A comienzos de los años 80 del pasado siglo, muchos autores empezaron a encontrar nuevas oportunidades de mostrar su trabajo gracias a jóvenes editoriales que distribuían sus comics exclusivamente a través del Mercado Directo, esto es, librerías especializadas. Pocos estaban mejor situados para entrar en ese circuito que las compañías que controlaban la distribución. Y en 1981, fueron dos distribuidoras las que se aventuraron en el mundo de la edición. Una fue Pacific Comics, fundada por los hermanos Bill y Steve Schanes, con base en California. Y la otra fue Capital Comics, de Madison (Wisconsin), emanada de Capital City Distribution y dirigida por el editor Richard Bruning.
Los dueños de Capital, Milton Griepp y John Davis, querían debutar en el mercado con un comic de superhéroes y aquel año lanzaron su primera publicación, en formato revista, con 36 páginas en blanco y negro y firmada por un guionista y un dibujante completamente desconocidos residentes también en Madison. Aquel comic tenía todas las papeletas para fenecer al poco de ver la luz. Sin embargo, su extraña historia, la profundidad de su personaje y la calidad de su arte, le hicieron inmediato merecedor de un grupo de aficionados incondicionales, entre los que se encontraban no solo lectores sino críticos y otros profesionales.
Mike Baron estaba entonces trabajando a tiempo completo para una agencia de seguros, tratando a la vez de meter cabeza en el mundo de la prensa y dibujando comics en sus ratos libres. A través de un viejo amigo, editor de una publicación local, conoció a Steve Rude, que apenas había superado los veinte años y hacía tiras de comic para un periódico de estudiantes. Tras ver la calidad de su trabajo, Baron dejó de intentar abrirse paso como artista y se centró en los guiones.
Ambos congeniaron inmediatamente y en 1979 empezaron a colaborar. Rude se pasó parte del verano de ese año viajando a Nueva York para entrevistarse con los editores de “Heavy Metal”, la revista de comic fantacientífico adulto más de moda de aquel momento, mostrarles su trabajo y preguntarles qué buscaban. Le dijeron que historias cortas de una o dos páginas con las que rellenar cada mes su revista. Los dos jóvenes se pusieron manos a la obra y crearon “Yip Yap Tales”, pero nunca llegaron a publicarlo. A continuación, hicieron “Enciclopedias”, una sátira de CF en cuatro partes sobre un vendedor a domicilio en un mundo postapocalíptico. Aquel proyecto tampoco vio la luz… al menos en aquel momento porque una vez el futuro “Nexus” adquirió notoriedad, Pacific Comics contactó con ellos y les pidió material antiguo para publicar. “Enciclopedias” terminó así en las páginas de “Vanguard Illustrated” en 1983..
Cuando se enteraron de que Capital tenía la intención de entrar en el mundo de la publicación de superhéroes, Baron y Rude les presentaron doce páginas de un personaje, juez y verdugo galáctico, con el que, como veremos, trataron de alejarse del estereotipo de justiciero al estilo de La Sombra o el Punisher. A los editores les gustó y así nació Nexus.
Nexus es el alias de Horatio Hellpop, un joven con superpoderes del siglo XXIV que vive en Ylum, una de las lunas del planeta Marlis. Allí, acoge refugiados provenientes de toda la galaxia. Para ellos, es el Liberador; otros, en cambio, lo consideran un enigma del que desconfiar o al que temer. Y es que Nexus sale de su hogar periódicamente para buscar y ejecutar a asesinos en masa en cualquier planeta en el que actúen o se escondan. Esto le convierte, a ojos de muchos, en un vigilante, una especie de Punisher espacial.
Pero en realidad, lo que muy pocos saben es que sus actos están motivados por la pura autodefensa: si no sale en busca de esos criminales cuyas atrocidades le acosan en sueños, el tormento empieza a ser físico, sufriendo el mismo dolor que las víctimas de aquéllos. De empeorar la situación, podría llegar a morir. El único remedio es sumergirse en un gran tanque con líquido regenerador y paredes transparentes y, al salir, encontrar al criminal que puebla sus pesadillas y matarlo. La primera vez que lo vemos, cuando sale del tanque ordena que se prepare su nave para ir al planeta Konstantinow, donde ejecuta a un tirano responsable de un genocidio en la Tierra años atrás.
Pero, ¿quién es realmente Nexus? ¿Y por qué hace esto? Su origen se narraría en el segundo y tercer números. El padre de Horatio, el general Theodore Hellpop, había sido el gobernador militar del planeta Radic, un puesto fronterizo del tiránico imperio Sov. Cuando se produjo una insurrección de ciudadanos sedientos de libertad que sus tropas no podían sofocar, recibió órdenes de destruir el planeta antes que permitir que la sedición se extendiera a otros mundos. Hellpop obedeció pero, torturado, optó por no regresar al Imperio y exiliarse con Marlis, su embarazada esposa, en la lejana Ylum, una luna desierta aunque con amplias instalaciones subterráneas dejadas atrás por una civilización alienígena desconocida y extinta.
