(Viene de la entrada anterior)
El arco argumental que comprende los números 26 y 27 (marzo-abril 66) es otra historia básicamente mediocre que, sin embargo, sienta las bases para un nuevo cambio en la formación del grupo.
La aventura arranca siguiendo una fórmula que, aunque novedosa meses atrás, a base de repetirla sin variaciones y no saber desarrollarla más allá de su esquema inicial, estaba perdiendo su interés y cayendo en la repetición: la consabida trifulca entre los miembros del grupo. Tras explicar el Capitán América a sus compañeros el nuevo sistema seguro de comunicaciones que ha instalado Stark en la Mansión, estalla una nueva riña de chiquillos motivada por el comportamiento faltón y arrogante de Ojo de Halcón. Sigue la reprimenda del Capitán América y las ya aburridas amenazas de expulsión o abandono. Estos intercambios de pullas resultan cada vez más desagradables e inverosímiles para el lector. Si existe tanta tensión y animadversión entre ellos, ¿para qué seguir juntos? La Bruja Escarlata, a todo esto, sigue admirando en silencio al Capitán: “¡Soporta tanto… Para mantener unidos a los Vengadores! ¡Y nadie puede ayudarle! ¡Camina solo!”.
La acción enlaza entonces con lo recientemente narrado en el serial de Submariner que se publicaba en “Tales to Astonish”. Esta cabecera había dejado de serializar las aventuras del Hombre Gigante y la Avispa en el nº 69 (abril 65), donde ambos expresaban su intención de retirarse de la vida superheroica. Su lugar en la revista lo ocupó Namor –compartiendo espacio con Hulk, que por entonces tampoco tenía colección propia-. Pero Henry Pym y Janet van Dyne volvieron a la acción en los nº 77 y 78 (dic 65-enero 66), cuando ambos participan en una expedición científica de perforación submarina que causa daños a Atlantis y, como era de esperar, levanta la ira de Namor. Éste, controlado por el Amo de las Marionetas, termina nadando hacia Nueva York para sembrar el caos. Con la radio del barco en el que viajaban destrozada, sólo Janet, capaz de volar por sus propios medios, puede alertar a los Vengadores (grupo que ella y Pym habían abandonado, recordemos, en el nº 16 junto al resto de miembros fundadores).
Pero mientras hace un alto en el camino dejándose llevar por la corriente marina, es capturada por Attuma, el bárbaro atlanteano que había debutado como enemigo de Namor en “Cuatro Fantásticos” nº 33 (sept 64) y que desde entonces se había convertido en adversario de varios Vengadores por separado: el Hombre Gigante y la Avispa en “Tales to Astonish” nº 64 (nov.64) y Iron Man en “Tales of Suspense” nº 66 (junio 65). Attuma no la toma prisionera porque la reconozca como su antigua enemiga, ya que Janet no viste su uniforme y presenta su tamaño normal, sino porque la cree una espía enviada para sabotear su nuevo plan para destruir el mundo de la superficie: una máquina generadora de tsunamis.
El interior del submarino de Attuma tiene atmósfera gaseosa aunque baja en oxígeno y con elevada humedad (al parecer, se nos dice en el siguiente número, porque ello beneficia a la maquinaria). Esto hace que Janet necesite un casco para sobrevivir pero, una vez la dejan sola, contiene el aliento y reduce el tamaño, consiguiendo utilizar el sistema de comunicaciones de la nave para enviar un mensaje de emergencia a los Vengadores. Y eso es lo último que sabremos de ella hasta el número 28.
El Capitán, la Bruja Escarlata y Mercurio reciben el aviso, pero no consiguen contactar con Ojo de Halcón –que está de fiesta y ha perdido su anillo de comunicaciones-, le dejan un mensaje en la nueva máquina de Stark y parten al rescate en su jet. Éste es atrapado por Attuma mientras sobrevuela el océano y los tres Vengadores deben hacer frente a los secuaces atlanteanos del conquistador. Pero la pobre atmósfera en la que luchan se cobra su precio y todos caen derrotados.
