Fue en septiembre de 1963 cuando Stan Lee, por fin, pudo satisfacer el encargo que dos años antes le hiciera su editor, Martin Goodman, de crear un grupo de superhéroes que pudiera competir con la “Liga de la Justicia” de DC. En 1961, la compañía, sencillamente, no tenía héroes en su catálogo de los que disponer y, junto a Jack Kirby, Lee no tuvo otro remedio que presentar un grupo compuesto por completos desconocidos: “Los Cuatro Fantásticos” (noviembre 1961). Pero ahora, Marvel disponía ya de los suficientes personajes en su escudería como para reunirlos en un nuevo equipo. Sin embargo, la idea no llegó de la nada. Más bien fue una salida de emergencia. Y es que, aunque probablemente Los Vengadores hubieran acabado por aparecer en un momento u otro, tal y como fue la historia, su génesis se la deben a Daredevil.
La colección del abogado ciego llevaba gestándose unos meses, desde que Martin Goodman le encargara a Lee la apertura de una nueva cabecera con un héroe acrobático al estilo de Spiderman y que llevaría por nombre Daredevil. Dado que ni Kirby ni Ditko, entonces los dos pilares gráficos de Marvel, estaban disponibles, Lee recurrió a un viejo conocido, Bill Everett (creador de uno de los personajes más populares del comic de los cuarenta, Sub-Mariner, en 1939, para Marvel).
Pero los problemas aparecieron desde el primer momento al demostrarse la incapacidad de Everett para hacer frente a las fechas de entrega. Su trabajo en el departamento de publicidad de la empresa para la que trabajaba le ocupaba catorce horas diarias, al término de las cuales tenía que regresar a casa y dibujar el comic por la noche –y ello sin contar con su problema de alcoholismo-. Era sencillamente imposible que pudiera entregar a tiempo. El número uno sufrió un retraso de varios meses y seguía sin haber fecha clara de terminación.
En aquellos años, la editorial reservaba con mucha antelación el trabajo en la imprenta; si llegado el momento no estaba el material preparado, había que pagar igualmente por el tiempo ya comprometido. Esa era la razón por la que resultaba vital que el editor pudiera confiar en que los creativos cumplieran sus fechas de entrega. Así, aunque las páginas que entregó Everett eran muy interesantes, sus problemas para finalizar en los plazos marcados impidieron su continuidad regular en el medio. Tras ese primer número de “Daredevil”, pasaría un año antes de que Everett trabajara otra vez para Marvel.
De todas formas, algo bueno salió del caos editorial provocado por Everett. Dado que éste no iba a entregar a tiempo para la imprenta, a Marvel se le presentaba un “hueco” en su reserva de la misma. Stan aprovechó la circunstancia para dar forma rápidamente a aquella idea de un grupo equivalente a la Liga de la Justicia, reuniendo a los héroes más populares de Marvel en un solo título. Era una colección relativamente fácil y rápida de montar, ya que no era necesario presentar a los personajes puesto que todos ellos –villano incluido- habían aparecido ya previamente en otras series. Con la celeridad que les caracterizaba, Stan Lee, Jack Kirby y Dick Ayers crearon “Los Vengadores”, cuyo primer número salió a la venta con fecha de portada de septiembre de 1963 (el mismo mes, por cierto, que se lanzó “X-Men” nº 1). Así que, de haber entregado Bill Everett sus páginas a tiempo, ¿quién sabe? Puede que los Vengadores nunca hubieran existido…
Aunque el concepto base de los Vengadores nº 1 no fuera particularmente original (agrupar a todos los héroes de la compañía que no disfrutaban de título independiente), lo que Lee y Kirby podían haber tenido en mente para esa colección sí lo era. Considérese lo siguiente: en esta historia de debut se nos cuenta cómo Thor, Iron Man, el Hombre Gigante y la Avispa se reúnen para combatir a un Hulk que ellos creen es una amenaza. Tras muchas páginas de combates, Thor averigua que es su hermano Loki quien está detrás de todo el asunto. Cuando el malvado dios es derrotado y se aclara la situación, los héroes deciden reunirse oficialmente como Los Vengadores.
