13 nov 2018

1964- LA VIUDA NEGRA - Varios autores (y 2)


(Viene de la entrada anterior)

En mayo de 1970, Marvel lanzó un par de títulos dobles recuperando un formato que había cancelado en 1968 con el traspaso del Capitán América, el Doctor Extraño, Hulk, Iron Man, Nick Furia y Sub-Mariner a sus propias colecciones. Ambas cabeceras se estrenaron con historias firmadas por Jack Kirby (sus últimos trabajos para Marvel en esta etapa, ya que aquel mismo año se trasladó a DC). “Astonishing Tales” nº 1 abría con una aventura de Ka-Zar escrita por Stan Lee y se completaba con otra de Roy Thomas y Wally Wood protagonizada por el Doctor Muerte. El segundo título, “Amazing Adventures”, incluía diez páginas de los Inhumanos y otras tantas de la Viuda Negra escritas por Gary Friedrich y dibujadas por John Buscema y John Verpoorten. La filosofía tras este formato era doble: dar a los lectores más aventuras por el mismo precio; y utilizarlo como plataforma de prueba de personajes antes de otorgarles título propio.



Se ha dicho que la Viuda Negra fue la primera heroína Marvel en protagonizar su propia serie regular –aunque fuera compartida con los Inhumanos-, una afirmación que podrían cuestionar otras damas de la Edad de Oro que corrieron sus aventuras en títulos del sello Timely, como Ms.América, Namora o el Fantasma Rubio. Aunque el serial funcionaba de forma independiente respecto a las pasadas intervenciones de la Viuda en “Tales of Suspense” o “Los Vengadores”, sí se introdujeron referencias al Guardián Rojo y a Ojo de Halcón. Eso sí, en lo que era un claro intento de remodelar el origen del personaje como villana y espía al servicio de una potencia extranjera -o al menos diluirlo-, no se hace mención al mismo, prefiriendo presentarla como miembro de la jet set internacional que, de forma algo contradictoria, tiene una gran sensibilidad social. Se presenta también a Ivan Petrovich como su confidente, chófer y protector, aunque años después se revelaría que fue él quien la cuidó tras encontrarla huérfana entre las ruinas de Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial y hasta que las autoridades soviéticas se fijaron en ella para convertirla en superespía. Por último, a su nuevo uniforme y artilugios presentados en “Amazing Spiderman” se añadían unas botas “antigravedad” que le permitían adherirse a las paredes.

El serial de la Viuda reunía todos los elementos que un tebeo Marvel debía ofrecer en los setenta: tramas que combinaban los tópicos del género con la crítica social, personajes tridimensionales y secundarios bien construidos (como el protector de Natasha, Iván; el grupo de activistas hispanos conocidos como Jóvenes Guerreros; incluso J.Jonah Jameson). Los inteligentes guiones corrían a cargo del mencionado Gary Friedrich (que había empezado su carrera unos años atrás en la editorial Charlton bajo recomendación de Roy Thomas), quien utilizaba diálogos ligeros pero informativos que mantenían la trama en movimiento. Y, sobre todo, sabía dónde parar. Los dos primeros números fueron dibujados, ya lo he dicho, por John Buscema y ya en el número 2 (septiembre 70), encontramos una plancha entera con nueve viñetas en las que sólo hay un globo de diálogo. Sencillamente, Friedrich comprendió que cuando contaba con dibujantes de gran talento narrativo, no hacía falta contaminar las imágenes con textos redundantes.

La misma política siguió con el sucesor de Buscema en la colección, Gene Colan, que entró en el número 3 (noviembre 70), entintado con gran acierto y sensualidad por otro clásico, Bill Everett. Colan estaba entonces entrando en el momento más creativo de su carrera. Empezando en este serial para luego encargarse de “Daredevil”, “Doctor Extraño” y “La Tumba de Drácula”, parecía que todo lo publicado en Marvel no
debería ser sino un prólogo a la llegada de Colan, quien no tardaría en convertirse en una de las estrellas de la editorial. “La Viuda Negra” puede contarse entre sus trabajos más interesantes de esta época, uno en el que pudo aprovecharse de la experiencia acumulada en el pasado como dibujante de comics románticos, retratando a la Viuda más bella y sensual que en cualquiera de sus anteriores encarnaciones.

