Alan Davis ha desarrollado toda su carrera -con desviaciones muy puntuales hacia la Ciencia Ficción y sobre todo en su etapa británica inicial-, en el género de los superhéroes. Y dentro de éste, ha destacado especialmente en colecciones de grupos, como los X-Men, Excalibur, los Outsiders, los Cuatro Fantásticos, La Legión de Superhéroes… o el que ahora nos ocupa: “ClanDestine”, cuyo debut tuvo lugar en el número 158 de “Marvel Comics Presents” (julio 94).
La creación de ClanDestine tuvo su origen en la frustración
que Davis había ido acumulando en su última etapa como autor completo de
“Excalibur” y de la cual ya hablé en otra entrada. Las presiones e
interferencias de la editorial para integrar personajes y argumentos en la
continuidad del Universo Marvel le llevaron a abandonar la serie y proponer
otra protagonizada por un grupo completamente nuevo dentro del sello Marvel UK,
que en ese momento y bajo la batuta de Paul Neary, viejo conocido y entintador
habitual de Davis, estaba tratando de renacer.
Pero tras la explosión especulativa del comic-book de comienzos de los noventa, se produjo una implosión general que se llevó por delante los veinticinco títulos del catálogo de la rama británica de la compañía. Así que Davis hubo de reformular su concepto para integrarlo en el Universo Marvel tradicional, si bien mantuvo la localización del grupo en Inglaterra y la independencia respecto a la continuidad general de aquél.
Davis era perfectamente consciente de que en un género tan
superpoblado como el de los superhéroes, era prácticamente imposible crear
poderes o conceptos innovadores. Así que se concentró en dar auténtica vida a
los personajes y sus interrelaciones. En primer lugar, decidió hacer de este
grupo una familia, lo que hacía más fuertes sus lazos pero también las
tensiones entre ellos. Y, en segundo lugar, pensó que estos superhumanos no
utilizaran sus poderes para luchar contra el Mal sino en su propio beneficio
–lo cual no implica necesariamente un uso criminal de los mismos- y sin revelar
su existencia al mundo.
Los Destine son una familia muy amplia, pero glosaré brevemente a los más relevantes. Todos ellos son hijos de una sola persona, Adam que, aunque nació en 1168, parece tener tan sólo 35 años. Es inmortal e invulnerable y su edad le ha convertido en alguien distante emocionalmente tanto de sus hijos como de la Humanidad en general. Al comienzo de la colección, ha estado desaparecido durante quince años tras verse obligado a matar, por razones que sólo mucho más tarde se aclaran, a uno de sus hijos.
Rory y Pandora tienen doce años y son gemelos. Son, por
tanto, los más jóvenes de la familia y sólo muy recientemente han descubierto
sus poderes. Él tiene capacidades telekinéticas y ella emite descargas de pura
energía. Están a cargo de Walter (a quien creen su tío) que, cuando se altera,
se transforma en una especie de Hulk azul de aspecto demoniaco proclive a la
ira y la violencia.
Samantha genera una especie de metal orgánico con el que puede protegerse en forma de armadura y crear objetos y armas diversos. Dominic tiene sentidos hiperdesarrollados. Albert es un monje budista recluido en un monasterio del Himalaya y que es capaz de sanar heridas incluso a distancia. Kay, apodada “Cuco”, es la mayor de todos y sus habilidades telepáticas le permiten transferir su mente a otros cuerpos. Newton (con un sospechoso parecido a Woody Allen) está dotado de una inteligencia excepcional y ha establecido su residencia en otro planeta. William reúne fuerza, agilidad e invulnerabilidad. Y Gracie, que nació en 1503 pero parece tener sólo 60 años de edad, combina telepatía y telekinesis.
En el primer episodio de la serie regular (octubre 94), se
presentan en primer lugar Rory y Pandora que, al ser gemelos, han manifestado
sus poderes a una temprana edad y no han dicho nada de ello a su tutor Walter.
Creen que son mutantes y deciden combatir el crimen utilizando los alias de
“Cruzado Escarlata” y “Duende”. Otros dos miembros de la familia, Florence y
Maurice, son asesinados por unos grimosos individuos, que también intentan
acabar con Kay, William y Samantha. La situación de amenaza que vive la familia
impulsa a Adam, que se halla exiliado en el espacio anhelando la muerte, a
pedirle a Silver Surfer que le lleve a la Tierra. Y allí, reunidos los
supervivientes ante el peligro, Adam les cuenta a sus más jóvenes hijos la
historia del clan que hasta ese momento ignoraban por completo.