Bueno, hasta aquí la cosa no parece particularmente destacable. Pero, aunque ello suponga adelantarnos un poco en la historia del grupo, analicemos por un momento la cronología posterior: al final del número siguiente, Hulk renuncia cuando constata que sus compañeros no confían en él. En el número 3, se une a Sub-Mariner para luchar contra sus antiguos socios; y en el 4, el capitán Ameríca se incorpora a los Vengadores como sustituto de Hulk. Bien, ahora prestemos atención a esto: el mismo mes que Hulk se marcha de los Vengadores, en el nº 2, la Antorcha Humana combate contra un falso Capitán America en “Strange Tales” nº 114. Dos meses más tarde, el auténtico Capitán es encontrado por Los Vengadores sumido en un coma. ¿Coincidencia? Puede ser. Pero, ¿y si no fue así? ¿Lo tenían Lee y Kirby todo planeado desde el principio? ¿Incluyeron a Hulk en los Vengadores con la intención de que renunciara y le diera así una razón de ser al equipo, proporcionando además un tema recurrente a la colección? ¿Estaba planificado desde el comienzo el regreso del Capitán América? Si fuera así –y la planificación así parece sugerirlo-, entonces la importancia del primer número de “Los Vengadores” sería mayor de lo que podría suponerse en el desarrollo de Marvel, puesto que fue uno de los primeros ejemplos del tipo de crossover que se haría tan común en años posteriores.
Era el tipo de continuidad interconectada, de creación de universo compartido, que Lee había estado construyendo desde la creación de Los Cuatro Fantásticos. Unos personajes aparecían en las colecciones de otros, dejando claro que todos coexistían en la misma ciudad o en el mismo universo. En “Cuatro Fantásticos” nº 10 (marzo 63), por ejemplo, el cuarteto se había enfrentado a Hulk; en “Amazing Spiderman” nº 1 (marzo 63), el arácnido superhéroe solicita su ingreso en los 4F; y en el nº 16 de estos últimos (julio 63) aparecía el Hombre Hormiga como héroe invitado. A menudo, estos cruces respondían a estrategias editoriales: presentar a un nuevo personaje o darle un empujón a las ventas de su propia colección introduciéndolo como invitado en otra más popular. Pero, al hacerlo, se iba consolidando rápidamente lo que iba a conocerse como Universo Marvel. Y a los lectores les encantó. Las cartas que enviaban a la editorial pedían más cruces de ese tipo, más actuaciones conjuntas de los diferentes héroes. Pues bien, en vez de hacer que esas colaboraciones fueran algo puntual, ¿por qué no convertirlas en regulares creando un grupo de todos ellos? De ahí los Vengadores.
Como he dicho, el villano de este número inaugural es Loki, que, desterrado por sus maldades a la asgardiana Isla del Silencio, planea vengarse del responsable de su desgracia, su hermano Thor. Como hábil dios del engaño que es, decide utilizar un peón. ¿Y quién mejor que Hulk, que ya en 1963, estaba considerado una amenaza que había que detener? Su colección había desaparecido unos meses antes, en marzo, tras sólo seis números, y, por tanto y a diferencia de Spiderman o Los Cuatro Fantásticos, que sí disponían de título propio, Lee podía utilizarlo libremente sin enredarse en problemas de continuidad.
Utilizando sus poderes mentales para generar una ilusión, Loki engaña a Hulk para que a punto esté de provocar un accidente ferroviario. Y aquí es donde Lee recupera a otro personaje del entorno de Hulk: Rick Jones. Éste había fundado la Brigada Juvenil en el último número de la serie de aquél para ayudarlo a defender la Tierra del Amo del Metal. Su propósito original era crear una red nacional de jóvenes radioaficionados que avisara a los héroes de las actividades de villanos o situaciones de emergencia que requirieran de su ayuda.
Rick Jones activa la red para contactar con Los Cuatro Fantásticos (el único supergrupo de Marvel en ese momento) y pedirles que intervengan para detener a Hulk. Pero Loki, pensando que los Fantásticos pueden crearle un problema, desvía la señal para que la escuche Don Blake, alter ego de Thor. Éste se había convertido en el protagonista absoluto de la colección “Journey into Mystery”, una cabecera veterana de la casa (su primer número data de 1952), desde su número 83 (agosto 62). El aviso radiado llega también a oídos de El Hombre Hormiga (cuyas aventuras se contaban en “Tales to Astonish” desde su nº 35, sept 62) y su compañera la Avispa (presentada en el 44 de esa misma colección, junio 63). Y, por último, es captada también por otro héroe reciente, Iron Man, creado por Stan Lee y Don Heck en marzo de 1963 para el número 39 de “Tales of Suspense”.