La autoridad de Attuma sobre sus hombres se basa exclusivamente en su fuerza y habilidad guerrera y cuando empieza a oir murmurar a sus hombres que su victoria sólo ha sido posible por la asfixia de sus adversarios, los libera, les proporciona cascos respiradores y los reta. Los tres Vengadores apenas consiguen mantener el tipo hasta que la Bruja Escarlata lanza un hechizo que rompe los mamparos, inundando el recinto, lo que solo le da a Attuma mayor ventaja.
Mientras tanto, Ojo de Halcón vuelve a la Mansión de los Vengadores pero no puede acceder al mensaje que le dejó el Capitán América porque cuando éste explicó el funcionamiento de la máquina no prestaba atención a la clave personal que debía introducir. Pero lo que sí recuerda es que cuenta con otra de las invenciones maravillosas de Stark, el Inductor Subliminal de Memoria, que le permitirá recuperar de su cerebro los detalles necesarios. Mientras se sienta en el artefacto y se sume en un coma profundo, un misterioso villano le observa.
Pues bien, al comienzo del nº 27 se descubre que ese enemigo en la sombra es nada menos que el Escarabajo, un villano de tercera categoría que se había visto las caras antes con la Antorcha Humana y Spiderman. Fue sin lugar a dudas uno de los personajes más estrafalarios de la Marvel de esa época. Su inverosímil uniforme fue diseñado por Carl Burgos (el creador de la Antorcha Humana original) para “Strange Tales” nº 123 (agosto 64), el título que combinaba los seriales de la Antorcha Humana y el Doctor Extraño. Allí, el inventor desencantado Abner Jenkins se fabricaba, con el fin de iniciarse en el mundo criminal, un traje de combate dotado de unas alas metálicas que le permitían volar y unos guantes de succión. Hasta los niños de diez años se daban cuenta de que era un villano ridículo, pero, a pesar de ello, Stan Lee lo volvió a utilizar en “Amazing Spider-Man” nº 21 (feb. 65) y de nuevo en este número de “Los Vengadores”.
El caso es que Ojo de Halcón, recién salido de su coma de diez segundos, acaba reduciendo fácilmente a su adversario con una flecha boleadora seguida de una de gas. A estas alturas es justo preguntarse si Stark no debería prestar menos atención a la confidencialidad de los mensajes y más a mejorar los sistemas antiintrusos de la Mansión, habida cuenta de las continuas irrupciones de villanos no particularmente hábiles.
Por fin, Ojo de Halcón escucha el mensaje y parte al rescate. Este es uno de esos momentos que ponen de manifiesto los problemas inherentes al Método Marvel de hacer cómics. Dado que los Vengadores restantes se habían llevado el jet, ¿cómo iba a llegar Ojo de Halcón al lugar, en mitad del océano, donde se encontraban sus compañeros? Don Heck era el responsable desarrollar la historia a partir de una premisa e ideas sueltas proporcionadas por Stan Lee, pero no era un guionista y a menudo se notaba que perdía el hilo de las cosas. Cuando las páginas ya dibujadas llegaron a Lee para que insertara los textos, debió encontrarse con que Ojo de Halcón no sólo sabía pilotar –habilidad que en ningún momento se le había visto aprender- sino que estaba a los mandos de otro jet. Lo primero no podía explicarse fácilmente y para lo segundo insertó una frase en la que se aclaraba que el avión había sido prestado por los Cuatro Fantásticos. Una solución sacada de la chistera para tapar un agujero de guion que Heck podría haber evitado incluyendo tan solo un par de viñetas en las que se viera a Ojo de Halcón solicitando auxilio a los Fantásticos.
Mientras tanto, Attuma sigue apaleando al Capitán América, la Bruja Escarlata y Mercurio. Él está en su elemento mientras que los Vengadores no se desenvuelven bien en el agua y su suministro de aire es limitado. Para colmo, la máquina de tsunamis está empezando a causar graves problemas. Afortunadamente, Ojo de Halcón llega a tiempo en ese jet-submarino que parece sacado de los Thunderbirds y rescata a un Mercurio a punto de quedarse sin oxígeno, esquiva a otro submarino de Attuma y se libra de los tentáculos de un pulpo gigante.
