3 dic 2018

DAREDEVIL EN LOS AÑOS SESENTA - Stan Lee y Gene Colan (5)



(Viene de la entrada anterior)

El número 28 (mayo 67) es un episodio de relleno con un guión absurdo que enfrenta al héroe contra los típicos alienígenas invasores. Matt es invitado para pronunciar un discurso en la universidad sobre ovnis y las derivadas legales de la presencia de extraterrestres en la Tierra. Entretanto, otro ponente, el profesor Tom Brewster, que afirma haber visto platillos volantes y al que toman por lunático, ha desaparecido. Matt y otros profesores siguen sus huellas en la nieve hasta hallarlo trastornado, afirmando haber tenido un encuentro con una criatura –el cual, efectivamente, hemos visto- y que la especie humana está condenada sin remedio. Matt es el único que le cree y en su identidad de Daredevil sale a los bosques a investigar, encontrando una nave espacial con alienígenas hostiles que intentan cegarlo…evidentemente sin efecto. Así que lo aprisionan en un bloque de hielo y lo suben a bordo, donde el líder invasor le revela que tienen la intención de saquear la riqueza mineral de la Tierra. Para facilitar su tarea planean cegar a todos los humanos con un rayo especial. Predeciblemente, Daredevil se las arregla para estropear los planes de sus adversarios. Es todo tan estúpido como suena. Y para colmo, seguimos aquí teniendo al cargante Mike Murdock tratando de seducir a Karen y complicando el triángulo de amoroso de ésta con su alter ego Matt y su socio, Foggy.



Unos enemigos mucho más adecuados al perfil del personaje, los gangsters de toda la vida, regresan a la serie en el siguiente número, el 29 (junio 67). El toque diferencial de esta historia es que aquí aquéllos componen una interesante mezcla de delincuentes ordinarios (dirigidos por El Jefe) y los sicarios uniformados del Merodeador Enmascarado, que tras la desaparición de su líder en el número 27, habían quedado “huérfanos”.

A estas alturas estaba claro que Lee y Gene Colan se entendían bien y las historias fluían con facilidad, eso sí y como veremos recurrentemente, cayendo continuamente en estupideces e incongruencias como por ejemplo la de la portada de este episodio, en la que DD resulta llevar sus gafas de ciego bajo la máscara. Por su parte, Colan se las arreglaba para que la narración rebosara acción y dinamismo cinematográficos, adoptando una composición a base de grandes viñetas –nada menos que cuatro páginas-viñeta hay en este número- que alternaban con otras donde insertaba primeros planos de rostros o manos. Está claro que este recurso le ahorraba tiempo, pero también es cierto que sabía dónde y cómo insertarlas y, sobre todo, componerlas para que resultaran verdaderamente impactantes.

Lee, entretanto y probablemente sin saber bien a dónde iba, complicaba cada vez más la relación entre Matt, Karen, Foggy y el gemelo falso de aquél. Este episodio, por ejemplo, se abre con Matt decidiendo proponerle matrimonio a Karen, pero sin saber si hacerlo como Matt o como Mike. Nervioso e indeciso, se sumerge en una sesión de entrenamiento en su gimnasio privado donde podemos ver en la viñeta-página un efecto “estroboscópico” muy bien logrado de Colan, un truco que el dibujante inventó para reflejar velocidad y movimiento simultáneamente con más efectividad que las tradicionales líneas cinéticas.

Mientras tanto, los hombres del Merodeador Enmascarado están dispuestos a vengar la muerte de su jefe pero de camino a las oficinas de Nelson y Murdock (a quien creen relacionados con Daredevil) son interceptados por El Jefe y obligados a unirse a su banda. Luego secuestran a Karen y la encierran en una casa aislada de las afueras para forzar el inevitable rescate por parte del héroe. La pelea final está llena de acción y se encuentra entre los momentos más destacables de la etapa de Colan en la serie (Por cierto y como curiosidad, el propio Stan Lee hace un cameo en este episodio asomándose por una ventana y conversando con Daredevil).

