12 jun 2021

1994 - CLANDESTINE - Alan Davis (1)


Alan Davis ha desarrollado toda su carrera -con desviaciones muy puntuales hacia la Ciencia Ficción y sobre todo en su etapa británica inicial-, en el género de los superhéroes. Y dentro de éste, ha destacado especialmente en colecciones de grupos, como los X-Men, Excalibur, los Outsiders, los Cuatro Fantásticos, La Legión de Superhéroes… o el que ahora nos ocupa: “ClanDestine”, cuyo debut tuvo lugar en el número 158 de “Marvel Comics Presents” (julio 94).

 

La creación de ClanDestine tuvo su origen en la frustración que Davis había ido acumulando en su última etapa como autor completo de “Excalibur” y de la cual ya hablé en otra entrada. Las presiones e interferencias de la editorial para integrar personajes y argumentos en la continuidad del Universo Marvel le llevaron a abandonar la serie y proponer otra protagonizada por un grupo completamente nuevo dentro del sello Marvel UK, que en ese momento y bajo la batuta de Paul Neary, viejo conocido y entintador habitual de Davis, estaba tratando de renacer.

 

Pero tras la explosión especulativa del comic-book de comienzos de los noventa, se produjo una implosión general que se llevó por delante los veinticinco títulos del catálogo de la rama británica de la compañía. Así que Davis hubo de reformular su concepto para integrarlo en el Universo Marvel tradicional, si bien mantuvo la localización del grupo en Inglaterra y la independencia respecto a la continuidad general de aquél.

 

Davis era perfectamente consciente de que en un género tan superpoblado como el de los superhéroes, era prácticamente imposible crear poderes o conceptos innovadores. Así que se concentró en dar auténtica vida a los personajes y sus interrelaciones. En primer lugar, decidió hacer de este grupo una familia, lo que hacía más fuertes sus lazos pero también las tensiones entre ellos. Y, en segundo lugar, pensó que estos superhumanos no utilizaran sus poderes para luchar contra el Mal sino en su propio beneficio –lo cual no implica necesariamente un uso criminal de los mismos- y sin revelar su existencia al mundo.

 

Los Destine son una familia muy amplia, pero glosaré brevemente a los más relevantes. Todos ellos son hijos de una sola persona, Adam que, aunque nació en 1168, parece tener tan sólo 35 años. Es inmortal e invulnerable y su edad le ha convertido en alguien distante emocionalmente tanto de sus hijos como de la Humanidad en general. Al comienzo de la colección, ha estado desaparecido durante quince años tras verse obligado a matar, por razones que sólo mucho más tarde se aclaran, a uno de sus hijos.

 

Rory y Pandora tienen doce años y son gemelos. Son, por tanto, los más jóvenes de la familia y sólo muy recientemente han descubierto sus poderes. Él tiene capacidades telekinéticas y ella emite descargas de pura energía. Están a cargo de Walter (a quien creen su tío) que, cuando se altera, se transforma en una especie de Hulk azul de aspecto demoniaco proclive a la ira y la violencia.

 

Samantha genera una especie de metal orgánico con el que puede protegerse en forma de armadura y crear objetos y armas diversos. Dominic tiene sentidos hiperdesarrollados. Albert es un monje budista recluido en un monasterio del Himalaya y que es capaz de sanar heridas incluso a distancia. Kay, apodada “Cuco”, es la mayor de todos y sus habilidades telepáticas le permiten transferir su mente a otros cuerpos. Newton (con un sospechoso parecido a Woody Allen) está dotado de una inteligencia excepcional y ha establecido su residencia en otro planeta. William reúne fuerza, agilidad e invulnerabilidad. Y Gracie, que nació en 1503 pero parece tener sólo 60 años de edad, combina telepatía y telekinesis.

 

En el primer episodio de la serie regular (octubre 94), se presentan en primer lugar Rory y Pandora que, al ser gemelos, han manifestado sus poderes a una temprana edad y no han dicho nada de ello a su tutor Walter. Creen que son mutantes y deciden combatir el crimen utilizando los alias de “Cruzado Escarlata” y “Duende”. Otros dos miembros de la familia, Florence y Maurice, son asesinados por unos grimosos individuos, que también intentan acabar con Kay, William y Samantha. La situación de amenaza que vive la familia impulsa a Adam, que se halla exiliado en el espacio anhelando la muerte, a pedirle a Silver Surfer que le lleve a la Tierra. Y allí, reunidos los supervivientes ante el peligro, Adam les cuenta a sus más jóvenes hijos la historia del clan que hasta ese momento ignoraban por completo.