El cuarteto se reúne, sigue la pista de Hulk hasta el circo donde se ha escondido como forzudo (sí, así de ridículos eran los guiones entonces) y empiezan las peleas. Mientras el Hombre Hormiga, la Avispa e Iron Man tratan de contener a Hulk, Thor, sospechando que su hermano está involucrado tras ver uno de sus característicos espejismos, se dirige a la Isla del Silencio, donde tras superar una serie de ilusiones y pruebas, captura a su hermano y lo lleva a la Tierra para que confiese su culpabilidad. Hulk es así exonerado de culpa y los cinco héroes juran reunirse de nuevo para luchar contra cualquier amenaza que se presente en el futuro.
Se trata de un número de origen dominado por las batallas que los fans querían ver. No hay nada malo con esta fórmula. Funcionaba en 1963 y sigue haciéndolo hoy. Cuando uno busca algo que le evada de la realidad, la acción y la fantasía siempre ha sido un buen remedio. No hay profundidad en la historia, tampoco demasiada coherencia o desarrollo de los personajes. Pero, repito, no era eso lo que los lectores de estos comics buscaban entonces. También, como era costumbre, es un comic muy cargado de textos (muchas veces ocupan la mitad del espacio de la viñeta) y a menudo innecesarios. Era el estilo de la época. Se consideraba que al lector había que darle lectura a cambio de su dinero y Stan Lee nunca anduvo corto de palabras.
Pero, sobre todo, poner a todos estos pesos pesados en un solo comic mensual (aunque hasta julio de 1964 tuviera cadencia bimensual) planteó nuevos desafíos para sus creadores. Por una parte, obligó a Stan Lee a dar a cada personaje un tratamiento diferenciado y coherente con sus propias colecciones; y a Jack Kirby, a encontrar la forma de coreografiar batallas en las que intervenían más personajes que en otras series.
Tanto o más que los miembros del grupo, llaman la atención las ausencias. Evidentemente, los Cuatro Fantásticos (que aquí hacen un cameo), ya contaban con serie propia. Los que se echan a faltar son, precisamente, los dos superhéroes que dibujaba Steve Ditko: Spiderman y el Doctor Extraño. Pueden aducirse razones lógicas para ello. El Hombre Araña, que había debutado en 1962, era un adolescente para el que Lee y Ditko habían creado rápidamente un mundo propio de ambiente urbano, casi “realista” (para los estándares del comic-book, claro) fuera del cual no parecía tener buen desarrollo. En cuanto al Doctor Extraño, era un recién llegado (su debut tuvo lugar en “Strange Tales” 110 (julio 63).
Pero más allá de estas consideraciones, lo cierto es que los personajes dibujados por Ditko tenían una estética y una atmósfera muy peculiares que mal acomodo tenían con el enérgico estilo gráfico y narrativo de Jack Kirby. Y, al fin y al cabo, era éste quien se iba a ocupar de “Los Vengadores”. Él era quien había dado forma gráfica a Thor y seguía dibujando –y escribiendo- sus aventuras en “Journey into Mystery”. También había creado a Hulk y dibujado los seis números de su cancelada colección. Por otra parte, había co-creado a Iron Man (junto a Don Heck) y Ant-Man. Kirby era, por tanto, la elección idónea para dibujar la nueva cabecera y lo más normal es que sus personajes fueran “los suyos”.
En el número 2 (noviembre 63) se aprecia lo eficaz y rápidamente que Lee y Kirby sabían poner al lector en situación. Desde la primera viñeta, se escenifica la tensión que existe entre Hulk y el resto de sus compañeros cuando ya en su primera reunión como grupo a punto están de llegar a las manos (“¿Es necesario que asistas a nuestras reuniones vestido de esa repulsiva manera, Hulk?”, le espeta un poco diplomático Thor al gigantón verde). Esa animadversión, más del resto hacia Hulk que a la inversa, será la que marcará el desenlace de la historia.
En la tercera página ya se presenta al villano, un hijo de las historias de suspense fantástico que hasta hacía poco tiempo habían constituido el grueso del catálogo Marvel: el Fantasma del Espacio, típico alienígena metamorfo que llega a la Tierra como avanzadilla de una posible invasión masiva. Su objetivo es encontrar y derrotar a los héroes más poderosos de la Tierra, los Vengadores. Si lo consigue, nada habrá ya que se interponga a la conquista.
