20 abr 2020
2000-BATMAN de Darwyn Cooke (y 2)
(Viene de la entrada anterior)
Aunque este volumen está dedicado al Batman de Darwyn Cooke, su mejor y más extensa historia no es una del Caballero Oscuro sino de Catwoman; bueno, ni siquiera de ella sino de Selina Kyle. Se trata de la miniserie “El Gran Golpe de Selina”, aparecida en 2002, y probablemente su inclusión aquí obedezca a que DC pensó que colocar en portada el nombre de Batman tendría mejor efecto sobre las ventas del recopilatorio que el de su enemiga-aliada. De hecho, en la introducción, Cooke se muestra especialmente orgulloso de esta aventura y la califica como su preferida. Y ello seguramente se debe a que no se trata de un comic de superhéroes, sino de serie negra.
Por entonces, Cooke dibujaba la serie regular de “Catwoman”, cuyos guiones realizaba Ed Brubaker; dos autores apasionados por los relatos de criminales, mafiosos, robos, policías corruptos y bajos fondos en general. Cronológicamente, esta miniserie de 87 páginas transcurre antes de “Catwoman: El Lado Oscuro de la Calle”, un arco de la colección regular. La diferencia es que en esta ocasión la ladrona viste de civil más que con su característico uniforme (que solo aparece en unas pocas imágenes y una página-viñeta en flashback).
Al comienzo de la trama, Selina tiene una ventaja y un inconveniente. La primera es que todo el mundo la da por muerta; el segundo, que está arruinada y necesita dinero. Tras un golpe frustrado en Marruecos, regresa a Gotham y visita a un viejo conocido e intermediario, Swifty, que le propone un robo. Chantel, una prostituta próxima a un miembro de la familia mafiosa Falcone, le ha dado el soplo de un cargamento de 24 millones de dólares procedentes de actividades ilícitas y que va a ser transportado por tren. Es un golpe peligroso y complicado así que Selina acepta y busca la ayuda de su antiguo amante y mentor, Stark; y de otro cómplice, Jeff, especialista en tecnología. En cuanto al plan, es tan brillante como ridículo: acceder a un tren en marcha utilizando una vagoneta impulsada por cohetes, robar el dinero utilizando balsas inflables y lanzarse en paracaídas a un río cuando el tren cruce un puente.
Por supuesto, lo que parecía un golpe bien atado acaba complicándose cuando Falcone descubre la traición de Chantel y el detective Slam Bradley, contratado por el alcalde de Gotham para que investigue la desaparición de Selina, averigue que no sólo no está muerta sino que va tras el dinero de la mafia.
Visto con perspectiva, “El Gran Golpe de Selina” parece una especie de borrador de lo que Darwyn Cooke conseguiría más adelante con sus adaptaciones de las novelas de serie negra “Parker”, del escritor Richard Stark. Es más, la decisión de bautizar a uno de los personajes principales como Stark, ya nos dice de dónde sacó su inspiración este autor tan aficionado, si no más, al género policiaco como al superheroico. Cooke conoce bien esos referentes y el homenaje está perfectamente articulado, combinándolo además con otros guiños: Chantel tiene el aspecto de Pam Grier, el icono de la blaxploitation de los setenta; Swifty recuerda mucho a Burgess Meredith; y Stark está dibujado con los rasgos de Lee Marvin, que interpretó a Parker (aunque con el nombre de Walker) en la película “A Quemarropa” (1967), de John Boorman. La propia intriga criminal está imaginada, desarrollada y narrada de forma magistral. Es más, Cooke no se deja limitar por las reglas morales que suelen encorsetar las historias de superhéroes –aunque esta es una historia de ladrones y mafiosos, su protagonista nominal no deja de tener un pie en ese género- y aquí hay más violencia y muerte de la que a priori podría esperarse.
Selina conserva su característico carisma, independencia y voluntad de hierro, pero al mismo tiempo se siente vulnerable tras unos acontecimientos previos que se mencionan pero no explican con detalle, por lo que la historia no es completamente autónoma. Ciertamente, nadie desconocedor de la serie regular corre el riesgo de perderse en la lectura, pero sí quedará con la sensación de que ciertos aspectos forman parte de una narrativa más amplia. Por otra parte, es una agradable sorpresa ver a Slam Bradley, uno de los personajes más antiguos de la DC, ya que debutó nada menos que en “Detective Comics” nº 1, allá por 1937, un año antes que Superman y dos que Batman. Habitual en la etapa de Brubaker y Cooke en la serie mensual, es uno de esos detectives a la vieja usanza, con su contundente nombre, gabardina, sombrero, código moral propio y ningún remilgo a la hora de utilizar sus puños para obtener la información que necesita.
Quizá el punto más flojo de la miniserie sea que tras una buena introducción de la trama y los personajes, el trabajo de caracterización de los mismos y la elaboración del plan para el robo, todo se resuelve con demasiada rapidez. Hay una interesante secuencia de tres dobles páginas en las que se desencadena la acción y aunque están magníficamente dibujadas, no deja de ser una sucesión clichés vistos en miles de ficciones similares. Tampoco sorprende demasiado la dinámica final entre Selina, Stark y Slam. Es un buen guión, tiene personajes muy interesantes, todo transcurre a buen ritmo, aunque quizá le falten un par de giros que lo alejen de lo predecible.