 

Cronológicamente, todo comienzó, ya lo he mencionado, con Adam de Ravenscroft, nacido en el corazón de Inglaterra en el verano de 1168, cuando el país estaba bajo el yugo de los invasores normandos. Su juventud transcurre en un apacible entorno campesino hasta que a a los 16 años, sufre un accidente y queda empalado. Milagrosamente, se recupera tras experimentar un extraño sueño en el que se encuentra con una hermosa criatura no humana de formas femeninas. Se le conoció a partir de ese momento como Adam Destine.

 

En 1189, se une a la Tercera Cruzada. Su don le permite salir ileso de todas las batallas, convencido de que está protegido por el “ángel” que se le apareció en sueños. En 1191, es capturado por el caudillo musulmán Al Kadhdaab, que lo necesita para derrotar al brujo Sujanaa Min Raghbah, propietario de una enorme gema con poderes mágicos. En un sueño, el hechicero había visto el futuro en el que Adam lo mataría, una profecía que Kadhadhaab también conoce. El cruzado se dirige al palacio de Sujanaa pero éste consigue engañarlo y asesinarlo antes de volver su atención hacia la gema al sentir que hay algo vivo en su interior. Y así, libera de su prisión mística a Elalyth, una Djinn, la mujer que se le había aparecido en sueños tiempo atrás y que ahora se convierte en su amante. Con el paso de los siglos, ambos engendrarían a varios niños, todos dotados de grandes poderes y una extraordinaria longevidad.

 

Pasa el tiempo, cambia el mundo y las sociedades de los hombres. Y cada vez va siendo más difícil para estos seres de vidas tan largas vivir y desaparecer sin levantar sospechas entre los mortales ordinarios. Newton inventa el “Protocolo Extraños Parientes”, con el que crear nuevas identidades para todos ellos y así conservar el secreto sobre su auténtica naturaleza.

 

En el siglo XX, la familia sufre una tragedia que marcará profundamente las relaciones entre sus miembros: Adam se ve obligado a matar a uno de sus hijos, Vincent, después de que éste manifieste su maldad y destruya el hogar del clan. Dominic, que no puede perdonar a su padre por lo que considera un crimen infame, se convierte en ermitaño en una alejada isla. Elalyth regresa a su morada mística. Y Adam, que siente que ha traicionado a su amada, se exilia al espacio a bordo de un vehículo diseñado por Newton. Los más jóvenes del clan, Rory y Pandora, todavía bebés, son confiados a Walter, que les hace creer que es su tío, y Florence, que se presenta como su abuela. Conforme crecen, nada se les cuenta sobre el clan, hasta que los mencionados asesinatos les enfrentan con la asombrosa realidad.

 

La familia Destine se encuentra amenazada por dos grupos que buscan algo llamado “Gryphon”: por una parte, una monstruosa criatura llamada Lenz y sus “niños”, de apariencia humana pero que se transforman en seres igualmente grotescos cuando atacan a sus víctimas; por otra, los clónicos Omega del doctor Hywel Griffin. El objeto en sí es una invención que permite reconstruir genéticamente a un organismo independientemente de su edad. Lenz, un científico que fue mutado por la organización criminal IMA, la quiere para estabilizar a su progenie, que no suelen sobrevivir más de unos pocos días después de su nacimiento. Griffin, por su parte, es un albino que quiere aplicarse el artefacto sobre sí mismo. Los dos adversarios acosarán a los Destine para obtener el Griffon, que Rory y Pandora recogieron durante una de sus patrullas nocturnas sin saber de qué se trataba.

 

Los primeros ocho episodios que realizó Davis de esta colección (junto al puñado de páginas del “Marvel Comics Presents” son puro entretenimiento y apuntan a que la concibió tiempo atrás, antes de que la debacle de Marvel UK le obligara a reconducirlo hacia la división americana. Lo más llamativo de estos números no sólo es el talento que despliega Davis a la hora de conjugar sus vertientes de guionista y dibujante sino lo mucho que difería de lo que estaba haciéndose en el comic mainstream de superhéroes en ese momento, dominado por antihéroes, personajes violentos y atormentados y una estética hiperbólica. “ClanDestine”, por el contrario, transmite una irrestible frescura, ligereza, dinamismo y sentido de lo maravilloso gracias a esa fórmula tan clásica como difícil de ejecutar que Davis había demostrado dominar ya en “Excalibur”: aventura y dramatismo, colorido y emoción, imaginación desbordante, humor y gran atención a los personajes.