En estos primeros números, la ex espía rusa intenta ayudar a un grupo de jóvenes activistas del barrio neoyorquino de Spanish Harlem en su cruzada contra el poderoso hombre de negocios-mafioso de turno. También aquí Friedrich deja que los dibujos de Colan “hablen” por sí solos, como la secuencia en la que Natasha llega a su apartamento. Allí, es capturada por un villano enmascarado que dice llamarse El Don y que intenta retenerla mientras azuza a la policía contra los jóvenes. Éstos se atrincheran en su edificio y exigen ser oídos, el alcalde se niega a intervenir como no sea por la fuerza y todo se encamina hacia un levantamiento popular que puede arrasar el barrio. Nada mal para una trama de sólo diez páginas, pero Friedrich y Colan supieron desarrollarla con oficio y dejar
al lector expectante ante el desenlace, escrito dos meses después (la colección era bimensual) por Mimi Gold, secretaria primero, luego ayudante de editor y también guionista de muy corta carrera en los comics.

Natasha era presentada en su identidad civil como una mujer segura de sí misma, casi arrogante, una fachada que se diluía cuando se enfundaba en su uniforme negro de combate. Entonces y al cometer errores, afloraban sus inseguridades, un problema al que se añadía el que, no llevando máscara, no tardaba en ser reconocida públicamente por lo que su vida privada dejaba de ser tal. Esto demuestra ser un serio problema ya que se ve involucrada en un conflicto de gran repercusión mediática que mancilla su reputación cuando los periódicos toman partido contra ella y los gangsters amenazan con denunciarla como agente comunista.

Por aquel entonces Roy Thomas era bastante más que el editor ayudante de Stan Lee en Marvel y, de hecho, parecía ser omnipresente en la editorial. Desde sus inseguros comienzos como mano derecha de Lee pasó desde las colecciones románticas y cómicas a los superhéroes, empezando por la ingrata tarea de intentar relanzar el moribundo título de los X-Men. Continuó con los más prestigiosos Vengadores y, conforme Lee iba abandonando sus tareas de guionista, Thomas
llenó el vacío. A comienzos de los setenta, parecía estar guionizándolo todo y los lectores nunca sabían dónde verían su nombre de nuevo.

Fue el caso de “Amazing Adventures” nº 5 (marzo 71), asumiendo los guiones tanto de los Inhumanos como de la Viuda Negra. Gene Colan y Bill Everett finalizaron aquí su recorrido en el serial, incluyendo una página en la que se veía a Natasha semidesnuda en el baño y que seguramente dio que pensar a los censores del Comics Code Authority. Thomas nos presenta aquí una de esas historias sobre jóvenes vagabundos que caen en malas manos y que luego utilizarían también otros guionistas (como Bill Mantlo en el caso de “Capa y Puñal”), pero que en 1971 causaban mayor impacto entre los lectores debido a la actualidad del caso de Charles Manson y sus acólitos juveniles. La historia comienza cuando Ivan impide el suicidio de uno de los seguidores del líder de una secta, Fagin el Astrólogo, y lo lleva al apartamento de Natasha. Pero las buenas intenciones no siempre tienen recompensa y los hombres de Fagin, en realidad un cruel desaprensivo que utiliza a sus muchachos para cometer delitos, atacan el lugar para impedir que el fugitivo los denuncie. Se produce la inevitable pelea pero el joven muere
tras caer de una cornisa. Es una historia sólida y autoconclusiva que no necesita más de las diez páginas que ocupa.

Los números 6, 7 y 8 de “Amazing Adventures”, en lo que se refiere al serial de la Viuda, supusieron un notable bajó de calidad. Don Heck entró como dibujante, pero tras los episodios de Colan y a pesar del entintado de Everett (que murió poco tiempo después, privándonos de disfrutarlo en más colaboraciones con otros dibujantes), sus páginas resultaban algo pobres. Por otra parte, en el nº 7, Thomas fue sustituido por el relativamente novato Gerry Conway. Éste venía de pasar un par de años escribiendo guiones para DC en personajes como “El Fantasma Desconocido” y antologías como “House of Secrets o “House of Mystery”, pero lo que realmente quería hacer era superhéroes y, concretamente, los de Marvel. Aunque a Stan Lee no le terminó de convencer, Roy Thomas sí vio potencial en sus trabajos y le pasó algunos encargos menores como “Ka-Zar” y “La Viuda Negra”, para la que terminó el arco argumental de la banda de Fagin.

Bajo la batuta de Thomas, el tono político-social de Friedrich fue reemplazado por el
melodrama criminal. La Viuda e Ivan estrechaban su relación y él jugaba papeles progresivamente más relevantes en las aventuras. De hecho, la dinámica del dúo remedaba la de otra gran heroína del comic de acción y espías, Modesty Blaise y su amigo Willie Garvin. Natasha e Ivan son amigos íntimos, pero no sentimentales.

