A comienzos de los años ochenta, eclosionó en Estados Unidos el mercado de las editoriales independientes de comic-books, entre las que destacó First Comics, creada por Mike Gold y Ken Levin en 1983 con base en Evanston, Illinois y cuyo primer título publicado fue “Warp” (marzo 83), una derivación de la obra teatral de ciencia ficción del mismo nombre. Joe Staton fue el primer director artístico de ese sello, pero en una entrevista admitió que esa denominación llevaba a error puesto que no tenía autoridad para modificar el material que llegaba a su mesa ni orientar a los autores al respecto. Y es que First seguía la política de respetar no sólo la independencia creativa de éstos sino que les permitía conservar los derechos de autor.
Esto atrajo a creativos inquietos y concienciados, con ideas atrevidas y proyectos personales

Mike Grell no es hoy uno de los grandes nombres del comic-book y con toda probabilidad será un desconocido para muchos aficionados actuales, pero en los setenta era un autor muy apreciado. Nació en Florence, Wisconsin, en 1947 y, tras estudiar Bellas Artes y seguir un curso de dibujo de comics por correspondencia, en 1967 se alistó durante cuatro años en las Fuerzas Aéreas con el propósito de evitar su reclutamiento forzoso en el ejército de Tierra con destino a la Guerra de Vietnam (lo cual no le evitó pasar un año como ilustrador en Saigón). Tras licenciarse en 1971, Grell entró en la Academia de Bellas Artes de Chicago, trabajó como

Pero a finales de la década, con DC en franco retroceso y disconforme con la política vigente de derechos de autor, Grell, como he dicho, probó suerte en el entonces incierto terreno de los sellos independientes. En 1982, compró a DC los derechos de “Starslayer” (una serie de ciencia ficción que había caído víctima de la contracción del catálogo de la editorial) y se la llevó a Pacific Comics como proyecto personal, convirtiéndose así en el primer autor de comic books en retener los derechos de autor.
Puede que hoy esos logros sean comunes pero a comienzos de los ochenta supusieron grandes avances en territorio desconocido. Ciertamente, no es que ambas innovaciones se saldaran con éxito, pero solamente por haber sido el primero en


De hecho, la experiencia de Grell con Pacific Comics no fue tan satisfactoria como había esperado. La compañía adolecía de dificultades económicas crónicas (cerraría tras tan solo tres años de existencia) y al autor le devolvían los cheques en el banco, así que tuvo que buscar trabajo en otro sitio. Fue un fracaso necesario. Seguramente, antes o después, alguien hubiera dado esos mismos pasos pero tal y como discurrieron las cosas es a Grell a quien hay que atribuir la iniciativa.
Y es entonces cuando, como he dicho, entra en escena First Comics. La editorial necesitaba a Grell tanto como éste a ella. El recién nacido sello requería de un nombre conocido entre el fandom con el que atraer nuevos lectores en ese momento crítico de lanzamiento y de ahí la entrada de Howard Chaykin y Mike Grell.
Jon Sable es un cazador de recompensas y mercenario norteamericano que, antes de dedicarse

Pero también descubrió un talento que acabó reportándole tanto dinero como sus actividades al límite de la ley: escritor de cuentos infantiles. Bajo el seudónimo de “B.B.Flemm” y

Los personajes secundarios más relevantes son dos mujeres de carácter fuerte y muy competentes en sus facetas profesionales. Por una parte, su agente literario, Eden Kendall, con la que mantiene una relación tanto a nivel profesional como íntimo (ésta más informal). Eden es sabedora de su trágico pasado y sus actividades como mercenario pero, llegado el caso, se muestra inflexible a la hora de exigirle que cumpla con sus obligaciones contractuales referentes a su actividad literaria.
Por otra parte, Myke Blackmon, la ilustradora de sus cuentos, a la que conoce por primera vez en el número 2, y que acaba enterándose de sus secretos vía Eden. Es una mujer de veintitantos años, firme carácter pero también comprensiva, que se convertirá en un gran apoyo para Sable y con la que acabará estableciendo una relación sentimental.
A pesar de estos dos personajes femeninos fuertes, hay que reconocer que “Jon Sable

Sable sería, a decir de Grell, el opuesto a Batman. No trabaja por el bien común sino por dinero. No tiene una identidad secreta. La “máscara” de pintura de camuflaje que lleva en sus misiones cumple la función de impresionar a sus adversarios y no la de ocultar quién es. De hecho, todo el mundo conoce su identidad de mercenario y su único secreto es que también es un escritor de cuentos infantiles. Su auténtico disfraz son la peluca y el maquillaje que se ve obligado a llevar cuando aparece públicamente como B.B.Flemm para no perjudicar las ventas de sus libros (obviamente, no resulta apropiado que quien escribe relatos sobre amables leprechauns en

Los personajes de comic han evolucionado mucho en las últimas décadas en cuanto a caracterización y puede que hoy las peripecias de Jon Sable no sorprendan tanto y que incluso el protagonista resulte un tanto inverosímil. Pero a comienzos de los ochenta, con un mercado aún dominado por las editoriales mainstream poco amigas de polémicas y con un catálogo compuesto esencialmente por superhéroes y dirigido principalmente a un mercado juvenil supervisado por el Comics Code Authority, la propuesta de Mike Grell estaba varios grados por encima de aquellas. Jon Sable era un personaje complejo, traumatizado por su pasado, que tenía dudas respecto a cómo proceder, que se comportaba como un imbécil de vez en cuando, que tenía sexo casual con mujeres y que se enfrentaba a amenazas del mundo real (aunque, eso sí, exageradas para insuflar un grado extra de dramatismo y acción “peliculera”).
Así, encontramos entre sus muchos casos asesinos a sueldo que atentan contra el presidente de

Sable es un personaje falible, que no ha conseguido superar la tragedia de perder a su familia y encontrar la estabilidad ni el rumbo en su vida. Es un adicto a la adrenalina y tiene dificultades para relacionarse de forma sincera con el sexo opuesto. A menudo resulta herido, incluso termina en el hospital tiroteado erróneamente por un policía novato. Grell se tomó su tiempo para ahondar en su personalidad y pasado, llegando incluso a relatar la agitada historia de sus padres durante la Segunda Guerra Mundial, su propia infancia y el camino que le llevó al ejército primero y a las Olimpiadas después (nº 25-27).