En el número 30 (julio 67), Lee decide enfrentar a dos de los villanos clásicos de Thor, Mr.Hyde
y Cobra contra alguien mucho menos poderoso físicamente como es Daredevil. Y no sólo eso, sino que además empeora la situación haciendo que el héroe, debido a una poción de Hyde que éste le arroja a la cara, se quede sin sus supersentidos. La acción arranca cuando Daredevil, sospechando que el dúo de villanos se encuentra tras un robo reciente, se disfraza de Thor (multiplicando de paso el número de identidades que ya mantenía) para hacer que aquéllos salgan de su escondite. Lo que consigue, en cambio, es atraer al verdadero dios asgardiano que, comprensiblemente, está bastante enfadado por la usurpación de su identidad. Se trata de una historia muy absurda, uno de esos choques entre héroes de la casa debido a malentendidos y que al final no tienen consecuencias. Eso sí, la argucia da resultado, Hyde y Cobra salen a su encuentro –ya vestido como Daredevil- lo aturden, lo llevan a su laboratorio y le rocían con el mencionado líquido con la intención de dejarlo ciego. Esto, evidentemente, no lo consiguen, pero sí anularle su radar y sus sentidos superagudizados.

Recordemos que Daredevil recibió sus poderes a consecuencia de un accidente que sufrió en su infancia; accidente que le hurtó la vista pero que
inmediatamente le otorgó una sobrehumana sensibilidad en sus otros sentidos además de una especie de “radar” que le permitía sentir todo lo que le rodeaba. Aunque todo esto no era un sustituto de la visión auténtica, sí le permitía desenvolverse en la vida ordinaria mucho mejor que alguien vidente. Si bien fingía ser ciego, Matt Murdock nunca supo en realidad cómo afrontar la auténtica ceguera. Y ahora, anulados sus poderes por el líquido de Hyde, tiene que aprender rápido. Ese es el problema al que tiene que enfrentarse el héroe al comienzo del número 31 (agosto 67), en el que más importante que la acción son sus esfuerzos no sólo para afrontar su minusvalía sino para hacerlo de tal forma que sus enemigos no se den cuenta. De hecho, el momento climático de este episodio no es la típica pelea sino el arriesgado intento del –ahora sí- invidente Daredevil de cruzar de un edificio a otro caminando por una cuerda, un momento de suspense maravillosamente resuelto por Colan. Por desgracia para él, Hyde y Cobra apenas le dan respiro y le obligan a enfrentarse a ellos tratando a la desesperada de convencerles de que es el de siempre. Tiene éxito… durante un tiempo.

El número 32 (septiembre 67) cierra este arco de tres números en una de las historias más
extrañas y pletóricas de acción de Daredevil hasta ese momento –que ya es decir-. Nada menos que un héroe ciego –esta vez literalmente- enfrentado a dos villanos que habían sido capaces de plantarle cara a Thor. Indefenso, Daredevil es conducido por Cobra y Hyde a un aislado faro en cuyo interior se esconde otro de esos laboratorios típicos de científico loco. Ambos criminales planean tomarse su tiempo para acabar con el héroe pero cuando empiezan a pelearse entre sí, éste aprovecha para deslizarse hasta el generador eléctrico y desconectarlo. Con las luces apagadas, puede que DD siga ciego, pero sus opciones se equilibran frente a sus adversarios. Nada menos que nueve páginas de acción a raudales siguen hasta que DD, apenas aguantando el tipo, consigue hacerse con el antídoto. Por supuesto, una vez restablecidos sus poderes, el ágil justiciero se adueña de la situación. Hyde cae por un acantilado y desaparece mientras Cobra es entregado a las autoridades.

Aventuras de varios episodios como esta, aunque lastradas por momentos implausibles incluso dentro de los parámetros del género tal y como hoy lo entendemos cuando no directamente ridículos, resultaron para los lectores de la época sorprendentes. La pericia artística y narrativa de los dibujantes de la editorial, sus originales ideas, planteamientos arriesgados y continuos giros argumentales y guiños a la actualidad, hicieron de aquellos tebeos Marvel algo imprescindible.