Thomas y Conway empezaron una subtrama en la que la Viuda Negra dudaba de sí misma a causa de la muerte del muchacho en el número 5. Mientras persigue a los responsables, la ansiedad que sufre la lleva a dudar en un momento clave dejando escapar a los villanos, error que la policía interpreta como deliberado, poniéndola bajo sospecha. Su sentimiento de culpa incluso hace que piense que todo aquel que se cruza en su camino acabará muriendo. Y en este punto, Marvel decide retirarla de “Amazing Adventures”. Aunque sus historias combinaban el talento gráfico con el comentario social tan apreciado en la época, sus compañeros de título, los Inhumanos, demostraron ser mucho más populares y tras sólo ocho entregas, la Viuda Negra fue desterrada de “Amazing Stories” en septiembre de 1971. Por otra parte, los Inhumanos sólo aguantaron como protagonistas absolutos del título dos números más. A estas alturas, los lectores ya se habían acostumbrado a que las aventuras de sus héroes favoritos ocuparan la totalidad de las páginas del comic y Rayo Negro y sus súbditos no tuvieron tiempo de convencer a los lectores antes de que las bajas cifras de ventas aconsejaran cerrar el título.

Pero Conway, que sentía debilidad por las pelirrojas de carácter, se llevó a la viuda consigo a la colección de “Daredevil”, que por entonces dibujaba Gene Colan. Conway buscaba una forma de aportar algo de sangre fresca al título, cuyas ventas no hacían sino empeorar hasta el punto de que en Marvel se plantearon fusionar en una sola colección a Daredevil e Iron Man. Así, hizo que la Viuda y Daredevil iniciaran una relación profesional y sentimental a partir del número 81 (noviembre 71). Y justo a tiempo: su primera hazaña es rescatar a Daredevil de morir ahogado. Natasha pronto se enamora de él y también justo a tiempo porque Matt Murdock había roto recientemente con su antigua novia Karen Page, así que el campo estaba expedito para el intercambio de afectos entre el abogado ciego y la ex espía rusa.

Su relación constituyó la línea de fondo para los siguientes números mientras que la Viuda se veía inculpada por el asesinato del Escorpión. El antiguo socio de Matt, Foggy Nelson, encabezaba la parte fiscal, lo que, evidentemente, no le granjeó demasiadas simpatías ante ella. Cuando finalmente es exculpada y ansiosa de respirar nuevos aires convence a Matt para que se mude con ella a San Francisco –una ciudad del gusto del propio Conway-. Colan siguió aquí ofreciendo un dibujo de gran energía y personalidad, especialmente cuando Tom Palmer se unió al equipo como entintador.

Conway se concentró de forma especial en la relación entre Matt y Natasha hasta el punto de
que a veces la mitad de un episodio se dedicaba al melodrama sentimental o la inquietud del uno respecto a la seguridad del otro. Por no mencionar al pobre Ivan que seguía siendo un elemento importante en la vida de Natasha: ¡incluso vivía en la misma casa que compartían ella y Matt! De hecho, parece ser que mostrarlos abiertamente como una pareja que cohabitaba sin estar casada generó algún problema con el Comics Code Authority.

En el número 92 (octubre 72), Marvel reconoció oficialmente a Natasha como coprotagonista de la serie y ésta pasó a titularse en la portada “Daredevil and the Black Widow”. Era en buena medida una respuesta a la demanda de los lectores y a la mejora experimentada por las ventas. Natasha era una mujer fuerte e independiente, un icono feminista en una época en la que las mujeres reclamaban abiertamente sus derechos de igualdad. Sin embargo, no tardarían en producirse cambios creativos que arrinconarían este enfoque.

En el número 97, Conway se marcha (años más tarde, en la miniserie “Cinder & Ash” para DC, crearía otro personaje muy similar a Natasha) y es sustituido por Steve Gerber en uno de sus primeros encargos (Colan también abandonaría el título poco después). Gerber relegó a un segundo
plano la relación sentimental entre ambos héroes y convirtió a la colección en algo mucho más tópico dentro del género. Daredevil incluso se encontró participando en historias cósmicas como la épica saga de Thanos, historias donde la Viuda Negra tenía poca cabida. Sus apariciones se limitaban a preocuparse por Matt y acabó trasladándose a Nueva York para actuar como Vengadora (“Vengadores” 111, mayo 73). Cuando volvió a San Francisco, Matt regresó permanentemente a Nueva York para ayudar a su amigo Foggy, que había sido tiroteado. Y ya no volvió.