Grell vertió en la colección sus propias experiencias de la guerra de Vietnam (aunque no había

Este aspecto es algo que se hace evidente no sólo en Jon Sable (que pasa años ganándose la vida como mercenario, cazador y ranger en África) sino también en la posterior “Green Arrow: The Longbow Hunters” (1987), la miniserie de DC con la que reformuló el origen del superhéroe arquero haciendo que su habilidad con el arco derivara de su necesidad de supervivencia en una isla desierta. Jon Sable comparte con Green Arrow (y también con otro personaje suyo anterior, Travis Morgan alias Warlord) la ausencia de superpoderes. Sus habilidades son fruto del entrenamiento continuo y de la aplicación de aquéllas a la supervivencia.

La serie fue lo suficientemente popular y adulta como para que, en el otoño de 1987, la ABC se arriesgara a llevarla a la pequeña pantalla. De esta manera, Grell fue también el primer autor independiente que vió su obra adaptada a la televisión.
“Sable”, la serie, estaba centrada en un escritor de libros infantiles que se transformaba por la


Tengo que decir que, desde el punto de vista artístico, Grell me parece bastante truquista. Es un ilustrador más que competente, tiene buen ojo para las composiciones y destaca en los primeros planos casi fotorrealistas. Pero en las escenas de acción flaquea bastante. Sus figuras no pueden desprenderse de las poses rígidas y acartonadas y los planos medios y generales quedan bastante pobres. Consciente de sus limitaciones, a menudo abusa de los primeros planos, lo que entorpece la narrativa. Dicho esto, los guiones a menudo compensan

Quizá ello fuera la razón por la que, aunque siguió escribiendo los guiones y realizando las portadas de todos los números, delegó el dibujo a partir del nº 44 en Judith Hunt primero y luego Mike Manley, Robb Phipps, George Booker, Gerald Forton, Tony Salmons y Bill Jaaska, todos ellos de segunda división, meramente funcionales y nada atractivos. Este desfile de dibujantes privó a la serie de unas necesarias estabilidad y personalidad gráfica, signo inequívoco de deriva que sugiere una pérdida de interés por parte de la editorial. Y efectivamente, aunque Grell llegó a anunciar en el correo del propio título que Tony DeZuñiga se le uniría como artista en la colección, lo cierto es que tales planes nunca llegaron a concretarse y al poco tiempo la cabecera se canceló en 1988, en su número 56. Había sido uno de los títulos más longevos de First.

El éxito de esa miniserie llevó a la apertura de una colección regular para Green Arrow, que Grell se encargó de guionizar. Y fue en los números 15 y 16 de la misma donde el arquero esmeralda se cruza con un baqueteado mercenario llamado Jake Moses (febrero-marzo 89). Que se trata de una versión siniestra de Jon Sable queda claro

Mientras tanto, en First, en marzo de 1988 se volvió a relanzar al personaje, ya sin la participación de Grell, con guiones de Marv Wolfman y Bill Jaaska al dibujo. El título de esta nueva etapa fue "Sable" y duró 27 números antes de ser cancelada. First lanzó una reedición de los diez primeros números (probablemente los mejores) bajo el título de “Mike Grell´s Sable” y en 1996, tras el cierre definitivo de First cinco años antes, Grell se llevó su personaje a Image; o, mejor dicho, el universo del mismo, ya que el protagonismo recayó en Maggie la Gata, una elegante y carismática ladrona de guante blanco (inspirada a partes iguales en Grace Kelly y la actriz y modelo Lauren Hutton) a la que Sable había conocido en el nº 11 de su propia colección y que se convirtió en una invitada habitual de la misma. Pero lo que iba a ser una serie regular acabó cerrando al cabo de tan solo dos números debido a la caída general de ventas que experimentó la industria por entonces. ¿Y por qué no Jon Sable?

Y así, un año después, Grell anuncia que esta trabajando en una colección de Sable en blanco y negro para Caliber Comics. Pero el proyecto no cuajó y en 2000 lo intenta bajo la forma de novela, “Sable”, basada principalmente en los primeros números de la colección regular. A partir de ese momento y durante algunos años, el mercenario hizo algunos cameos en otras colecciones firmadas por Grell. Empezó una segunda novela e incluso terminó un guión cinematográfico que a punto estuvo de entrar en preproducción antes de ser

Años antes de que las principales editoriales norteamericanas sacaran sus sellos “para lectores adultos” o dejaran que los autores retuvieran los derechos sobre sus obras, Mike Grell y First Comics ofrecieron un tebeo maduro que se apartó de las convenciones superheroicas y que ha aguantado el paso del tiempo mejor que la mayoría de sus ochenteros contemporáneos. Naturalmente, hay temas que están muy enraizados en la época, como la Guerra Fría y sus intrigas de espionaje y referencias a la actualidad y personajes reales de su presente (las Olimpiadas de entonces, el presidente Ronald Reagan…), pero en general las historias, sobre todo las de los primeros treinta números, siguen siendo una lectura recomendable e interesante que mezcla el realismo con el espíritu pulp.
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