7 dic 2018

1961-LOS CUATRO FANTASTICOS - Stan Lee y Jack Kirby (4)



(Viene de la entrada anterior)

Sea como fuere, lo importante es que Goodman se enteró del éxito de la Liga de la Justicia de América y ordenó a Stan Lee preparar su propia versión de un comic book sobre un grupo de superhéroes. Así, lo que hicieron Stan y Jack fue atender un encargo directo de su jefe.

Y entonces entramos en otro debate, el de las contribuciones individuales de cada uno de ellos en el éxito del título, una polémica tristemente larga y aún no resuelta. En los años ochenta, Kirby se atribuía todo el mérito. Afirmaba que la popularidad de la Liga de la Justicia no había tenido nada que ver con el asunto y que creó a los cuatro personajes y su origen sin ayuda de nadie.


Respondiendo a tales declaraciones, Lee mostró la sinopsis de aquel primer episodio, recuperada y autentificada en 1983. Se trataba de un escrito de dos páginas mecanografiadas en las que se detallaba la aventura del número 1. En ella se describe a los cuatro personajes principales y las líneas generales del argumento. De acuerdo con Stan: “Después de que hubiera perfilado el concepto para los Cuatro Fantásticos y elegido a Jack como ilustrador, no tenía tiempo para escribir un guión detallado para él, porque estaba agobiado por un millón de otros asuntos. Pero, sabiendo que Jack tenía un gran talento para la narración visual, decidí pasarle un breve resumen conteniendo los elementos principales del argumento. Entonces, cuando él me entregara las páginas ya dibujadas, yo añadiría el diálogo y los textos. Le comenté el plan y a él le pareció bien (…). Fue rápido. Fue bueno. Funcionó”.

Efectivamente, uno de los aciertos de Stan Lee como editor fue el crear un nuevo método de trabajo desde entonces conocido como “Método Marvel”. Nacido tanto de la necesidad como de la inspiración, permitió a los artistas alcanzar todo su potencial narrativo al hacer hincapié en los elementos visuales que constituyen el principal atractivo del medio.

Hasta el momento, la mayoría de los comic books se elaboraban a partir de guiones redactados por los escritores o editores de la casa. Las palabras venían primero y a menudo los artistas recibían instrucciones de cómo dividir la historia en páginas y el desglose de éstas en viñetas. A veces incluso se les proporcionaban páginas con viñetas y globos de diálogo en blanco ocupando el lugar “adecuado”. El trabajo del dibujante consistía en arreglárselas para rellenar los espacios en blanco.

Este sistema funcionaba en editoriales grandes con mucho personal y rígidamente compartimentadas. Pero Marvel distaba mucho de serlo. Stan Lee era casi el único escritor, editor y director artístico. La única forma de proporcionar directrices a los dibujantes era abandonar los guiones detallados. Además, cuando se contaba con el respaldo de artistas del talento y experiencia de Jack Kirby, uno podía confiar en que el
apartado gráfico quedaría bien resuelto incluso si sólo se aportaba una sinopsis. Eso fue lo que Lee le pasó a Kirby en el caso de “Fantastic Four” nº 1, un simple resumen. El resultado fue tan satisfactorio que ambos ya no cambiarían nunca esa dinámica. Poco a poco, Lee probó el mismo sistema con otros autores, y en poco más de un año todos los comics de la compañía ya eran realizados con el “Método Marvel.

Esta forma de trabajar otorgaba al dibujante una mayor libertad –y responsabilidad- sobre su trabajo. No sólo podía estructurar gráficamente la historia como mejor le pareciera, sino que tenía autonomía para introducir elementos que, a su vez, podían inspirar al guionista. Éste, además, podía adaptar sus historias a la capacidad y estilo del
dibujante (por ejemplo, haciendo hincapié en las escenas de diálogo o, por el contrario, despejando de palabras las páginas y dejando más espacio a la acción). Por supuesto, no se trataba de algo rígido y estricto y cuando el escritor tenía interés en recalcar algo, incorporar un detalle específico o conseguir un efecto concreto, se realizaba una sinopsis mucho más prolija. Pero normalmente Lee se limitaba a entregar unas líneas generales y una descripción de cómo quería resolver el número al final.