Cronológicamente, todo comienzó, ya lo he mencionado, con
Adam de Ravenscroft, nacido en el corazón de Inglaterra en el verano de 1168,
cuando el país estaba bajo el yugo de los invasores normandos. Su juventud
transcurre en un apacible entorno campesino hasta que a a los 16 años, sufre un
accidente y queda empalado. Milagrosamente, se recupera tras experimentar un
extraño sueño en el que se encuentra con una hermosa criatura no humana de
formas femeninas. Se le conoció a partir de ese momento como Adam Destine.
En 1189, se une a la Tercera Cruzada. Su don le permite salir ileso de todas las batallas, convencido de que está protegido por el “ángel” que se le apareció en sueños. En 1191, es capturado por el caudillo musulmán Al Kadhdaab, que lo necesita para derrotar al brujo Sujanaa Min Raghbah, propietario de una enorme gema con poderes mágicos. En un sueño, el hechicero había visto el futuro en el que Adam lo mataría, una profecía que Kadhadhaab también conoce. El cruzado se dirige al palacio de Sujanaa pero éste consigue engañarlo y asesinarlo antes de volver su atención hacia la gema al sentir que hay algo vivo en su interior. Y así, libera de su prisión mística a Elalyth, una Djinn, la mujer que se le había aparecido en sueños tiempo atrás y que ahora se convierte en su amante. Con el paso de los siglos, ambos engendrarían a varios niños, todos dotados de grandes poderes y una extraordinaria longevidad.
Pasa el tiempo, cambia el mundo y las sociedades de los
hombres. Y cada vez va siendo más difícil para estos seres de vidas tan largas
vivir y desaparecer sin levantar sospechas entre los mortales ordinarios. Newton
inventa el “Protocolo Extraños Parientes”, con el que crear nuevas identidades
para todos ellos y así conservar el secreto sobre su auténtica naturaleza.
En el siglo XX, la familia sufre una tragedia que marcará profundamente las relaciones entre sus miembros: Adam se ve obligado a matar a uno de sus hijos, Vincent, después de que éste manifieste su maldad y destruya el hogar del clan. Dominic, que no puede perdonar a su padre por lo que considera un crimen infame, se convierte en ermitaño en una alejada isla. Elalyth regresa a su morada mística. Y Adam, que siente que ha traicionado a su amada, se exilia al espacio a bordo de un vehículo diseñado por Newton. Los más jóvenes del clan, Rory y Pandora, todavía bebés, son confiados a Walter, que les hace creer que es su tío, y Florence, que se presenta como su abuela. Conforme crecen, nada se les cuenta sobre el clan, hasta que los mencionados asesinatos les enfrentan con la asombrosa realidad.
La familia Destine se encuentra amenazada por dos grupos
que buscan algo llamado “Gryphon”: por una parte, una monstruosa criatura
llamada Lenz y sus “niños”, de apariencia humana pero que se transforman en
seres igualmente grotescos cuando atacan a sus víctimas; por otra, los clónicos
Omega del doctor Hywel Griffin. El objeto en sí es una invención que permite
reconstruir genéticamente a un organismo independientemente de su edad. Lenz,
un científico que fue mutado por la organización criminal IMA, la quiere para estabilizar
a su progenie, que no suelen sobrevivir más de unos pocos días después de su
nacimiento. Griffin, por su parte, es un albino que quiere aplicarse el
artefacto sobre sí mismo. Los dos adversarios acosarán a los Destine para
obtener el Griffon, que Rory y Pandora recogieron durante una de sus patrullas
nocturnas sin saber de qué se trataba.
Los primeros ocho episodios que realizó Davis de esta
colección (junto al puñado de páginas del “Marvel Comics Presents” son puro
entretenimiento y apuntan a que la concibió tiempo atrás, antes de que la
debacle de Marvel UK le obligara a reconducirlo hacia la división americana. Lo
más llamativo de estos números no sólo es el talento que despliega Davis a la
hora de conjugar sus vertientes de guionista y dibujante sino lo mucho que
difería de lo que estaba haciéndose en el comic mainstream de superhéroes en
ese momento, dominado por antihéroes, personajes violentos y atormentados y una
estética hiperbólica. “ClanDestine”, por el contrario, transmite una irrestible
frescura, ligereza, dinamismo y sentido de lo maravilloso gracias a esa fórmula
tan clásica como difícil de ejecutar que Davis había demostrado dominar ya en
“Excalibur”: aventura y dramatismo, colorido y emoción, imaginación desbordante,
humor y gran atención a los personajes.
