Banner. Pero gracias a los magos de la corte de Jarella, un hechizo conseguía recuperar para el cerebro de Hulk a parte de la suave personalidad e intelecto de Banner.

Algunas de las más recordadas aventuras de Hulk han sido aquellas que sacaban al personaje de su elemento natural para llevarlo a lugares extraños. Este es uno de esos casos. K´ai es un mundo fantástico-medieval, muy del estilo de la Hyboria de Conan el Bárbaro o el Barsoom de John Carter, un lugar de magos y guerreros, intrigas cortesanas, mujeres voluptuosas y monstruos donde todo transcurre de forma muy previsible: el extranjero de gran poder y/o habilidad que se convierte en un gran adalid, realiza hazañas épicas y se queda con la bella princesa local. Pero al menos supone una gran desviación respecto al típico y reiterativo enfrentamiento de Hulk contra el ejército americano. Pues bien, Jarella y Hulk/Banner se enamoran pero ambos son trágicamente separados por el villano Psyklop, que aumenta el tamaño de Hulk y lo devuelve a la Tierra, donde el hechizo de los magos desaparece para remitir así a su estado brutal sin guardar gran recuerdo de lo sucedido.

Esos dos episodios, el de Los Vengadores y el de Hulk, abren el volumen “Holocausto Dentro de
un Átomo”, que comprende además todos los números en los que, con el paso de los años y hasta 1980, apareció Jarella hasta la muerte de ésta.

En el número 148 (febrero 72), los hechiceros de Jarella encuentran la forma de enviarla a la Tierra, donde se reencuentra con su amado, aunque su presencia desencadena una serie de anomalías astronómicas que la obligan a regresar a K´ai. En el 156 (octubre 72), Hulk la visita otra vez, en esta ocasión ayudándola a recuperar su reino tras perderlo a manos de conspiradores. Para no perder la rutina, al final de esta historia escrita por Archie Goodwin, Hulk regresa a la Tierra.

Y luego saltamos a los números 202-203 y 205-207 (septiembre 76 a enero 77), guionizados por Len Wein y en los que Jarella viaja de nuevo a la Tierra, pero esta vez quizá
para siempre, ya que el mecanismo que le hubiera permitido acceder a K´ai es destruido. Esto podría haber constituido un giro radical en la colección al introducir un personaje nuevo, regular y muy relevante para Hulk/Banner. Así, vemos a éste en pleno romance con Jarella, paseando de la mano, comprando y disfrutando de la vida. Jarella le da paz y no tiene miedo de su alter-ego, al cual acepta también de corazón. El concepto del personaje podría haber cambiado al encontrar una relación estable, encontrarse satisfecho y hacer las paces consigo mismo, quién sabe si incluso reconciliando sus dos personalidades.

Pero nunca lo sabremos porque Wein mata a Jarella de la forma más tonta en el número 205, haciéndola víctima colateral de una pelea rutinaria entre Hulk y Criptoman, uno de esos villanos aburridos y del montón. Los episodios siguientes vemos a un Hulk más afligido de lo que jamás habíamos podido verle, atenazado por la pena y la desesperanza. Acude a Nueva York para suplicar ayuda al Doctor Extraño y –como era de esperar- acaba enzarzándose en una pelea con sus antiguos camaradas, los Defensores, hasta que por fin entra en razón. Ni el Hechicero Supremo de la Tierra es capaz de devolverle la vida a Jarella y Hulk, habiendo perdido definitivamente a la única mujer que le amaba tal y como era, termina ese episodio sumido en la más completa desolación.

A continuación se produce un salto considerable hasta los siguientes episodios relacionados con
Jarella, en esta ocasión los 247 y 248 (mayo-junio 80), escritos por Bill Mantlo. Hulk regresa a K´ai para enterrar a su amada con su propia gente. Naturalmente, las cosas no iban a ser tan sencillas como llegar, organizar un funeral y marcharse. En esta ocasión habrá de enfrentarse al Jardinero, uno de los Primigenios del Universo, que se ha refugiado en un rincón de ese mundo y no quiere ver su paz turbada por la intromisión de nadie. La aventura termina con un bien manejado tono melancólico que sin duda dejó huella en los fans del personaje, más habituados a ver la cara agresiva y rabiosa de su héroe.

Esa es la auténtica conclusión de la saga de Jarella, porque los dos números que completan el volumen, el “What If” nº 23 (octubre 80), con un escenario alternativo en el que el guionista Peter Gillis cuenta cómo Hulk y
Jarella se casan en K´ai y viven una aventura al estilo espada y brujería; y el “Broken Worlds” nº 1 (marzo 2009), con guión de Roy Thomas, no son más que anécdotas de tercer nivel totalmente prescindibles. Faltaría quizá, para amantes del completismo, el viaje que Hulk hace al mundo de su antiguo amor entre los números 351y 352 (enero-febrero 89), escritos por Peter David. Aún cuando para entonces ya hacía mucho tiempo que Jarella había muerto, la historia ofrecía una mejor conclusión para su trayectoria.

Poco bueno puedo decir del dibujo. Ni Herb Trimpe ni Sal Buscema han sido nunca grandes
nombres del comic por mucho cariño que se les pueda tener. El trabajo del primero resulta especialmente tosco mientras que el del segundo, aun cuando fuera uno de los artistas que más tiempo dibujó a Hulk y que ayudara a fijar en la mente del aficionado una imagen muy concreta del mismo, es meramente funcional y todavía habría de mejorar bastante en los años por venir–ayudado, eso sí, por algunos entintadores con talento-. Ninguno de los dos era el dibujante adecuado para una serie de historias que transcurrían en un mundo medieval de criaturas fantásticas, grandes batallas y aventuras de alcance épico. Ni el trabajo de fondos, ni el diseño de personajes ni el acabado general están a la altura de lo que debiera.

No es este un volumen recomendable para todo el mundo. En su día, la historia de amor entre el gigante esmeralda y Jarella fue algo bastante llamativo habida cuenta de la trayectoria que había seguido el personaje hasta ese punto. Harlan Ellison nunca tuvo problemas en contar la historia que se le pasara por la cabeza aun cuando ello chocara con lo ya establecido para los personajes en cuestión, y aquí lo demuestra plenamente.

Ahora bien, estas historias sin duda tuvieron más relevancia en su momento de la que hoy
conservan. Puede que durante algún tiempo al menos la presentación de Jarella y el capítulo de su funeral recibieran la consideración de clásicos. Ciertamente, podemos encontrar algunos momentos emotivos y poco habituales para lo que suelen ser las aventuras de Hulk, pero los guiones –incluso los de Ellison- son tan básicos y el dibujo tan mediocre que no se puede decir que estos comics hayan envejecido bien y conserven su atractivo para un lector moderno. Sólo podría recomendarlos a aquellos aficionados especialmente amantes del personaje de Hulk y que quieran escarbar en su etapa clásica. Aun cuando estos episodios fueron publicados de forma salteada, a veces con intervalos de varios años entre sí, y se producen evidentes saltos en lo que se refiere a los personajes secundarios (el general Ross, Glenn Talbot, Betty Ross, Doc Samson) no hay ningún problema en seguir la trama principal.


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