Pero, volviendo a la polémica, en una entrevista realizada a Jack Kirby por la revista Comics Journal en 1989, aquél calificó a la sinopsis de Stan Lee como “una completa mentira”, y su esposa, Roz Kirby, juró que nunca la había visto. Dijeran lo que dijeran, todo apunta a que, después de todo, aquel resumen era genuino. Los análisis han concluido que fue mecanografiada en la misma vieja Remington que Stan utilizaba para escribir todos sus otros guiones de comienzos de los sesenta.

Y, con todo, entre la defensa de Lee de la autenticidad del documento y la afirmación de Kirby de su falsedad, en realidad esa sinopsis no aclara gran cosa. Porque lo cierto es que en términos de originalidad y novedad, no se puede decir que los superhéroes Marvel hubieran nacido todavía. Cuanto más se estudian los comics de superhéroes más se da cuenta uno de que la mayoría de los primeros personajes de Marvel
no eran más que actualizaciones de reliquias del pasado. Casi todas se pueden rastrear hasta encontrar viejos personajes de comic book, tiras de prensa, revistas pulp, películas, programas de televisión, seriales radiofónicos o novelas de la literatura universal. ¿Importa realmente de quién fuera la idea de actualizar el concepto de una chica invisible, ya utilizado en la tira de prensa dibujada por Russell Stamm y titulada “Invisible Scarlet O´Neil”? ¿Y qué hay de meritorio en recuperar a la Antorcha Humana de Carl Burgos o reciclar al Plastic Man de la Edad de Oro bajo el nombre de Reed Richards? A simple vista no parece haber nada original, ni en cuanto a los poderes ni en la tipología del grupo (el listo, la chica, el gracioso y el fuerte).

Una vez que se asume este hecho, el resto es fácil de deducir. La auténtica innovación no residía en los propios personajes Marvel, sino en su verosimilitud, su sólida conexión con la realidad, sus defectos, sus dilemas románticos, su ética, su humor, su introspección, sus rápidos y coloquiales diálogos, su visión algo irónica de la vida del superhéroe… Esa fue la contribución de Stan Lee. Todos esos elementos se hallan ya en los guiones que escribió antes de los Cuatro Fantásticos. Ninguno de los personajes que Jack Kirby escribió antes de incorporarse a Marvel tenían rastro alguno de neurosis, culpabilidad o autoanálisis. Como
observó Gil Kane: “No fue hasta que Marvel comenzó a publicar superhéroes que las ventas empezaron a mejorar. Stan Lee intervenía mucho en la caracterización; era fresco e irreverente. Y eso era propio no de Jack, sino de Stan”.

Lee rechazó limitarse a copiar a la competencia e insistió en probar algo diferente. No quería crear personajes intercambiables y perfectos como los que invariablemente se podían ver en los tebeos de DC. La diferencia de temperamento y actitud que pudiera existir entre Batman y Flash aparte de sus trajes, por ejemplo, era mínima. Lee afirmó: “La caracterización es lo más importante en cualquier historia. Primero pensaba en
la clase de personaje que quería y después imaginaba qué clase de superpoder tendría”. En un género que hasta la fecha ponía el énfasis en la acción y los fuegos de artificio, semejante aproximación era revolucionaria.

La aportación de Kirby fue más obvia. Recogió a esos trillados héroes y les insufló una nueva vida en viñeta tras viñeta de acción incendiaria y arrolladora. Sus figuras pletóricas de energía y sus planos poco convencionales hacían que sus páginas no se parecieran en nada a lo que podía verse en un comic de Superman o de Batman.