En “ClanDestine” no decae nunca ni el ritmo ni la imaginación. Al añadir elementos históricos, mitológicos y mágicos, Davis acerca la historia a la aventura fantástica y a ratos incluso hace olvidar que estamos ante un comic de superhéroes. Varios de los Destine tienen una apariencia que podríamos denominar monstruosa pero ello no les hace caer en la autocompasión, el victiismo o la perpetua amargura. Las relaciones que caracterizan la dinámica familiar son enérgicas, verosímiles y diversas en función de la personalidad de cada uno de los hermanos.
Aunque la idea de una familia de superhéroes no es nueva,
sí lo es el enfoque que adopta Davis. Y es que, la familia no se escoge,
perteneces a ella te gusten o no tus parientes, así que, de alguna forma, los
Destine están condenados a entenderse, se gusten unos a otros o no. En este
caso, además, los padres están ausentes y los hermanos, que tienen poderes y
personalidades muy dispares, han tenido que educarse unos a otros a lo largo de
los siglos. Parece que se pasan el tiempo discutiendo entre ellos, a veces por
insignificancias o antiguas rencillas –y no son pocas habida cuenta de que su
edad se cuenta por siglos-; y otras veces por razones verdaderamente
importantes, reprochándose tragedias del pasado o manifestando resentimientos:
la muerte de Vincent; la ignorancia de los gemelos respecto a su herencia
genética; el distanciamiento emocional que la inmortalidad ha impuesto sobre
Adam; los escasos escrúpulos éticos de Kay; la sobreprotección de Walter hacia
los gemelos…
Davis arranca la historia en un punto en el que toda la
dinámica familiar es puesta patas arriba por una decisión errónea: tratando de
proteger a Rory y Pandora, Walter les ha ocultado la auténtica naturaleza de la
familia de la que forman parte, así que cuando aquéllos descubren en secreto
sus poderes, ¿qué van a hacer unos adolescentes aficionados a los comics sino
sentir que su obligación es luchar contra el crimen? Esa decisión va a
arrastrar a sus hermanos mayores fuera de las cómodas vidas que habían llevado
utilizando discretamente sus capacidades en su propio beneficio y poniendo en
peligro la segura clandestinidad en la que llevaban siglos asentados.
Al retratar a la familia Destine como –en su mayor parte- gente decente que tratará de hacer lo correcto pero que no está interesada en convertirse en superhéroes luchadores contra el crimen, Davis los presenta como antihéroes creíbles. Y aunque los poderes no son particularmente originales, sí lo es el subrayar los inconvenientes que generan, como es el caso de Dominic, cuyos supersentidos le abruman hasta tal punto que puede desmayarse por el subidón que le produce morder una barra de chocolate, y que necesita aislarse periódicamente en una cámara de privación sensorial. O Walter, cuya fuerza e invulnerabilidad vienen aparejadas a una transformación en bestia azul de la que tarda días en revertir.
Toda esta capa de humanidad en forma de interacciones
familiares junto a una considerable dosis de comedia ligera, alivia el drama
(hay muertes y más violencia de lo que puede parecer), equilibra la por otra
parte muy abundante acción y acerca mucho los personajes al lector, independientemente
de los defectos que tengan y la ambigüedad moral que caracteriza a algunos de
ellos. Son sólo ocho episodios, pero Davis consigue condensar en ellos
abundante información, numerosos personajes y encadenar a la perfección el
aspecto “humano” (diálogos, discusiones) con la acción. No paran de suceder
cosas y cada una de las planchas está perfectamente aprovechada.