Toda esta ridícula peripecia termina cuando la Bruja Escarlata y el Capitán consiguen destruir la máquina y submarino de Attuma y, ya reunidos con Mercurio y Ojo de Halcón, escapan del desastre. Pero, ¡alto! ¿no se olvidan de algo? Pues sí, del motivo original por el que acudieron allí: la Avispa. Todo parece indicar que esto fue otro olvido de Heck que hubo de solucionar Lee insertando un par de líneas improvisadas de guion en una viñeta que no parecía destinada a ello: “¡Eh…Un momento! ¿Y la Avispa? ¿No nos envió ella el mensaje?”, pregunta Ojo de Halcón mientras todos suben al sumergible en el que se disponen a huir; a lo que Mercurio responde: “¡Antes la busqué a toda velocidad! ¡No había ni rastro de ella! ¡Debió de escapar antes de que llegáramos!”. Y el Capitán, que como líder debería haberse asegurado de ello, se limita a expresar un deseo: “¡Ojalá sea ésa la razón de que no la encontremos!”.
Y otro olvido más del dibujante: cuando los Vengadores regresan a la Mansión en la penúltima viñeta, el Escarabajo ya no está. Se ha escapado, dice el texto que Lee le atribuye a Ojo de Halcón. Pero entonces, ¿para qué incluirlo en toda esta historia si no iba a desempeñar más papel que el de ser vergonzosamente vencido por el Vengador más débil de todos? Entonces, la alarma suena: un mensaje está llegando y la Bruja Escarlata tiene la intuición de que está relacionado con la Avispa. Y está en lo cierto. Pero eso lo veremos en el siguiente episodio.
Hay poco que salvar de estos dos capítulos realizados con evidente apresuramiento. Attuma era uno de esos villanos genéricos del Universo Marvel, un bruto megalomaniaco que fracasaba vez tras vez en sus intentos de conquistar el mundo y acabar con Namor por considerarlo indigno del trono de Atlantis. Pero a pesar de ese estatus de segundón, aquí al menos el guion deja claro que es mucho más poderoso que esta alineación de los Vengadores, que en los diversos enfrentamientos con él sólo aspiran a sobrevivir y frustrar sus planes. Desde los años 60 a 80, Marvel tuvo la virtud de saber mostrar una auténtica debilidad en sus superhéroes sin temer enfrentarse a la ira de unos aficionados modernos acostumbrados a la eficacia de un Lobezno, por ejemplo.
Ya fuera haciendo de necesidad virtud o porque realmente quería recuperar a la Avispa del olvido en el que se la había dejado durante buena parte de la aventura anterior (y del que trata de despistar al lector insertando una nota al pie asegurando que la vimos escapar del submarino de Atuma en el episodio precedente, cosa que no era verdad), Lee utiliza a la Vengadora fundadora para poner en marcha una nueva renovación en la alineación del grupo, recuperándola no sólo a ella sino a su compañero, Henry Pym. Posiblemente, hubiera otra razón para ello.
Y es que el número de superhéroes Marvel con potencial crecía continuamente en estos años fundacionales del Universo de la editorial pero, debido a las limitaciones contractuales con la distribuidora –algo de lo que ya hablé en la serie de artículos dedicados a los Cuatro Fantásticos de los años 60- Lee no podía darles colecciones propias y se veía obligado a encontrar espacio para ellos en antologías como “Tales to Astonish”, “Tales of Suspense” o “Strange Tales”, combinando seriales de varios de ellos. Como ya dije, Submariner sustituyó al Hombre Gigante y la Avispa en la primera de esas cabeceras por lo que se quedaron sin hogar. Eran personajes demasiado buenos para guardarlos indefinidamente en un cajón y probablemente Lee decidió mantenerlos en activo reintegrándolos en los Vengadores. Un cambio que llegó en el momento justo porque ya eran necesarios ajustes en la dinámica entre los cuatro Vengadores en servicio, la cual, ya lo mencioné, había entrado en un bucle poco estimulante.