 

En “ClanDestine” no decae nunca ni el ritmo ni la imaginación. Al añadir elementos históricos, mitológicos y mágicos, Davis acerca la historia a la aventura fantástica y a ratos incluso hace olvidar que estamos ante un comic de superhéroes. Varios de los Destine tienen una apariencia que podríamos denominar monstruosa pero ello no les hace caer en la autocompasión, el victiismo o la perpetua amargura. Las relaciones que caracterizan la dinámica familiar son enérgicas, verosímiles y diversas en función de la personalidad de cada uno de los hermanos.

 

Aunque la idea de una familia de superhéroes no es nueva, sí lo es el enfoque que adopta Davis. Y es que, la familia no se escoge, perteneces a ella te gusten o no tus parientes, así que, de alguna forma, los Destine están condenados a entenderse, se gusten unos a otros o no. En este caso, además, los padres están ausentes y los hermanos, que tienen poderes y personalidades muy dispares, han tenido que educarse unos a otros a lo largo de los siglos. Parece que se pasan el tiempo discutiendo entre ellos, a veces por insignificancias o antiguas rencillas –y no son pocas habida cuenta de que su edad se cuenta por siglos-; y otras veces por razones verdaderamente importantes, reprochándose tragedias del pasado o manifestando resentimientos: la muerte de Vincent; la ignorancia de los gemelos respecto a su herencia genética; el distanciamiento emocional que la inmortalidad ha impuesto sobre Adam; los escasos escrúpulos éticos de Kay; la sobreprotección de Walter hacia los gemelos…

 

Davis arranca la historia en un punto en el que toda la dinámica familiar es puesta patas arriba por una decisión errónea: tratando de proteger a Rory y Pandora, Walter les ha ocultado la auténtica naturaleza de la familia de la que forman parte, así que cuando aquéllos descubren en secreto sus poderes, ¿qué van a hacer unos adolescentes aficionados a los comics sino sentir que su obligación es luchar contra el crimen? Esa decisión va a arrastrar a sus hermanos mayores fuera de las cómodas vidas que habían llevado utilizando discretamente sus capacidades en su propio beneficio y poniendo en peligro la segura clandestinidad en la que llevaban siglos asentados.

 

Al retratar a la familia Destine como –en su mayor parte- gente decente que tratará de hacer lo correcto pero que no está interesada en convertirse en superhéroes luchadores contra el crimen, Davis los presenta como antihéroes creíbles. Y aunque los poderes no son particularmente originales, sí lo es el subrayar los inconvenientes que generan, como es el caso de Dominic, cuyos supersentidos le abruman hasta tal punto que puede desmayarse por el subidón que le produce morder una barra de chocolate, y que necesita aislarse periódicamente en una cámara de privación sensorial. O Walter, cuya fuerza e invulnerabilidad vienen aparejadas a una transformación en bestia azul de la que tarda días en revertir.

 

Toda esta capa de humanidad en forma de interacciones familiares junto a una considerable dosis de comedia ligera, alivia el drama (hay muertes y más violencia de lo que puede parecer), equilibra la por otra parte muy abundante acción y acerca mucho los personajes al lector, independientemente de los defectos que tengan y la ambigüedad moral que caracteriza a algunos de ellos. Son sólo ocho episodios, pero Davis consigue condensar en ellos abundante información, numerosos personajes y encadenar a la perfección el aspecto “humano” (diálogos, discusiones) con la acción. No paran de suceder cosas y cada una de las planchas está perfectamente aprovechada.

