10 sept 2020

1963- AQUILES TALÓN - Greg


Michel Regnier, más conocido en el mundo de las viñetas por su seudónimo Greg, fue uno de los puntales del comic francobelga entre los años cincuenta y setenta del pasado siglo. Y ello no sólo por su talento como guionista a la hora de imaginar personajes, historias y diálogos, sino por su inmensa versatilidad. Podía hacer de todo y hacerlo bien, ya fuera dibujar o escribir, tocando todos los géneros y creando nuevos personajes o haciéndose cargo de los ajenos de forma tan mimética que nadie notaba la diferencia con el autor original. Trabajó para las tres principales revistas del continente: “Spirou”, “Tintin” (de la que fue redactor jefe) y “Pilote”; y fusionó en su estilo las dos principales escuelas de comic belgas, Bruselas y Marcinelle.



Nacido en un suburbio de Bruselas en 1931, a los 16 años ya creó su primera tira para un periódico local, “Las Aventuras de Néstor y Bonifacio”. Después entró en “Héroic-Albums” y entre 1953 y 1956, realizó “Le Chat” con el seudónimo de Michel Denys. Conoció a André Franquin, quien lo tomó bajo su tutela, le aconsejó y le impulsó en su carrera profesional cuando, en 1957, redactó unos doscientos gags de “Modesto y Pompón”, la serie que aquél estaba realizando para “Tintin” tras su marcha –temporal- de la editorial Dupuis. Su asociación con Franquin daría frutos todavía más jugosos ya que para el personaje Spirou escribió varios guiones entre 1958 y 1961 que se cuentan entre los mejores de la serie (“El Viajero del Mesozoico”, “El Prisionero de los Siete Budas”, “Z Como Zorglub”, “El Hombre de Z” y “QRN en Bretzelburg”).

Además de sus virtudes glosadas al principio, Greg fue uno de los guionistas más prolíficos del comic europeo creando o colaborando en las series más diversas y con dibujantes tan heterogéneos como “Bernard Prince” (aventuras, con Hermann, Dany y Aidans), “Bruno Brazil” (espionaje y aventura, con Vance), “Chick Bill” (western, con Tibet), “Comanche” (western, con Hermann), “Clorofila” (animales antropomorfos, con Macherot), “Clifton” (policiaco, con Azara, Turk y De Groot), “Corentin” (histórico, con Cuvelier”, “Luc Orient” (ciencia ficción, con Eddy Paape), “Olivier Rameau” (fantasía, con Dany)…

Pero Greg no olvidó su faceta de dibujante, creando series como “Rock Derby”, “Babiole et Zou”, “Bolívar” y, sobre todo, “Aquiles Talón” al que se consagró por completo –como dibujante- desde su primera aparición en la revista “Pilote” en noviembre de 1963.

Aquiles Talón es un burgués cuarentón, barrigón y narigudo de maneras educadas, verbo
florido y que parece saberlo todo de todos los temas imaginables. El problema es que disfruta alardeando de su enciclopédico conocimiento, lo que lo convierte en un sujeto pedante y arrogante por mucho que él se considere a sí mismo ejemplo de modestia y sencillez. Presume de individualismo pero a su edad sigue viviendo en casa de sus padres. Es irascible, presumido y con una autoestima tan pasada de rosca que no duda en meterse en situaciones complicadas de las que suele salir chamuscado.

Pero no todo son defectos que hagan de él un pelmazo inaguantable. Es un caballero, un
intrépido viajero, un defensor de los animales y amante de las artes, está dispuesto a defender causas nobles como el pacifismo o la ecología y es un entusiasta de las nuevas tecnologías; rasgos estos últimos que suelen asociarse con las generaciones más jóvenes y que choca verlas adornando un individuo de la vieja escuela, estirado y que mira con desagrado el escaso gusto musical y de vestuario de los jóvenes del momento.

Está inmerso en una tóxica relación vecinal con Hilarion Funestini, siempre tratando los dos de hacerse la vida imposible mutuamente a la menor oportunidad con todo tipo de travesuras de dudoso gusto y pullas sangrantes. Aspira a establecer relaciones formales con Virgulilla de Comillas, una mujer madura de la jet set y con gustos refinados cuyo círculo es el que aspira a frecuentar ansioso por escapar de su anodina existencia. Otros personajes recurrentes son el borrachín padre de Talón, Alambique, mostachudo amante de la cerveza, de la que es capaz de trasegar volúmenes industriales; la madre, cuyo nombre nunca se menciona, es la típica “mamá” sobreprotectora y eficiente ama de casa, el puntal sobre el que se sostiene la
familia. Vicencinco Porsiento es el comerciante del barrio al que vemos vender todo tipo de objetos en otros tantos establecimientos y que es una representación genérica del tendero avariento, tramposo y ventajista.