El parto de Horatio fue difícil y no había asistencia médica a mano. El niño nació aparentemente muerto pero una misteriosa voz le ordenó a Theodore introducir al bebé en el tanque regenerador, que con el paso de los años sería el único remedio a las fuertes migrañas que sufriría el joven después de que su madre desapareciera extraviada por los laberínticos subterráneos de la ciudad y muriera de inanición antes de ser hallada.
El joven crece y acaba descubriendo el atroz crimen perpetrado por su padre años atrás. Lo mata (no sin antes asegurarle “Te quiero, padre”) y adopta el nombre y uniforme de Nexus, perseguidor y verdugo de todos los responsables de crímenes de guerra que se le aparecen en unos sueños inspirados por una entidad alienígena que es, además, la que le otorga sus poderes.
Su reputación crece rápidamente por toda la galaxia. Pero no solo como justiciero implacable sino como benefactor: ofrece refugio incondicional en Ylum (juego de palabras en inglés: “As-Ylum = Asilo) a las víctimas de los criminales que ejecuta. No teniendo ningún interés en amasar poder, ejercerlo para beneficio personal ni bañarse en la admiración de las masas (de hecho, rara vez sale de sus estancias en los niveles más profundos, donde se encuentra el tanque regenerador y los restos arqueológicos que se dedica a estudiar con pasión), deja la administración de los asuntos económicos y políticos de Ylum en manos de sus dos colaboradores y consejeros más leales: Dave y Tyrone, que no tardan en establecer una república muy influyente en el panorama político de la galaxia.
A partir de aquí, “Nexus”, en lugar de centrar su foco en un solo protagonista, el héroe titular, se convierte en una serie coral que entrelaza las vidas de varios personajes con subtramas concebidas para desarrollarse a largo plazo. El principal de todos ellos, claro, es Horatio, que cumple con diligencia la misión que se le ha encomendado pero que también considera la misma una carga de la que intenta librarse no siempre con los mejores resultados.
El fenómeno de Ylum alcanza tal escala que Sundra Peale, una joven y atractiva periodista, llega allí con el propósito oficial de reunir información para un artículo sobre Nexus recopilando testimonios de los residentes ya que inicialmente le resulta difícil acceder al esquivo Horatio. El pasado de Sundra no está libre de rincones oscuros: huyó de su familia para unirse al ejército y trabajar como espía. Su fachada de reportera no es más que una añagaza para infiltrarse en Ylum y desvelar sus secretos. Sin embargo, se enamora del lugar y de su ídolo, Horatio, y termina por renegar de su misión.
El sentimiento es mutuo y Horatio encuentra consuelo en el dulce y comprensivo carácter de Sundra tras reconocer ante ella sus sentimientos y confesarle el tormento que sufre. Ambos iniciarán una relación sentimental que, con el paso del tiempo, irá experimentando momentos mejores y peores, como cuando Sundra se marcha a Marte para diseñar naves en compañía de su nuevo romance lésbico, la felina Jil De Smoot.
La llegada de Sundra a Ylum antecede a la de otros muchos pintorescos personajes ya en los primeros episodios de la colección, como Judas Macabeo, alias el Martillo, ex gladiador, bon vivant y admirador y camarada incondicional de Nexus en sus misiones. Se nos cuenta también la historia de Dave, el padre de Judas, que creía haber perdido a su hijo y que, tras ser rescatado por Nexus de un horrible cautiverio, se convierte en su mano derecha, un sabio consejero que ha encontrado una filosofía pacífica para sobrellevar todo lo que la vida arroje contra él y que vela por la armonía de la comunidad de Ylum. Es la brújula moral de la serie y su situación y la de su hijo Judas se presenta como el reflejo positivo de la tragedia de Horatio y su progenitor.
También conocemos a Ursula XX Imada, espía insidiosa y seductora, que llega a Ylum rodeada de engaños para descubrir el secreto del poder de Nexus y detener a su ex agente, la traidora Sundra. Abusando de Horatio, tendrá dos hijas con él, aparentemente poseedoras de sus mismas habilidades. Otro personaje importante es Tyrone, que de refugiado pasa a ser el primer presidente de Ylum aprovechando una larga ausencia de Nexus. Su afiliación es un tanto ambigua, pasando del militante democrático que derroca a Horatio como líder absoluto su leal defensor en números posteriores.