Así, en el nº 28 (mayo 66), titulado “¡Entre Nosotros Camina… Un Goliat!”, la acción comienza donde terminó el episodio anterior: con un mensaje captado desde la Mansión. Se trata de Henry Pym, que dice que la Avispa escapó del submarino de Attuma, llegó a la Mansión de los Vengadores y contactó con él para avisarle de que se reunirían a bordo del barco científico que comenté. Sin embargo, Janet nunca llegó y Pym les pide a los Vengadores que lo recojan. Pero para que le hagan caso, ha de revelar al grupo que él, Hank Pym, es en realidad el Hombre Gigante y, por tanto, un Vengador como ellos (recordemos que las identidades secretas de sus miembros fundadores nunca se habían revelado al resto).
Ojo de Halcon lo recoge y lo lleva con el resto de sus compañeros, que piden pruebas de que es quien dice ser. Para ello, debe cambiar de tamaño. Una exigencia un tanto desconcertante para el lector asiduo de Marvel, ya que en el serial del Hombre Gigante y la Avispa en “Tales to Astonish” había quedado bastante claro que la identidad secreta de Pym no era tal. De hecho, en uno de esos números, el club de fans del Hombre Gigante visitaba el laboratorio de Pym y éste los recibía sin uniforme ni máscara.
Pym confiesa que una de las razones por las que abandonó los Vengadores fue porque sus continuas transformaciones estaban teniendo un efecto perjudicial sobre su cuerpo. Sin embargo, estando la vida de la Avispa en juego, se arriesga una vez más vestido con un nuevo traje que la Bruja Escarlata –muy convenientemente- ha confeccionado para él utilizando tejido extensible que él dejó en la Mansión. Como ya se vio en el caso de la Avispa dos episodios atrás, ahora puede controlar mentalmente sus cambios –no necesita ya dispositivos cibernéticos ni pastillas- pero, eso sí, sólo puede aumentar de tamaño. Y, además, a “sólo” 8 metros y exactamente durante 15 minutos, ni más ni menos, ya que de otro modo el estrés al que sometería a su organismo sería excesivo. Así lo hace y los Vengadores, convencidos ya de su identidad, le bautizan “Goliat”.
Poco antes, han recibido una transmisión de un nuevo villano que se hace llamar El Coleccionista, en la que les dice que tiene prisionera a la Avispa, dándoles su localización para que acudan a rescatarla. Este individuo, como su propio nombre indica, se dedica a coleccionar todo tipo de cosas, humanos especiales incluidos. Teletransportó a la Avispa desde la Mansión de los Vengadores a su fortaleza como primer paso para atraer al resto y completar su colección de superhéroes.
Puede sonar excéntrico, pero con un nombre semejante, tal propósito es coherente. Lo que ya es ridículo es que se haya hecho con la ayuda del Escarabajo, al que mantiene esclavizado con una poción. ¿No fue capaz de procurarse los servicios forzados de ningún otro supervillano más competente? Todo apunta a que fue el intento de Lee de solucionar otro de sus gazapos producto de las prisas con las que trabajaban tanto él como Don Heck. Y es que, ya lo dije, en el número anterior el Escarabajo aparecía de la nada en la Mansión y luego desaparecía sin explicación alguna. Ahora, aunque no se llega a explicitar, el lector podía imaginarse que la intención del villano había sido capturar a Ojo de Halcón para la colección de su amo y que fue éste quien le rescató tras haber sido capturado por el arquero.