Este cambio obedeció a un nuevo y preocupante bache en las ventas que llevó a recortar la periodicidad de la colección a bimensual durante un corto periodo de tiempo. El editor de Marvel por entonces, Roy Thomas, se reunió con Gerber para pensar qué cambios podían implementarse de cara a mejorar la suerte de Daredevil. La reubicación en Nueva York fue uno de ellos; reducir las apariciones de la Viuda Negra, otro. Su nombre fue retirado del logo de portada, aunque durante más o menos un año siguió apareciendo con frecuencia en las aventuras, si bien su relación con DD fue agrietándose con la distancia y las dificultades económicas. Daredevil continuaba en Nueva York mientras la Viuda, en San Francisco, a punto estuvo de acabar en la indigencia. Perdió su casa por las deudas e incluso hubo de vender su amado Rolls Royce. DD todavía estaba enamorado de ella pero la Viuda se había cansado de ser siempre considerada su ayudante. Su orgullo y temperamento independiente la hicieron romper con él.

No fueron sólo los lectores de comics los únicos en pensar que Daredevil y la Viuda Negra
hacían una gran pareja. Angela Bowie, modelo, actriz y esposa de la leyenda del rock, David Bowie, también opinaba así. En 1975, poco después de perder el papel de Wonder Woman para un telefilm, Bowie compró los derechos de Daredevil y la Viuda Negra y empezó a desarrollar una posible serie con la esperanza de dar a su carrera de actriz un buen empujón. No funcionó.

Bowie reclutó para el proyecto a Ben Carruthers como Daredevil y contrató a Natasha Korniloff, diseñadora de vestuario y responsable de algunos de los más extravagantes modelos lucidos por su marido, para que se ocupara de los uniformes. La pareja posó para algunas fotos promocionales que ayudaran a vender el proyecto a posibles productores, pero la cosa no pasó de ahí. No llegaron a escribirse guiones ni se rodó ninguna escena. Nadie estuvo interesado. Años más tarde, Angela Bowie declararía que su propuesta resultaba demasiado cara y compleja para la televisión de los setenta. Quizá fuera lo mejor.

Tony Isabella empezó a escribir la colección en el número 118 y rápidamente ató algunos cabos sueltos. Natasha y Foggy hacen las paces y se sientan las bases para la definitiva ruptura del romance entre ambos héroes (si bien el número concreto de la separación, el 124, lo guionizaron los editores del título, Len Wein y Marv Wolfman). A diferencia de Conway, a Isabella nunca le pareció convincente esa relación, pero eso no significaba que le desagradara el personaje. De hecho, contaba con ella para su siguiente proyecto, el de un supergrupo llamado Los Campeones, cuyo primer número apareció en octubre de 1975.

No voy a entrar a comentar en profundidad “Los Campeones” por dos razones: porque no fue en absoluto una serie de calidad merecedora de demasiada atención; y porque el protagonista de este artículo es sólo la Viuda Negra. Y ésta sí tuvo bastante que hacer en este nuevo equipo: fue elegida su líder, se reencontró con Alexei Bruskin, el hombre que la adiestró; e incluso empezó un romance con Hércules. La colección jamás fue un éxito y tras su cancelación en el número 17, la Viuda Negra volvió a su papel de secundaria del Universo Marvel.

De nuevo trabajando como agente secreto para SHIELD, Natasha volvió a entrar en la vida de
Daredevil cuando Frank Miller se hizo cargo del título ya a comienzos de los ochenta. Su segunda incursión en solitario tuvo lugar entre los números 10 al 13 de la antología “Marvel Fanfare” (agosto 83-marzo 84). En este corto serial Natasha regresaba a Rusia para rescatar a un desaparecido Ivan, a quien SHIELD consideraba un desertor. El viejo amigo y protector de Natasha sabía demasiados secretos y ella trata de encontrarlo y devolverlo a Estados Unidos antes de que, voluntariamente o no, pueda hacer mucho daño.

En una aventura repleta de intriga y giros sorprendentes, Natasha se encuentra –una vez más- acusada falsamente de asesinato y perseguida hasta Hong Kong por un grupo de asesinos genéticamente modificados. Mientras tanto, un duplicado perfecto de la Viuda se infiltra en SHIELD para destruir la organización desde dentro. Al final, Natasha encuentra a Ivan, que ha sufrido un lavado de cerebro por parte de Damon Dran –un antiguo villano de Daredevil-, lucha y vence a Dragón Ciego, avisa a SHIELD de su peligrosa doble, rescata a Ivan y revienta al malo.