Y desde el comienzo y hasta el final, ambos, Stan y Jack, Jack y Stan, realizaron sus personales aportaciones a los guiones de la colección. Así que, ¿quién fue el auténtico creador de los Cuatro Fantásticos? Pues los dos. Ninguno podría haberlo hecho sin la colaboración del otro. Sin duda, muchos detalles específicos permanecerán para siempre ocultos en el misterio y la polémica, pero detrás de la mitología, lo que sí podemos desentrañar es la inspiración y las motivaciones de ambos creadores.

Lee tenía treinta y ocho años en aquel momento y estaba desesperado por abandonar el mundo de los comics. Había entrado en la industria a los dieciocho pensando que sería tan solo un trabajo temporal, y ahí estaba, veinte años después, atascado en una atonía que le disgustaba profundamente. Marvel se había convertido en una compañía de segunda, sin ambiciones, y a él solo se le encargaban trabajos mediocres, copias de éxitos conseguidos por la competencia. Estaba condenado a ser siempre el segundo en todo.

Planeaba dar un giro a su vida profesional, dedicarse a escribir cualquier otra cosa que no fueran comics. A comienzos de los sesenta ya había dado algunos pasos en ese sentido dentro
del campo del humor. Lee afirmó que iba a presentar su dimisión a Martin Goodman el mismo día en que éste le dio el encargo de los Cuatro Fantásticos, aunque este tipo de dramatismo es típico de Lee (recordemos lo que solía decir: “No puedes esperar que alguien que vive en un mundo de superhéroes, mutantes y monstruos se preocupe demasiado de la pura autenticidad”). Así, según contó, aparcó la renuncia y aceptó el encargo. Aquella noche, su esposa Joan lo convenció para continuar: “Si estás pensando en dejarlo de todos modos, ¿por qué no haces un par de números como tú crees que deberían hacerse y te lo quitas de encima antes de renunciar de verdad?”.

Siendo honesto, hay que decir que si Lee hubiera dimitido, lo único que quedaría de él sería una nota al pie sin importancia en la Historia de los Comics. En cambio, la carrera de Jack Kirby previa a los Cuatro Fantásticos era todo lo contrario. Había revolucionado la industria ya dos veces. Con el “Capitán América” enseñó a sus compañeros de profesión cómo debían dibujarse los comics de acción. Más tarde, cuando los superhéroes pasaron de moda y sólo DC siguió publicándolos, Kirby y Joe Simon revitalizaron la industria inventando los comics románticos.

A diferencia de Lee, Kirby no veía los comics como un mero escalón dentro de una carrera artística con miras más elevadas. Los comics eran su vida. Mientras que para Lee los Cuatro
Fantásticos iba a ser el punto final a su trayectoria dentro de los comics, Kirby, que entonces tenía 44 años, luchaba con desesperación para salvar su profesión de la extinción. Y fue en buena medida su energía lo que dotó a los Cuatro Fantásticos de un espíritu único.

Años después, Kirby detallaría los factores que influenciaron su aportación a la serie. Según dijo, la idea de que los FF fueran bombardeados con rayos cósmicos vino de algo que había leído acerca del entonces naciente programa espacial: “Estaban preocupados sobre el efecto que el cinturón de radiación de Van Allen podría tener sobre los astronautas”, dijo Kirby. “Al final resultó que la radiación se podía bloquear fácilmente, pero durante un tiempo todo el mundo anduvo preocupado con eso”. También afirmó que en los FF primitivos había bastante de las historias de monstruos que él y Stan habían estado produciendo a granel los años anteriores, algo que se ve fácilmente por el número de criaturas grotescas que aparecen en los primeros episodios.

En cuanto a Stan Lee, su aportación a los FF vino condicionada por dos factores: los acontecimientos del 12 de abril de 1961; y un viejo héroe de las revistas pulp. De acuerdo con Stan, “Doc Savage y su variopinto equipo bien podrían ser considerados los progenitores de los Cuatro Fantásticos y muchos otros grupos de superhéroes”.