Guiños a la actualidad muy presentes en el siguiente arco argumental, que se desarrolla entre los números 33 y 34 (octubre-noviembre 67). En aquel año y con motivo del centenario de la fundación de Canadá, se celebró en Montreal la Exposición Universal, una de las convocatorias de este tipo con más éxito del siglo XX. Tras un encuentro poco favorable con el Escarabajo (un villano habitual de Spiderman), un agotado Mike Murdock propone a Karen y Foggy un pequeño viaje a Canadá para visitar la mencionada Expo. Inventándose una argucia para justificar la ausencia de su otro alter-ego, Matt Murdock, los tres viajan en tren cuando éste es asaltado por el Escarabajo. Se inicia entonces una persecución por las rocosas montañas circundantes, un entorno poco adecuado para un héroe tan urbano como Daredevil, pero donde Gene Colan puede lucirse con algunas excelentes viñetas de acción. Presa del agotamiento, Daredevil acaba siendo superado por el Escarabajo y sus sicarios, que lo trasladan en camión hasta Montreal con la intención de desenmascararlo públicamente, planes que por supuesto serán frustrados en el último momento. Poco nuevo que añadir a lo ya dicho: una historia sencilla y no muy sólida desde el punto de vista de la coherencia, pero resuelta con brillantez por Colan.

Entretanto, en septiembre de 1967, Daredevil obtiene su primer Anual, un número especial de
53 páginas para el que Stan Lee decidió dar a los lectores dosis extra de acción: no un villano sino nada menos que cinco tendrá que derrotar el Hombre sin Miedo en esta aventura ajena a la continuidad de la serie regular. En una trama copiada de la que el propio Lee había escrito para el Anual nº 1 de Spiderman (1965), Elektro, en busca de venganza de su derrota a manos de Daredevil allá por el número 2, reúne a otros enemigos del héroe (Gladiador, Zancudo, la Rana Saltarina y el Matador) y bautiza al grupo con el rimbombante nombre de “Emisarios del Mal” (nada que ver con el conjunto de la misma denominación aparecido en “Los Vengadores” años atrás y liderados por el Barón Zemo. Está claro que a Lee a veces le bailaban los nombres). Son treinta y nueve páginas de acción a cargo de un Gene Colan que ya se desenvolvía perfectamente bien con el personaje, primero con enfrentamientos individuales de DD contra algunos de sus adversarios para rematar con espectacular “uno contra todos”.

No hay mucho que rescatar de este episodio aparte del enérgico dibujo de Colan. Esta etapa de Daredevil y el Anual en particular ponen de manifiesto la dependencia que Stan Lee tenía de la capacidad creativa de, sobre todo, Jack Kirby y Steve Ditko, de cuyas mesas de dibujo no paraban de salir ideas para nuevos personajes de los que
Lee se aprovechaba y mejoraba. Bill Everett, Joe Orlando, Wally Wood y John Romita permanecieron poco tiempo en la colección pero crearon no solamente a Daredevil, Matt Murdock y su galería de secundarios sino al Búho, el Hombre Púrpura, el Matador, Mr.Miedo, el Zancudo o el Gladiador. Colan era mucho menos prolífico en este sentido y durante su estancia en la serie pocos serán los villanos nuevos que desfilen por ella. Desde que comenzara a dibujar al personaje allá por el número 20, sus adversarios fueron el Búho, el Merodeador Enmascarado, el Zancudo, alienígenas y mafiosos del montón, Hyde, Cobra o el Escarabajo; todos ellos creados por otros autores; Y en el Anual vuelve a pasar lo mismo, siendo la única excepción la Rana Saltarina, villano olvidable donde los haya, que sí diseñó Colan.