El problema de este serial –cuya popularidad queda probada por sucesivas reediciones recopilando todas sus páginas con el título “Red de
Intrigas”- es la forma en que presenta a Natasha, no sólo proyectando dudas sobre su competencia profesional y su temple emocional sino relacionándolo con su condición femenina: “Me preguntaba si, llegado el momento de enfrentarme a él, Natasha Romanoff, la mujer, permitiría a la Viuda Negra, la espía, llevar a cabo su deber. Y no encontré una respuesta”. Además, la historia define al personaje casi exclusivamente en relación a los hombres. Su misión, encontrar a la figura paternal que es Ivan, se complica por los sentimientos que desarrolla por un científico americano a sueldo de los soviéticos al que seduce mientras trabaja encubierta; su dossier supersecreto de SHIELD, tal y como lo resume Nick Furia a un grupo de líderes del espionaje internacional, no glosa sus hazañas profesionales sino los superhéroes con los que se ha vinculado sentimentalmente.

Tampoco ayuda el que “Red de Intrigas” tenga un guión en exceso verboso. Ralph Macchio es quien figura nominalmente como guionista pero su dibujante, George Pérez, ha afirmado que lo único que hizo aquél fue añadir diálogos y textos –excesivos, vuelvo a decir- a las páginas que él dibujaba y escribía, hasta tal punto que hay viñetas y hasta páginas enteras en las que el dibujo queda asfixiado por un texto a menudo redundante y por tanto innecesario. Pérez dejó este trabajo inacabado
cuando, disgustado por la línea editorial y las maneras de Jim Shooter, a la sazón editor en jefe de Marvel, se marchó a DC, donde no tardaría en triunfar con Los Nuevos Titanes. Cuando por fin Marvel decidió dar salida a estas páginas, Macchio le pidió que las acabara (parte del número 10, no obstante, fue dibujado por Bob Layton y Luke McDonnell). El trabajo de Pérez es notable en sus composiciones de página, sus escenas de acción y su detallismo, pero el resultado final depende mucho del entintador que le asignen. Brett Breeding es el que mejor comprende y respeta sus lápices, Jack Abel y Al Milgron hacen un trabajo correcto en los números 11 y 12 y John Beatty y de nuevo Breeding no consiguen ocultar la desgana con la que Pérez terminó el encargo, siendo este último número considerablemente inferior al resto.

Y abundando en lo anterior y fuera quien fuera el responsable –aunque en este caso me temo que hay que mirar a George Pérez-, esta saga no sólo daba una imagen de la Viuda menos interesante que en el serial de los setenta en “Amazing Adventures” sino que caía en los más sobados tópicos. Así, encontramos en el mencionado grupo de asesinos de diferentes etnias a un luchador de Sumo, un guerrero africano semidesnudo y con lanza, una “reina del rodeo” con
lazo y una oriental experta en artes marciales. Por no hablar de la cantidad de escenas en las que la Viuda se pasea semidesnuda, voluntariamente o no (como las últimas diez páginas del serial). En resumen, un serial algo irregular cuya lectura, sin embargo, resulta recomendable por ofrecernos excelentes páginas de un George Pérez en lo más alto de su carrera.

Y como último comic clásico de la Viuda mencionaré la historia que de nuevo Ralph Macchio escribió para la revista “Aventuras Bizarras” en su número 25 (marzo 81) y titulada “Yo tengo el Yo-Yo…Y tú la cuerda”. Se trata de una historia de 22 páginas, confusa y bastante mal narrada que sólo puede entenderse gracias a la larga y algo aburrida explicación final de uno de los personajes. Con todo y con eso, nos permite ver a la Viuda Negra, quizá por primera vez, actuando como una auténtica agente secreto de acción cuando es enviada por SHIELD a desarticular una red de traficantes de armas…o eso es lo que ella cree. No hay aquí superpoderes ni supervillanos, sólo acción al más puro estilo James Bond.

Pero la verdadera estrella de este comic es Paul Gulacy, que realiza un sobresaliente trabajo en
blanco y negro tanto en lápices como en tintas. Su estilo realista, su dinámica narración y una trabajada iluminación son lo que hace a este comic merecedor de una revisión. Nunca antes hacía lucido tan bella y espectacular Natasha Romanoff. Más como curiosidad que como detalle de importancia real para la historia, Gulacy retoma aquí su costumbre de los tiempos de “Shang-Chi” a la hora de dotar a ciertos personajes de los rostros de veteranas estrellas de cine, como Michael Caine o –bastante fuera de lugar- Humphrey Bogart.

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