First Publishing fue una de las primeras editoriales independientes (esto es, ninguna de las dos grandes: Marvel o DC) que a comienzos de los ochenta transformaron el panorama del comic book. Y lo hicieron no sólo cambiando el modelo de negocio, sino con apuestas creativas que trataban de distanciarse de los patrones y esquemas ya establecidos en el formato superheróico. El primer título lanzado por First Comics fue “Warp” (1983), dirigido a un lector más adulto que el comprador habitual de héroes enmascarados. Tan solo unos meses después, “American Flagg” (octubre de 1983), reafirmó esa nueva política y demostró su viabilidad.
Howard Chaykin tenía 33 años cuando comenzó “American Flagg” y para entonces no era en


La historia transcurre en el año 2031. Treinta y cinco años antes, tras una serie de calamidades domésticas e internacionales, el liderazgo político y empresarial de los Estados Unidos trasladó su base de operaciones a la colonia Hammarskjold de Marte, reinventándose como una especie de conglomerado político/corporativo de corte totalitario llamado Plex. En la Tierra, mientras tanto, la Unión Soviética se derrumba, las facciones islámicas se sublevan y la Unión Brasileña de

El Plex gobierna lo que queda de Estados Unidos -las costas este y oeste han quedado devastadas- y suministran entretenimiento bajo la forma de programas televisivos "legales". La mayor parte de la población superviviente se agrupa en el interior de enormes construcciones fortificadas, los Plexmall, una mezcla de complejo residencial y centro comercial. En ellos, la máxima autoridad y representante del Plex es el cuerpo de los Plexus Rangers, cuya principal tarea es mantener la paz en el interior de los Plexmall y proteger las instalaciones agrícolas e industriales circundantes, fundamentales para mantener la economía del Plex. Dichas instalaciones son regularmente atacadas tanto por hordas de desahuciados empobrecidos y hambrientos como por delincuentes agrupados en violentas bandas y milicias.
La nueva y flamante incorporación de los Rangers es Reuben Flagg, un popular y atractivo actor (protagonista de una serie reveladoramente titulada

Dentro del Plexmall, las cosas son diferentes pero no necesariamente mejores. Todo lo que parece importar a sus residentes son el sexo en sus más diversas modalidades, las drogas "recreativas", los dibujos animados y los "realities" financiados por el Plex. Al principio, Flagg se deja llevar, pero cuando alguien asesina al Ranger Jefe, se ve obligado no sólo a ocupar su puesto sino a hacerse cargo de la emisora pirata de televisión que Krieger operaba en secreto. Investido de su nueva autoridad y

"American Flagg" se alejó radicalmente del esquema de ciencia-ficción basado en la "space opera" del que tanto se ha abusado en el comic norteamericano, para presentar una distopia "pop" y satírica que metía el dedo en el ojo a la América de Reagan. Exageró modas y tendencias del momento y previó otras por venir -la importancia del estilo sobre el contenido, el consumismo pasivo, la sobrecarga de información, la omnipresencia de la televisión basura, la violencia gratuita, la hipersexualización de la sociedad, el despiadado oportunismo o la obsesión por el dinero- y las llevó hasta extremos absurdos e hilarantes. Es ese humor negro el que ayuda al lector a asimilar el siniestro mundo que presenta el autor a través de, por ejemplo, frases y eslóganes absurdos o imaginería propia de programas televisivos de nombres tan expresivos como "Putillas blancas colocadas" o "Romances interespecies" ("esta noche: un hombre, una mujer...y un pato"). Los boletines de noticias se especializan en el glamour de los visitantes VIP y el sensacionalismo violento.

Gráficamente, "American Flagg" ofreció una propuesta que la situaba muy por delante de lo que entonces podía encontrarse en el formato del comic-book. Lo primero a destacar es la inteligente combinación de abundancia informativa y agilidad narrativa que Chaykin logró en su técnica, estableciendo una atractiva dinámica no sólo entre las palabras y las imágenes, sino de éstas con las onomatopeyas. Sus diseños de página son a la vez bellos y funcionales, utilizando los globos de diálogo como conexión entre diferentes niveles de lectura y

El autor destaca sobre la mayoría de los dibujantes de comics al no ceñirse a una estructura fija de tantas viñetas por página: recurre a páginas-viñeta, viñetas que forman pantallas de televisión, logos comerciales, efectos de "sonido", posters de estilo publicitario, emisiones televisivas que se mezclan de fondo con las conversaciones de los personajes...todo ello superpuesto en imágenes que cumplen una función al tiempo decorativa y dramática.
Por todo ello, en su momento hubo quien consideró "American Flagg" un tebeo difícil de leer. Quizá lo fuera. Pero es precisamente porque Chaykin respeta la inteligencia del lector por lo que no le pone las cosas fáciles: le exige atención, reflexión e, incluso, una segunda lectura; razones que hacen que lo mejor de su obra siempre resulte recomendable para quien busque una mayor complejidad en el comic.