La galería de villanos de Daredevil a estas alturas era considerablemente peor que la de otros compañeros suyos de la casa, como Spiderman, los Cuatro Fantásticos, Thor o Los Vengadores. Los Emisarios del Mal, sin ir más lejos, son todos unos auténticos perdedores que, en el caso de la Rana Saltarina y el Matador, resultan además ridículos. Por añadidura nos encontramos en esta historia con momentos entre lo absurdo y lo delirante, como cuando Elektro deja con vida a DD cuando lo tiene a su merced, sólo para “prolongar la venganza”; o cuando el héroe se saca unas píldoras nutritivas de su bastón. Pero es necesario hacer una matización. Todos sus defectos se hacen
evidentes al lector adulto, difícilmente lo eran par los muchachos de diez o catorce años que, al fin y al cabo, eran el público objetivo entonces.

El número se completaba con un conjunto de pin-ups en los que se explicaban los poderes, artilugios de Daredevil, sus circunstancias y principales personajes, amigos y enemigos. Ello, unido a que la historia era ajena a la continuidad de la serie mensual, hacía que este especial pudiera abordarse perfectamente por parte de un lector ajeno a la mitología del héroe. De todos estos “extras” el más interesante me resulta la breve historia de tres páginas en la que Lee y Colan dan su humorística pero muy reveladora visión de la dinámica creativa existente entre ellos y por la que luego tantos aficionados han polemizado durante años. En ella, el dibujante acude a una reunión con Lee para discutir el próximo número de Daredevil. Colan le espeta: “Si se supone que tú eres el guionista, ¿qué tal si se te ocurre a ti el argumento para variar?”; luego, con su característico entusiasmo, Lee se lanza a encadenar ocurrencias inverosímiles y cada vez que Colan le pregunta cómo ha llegado el héroe ahí o cómo van a salvarlo, aquél le responde “No te preocupes. Ya pensarás en algo” o “¿Por qué me acosáis siempre con detalles?”. El Método Marvel explicado en tan solo dos divertidísimas páginas que además demuestran que Lee sabía reírse de sí mismo, que sabía muy bien cuál era su papel en el proceso creativo y que no tenía inconveniente en reconocerlo.

Los siguientes números de la colección regular verían a Daredevil entrar una vez más en la esfera de los Cuatro Fantásticos. La primera vez que sus caminos se habían cruzado había sido allá por 1965, en una saga de dos números que transcurrió entre los episodios 39 y 40 de “Los Cuatro Fantásticos”, esto es, al poco de la creación de Daredevil. En aquella ocasión, el Doctor Muerte había tomado el control del Edificio Baxter aprovechándose de que los 4F perdían sus poderes y Daredevil les ayudaba a afrontar tal amenaza. Ahora, dos años después, encontramos un arco argumental de cinco números, cuatro en la colección del Hombre sin Miedo (35-38, diciembre 67 a marzo 68) y uno de los Cuatro Fantásticos (73, abril 68), y que arranca cuando el Trampero, miembro de los Cuatro Temibles y viejo enemigo de los 4F, acude al bufete de Murdock y Nelson para, mediante amenazas, hacer una consulta legal. Amargado por sus continuas derrotas –Daredevil parecía especializado en atraer enemigos chuscos y ridículos-, pretende ganar confianza derrotando a un superhéroe “de segunda fila” como él antes de tomarse la revancha contra los 4F. Y así lo hace, suplantando la identidad de Daredevil y tomando por sorpresa a Susan Richards en el Edificio Baxter, a la que deja indefensa con una bomba a su lado (de nuevo aflora esa rancia manía de Lee por hacer de la fémina de los 4F una víctima). Seguirá el mandatorio duelo individual de Daredevil con el Trampero –tras salvar a la Chica Invisible- y la aparición en la última viñeta del número 36 de uno de los pesos pesados del Universo Marvel: el Doctor Muerte.