Muchos comic-books de los sesenta empleaban abundantes páginas en mero relleno, desde romances que no iban a ninguna parte a explicaciones innecesarias de tal o cual detalle, pero Lee y Kirby van directos a la acción. El Fantasma Desconocido, que envía a otra dimensión llamada Limbo a uno u otro vengador antes de asumir su forma para confundir al resto, es un recurso muy conveniente para hacer que los héroes luchen entre sí en lugar de utilizar el manido malentendido. Y luchas las hay a montones, dibujadas con su característico dinamismo por Kirby (si bien el entintado de Paul Reinman es menos adecuado para sus lápices que el que le había aplicado Dick Ayers en el número anterior).
Como puntos flacos, hacer que Thor conjure casi instantáneamente la amenaza en la penúltima página resulta algo poco elaborado, como si Lee y Kirby se hubieran arrinconado a sí mismos con la historia y no supieran bien como resolverla. Por otra parte, que el Fantasma del Espacio utilice principalmente a Hulk para confundir a los héroes recuerda demasiado al episodio anterior, pero al menos aquí ese engaño tiene consecuencias, ya que el gigante esmeralda abandona el grupo al tomar conciencia de los verdaderos sentimientos de quienes creía sus compañeros: “¡Yo nunca sospeché lo mucho que todos me odiáis! ¡Lo se por cómo me combatistéis… Por cómo hablabais!”. Y, efectivamente, tal y como verbaliza la Avispa en la última viñeta, tenía razón: “¡Gracias al cielo que se marcha! ¡Me..me aterrorizaba!”.
En solo dos números, Lee había dejado claro que no pretendía hacer de Los Vengadores una Liga de la Justicia en la que reinara la armonía eterna entre sus miembros. De todas formas, lo cierto es que nadie sabía muy bien en Marvel qué hacer con Hulk. Lee así lo había demostrado en su propia colección y tampoco aquí parecía tener encaje más allá de generar continuos enfrentamientos con el resto del grupo, una dinámica poco sostenible a medio plazo.
Como detalles relevantes para la mitología del equipo, en este número 2, el Hombre Hormiga pasa a ser el Hombre Gigante, identidad que ya había asumido aquel mismo mes en “Tales to Astonish” nº 49 (noviembre 63). La forma de cambiar de tamaño, además, pasa de inhalación de gas a ingestión de pastillas. Es también la primera aparición –aunque de forma muy esquemática, poco más que una mesa y unas banquetas- de la mansión de Stark en Nueva York, que el grupo adoptará como base principal a partir de ese momento.
Otro detalle chocante es que la Avispa no está considerada, en este punto, un miembro de los Vengadores. No aparecía en el banner de las portadas de los números 1 y 2, junto al título; e Iron Man les dice a Thor y Hulk que no pueden empezar la reunión sin el Hombre Hormiga, pero no menciona a la Avispa. Esto es un sesgo claramente machista habida cuenta de que la heroína había desempeñado un papel relevante en ambas aventuras e incluso le dio nombre al grupo. Es posible que Lee y Kirby aún la consideraran más un sidekick de el Hombre Hormiga que un vengador de pleno derecho. En cualquier caso, es algo que se subsanaría a partir del número 3.
Un número este, en fin, que no ofrece una buena historia, pero que gracias a su ritmo y dibujo sí puede calificarse de entretenida, sobre todo gracias a los momentos de fricción personal entre los personajes. Éstos no actúan todavía como un verdadero equipo y no existe un líder. Pero eso no tardaría en cambiar.
(Continúa en la siguiente entrada)
Adoro tus análisis de la Edad de Plata de Marvel (algún día sabré tu opinion del Nick Fury de Jim Steranko). De los Vengadores, el número 1 me parece uno de los mejores de la década, tanto por los guiones de Lee, el dibujo de Kirby y las tintas de Ayers (de los mejores entintadores del Rey, junto con Chic Stone y Joe Sinnot). Desafortunadamente, los siguientes números no me parece que estuvieron a la altura (a excepción de la primera aparición del Hombre Maravilla). Creo que sería recién cuando Roy Thomas tomara los guiones cuando la colección se hizo de verdad interesante.
ResponderEliminarGracias como siempre por estas reseñas.
Gracias a tí por leerlas!! Con Los Vengadores, sólo en los 60, tengo para bastantes entradas... Pretendo que sea una guía de lectura de la colección. Me queda buen trabajo por delante!!!
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