 

Tras el arco argumental que abarca los primeros cuatro números, los siguientes episodios se centran sobre todo en aportar más información sobre el origen e historia de la familia y perfilar mejor a los personajes. Tan bien y en tan corto tiempo consigue Davis sumergir al lector en ese nuevo universo, que cuando en los números 6 y 7, los gemelos se encuentran en Nueva York a Spiderman (o incluso antes, cuando ya en el nº 1 aparecen Modok y Silver Surfer), esas conexiones con el Universo Marvel se antojan superfluas, innecesarias incluso. Lo cual dice mucho del talento creativo y narrador de Alan Davis, cuyas creaciones aquí superan cómodamente la comparación con las clásicas de Marvel. A decir de Davis, estas inserciones no obedecieron a instrucciones de un editor preocupado por las ventas, sino que las tenía planificadas desde antes incluso de dibujar el primer episodio. Al menos, reserva esa baza para utilizarla una vez finalizado ese primer arco argumental, dejando que los nuevos personajes se presenten a sí mismos sin apoyarse en estrellas invitadas.

 

Del arte de Alan Davis ya he hablado mucho en anteriores entradas y aquí no puedo sino repetir las mismas alabanzas. Su estilo, una mezcla de Neal Adams y Don Newton, se distingue por su elegancia y dinamismo; la facilidad para diseñar vestuario; la atención por la expresividad y el detalle, conservando la claridad de la viñeta; su talento para componer imágenes complejas con abundantes figuras interactuando... Sus figuras son realistas pero idealizadas (hombres musculosos y mujeres sensuales), aunque siempre consigue dotar a cada personaje de su propia identidad gestual y visual. A ello se suman sus atrevidas composiciones de página –siempre justificadas por la narración, no insertadas por simple exhibicionismo-. Sus comics –entintados por el también excelente Mark Farmer, socio artístico ideal de Davis- son, en definitiva, un deleite visual y una lección de cómo contar una historia en viñetas.

 

Pero he aquí que tras solo ocho números, Davis se marchó –junto a su entintador Mark Farmer- alegando las habituales “diferencias creativas”. “ClanDestine” cayó en las manos de otro equipo, Glen Dakin al guion y Pino Rinaldi al dibujo, que tuvieron la ingrata e imposible tarea de encontrar la forma de remontar las ventas. Tan imposible, de hecho, que la colección sólo sobrevivió cuatro números más, cancelándose en el 12 (septiembre 95).

 

Alan Davis declaró en diversas entrevistas sentirse traicionado por Marvel. Según él, ningunearon la colección, privándola de promoción alguna y hurtándola a la atención de los lectores de otras series de la casa. Pero bien pudo haber otros factores que impidieron que “ClanDestine” obtuviera el resultado que merecía. En primer lugar, la inercia: los lectores tienden a comprar comics de personajes con los que ya están familiarizados antes que otros completamente nuevos y, además, ajenos mayormente a los universos compartidos que vienen disfrutando desde hace años.

 

En segundo lugar, en 1994 se produjo una enorme caída en las ventas de la industria. Los mismos especuladores que habían creído que “La Muerte de Superman” o el último delirio superheroico de Image les harían ricos, se dieron cuenta de que sus inversiones comprando grandes cantidades de esos títulos no les estaban dando la rentabilidad esperada. Así que abandonaron esta moda para pasarse a la siguiente (cromos no deportivos y cartas de juegos). Con ellos se marcharon miles de fans. ¿Resultado? Millares de tiendas de comics se vieron obligadas a cerrar sus puertas por todo el país; se estima que alrededor de 4.000 en un periodo de nueve meses, el 40% del total. Menos puntos de venta implica menos posibilidades de vender una nueva serie.  

 

Y hubo más factores: franquicias hasta entonces muy populares como los X-Men habían sido sobreexplotadas hasta niveles ridículos; los crossovers y eventos hacían cada vez más difícil seguir las colecciones individuales; la cantidad de nuevos títulos que salían todos los meses era excesiva (cada mes, la revista “Wizard” listaba 1.100 comics entre nuevos títulos y colecciones ya en curso); y, como para producir ese gran volumen no había suficientes profesionales cualificados, se contrató a los mediocres. Tanto tebeo de mala calidad hizo a los fans más desconfiados ante los nuevos lanzamientos…

 

Todas ellas eran razones más que suficientes para ahogar las ventas de un nuevo título como “ClanDestine” y que pasara desapercibido en el maremágnum. Para colmo, su ritmo, tono y dibujo clásicos, su atención a los personajes y su aversión a la violencia gratuita le marginaron de una industria y unos fans que apostaban por todo lo contrario.

 

 

(Finaliza en la siguiente entrada)

 


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