Mientras tanto, en el plano personal de los secundarios, Lee introduce –de manera un tanto
brusca hay que decir- un par de nuevos hilos argumentales con potencial dramático: por una parte, a Foggy le ofrecen ser fiscal de Nueva York, lo que supondría un gran paso profesional; pero por otro, en su vida sentimental vuelve a entrar un antiguo amor que ya le rompió el corazón allá por el número 11 (diciembre 1965): Debby Harris, quien había sido cómplice del Organizador y que acaba de ser puesta en libertad condicional, tratando de reanudar la relación con Foggy.

De todas formas, todo esto tendría que esperar porque por lo pronto es la acción lo que impera en la serie. Daredevil no es rival para alguien como el Doctor Muerte, que lo derrota y lo lleva hasta la embajada de Latveria en Nueva York donde utilizando uno de sus artilugios intercambia las mentes de ambos. Ocupando el cuerpo de Daredevil, Muerte pretende acercarse a los Cuatro Fantásticos y tomarles por sorpresa. Mientras tanto, Daredevil, ahora atrapado en el cuerpo acorazado de Muerte, engaña a los sicarios de la embajada para que lo liberen y, a sabiendas de que sólo su ingenio puede ayudarle, utiliza su nuevo aspecto para comunicarse con Latveria y ordenar a su gabinete que declare la guerra a los países vecinos. Ante el peligro de perder su propio país, Muerte no tendrá más remedio que abandonar sus planes de venganza, regresar y recuperar su cuerpo.

Como era habitual en Lee, toda la aventura está llena de agujeros (como el que Muerte no se percate de que Daredevil es ciego al ocupar su cuerpo; o que Susan Richards sea incapaz de utilizar sus poderes para liberarse de la pasta del Trampero) y fallos de continuidad. Probablemente a esas alturas Lee estaba tan sobrecargado de trabajo que era incapaz de recordar cómo había terminado el número anterior. Tanto él como Kirby en “Thor” y “Los Cuatro Fantásticos” cometían frecuentes errores de continuidad entre un número y el siguiente y lo mismo ocurría en “Daredevil” con Gene Colan. Ni dibujante ni guionista trabajaban sobre guiones completos sino que charlaban informalmente intercambiando ideas, Colan tomaba notas, desarrollaba luego gráficamente la historia y Lee la escribía de acuerdo a lo que veía en las páginas. El que Lee respetara casi siempre lo que Colan le entregaba sin efectuar apenas cambios puede dar una idea de la excelente relación que mantenían, pero también es cierto que ninguno de los dos contaba con referencias firmes para efectuar su trabajo más allá de sus respectivas memorias. Ni siquiera disponían de las páginas del número anterior porque habían sido enviadas a imprenta. Era uno de los males inherentes al Método Marvel que, sin embargo, no explica otros problemas, como los continuos bandazos en la caracterización de los personajes.

Este cruce entre el mundo de Daredevil y el de los Cuatro Fantásticos terminará en la colección
de estos últimos, concretamente en el número 73 (abril 68), dibujado por el titular de esa cabecera, el gran Jack Kirby, lo cual nos da una muestra de lo diferente que podría haber sido Daredevil de haberse encargado de él ese gran artista. Los Cuatro Fantásticos, todavía creyendo que Muerte ocupa el cuerpo de Daredevil, se preparan para la batalla. La Antorcha Humana es el primero en encontrarse con el Hombre sin Miedo pero éste consigue dejarlo fuera de combate justo cuando aparece Spiderman ofreciendo su ayuda y reclutando además la de Thor, quien se estaba recuperando de un combate con el Destructor y quien además había sido privado entonces del poder de su martillo (resulta divertido verle balanceándose con Spiderman ayudado por sus redes). En fin, al final es uno de esos típicos episodios en los que una confusión de identidad lleva al enfrentamiento entre superhéroes hasta que todo se aclara, en esta ocasión gracias a la intervención de la Chica Invisible. Por el precio de un comic de los Cuatro Fantásticos, el lector recibía agradecido la presencia de nada menos que tres superhéroes invitados.


(Continúa en la siguiente entrada)


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