A pesar del estatus de Marvel como principal editor de comic-books de superhéroes, cuando se trata de recomendar obras individuales o etapas concretas que puedan servir para introducirse en su universo o conocer la esencia de un personaje determinado, su preeminencia no está tan clara. Mientras que DC, Image y otros sellos han ido acumulando un cuerpo de obras imperecederas que pueden leerse independientemente del resto del catálogo de la editorial, la mayoría de lo que publica Marvel está construido sobre la historia de su propio Universo y su disfrute y comprensión depende en buena medida del conocimiento que se tenga del mismo.
Esto no es un descuido ni una negligencia sino parte de la política intrínseca de la editorial. En los años sesenta del pasado siglo, la principal innovación de Marvel fue hacer que cada serie formara parte de una narrativa general: lo que ocurría en una colección tenía consecuencias en otras y los personajes de una visitaban con frecuencia las de los demás. En DC, la línea que se seguía era la opuesta: cada número estaba escrito para que funcionara autónomamente (con las esperables excepciones, por supuesto).
Conforme fueron pasando las décadas y el perfil del lector cambió, también lo hicieron la forma de escribir y editar los comics. DC fue incorporando los hallazgos de Marvel y ésta se preocupó de ofrecer obras accesibles para los nuevos lectores, una filosofía que ha dado sus frutos. Uno de los más destacables fue “Planeta Hulk”, cuyo arranque se produjo en “Nuevos Vengadores: Illuminati 1” (mayo 2006) y se desarrolló entre los números 92 a 105 (abril 2006-junio 2007) de “Incredible Hulk” y el Giant-Size Hulk 1 (agosto 2006). Se trató de una saga que fijó un nuevo estatus para el personaje y marcó un punto crucial en su trayectoria.
En uno de esos ejercicios de retrocontinuidad tan queridos por el guionista Brian Michael Bendis, en 2005 presentó en la colección “Nuevos Vengadores” a los Illuminati, una organización secreta fundada e integrada por seis de los héroes más poderosos e influyentes del Universo Marvel (Reed Richards, el Profesor X, Namor, Rayo Negro, Tony Stark y el Doctor Extraño) a raíz de los eventos de la Guerra Kree-Skrull y con el propósito de estar preparados ante una futura amenaza de ese calibre. Su existencia era desconocida incluso para sus familias y amigos y estuvo de una u otra forma involucrada en los principales acontecimientos que afectaron los superhéroes Marvel, siempre desde las sombras.
Tras una incursión particularmente destructiva de Hulk en Las Vegas, los Illuminati deciden que el gigante esmeralda ha ido demasiado lejos y votan –a pesar de que el Profesor X está ausente y con el voto en contra de Namor- exiliar a Hulk en un planeta lejano y desierto. Se trató también de una jugada editorial destinada a facilitarle las cosas al propio Bendis. El gran evento Civil War estaba a punto de arrancar y el guionista no quería tener que alinear a Hulk, uno de los personajes más poderosos del Universo Marvel, con ninguno de los bandos en liza. ¿Solución? Quitarlo de en medio (un movimiento semejante hicieron con Thor y por las mismas razones).
Así, Hulk es atraído con engaños a un satélite aparentemente en dificultades, donde descubre que ha caído en una sofisticada trampa que lo proyecta al espacio profundo. Una grabación de los Iluminatti trata de explicarle las razones que les han llevado a tomar tal decisión, lo cual no hace sino sumir al gigante esmeralda en un estado de ira y confusión. Se siente traicionado por gente a la que él consideraba amigos: Reed Richards había testificado a su favor cuando el gobierno lo acusó en un sonado proceso; Tony Stark/Iron Man era un viejo amigo y el Doctor Extraño, un aliado en Los Defensores.