Hay otro agujero más de guion: ¿qué necesidad tenía el Coleccionista de atraer a los Vengadores a su cubil utilizando a una rehén cuando había sido perfectamente capaz de teleportar a ésta directamente desde la Mansión? En apariciones posteriores, lo veríamos hacer exactamente eso. El lector riguroso con la coherencia puede pensar que quizá su equipo teleportador era todavía experimental y sólo podía utilizarlo con seres de reducidas dimensiones (suponiendo que la Avispa estaba en su tamaño insecto). Aunque eso deja sin explicar cómo entonces rescató al Escarabajo…
Los Vengadores y Goliat llegan a la base secreta del Coleccionista y son capturados gracias a un gas somnífero. El villano no reconoce el nuevo uniforme que viste Pym y se enfurece porque quería al Hombre Gigante para completar el lote (por alguna razón no explicada, considera imprescindibles al Hombre Gigante y la Avispa para su colección pero no a Thor o Iron Man). Goliath se libera fácilmente aumentando su tamaño y rompiendo las cadenas que lo aprisionan a él y al resto de los Vengadores. Durante quince minutos, conservará esas dimensiones lo cual le crea problemas a la hora de moverse por las instalaciones del villano. Los otros le dejan atrás para buscar a la Avispa y el Escarabajo, increíblemente, detiene al Capitán, la Bruja Escarlata y Ojo de Halcón.
Tras el predecible combate y el clímax en el que todo parece perdido, los héroes recuperan a la Avispa, aunque el Coleccionista y el Escarabajo huyen haciendo uso de uno de los artefactos transportadores del primero. Siguiendo el ejemplo de Hank, la Avispa revela su identidad al resto de los Vengadores. Todo parece haber salido bien, pero cuando Goliat intenta regresar a su tamaño ordinario, descubre que ha superado los quince minutos y se desploma en estado de coma justo cuando se da cuenta de que ha quedado atrapado para siempre en un cuerpo con el que no podrá relacionarse normalmente con el resto de la Humanidad.
La relevancia de este número 28 reside en el regreso de dos de los miembros fundadores, la presentación de la nueva identidad de Pym (la tercera tras el Hombre Hormiga y el Hombre Gigante) y la revelación de que sus cambios de tamaño se cobran un alto precio sobre su cuerpo, pero también sobre su mente, algo que condicionará mucho su evolución futura como personaje. Su inclusión en la historia cambia inmediatamente el equilibrio existente y en lugar de tener la habitual discusión entre sus miembros, el desencuentro entre el Capitán y un ahora menos desafiante Ojo de Halcón se resuelve en sólo dos viñetas.
Stan Lee no pierde mucho tiempo en preliminares y todo transcurre a una velocidad de vértigo. De hecho, el villano principal, el Coleccionista, se presenta ya en la página 3. Este su debut en el Universo Marvel no es particularmente brillante ni hace augurar la evolución que tendría en el futuro. De hecho, dados sus recursos y métodos, Lee bien podría haber recuperado a Inmortus para esta historia. Años más tarde, se revelaría que el Coleccionista era uno de los cuasiinmortales Primigenios del Universo que, para combatir el aburrimiento, se había dedicado a coleccionar rarezas por todo el cosmos.
En este episodio se le representa como un hombre avejentado, pero no se da pista alguna (porque a Stan Lee ni siquiera se le había ocurrido) de lo verdaderamente anciano que es. Se sugiere que a lo largo de una vida de longevidad normal ha ido recolectando todo tipo de antiguos objetos, aunque el uso que hace de una máquina portátil para viajar en el tiempo y escapar al final del episodio deja abierta la posibilidad a que también se haya desplazado en la corriente temporal para ampliar su colección. No obstante, el personaje, en manos de otros guionistas, iría por otros derroteros, estableciéndose que su origen estaba en el del mismo Universo y que había reunido su colección viajando de planeta en planeta y llevándose lo mejor que cada lugar tenía que ofrecer. Mucho más tarde, en la saga de Korvac, que transcurriría entre los números 167 a 177 de “Los Vengadores” (enero-noviembre 1978), se revelaría que su obsesión coleccionista obedecía a su deseo de preservar lo posible de un universo que, gracias a sus poderes precognitivos, sabía condenado.
En cuanto al otro villano, el Escarabajo, hay mucho menos que decir. Seguiría siendo el típico perdedor para números de relleno, se asociaría a grupos de supervillanos con la misma falta de éxito, cambiaría de armadura por una más digna y eficaz (en “Peter Parker, the Spectacular Spider-Man” nº 59, octubre 81) y terminaría por reformarse integrándose en los Thunderbolts, en 1997, bajo el nombre de Mach-1.
(Sigue en la siguiente entrada)
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