Durante su adolescencia, Lee fue un ávido lector de pulps. Doc Savage estaba entre sus favoritos y ello se puede ver claramente en los primitivos FF. Para empezar, los parecidos de Reed Richards con Savage son indudables. Éste fue un detective-científico de los años treinta que encabezaba un equipo de colaboradores a menudo enfrentados los unos con los otros. Su cuartel general ocupaba el piso superior de un rascacielos de Nueva York. El edificio tenía un ascensor privado y un hangar en el que se guardaban todo tipo de pintorescos vehículos y aeronaves especiales. Savage financiaba sus misiones con las patentes de sus muchos inventos y uno de sus enemigos vivía bajo la corteza terrestre. ¿No resulta todo esto familiar?

Por otra parte, ya lo apunté, el 12 de abril de 1961 fue el día en el que Yuri Gagarin, el primer cosmonauta de la Unión Soviética, fue lanzado al espacio. Este hito tuvo un profundo efecto emocional en Lee, cuya ideología era marcadamente anticomunista. Él mismo admitió en una
entrevista que Gagarin, aunque a nivel inconsciente, estuvo tras el viaje espacial que dio origen a los FF.

Así, nos encontramos con que Kirby pensaba en radiación y monstruos; Lee en los rusos en el espacio y Doc Savage. Los dos se juntaron, mezclaron sus ideas para una serie, Lee escribió una sinopsis de dos páginas para el primer número.. y, así nació la primera familia de superhéroes.

Los Cuatro Fantásticos también tenían raíces en otros elementos. Los libros de humor de Lee se hallaban en la base de muchos de los diálogos de la serie. Los comics románticos de Kirby le dieron a la serie su motor emocional y los superhéroes de la Edad de Oro proporcionaron los moldes para los personajes de Reed, Sue y Johnny. Esta rica mezcla de ingredientes destilados de diferentes géneros en una extraña y caótica mezcla, dio como resultado un nuevo Universo cuya influencia permeó a todos los comics de superhéroes que se hicieron desde entonces.

El encargo de Goodman para crear un equipo en lugar de un personaje individual fue la clave del éxito. Al incluir cuatro héroes completamente diferentes, el editor no lo apostaba todo a la popularidad de uno solo de ellos. Ciertamente, no es que Stan Lee tuviera las mismas cartas para jugar que DC. En primer lugar, el fracaso de “Dr.Droom” aconsejaba no volver a intentarlo con un héroe
individual. El concepto de equipo, en cambio, ofrecía más posibilidades a la hora de la caracterización. Marvel carecía hasta la fecha de héroes en su catálogo, por lo que, a diferencia de la Liga de la Justicia de América, no podían recurrir a personajes ya existentes y de eficiencia probada en sus propias series para reunirlos ocasionalmente y combatir alguna amenaza –lo que más adelante, en 1963, sí haría Lee con Los Vengadores-. Era necesario empezar de cero con superhéroes que no tendrían vida individual más allá de la propia colección.

Ya sabían que se trataría de un equipo. Pero, ¿de cuántos miembros debía constar? Como querían que uno de ellos fuera una mujer, necesitaban al menos tres protagonistas masculinos. Según Stan: “El tener un solo personaje masculino podría haber convertido fácilmente la serie en un drama romántico, mientras que dos hombres habrían constituido un triángulo romántico demasiado previsible. Cinco o más personajes habrían sido demasiados para que los lectores pudieran seguirlos a todos, especialmente si eran totalmente nuevos. Pero en cuanto fijamos el número en cuatro, todo encajó, incluyendo el nombre: Fantastic Four”. Se ha dicho que Stan bautizó al cuarteto originalmente como “Los Cuatro Fabulosos” (“Fabulous Four”), pero que Goodman lo cambió. Martin pensaba que había ciertas palabras que inducían subliminalmente a los niños a comprar comics; “fantástico” era una de ellas.

(Continúa en la siguiente entrada)

1 comentario:

  1. Para pensar sobre el tema: https://elcritiquitas.blogspot.com/2016/11/basura-espacial-los-protocuatro.html

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