Tras el arco argumental que abarca los primeros cuatro
números, los siguientes episodios se centran sobre todo en aportar más información
sobre el origen e historia de la familia y perfilar mejor a los personajes. Tan
bien y en tan corto tiempo consigue Davis sumergir al lector en ese nuevo
universo, que cuando en los números 6 y 7, los gemelos se encuentran en Nueva
York a Spiderman (o incluso antes, cuando ya en el nº 1 aparecen Modok y Silver
Surfer), esas conexiones con el Universo Marvel se antojan superfluas,
innecesarias incluso. Lo cual dice mucho del talento creativo y narrador de
Alan Davis, cuyas creaciones aquí superan cómodamente la comparación con las
clásicas de Marvel. A decir de Davis, estas inserciones no obedecieron a
instrucciones de un editor preocupado por las ventas, sino que las tenía
planificadas desde antes incluso de dibujar el primer episodio. Al menos,
reserva esa baza para utilizarla una vez finalizado ese primer arco argumental,
dejando que los nuevos personajes se presenten a sí mismos sin apoyarse en
estrellas invitadas.
Del arte de Alan Davis ya he hablado mucho en anteriores
entradas y aquí no puedo sino repetir las mismas alabanzas. Su estilo, una
mezcla de Neal Adams y Don Newton, se distingue por su elegancia y dinamismo;
la facilidad para diseñar vestuario; la atención por la expresividad y el
detalle, conservando la claridad de la viñeta; su talento para componer
imágenes complejas con abundantes figuras interactuando... Sus figuras son
realistas pero idealizadas (hombres musculosos y mujeres sensuales), aunque
siempre consigue dotar a cada personaje de su propia identidad gestual y visual.
A ello se suman sus atrevidas composiciones de página –siempre justificadas por
la narración, no insertadas por simple exhibicionismo-. Sus comics –entintados
por el también excelente Mark Farmer, socio artístico ideal de Davis- son, en
definitiva, un deleite visual y una lección de cómo contar una historia en
viñetas.
Pero he aquí que tras solo ocho números, Davis se marchó –junto a su entintador Mark Farmer- alegando las habituales “diferencias creativas”. “ClanDestine” cayó en las manos de otro equipo, Glen Dakin al guion y Pino Rinaldi al dibujo, que tuvieron la ingrata e imposible tarea de encontrar la forma de remontar las ventas. Tan imposible, de hecho, que la colección sólo sobrevivió cuatro números más, cancelándose en el 12 (septiembre 95).
Alan Davis declaró en diversas entrevistas sentirse
traicionado por Marvel. Según él, ningunearon la colección, privándola de
promoción alguna y hurtándola a la atención de los lectores de otras series de
la casa. Pero bien pudo haber otros factores que impidieron que “ClanDestine”
obtuviera el resultado que merecía. En primer lugar, la inercia: los lectores
tienden a comprar comics de personajes con los que ya están familiarizados
antes que otros completamente nuevos y, además, ajenos mayormente a los
universos compartidos que vienen disfrutando desde hace años.
En segundo lugar, en 1994 se produjo una enorme caída en las ventas de la industria. Los mismos especuladores que habían creído que “La Muerte de Superman” o el último delirio superheroico de Image les harían ricos, se dieron cuenta de que sus inversiones comprando grandes cantidades de esos títulos no les estaban dando la rentabilidad esperada. Así que abandonaron esta moda para pasarse a la siguiente (cromos no deportivos y cartas de juegos). Con ellos se marcharon miles de fans. ¿Resultado? Millares de tiendas de comics se vieron obligadas a cerrar sus puertas por todo el país; se estima que alrededor de 4.000 en un periodo de nueve meses, el 40% del total. Menos puntos de venta implica menos posibilidades de vender una nueva serie.
Y hubo más factores: franquicias hasta entonces muy
populares como los X-Men habían sido sobreexplotadas hasta niveles ridículos; los
crossovers y eventos hacían cada vez más difícil seguir las colecciones
individuales; la cantidad de nuevos títulos que salían todos los meses era
excesiva (cada mes, la revista “Wizard” listaba 1.100 comics entre nuevos
títulos y colecciones ya en curso); y, como para producir ese gran volumen no
había suficientes profesionales cualificados, se contrató a los mediocres.
Tanto tebeo de mala calidad hizo a los fans más desconfiados ante los nuevos
lanzamientos…
Todas ellas eran razones más que suficientes para ahogar las ventas de un nuevo título como “ClanDestine” y que pasara desapercibido en el maremágnum. Para colmo, su ritmo, tono y dibujo clásicos, su atención a los personajes y su aversión a la violencia gratuita le marginaron de una industria y unos fans que apostaban por todo lo contrario.
(Finaliza en la siguiente entrada)
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