Clonezone es un cocodrilo antropomorfo que actúa como comediante y cuyo –escaso- sentido del humor le causa no pocos problemas; Clausius es un perverso traficante de esclavos que captura a las "Cabezas" para usar sus poderes telequinéticos; Jacques el Yungue es su mano derecha, exluchador y némesis de Judas; Badger, un aventurero lunático del pasado de la Tierra, comparte una extraña aventura con Nexus y Judas en un mundo con forma de cuenco… También puede considerarse otro personaje, en fin, la propia Ylum, ese satélite de misterioso pasado en cuyo interior bullen poderosas fuerzas místicas y cuya superficie bulle de la vida que le otorga una población creciente y variopinta.
Pero, quizás más que todo esto, “Nexus” es la historia de Mike Baron y Steve Rude, dos jóvenes autores que, moviéndose al margen de las grandes editoriales y las modas imperantes, supieron aprovechar la libertad que ellos les brindaba para homenajear los comics de ciencia ficción de los años 50 y 60 a través de un universo propio cuyas reglas iban inventando sobre la marcha con la audacia de los principiantes. Juntos crearon una hermosa y extraña realidad que no respondía a las nociones preconcebidas que uno podría tener sobre una serie sobre un verdugo cósmico. Poco podían imaginar que estaban creando uno de los iconos más importantes del comic independiente norteamericano y cuya vida iba a extenderse más de cien episodios a lo largo de más de treinta años.
El tercer número de “Nexus” fue el último en aparecer con el formato de revista. Capital cambió al ordinario de comic book a color de 32 páginas durante otros seis números antes de retirarse del negocio. Sus personajes eran populares, pero no habían sabido ganar dinero con ellos. Así que, en 1984, le vendieron Nexus y otro personaje creado por Baron, “Badger”, a First Comics.
Y es que, en aquel punto, era todavía muy infrecuente que los artistas fueran propietarios de los derechos de sus creaciones. Baron y Rude eran jóvenes y necesitaban entrar en la industria. Capital Comics les brindó la oportunidad, pero no gratis: la compañía sería la dueña de Nexus. Ambos lo sabían, pero tampoco tenían muchas opciones y lo más importante para ellos era iniciar sus carreras profesionales. Tampoco podían imaginar el éxito y la larga vida que tendría este nuevo personaje.
En cualquier caso, el cambio a First –que mantuvo la numeración, a partir del nº 7- supuso una mejora tanto para los creadores como para su serie. Recibían regularmente sus cheques, el comic pasó a tener una cadencia mensual estable y el editor, Mike Gold –que también había sido uno de los fundadores de la editorial- les dejó trabajar con libertad. Esta estabilidad permite también una mayor exposición y los premios no tardan en llegar: Eisner, Kirby, Harvey…
Los primeros quince números de la serie no solo tienen el valor testimonial de una época de cambios en la industria del comic-book sino que son unos tebeos de gran calidad: inteligentes, entretenidos, transgresores y soberbiamente dibujados. Ya en su momento, la revista “Amazing Heroes” calificó a Nexus como “uno de los superhéroes más innovadores salidos del mundo alternativo”. “Nexus”, además de por su concepto, era también novedoso por otras razones. Por ejemplo, la dinámica creativa que siguieron Baron y Rude era muy peculiar. Baron era el escritor de los guiones, pero mientras que la mayoría de los guionistas de comic trabajan con un formato técnico (escribiendo a máquina y especificando las imágenes, planos y diálogos de cada viñeta, página tras página), él los dibujaba como si fuera el artista. Luego le llevaba este comic completo aunque tosco al apartamento de Rude para revisarlo juntos y hacer los cambios que estimaran convenientes.
Baron era, como dije al principio, un dibujante frustrado por no tener el talento suficiente como para hacerse un hueco en la industria, pero más allá de eso, prefería este método de elaboración de guiones al tradicional no solo porque se obligaba a pensar en términos visuales (imaginando todos los elementos de una escena y comprobando si la cantidad de texto era la adecuada en relación al dibujo) sino porque así podía comunicar con la máxima precisión al artista lo que tenía en mente. Años más tarde, cuando Nexus pasó a la editorial Dark Horse, simplificó su método de trabajo y, ahora sí, empezó a escribir los guiones a máquina.
Las innovaciones no se quedaron ahí. El número 3 de la etapa Capital incluyó un disco flexible de audio de 33 rpm (idea de Baron que pudo sacar adelante gracias a la bisoñez de los editores de Capital, a los que todo parecía bien) que podía ser reproducido en un tocadiscos ordinario y en el que los lectores escuchaban una banda sonora completa compuesta de música, efectos y voces.
(Continúa en la siguiente entrada)
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