En los años noventa, antes de que la fotografía digital hiciera desaparecer los laboratorios tradicionales de revelado rápido, Bee, una joven neoyorquina de 18 años, acaba de terminar el instituto y mientras decide qué hacer con su futuro y ahorra dinero para ello, trabaja positivando carretes de clientes en uno de esos establecimientos. Le gusta su trabajo sobre todo porque, de vez en cuando, tiene la oportunidad de quedarse con copias de las fotografías que encuentra divertidas, curiosas o inquietantes.
Un día, un fotógrafo profesional, Oleg Khatchatourian, le entrega un carrete con fotos de

Así que empieza a seguirle y espiarle para averiguar la verdad. Sus sospechas aumentan cuando la esposa de él muere después de que Bee contemplara una discusión entre ambos. Sus pesquisas acaban involucrando a otras

Jason Little serializó originalmente “Shutterbug Follies”, su primera obra de larga extensión, en internet como un webcómic (en su sitio BeeComix) y cuando se le planteó la edición en papel, decidió mantener el formato apaisado, lo que ya de por sí es algo poco habitual. Así, la experiencia trata de remedar la de revisar un álbum de fotografías, una propuesta adecuada dado el tema del que se trata. Un efecto que, completado con el uso de viñetas con bordes

El estilo gráfico de Little es amable y accesible, menos “artístico” y pretencioso que el de otros autores independientes. Sus viñetas, limpias y ordenadas, se centran en lo relevante y no suelen incluir más detalles que los esenciales. Pero es necesaria una lectura muy atenta -más de lo que en una primera revisión permite el rápido ritmo que imprime el autor- para darse cuenta de la cantidad y variedad de técnicas que utiliza a la hora

En general, Little sabe cuándo dejar que los dibujos cuenten la historia y cuándo insertar diálogos. No hay cartuchos de texto ni burbujas de pensamiento por lo que el lector debe interpretar las viñetas exclusivamente a

El autor admitió la fuerte influencia que sobre él dejó “Tintín”, influencia que deja su rastro en esta obra bajo la forma de la línea clara, las figuras con un punto caricaturesco, los vivos colores (sobre todo naranjas, verdes y violetas), los fondos detallados pero no agobiantes, el ritmo o la elección como protagonista de una detective adolescente. Eso sí, hay detalles escabrosos (el cliente que fotografía cuerpos en una morgue, los

“Shutterbug Follies” es un comic que puede defraudar a quien se acerque a él con unas expectativas generadas a partir de su formato, su carácter de obra independiente o su estilo


Con todo, es un comic de lectura agradable que ofrece momentos muy logrados, como las ilustraciones que describen la colección fotográfica de Bee; el regalo que recibe en forma de viejas fotos que narran toda una vida; los vehículos genéricos o la representación de la ciudad de Nueva York como un lugar vibrante y colorido. Además, tiene un ritmo muy cinematográfico y no es difícil imaginarla convertido en un thriller para la gran pantalla. De hecho, son patentes las influencias y homenajes, gráficos, temáticos y conceptuales a películas que mezclan la fotografía, el voyeurismo y el asesinato como “La Ventana Indiscreta” (1954) de Alfred

También es de alabar que Little hiciera de su protagonista alguien en absoluto cercano a los estereotipos de las heroínas de acción. Su juventud, curiosidad natural, perspicacia, tenacidad y el deseo de salir de la monotonía a través de lo extraordinario es lo que la lleva a correr riesgos y traspasar la línea que separa la valentía de la imprudencia. Sin embargo, no exhibe un físico epatante de formas neumáticas ni una belleza notable. Por el contrario, tiene un aspecto corriente que resulta realista y con el que el lector puede identificarse fácilmente. Su

Por desgracia, la historia carece de un villano con carisma y, además, Little cierra la aventura de forma demasiado apresurada, dejando al lector deseoso de saber algo más de la historia y contexto de Bee y los secundarios, una información que podría haberse encajado acompasada a la resolución del misterio.
A muchos chocará que un comic con una estética ligera y luminosa y una protagonista y trama


Jason Little retomaría a su protagonista para una segunda historia, “Motel Art Improvement Service”, que no he tenido la oportunidad de leer pero que a decir de la crítica es un ejemplo más refinado de su pericia narrativa y artística. Es una lástima que Little se prodigue tan poco porque ya aquí, en “Shutterbug Follies”, cuando su carrera aún estaba en los inicios, apunta buenas maneras y tan solo le falta algo más de solidez en los guiones.
“Shutterbug Follies” es un comic peculiar a mitad de camino entre “Ghost World” y “Tintín”, una intriga amable en sus personajes y estilo gráfico pero muy turbia en el fondo, que puede recomendarse a los amantes del thriller detectivesco y quienes aprecien las historias con protagonistas femeninas más realistas de lo habitual. Según su sensibilidad y grado de madurez, posiblemente también los lectores adolescentes podrán encontrar en él un buen entretenimiento.
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