Sin embargo, accidentalmente pasa a través de un agujero de gusano sin cartografiar y en lugar de a su destino previsto llega al planeta Sakaar, dominado por la violencia entre facciones. Todavía debilitado por el violento aterrizaje en ese mundo, Hulk es emboscado por tropas del régimen tiránico del Rey Rojo, soberano del planeta, que le coloca un disco de obediencia. Obligado a participar en el circo de gladiadores, ha de medirse con un oponente sorpresa: Silver Surfer, que llegó a Sakaar tiempo atrás y fue esclavizado a su vez con el mismo artilugio. Pero en el curso de la pelea, Hulk rompe ese dispositivo y Surfer utiliza su restaurado poder para liberar a todos los gladiadores y esclavos de Sakaar. Surfer le ofrece a Hulk marchar con él de ese lugar, pero éste decide quedarse y ayudar a destronar al Rey Rojo con ayuda de sus nuevos amigos, a su manera tan monstruos y alienados como él.
Perseguidos por la letal asesina del Rey, Caiera, Hulk y sus aliados recorren el planeta inspirando a los descontentos y sembrando la semilla de la rebelión. En un momento determinado, horrorizada por los brutales métodos de su amo, Caiera se une a Hulk, primero como guerrera y más adelante como compañera sentimental. Tras muchas batallas y peripecias, Hulk y sus huestes consiguen vencer al Rey Rojo y aquél es coronado como nuevo gobernante de Sakaar junto a Caiera, ahora embarazada de él.
Parece que, por fin, Hulk ha encontrado en ese mundo la vida que le pertenece. Pero la ilusión dura poco porque la nave que le llevó hasta Sakaar acaba explotando en una detonación cataclísmica que acaba con casi todos los habitantes del planeta, Caiera incluida. Enfurecido, Hulk y sus amigos guerreros juran vengarse de los Illuminati, a los que consideran responsables de ese apocalipsis.
El cliffhanger que remata la saga “Planeta Hulk” enlaza directamente con el evento “World War Hulk” de 2007 –escrito asimismo por Greg Pak e ilustrado por John Romita Jr y Klaus Janson- en el que se narra lo que ocurre cuando Hulk regresa a la Tierra dispuesto a llevarse por delante a quien sea necesario con tal de acabar con los miembros de los Illuminati. Pero de eso hablaré en una próxima entrada.
Uno de los aciertos de Pak en esta saga fue restarle invulnerabilidad a Hulk. Al comienzo de la historia, es abatido con cierta facilidad y vendido como gladiador. Sin ese recorte en su fuerza bruta, la historia no habría funcionado. Lo que sorprendió a los aficionados fue ver a uno de los seres más poderosos del Universo Marvel en una posición de debilidad –relativa, claro- en la que ya no podía limitarse a golpear y destrozar todo lo que se cruzaba en su camino, sino pensar cuál iba a ser su siguiente paso.
Pero mientras que ese Hulk débil aporta un buen giro al arranque de la historia, Pak lo deja de lado rápidamente justificándolo con la explicación de que el portal que lo llevó hasta Sakaar lo debilitó pero conforme avanza el tiempo, su poder regresa. Sin embargo, hay momentos en ese comienzo de la saga que un Hulk menos fuerte no habría podido soportar, como verse bañado en lava. No es la única agresión de grandes dimensiones a la que sobrevive y ello hace preguntarse al lector para qué se molestó el guionista en debilitar a Hulk si lo hace sobrevivir a cosas con las que el héroe a pleno rendimiento ya hubiera tenido problemas en la Tierra.
Para cuando apareció “Planeta Hulk”, el personaje llevaba dando vueltas por el Universo Marvel más de cuarenta años. En tan dilatada trayectoria, algunos guionistas habían aportado versiones diferentes, algunas veces resaltando su brutalidad básica, otras haciéndolo inteligente, o combinando ambos extremos. Pero lo más frecuente es que tanto el aficionado como el público en general asocie a Hulk con la imagen de un gigante furioso que destroza a diestro y siniestro. El de “Planeta Hulk” es una de sus iteraciones inteligentes, lo que le permite a Pak embarcarlo en un viaje emocional en el curso del cual crece y evoluciona desde el egoísmo, el individualismo y el fácil recurso a la violencia hasta la genuina preocupación por quienes le rodean, la camaradería, la sensatez y contención y, por fin, la asunción del rol de líder.