Gráficamente, Cooke ha evolucionado mucho desde “Ego”, aunque es cierto que la apariencia engañosamente tosca de su dibujo pueda alejar a quienes sólo conozcan de él “La Nueva Frontera” o “Parker”. Para conseguir un aspecto visual más acorde con esa atmósfera criminal en la que se desarrolla la historia, utilizó rotuladores, marcadores y pinceles para engrosar su línea y darle más presencia a las superficies negras. El color de Matt Hollingsworth acentúa esa tendencia noir reduciendo la paleta cromática a lo más básico. Es un planteamiento atrevido pero muy efectivo y el efecto es tan dinámico como si se estuviera leyendo un storyboard (a lo que, desde luego, no es ajena la experiencia de Cooke como animador).
“El Gran Golpe de Selina” no es una historia de Batman pero reviste auténtico interés y calidad por méritos propios y, probablemente y como he indicado más arriba, sea el mejor segmento de todos los que contiene este volumen recopilatorio, tremendamente entretenido e ideal para los amantes del género criminal.
El resto del contenido consiste en historias cortas, un pin-up de Catwoman y dos portadas. “Donde Reinan los Monstruos” (publicado originalmente en “Gotham Knights 23), escrito por Paul Grist y dibujado por Cooke, opone a Batman y Madame X, una terrorista que mezcla los conceptos de Dos Caras (está desfigurada) y el Espantapájaros (utiliza bombas de humo que provocan alucinaciones). Lo que destaca en realidad es el tratamiento gráfico, muy influido por los dibujos animados de Bruce Timm y que Cooke aborda con rotulador, pincel y tinta.
“El Monumento”, escrito por Cooke y dibujado por Bill Wray en blanco y negro, se publicó en “Gotham Knights” nº 33 y es un divertido pastiche en el que Batman asiste con disgusto a la erección de una estatua dedicada a él, un monumento que estará encantado de destruir durante una de sus peleas con Hugo Strange. El dibujo de Wray exagera el estilo que utilizara Frank Miller en “El Regreso del Caballero Oscuro” en una historia moderadamente divertida en su sátira que acierta al no llevarla más allá de sus ocho páginas.
“Cita con un Caballero”, escrita por Cook y dibujada por Tim Sale, apareció originalmente en el número 1 de “Solo”. Batman sorprende a Catwoman mientras ésta roba en un museo, pero resulta ser un montaje preparado por la sensual ladrona para así pasar unos breves momentos –frenéticos, eso sí- con su vigilante favorito. Estas nueve páginas no son más que una agradable anécdota realizada con con el método Márvel, esto es, que buena parte de lo que vemos es obra de Sale a partir de un vago concepto aportado por Cooke. La tensión romántica y sexual entre los dos personajes es intensa y el flirteo de Selina voluptuoso sin caer en lo vulgar. Por otra parte, el movimiento que Sale sabe darle a sus figuras es sobresaliente. Es una historia intrascendente en cuanto a lo que cuenta, aunque muy bonita de leer gracias al talento del artista.
La última historia, “Deja Vu”, escrita y dibujada por Cooke, es un homenaje a “La Noche del Acosador”, un episodio clásico del Batman de los setenta (“Detective Comics” 439) cuyas doce páginas firmaron Steve Englehart al guión y Sal Amendola y Dick Giordano al dibujo. A decir de Cooke, ésta fue la primera historia que jamás leyó de Batman y aquella que mayor impacto le causó. Originalmente, propuso su adaptación como parte de la serie de animación de Batman dirigida por Bruce Timm, pero finalmente reformuló el concepto y lo llevó a las viñetas en “Solo” nº 5. Su cariño por el episodio clásico es evidente desde el principio, ya que la historia es básicamente la misma aunque con algunos cambios, sobre todo mostrar los mismos acontecimientos pero desde diferentes ángulos y puntos de vista.
Cuando un robo a mano armada termina en doble homicidio y un niño que se queda huérfano, Batman dedica el resto de la noche a perseguir y acosar a los criminales uno a uno para llevarlos ante la justicia. Como en el original, Batman no dice una palabra en toda la historia, transmitiendo, eso sí, todo lo necesario, porque queda perfectamente retratado: su eficacia en combate, el temor que inspira su presencia, la atmósfera que le rodea, el tormento que le causa la pérdida de sus padres… Realizada casi toda en rejillas de ocho viñetas por página, este capítulo es todo un ejemplo de la pericia narrativa de Cooke y su talento como diseñador gráfico.
Puede que “Batman: Ego” no sea un comic de lectura obligada, pero sí es una muy entretenida. Ofrece una miscelánea de calidad que sirve de testamento al genio artístico de Darwyn Cooke, su talento para narrar historias con imágenes, excelente ojo para el movimiento, el diseño y la composición. Pero también nos ofrece un retrato fiel de lo que fue su interpretación del género superheroico, el cual debía estar rebosante de humanidad, humor y, sobre todo, esperanza. Recupera y plasma los aspectos clásicos y más policiacos del personaje mejor quizá que cualquier otro autor moderno.
En resumen, recomendable, por supuesto, para cualquier aficionado a Batman y también para quienes no conociéndolo más que superficialmente, estén interesados en descubrir una aproximación gráfica y narrativa a su universo distinta de lo convencional y deudora de los viejos cortos de Superman de Max Fleischer y la animación de Bruce Timm.
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