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En el nº 20 (noviembre de 1963) aparece otro villano patético llamado el Hombre Molécula, uno de los personajes más ridículos diseñados por Kirby. La estupidez de la historia queda mitigada por la aparición de El Vigilante, pero tras el magnífico Anual nº 1, el argumento parecía un esfuerzo infructuoso y aburrido. Tras la rápida progresión y radicales innovaciones de los seis primeros episodios, la serie pareció alcanzar cierto ritmo estable, como si la tormenta creativa se hubiera consumido a sí misma. En las páginas de los números 7-20 no habían aparecido villanos de la altura del Dr.Muerte ni acontecimientos realmente trascendentales más allá de unos cuantos destellos aquí y allá, como El Vigilante. Esto no significa que la etapa fuera estéril o que se limitara a repetir una y otra vez el mismo esquema. Pero sí parece que Lee y Kirby habían forzado las cosas hasta donde consideraban factible (por aquel entonces) y después pensaron que había llegado el momento de consolidar lo logrado, estabilizar la serie a través de episodios sólidos pero no revolucionarios. Así, los Cuatro Fantásticos adquirieron una nueva consistencia que no excluyó los cambios graduales, una continua progresión de fondo y crecimiento, tal y como demuestra el cambio que fue experimentando el temperamento de Ben tras conocer a Alicia.
En el nº 22, (enero 1964), Susan recibía un nuevo poder, una especie de campo de fuerza

Un número atrás, Dick Ayers había sido retirado de las labores de entintado de la colección para encargarse de otros títulos de Marvel y su puesto fue cedido a George Roussos, un antiguo empleado de Simon y Kirby cuyo estilo tosco e incluso amateur los fans acabaron detestando. De repente, el aspecto visual de la revista retrocedió varios enteros. Otorgar el puesto de entintador al profesional equivocado fue algo en lo que Stan incurrió con más frecuencia de la deseable en estos años.
Aunque fue el principal factor, este paso atrás no fue sólo culpa de Roussos. Kirby estaba demasiado sobrecargado de trabajo como para poder realizar una labor de calidad. Marvel estaba en pleno lanzamiento de sus cómics colectivos (“Sgt.Fury, X-Men y los Vengadores), todos dibujados por Kirby junto a Thor, los Cuatro Fantásticos y diversas portadas cada mes. Nadie en la editorial era capaz de soportar semejante ritmo y, aún así, hacerlo con una calidad aceptable.

En el nº 23 (febrero 65) regresa –otra vez- el Doctor Muerte, habiendo reunido en torno a sí a

Hacia el número 24, la colección había quedado temporalmente exenta de inspiración positiva, entusiasmo y dirección. George Roussos (que también firmaba como George Bell) tenía un estilo de entintado que disgustaba a los fans. El fandom había evolucionado hasta producir una nueva raza de lectores críticos y discriminadores, lectores que tenían opiniones muy claras sobre los guiones y los dibujos. Y estaba claro que aquéllos consideraban a George Roussos demasiado inepto para la tarea de insuflar la atmósfera necesaria en los lápices de Kirby. En la página de

Lo cierto es que Lee no tenía en esta etapa demasiado buen ojo o suerte a la hora de encontrar el entintador adecuado para cada dibujante. Paul Reinman no lo hacía mejor que Roussos en las páginas de Los Vengadores” y los X-Men. Era un problema no totalmente achacable a Lee. Al fin y al cabo no podía disponer de los mejores talentos de la industria debido a las rácanas tarifas que pagaba Martin Goodman.
El número 24 nos muestra el primer fotomontaje de Kirby, experimentos gráficos de los que hablaré más adelante y que no resultaron todo lo bien que debieran debido a las pobres técnicas de impresión de la época, que a menudo convertían la viñeta en un galimatías en el que no se distinguía nada. Se dice que el departamento de producción de Marvel detestaba los collages de Kirby. También

El título de la aventura, “The Infant Terrible” es una propuesta tremendamente mediocre. Siempre que Lee y Kirby no podían imaginar un oponente digno de los Cuatro Fantásticos, acudían a su plan de contingencia: sacudir la caja y sacar del fondo otro monstruo u alienígena típico de la etapa Atlas. Era un recurso repetitivo y aburrido que seguiría lastrando muchos números en el futuro
Pero todos estos baches no importaron mucho porque a continuación apareció una historia tan épica que ningún entintador hubiera podido arruinarla. En el verano de 1941, Carl Burgos y Bill Everett, entonces trabajando para Atlas Comics, organizaron una macrofiesta en el apartamento del segundo. Duró tres días y nadie salió de allí salvo para comprar más comida y alcohol. Pero no sólo hubo diversión a raudales. La reunión de cinco