No todo es perfecto, sin embargo. En el aspecto argumental, la principal debilidad de "American Flagg" es su tratamiento de los personajes femeninos. Los protagonistas varones disfrutan de personalidades bien definidas desde el comienzo, pero Chaykin parece incapaz de presentar una fémina que no se ciña al estereotipo de mujer fatal, dominante, manipuladora y oportunista (como es el caso de Mandy o Ester Maria de la Cristo). Intenta darles cierta profundidad para compensar su frívolo aspecto, pero no acaba de conseguirlo. Varios personajes femeninos, como Medea Blitz y la nazi Titania Weiss se comportan de una manera al comienzo de la saga y de otra muy diferente hacia el final. A tales cambios se les da una


Todo es cuestión de opiniones pero la mía es que, aunque no cabe duda de que el sexo resulta fundamental para dar consistencia al futuro de la América postcatastrófica de Flagg, Chaykin fuerza a menudo las cosas sin que la narración lo requiera. El guionista/dibujante ha demostrado a menudo que, además de tener algo que decir, su intención era crear polémica y desafiar a la crítica bienpensante introduciendo contenidos escabrosos, particularmente el sexo. Y aunque es cierto que las escenas que nos muestra


Defectos aparte, "American Flagg" es un comic tremendamente ameno. En sus mejores momentos, ofrece una lectura densa e ingeniosa con una capa de sátira hiriente adornada por un arriesgado y variado festival gráfico. Pero tras doce números, Chaykin se fue desvinculando de su obra. Por una parte, encargarse del guión, el elaborado dibujo, el entintado y la rotulación de un comic mensual suponía una carga de trabajo excesiva. Por otra,

Primero traspasó el apartado artístico a otras manos, lo que puso aún más de manifiesto -si es que ello era necesario- la calidad gráfica que él había aportado en los primeros números. En comparación con sus páginas, los esfuerzos de dibujantes de segunda fila como Rick Burchett o Pat Broderick eran casi patéticos. Tras su marcha definitiva en el número 26, el complejo entramado de relaciones entre los personajes, la caracterización de los mismos, el humor cínico y provocativo, los diálogos ingeniosos, el glamour, la socarronería descarnada y la continuidad que enlazaba y daba solidez a la colección, se fueron desintegrando rápidamente en las manos de sucesivos guionistas, como J.M.DeMatteis, Steven Grant o Alan Moore.
"American Flagg" era una obra de autor y los lectores así lo entendieron: las ventas se desplomaron. La colección había llegado a su punto más alto nada más empezar, y no había sido capaz de mantener tal nivel de excelencia. First se vio obligado a llamar de nuevo a Chaykin, quien no pudo arreglar el desaguisado, poniendo fin a la colección en

La colección tuvo una segunda vida, esta vez bajo el título "Howard Chaykin´s American Flagg", en un intento de atraer la atención de aquellos que disfrutaron con la primera etapa. Chaykin se dedicó a reflotar el barco, decidiendo que todo lo que se había hecho tras su marcha no había tenido lugar y retomando la narración en el punto en el que él la había abandonado, en el año 2032. El resultado fue entretenido, pero no brillante, al menos no tanto como en su primera época, entre otras cosas porque el dibujo recayó en las inadecuadas manos de Mike Vosburg y Richard Ory. En esta ocasión, las enloquecidas aventuras de Flagg terminaban en matrimonio e hijos pero, ya fuera por decisión del autor (que por entonces tenía su mirada puesta en los guiones de una serie televisiva, "The Flash"), imposición editorial o el dedo acusador de las ventas, el segundo volumen de "American Flagg" finalizó en su número doce.
"American Flagg" no fue una serie longeva que consiguiera sobrevivir a su creador original, pero

El cierre de First Comics dejó a "American Flagg" convertida en inalcanzable obra de culto. Durante veinte años, la única forma de conseguir números sueltos o las novelas gráficas en las que se recopilaron los primeros arcos argumentales fue a través del caro mercado de segunda mano. Por fin, la todavía reciente edición en un lujoso volumen de los primeros catorce episodios (en España publicado por Norma Comics) pone a nuestra disposición una lectura obligada para cualquiera que disfrute de la ciencia ficción en viñetas.

Lo mejor deste cómic es como Chaykin mete de todo pero queda todo claro y lo bien que oculta sus carencias en el dibujo con la composición de página. Es un cómic muy chulo y tan acertado en su anticipación que su ochenterismo no le pasa factura.
ResponderEliminarSe puede ver como Frank Miller y Alan Moore, se inspiraron en este comic y sus magnificas graficas
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