En cuanto a sus medios de vida, Talón trabaja –con tareas poco definidas- para la revista “Polite”, claro trasunto de “Pilote”. Ello le dio pie a Greg para, siempre desde un plano amable y afectuoso, caricaturizar a sus compañeros de redacción con especial e hiriente atención en René Goscinny, retratado como un jefe dictatorial e iracundo con un ego tan grande como corta era su estatura.

Al principio, la serie nació como gags de una página semanal a petición de Goscinny, entonces redactor en jefe de “Pilote”, con el fin de rellenar un espacio sobrante en la revista debido a un error puntual de planificación con la publicidad. Pero el éxito fue tan inmediato y la respuesta de los lectores tan calurosa –muchos escribían a la redacción exigiendo más historias en un lenguaje recargado que imitaba la forma de hablar de Talón- que se decidió ampliar su espacio a dos planchas. Y es que las largas peroratas de Talón hicieron de él un personaje único además de demostrar el gran talento de Greg como dialoguista y mago del lenguaje, capaz de extraer un chiste o un juego de palabras de cualquier intercambio verbal.

Greg supo darle a la serie una gran versatilidad teniendo en cuenta el limitado espacio con el que contaba y que debía entregar todas las semanas dos páginas –además de sus muchos otros compromisos en otras series-. Había gags que se basaban en los plúmbeos pero también divertidos monólogos de Talón en los que se insertaban con inteligencia y sin solución de continuidad inconsistencias y deformidades gramaticales, vocablos inusuales o neologismos, juegos de palabras, alusiones literarias y sinsentidos varios; otros chistes eran estrictamente visuales; y otros, en fin, mezcla de ambas modalidades en una síntesis que podía ser tanto explosiva como sutil.

A partir de mediados de los setenta, cuando el personaje se independizó de “Pilote” y empezó a prepublicarse en el diario “Le Parisien” y la revista “Tintín”, se abandona el formato de gag por el de aventuras de larga extensión. En mi opinión, ese cambio implica la pérdida de parte de su comicidad. Lo que funciona perfectamente como chiste que se plantea, desarrolla y remata en dos planchas, no lo hace tan bien cuando pasa a formar parte de una cadena de gags que, por otro lado y al formar parte de una aventura “realista”, ya no pueden permitirse como antes jugar con el absurdo, el metalenguaje o la ruptura de la cuarta pared.

En 1975, Dargaud llegó a editar una revista quincenal dedicada a Aquiles Talón y los
personajes de su particular universo, pero la iniciativa no cuajó y se canceló en su sexto número, en 1976. Pero ello no significó ni mucho menos que el personaje hubiera agotado el afecto de sus seguidores porque sus álbumes siguieron vendiéndose muy bien y, hasta la muerte de Greg en 1999, llegaron a aparecer nada menos que 42 volúmenes.

Greg designó en vida a quienes deseaba que fueran sus sucesores en la serie, Christmann (alias Brett) y Roger Widenlocher, quienes continuaron con el personaje, eso sí, con gags de una o dos páginas. En 2014, Dargaud relanzó al personaje como “Les Impétueux Tribulations d´Achille Talon”, a cargo de Fabcaro y Serge Carrére, que hasta la fecha han realizado tres álbumes.

Más de cincuenta años después de su creación, “Aquiles Talón” es todavía un icono del comic humorístico francobelga, ha sido traducido a doce idiomas (su influencia sobre los autores de la escuela de Bruguera, por ejemplo, parece evidente) e incluso generó en 1997 y para Canal + una serie de dibujos animados (que en cada uno de sus 52 episodios traicionaba salvajemente el espíritu original del personaje).

En definitiva, Aquiles Talon, sobre todo en su etapa inicial, no ha perdido validez y sigue siendo un ejemplo magistral de cómo articular un chiste en un corto espacio, manejando con la máxima eficacia los movimientos y expresiones de los intervinientes en la escena, el ritmo, la ambientación y los diálogos.


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