Es posible que aquel número de “Human Torch” fuera el germen del número 25 (abril 1964) de los Cuatro Fantásticos, un enfrentamiento en dos episodios (continuó el mes siguiente) entre la Masa y la Cosa, “La Batalla del Siglo”. Tras el primer y decepcionante crossover entre los 4F y Hulk en el nº 12, Stan Lee llegó a la conclusión de que la clave residía en eliminar a Reed, Sue y Johnny y dejar a los dos monstruos pelearse a gusto.
Y es que entre los números 25 y 29 (abril-agosto 1964) se fueron sucediendo una serie de crossovers que algunos fans llegan incluso a calificar de excesivos. Hulk, los Vengadores, Namor, el doctor Extraño, los X-Men y el Vigilante tuvieron sus respectivos turnos en “Los Cuatro Fantásticos”. La intención de Lee y Kirby estaba clara: dar forma a un universo consistente, en perpetua evolución y sostenido por una compleja red de interconexiones entre todos los personajes, un

Casi desde el principio, Lee y Kirby habían establecido que todos sus personajes coexistían en el mismo mundo y que los super héroes de la Golden Age publicados por Timely habían vivido también en esa misma línea temporal aunque veinte años antes. Pero el punto exacto donde los creadores (ya conscientemente) consolidaron su Universo fue en los números 4 y 5 de “Los Vengadores” y 25 y 26 de “Los Cuatro Fantásticos”. La batalla entre Hulk y la Cosa en el nº 25 tenía su origen argumental en la última página de “Vengadores” nº 4 y, tras los dos episodios de los 4F la historia concluía en las primeras dos páginas de “Los Vengadores” nº 5. Esa secuencia no tenía precedentes. Reuniendo y relacionando a todos esos superhéroes, Stan pudo vender toda la línea Marvel como una unidad coherente e inseparable y, de esta forma, la unificación del Universo Marvel puede considerarse como el logro supremo de Lee. En su momento, cambiaría la industria del comic de superhéroes de forma total y permanente.

Kirby está a la altura de la tarea y demuestra por qué los fans siempre lo consideraron el rey de los comics de acción. Cualquier otro artista habría necesitado un centenar de páginas para acomodar toda la acción de este episodio. No es el caso de Kirby, que de nuevo encapsula tanta acción en 22 páginas que incluso hoy nos seguimos preguntando cómo fue capaz de regalarle a cada personaje en tan poco espacio su propio momento de protagonismo. En las páginas 9 y 10, en sólo tres viñetas, el imparable Hulk consigue abrirse

Los argumentos secundarios eran tan interesantes como la propia batalla. Reed estaba enfermo y Johnny herido, pero ambos trataban de sobreponerse a sus dolencias. Acudían vendados y delirando por la fiebre justo cuando Ben más los necesitaba. Y qué final: la Avispa resultar ser la clave de la derrota de Hulk, envolviéndole en un enjambre de insectos hasta que se vuelve loco y se lanza al río Hudson. Sólo Jack Kirby

Comoquiera que Stan Lee editaba y escribía en solitario toda la línea de comic-books de la casa, le fue posible poner a todos sus personajes en un solo número, que es exactamente lo que ocurrió en el número 26 (mayo 1964), “La Llegada de los Vengadores”. Desde su colorida y original portada hasta su página final, este episodio constituía el epítome de todo lo que Marvel estaba haciendo para conseguir el favor de los lectores. Continuando la acción del episodio anterior, Nueva York se halla en un estado de sitio y bajo la ley marcial, estando la parte de la ciudad, en la que Hulk y La Cosa continúan peleando aislada por las fuerzas del orden. Finalmente, Hulk consigue zafarse de La Cosa y llegar a la mansión de los Vengadores, donde se enfrenta a sus antiguos compañeros. Kirby hace lo imposible para conseguir que los derrote en tan solo dos páginas antes de darse a la fuga con Rick Jones. Persiguiéndolo, los Vengadores y unos ahora completos Cuatro Fantásticos se

A pesar de su torpe entintado, el lapsus de memoria de Stan acerca del nombre del alter ego de Hulk y que las proporciones del dibujo de la portada eran claramente absurdas, este thriller en dos partes, escrito por Lee con su habitual mezcla de drama y humor y coordinándolo con lo acontecido en otros títulos, es un momento clave en la historia primitiva de Marvel y un compendio de todo lo que hizo crecer a la editorial. También fue la mejor historia de los Cuatro Fantásticos hasta la fecha. Demostró que el género de superhéroes y sus lectores eran capaces de asimilar y disfrutar de conceptos y planteamientos más ambiciosos de lo que los editores de DC y la propia Marvel habían estado dispuestos a admitir. Rompiendo los límites de la historia unitaria, la batalla entre Hulk y la Cosa introdujo una escala épica, un aperitivo de lo que estaba por venir.

(Continúa en la siguiente entrada)
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