Menos acertados son otros aspectos de la historia, como la inclusión de un Silver Surfer con sus habitualmente inmensos poderes reducidos a la mínima expresión. El problema es que encontrarlo en Sakaar resulta forzado e inverosímil incluso para un comic de superhéroes. En cualquier circunstancia, Surfer, uno de los héroes más poderosos del Universo Marvel, podría derrotar a Hulk, por lo que verlo aquí reducido a la esclavitud por un simple dispositivo que una mínima fracción de su poder cósmico podría haber achicharrado, y, para colmo, ser aplastado a puñetazos por Hulk, es poco consistente con la naturaleza ya bien establecida del personaje. Ciertamente, juega un papel importante en la historia, pero había otras formas de hacer lo mismo sin recurrir a su intervención.
El villano principal, el Rey Rojo, es el estereotipo de tirano malvado, un psicópata que adora la violencia y mata indiscriminadamente a opositores y partidarios por igual. Es el tipo de “líder” que ordena caprichosamente destruir una ciudad entera y luego se pregunta por qué se rebela el pueblo. Está claro que tratar de explorar un nuevo mundo y presentar y desarrollar un amplio reparto de personajes no es tarea fácil y que habrá partes de la historia que no van a estar tan trabajadas como otras, pero tener un villano tan genérico, pasado de rosca y falto de carisma como el Rey Rojo hace que el conjunto se resienta.
Por otra parte y aunque la construcción de mundos sea interesante, la historia en sí es muy poco original: el salvador profetizado que llega a un mundo esclavizado, se rodea de un grupo de fieles amigos para ayudarle a derribar al gobierno opresor, encuentra un interés romántico y triunfa sobre el Mal. Si bien la conclusión se aleja del cliché y resulta sorprendente, el resto es algo que a todo el mundo le va a resultar más que familiar, especialmente cuando adopta tópicos bien establecidos del péplum: gladiadores que se rebelan en la tradición de Espartaco, emperador perverso y enloquecido como Calígula, combates en el circo con armas blancas, armaduras... Cuando se publicó originalmente a los fans les encantó y no se dieron cuenta de lo trillado que estaba el argumento. Con la perspectiva que da el tiempo, sin embargo, todos esos defectos se han hecho más llamativos.
Con todos esos puntos débiles, “Planeta Hulk” es una historia entretenida y repleta de acción. Greg Pak sabe cuándo insertar pasajes más expositivos y cuándo saltar a la típica batalla multitudinaria o duelo singular. El guionista le da al lector lo que espera de un comic de Hulk, envuelto bajo la forma de una aventura a mitad de camino entre la Ciencia Ficción y la Fantasía que tiene lugar en un planeta más complejo de lo que suele ser habitual en este tipo de historias.
El dibujo de Carlo Pagulayan es razonablemente eficaz habida cuenta del desafío que suponía esta historia. No se trataba solamente de representar a Hulk repartiendo golpes sino de imaginar un mundo poblado por alienígenas y criaturas diversas. Pak le exige mucho y él, sin que me parezca un dibujante con una gran personalidad, está a la altura…. casi siempre. Porque el encargarse de la mayoría de las páginas de esta saga de catorce números acaba siendo una tarea que le viene grande, quizá por el esfuerzo adicional que suponía ir creando sobre la marcha tantos diseños nuevos. En la segunda parte de la aventura hay momentos en los que las viñetas se antojan un tanto apresuradas, con caras y figuras extrañas y desproporcionadas y escenas de acción resueltas con poco tino. El segundo dibujante, Aaron Lopresti, tiene un estilo ligeramente más decorativo, pero es menos dinámico que el filipino a la hora de representar batallas y peleas.
“Planeta Hulk”, en definitiva, no es un tebeo imprescindible o seminal, pero sí entretenido e importante dentro de la trayectoria del protagonista. Y, sobre todo, consiguió que los lectores se fijaran en el personaje por primera vez desde el cambio de siglo. Que contiene buenas ideas y que gozó de una amplia aceptación lo demuestra que, más allá de los comics, “Planeta Hulk” fue adaptado en forma de novela y película de animación. Varios de sus elementos narrativos y personajes se incorporarían a la película “Thor: Ragnarok” (2017).
No hay comentarios:
Publicar un comentario