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El año 1972 fue un hito en la historia de los comic books. En 1971, DC había decidido subir el precio de portada de sus tebeos de quince a veinticinco centavos, ofreciendo eso sí 52 páginas a cambio. Fue un movimiento desastroso desde el punto de vista financiero, tanto que sucedió lo impensable: en 1972: Marvel adelantó a DC en ventas globales. Fue una victoria pírrica sin embargo, porque la industria en sí estaba empequeñeciéndose. Conforme los “baby boomers” alcanzaban sus últimos años de adolescencia y luego la madurez, abandonaban los comics mainstream por el cine, la televisión, los tebeos underground o, sencillamente, las tribulaciones ordinarias que el día a día les presentaba. Los superhéroes veían diluirse su popularidad mientras que los títulos de terror estaban en racha.


Irónicamente, al principio las intenciones de Kirby no habían sido las de satirizar a Lee y Thomas. Funky iba a ser una caricatura de Don Wallace, el antiguo responsable de Marvelmania, el club de fans de la editorial que se hizo conocido por no enviar a sus socios los artículos que éstos pedían y pagaban. Sin embargo, cuando Kirby se sentó en su tablero y dibujó a Flashman, acabó basándolo en un hombre que conocía mucho mejor: Stan Lee. Pero el resentimiento y la ira no era lo único que Kirby vertía en sus comics. De una forma más elegante y elevada también los utilizó para opinar sobre las armas de destrucción masiva u otros temas relevantes del momento.

En “Nuevos Dioses” 7 aparece “El Pacto”, al que Jack Kirby se refirió como su mejor trabajo en varias ocasiones. Se trata de otro relato icónico del Cuarto Mundo, reuniendo personajes, explicando sus pasados y narrando el origen del conflicto en curso como una épica que abarca siglos y en el que se revelaban las relaciones que

“El Pacto” comienza de una forma idílica, un momento de paz: “Al principio”, coloca Kirby en la primera página, evocando las palabras bíblicas, la vida es tranquila pero imperfecta. Izaya (el futuro Highfather) y su esposa Avia descansan en un

En buena medida, este capítulo constituye el núcleo del Cuarto Mundo al presentar todos sus conflictos simbólicos: Nueva Génesis contra Apokolips; la guerra contra el deseo de paz; la astucia frente al valor; la venganza frente a la piedad y la tolerancia; y el edén natural frente a la pesadilla tecnológica. Conforme la historia avanza, Kirby diseña todo un catálogo de monstruosidades futuristas, como la electro-hacha, las destructo-varas, la caballería canina… A medida que se regodea en estas máquinas de destrucción y dibuja imágenes de devastación más dinámicas y terribles que en toda su carrera, también puede adivinarse una ambivalencia respecto a este despliegue armamentístico, tal y

La batalla sube muchos enteros en su intensidad cuando Darkseid bombardea Nueva Génesis con planetoides y ambos bandos se entregan a experimentos genéticos creando nuevos y monstruosos seres destinados exclusivamente al combate. A partir de aquí, la guerra alcanza niveles cósmicos, transformando soles en rayos de energía y amenazando con provocar un cataclismo galáctico. Kirby, como veterano de la Segunda Guerra Mundial, reflexionaba aquí sobre cómo la bruma roja de la guerra acaba invadiéndolo todo, anulando el sentido común y los mejores sentimientos de todos los implicados. A medida que la batalla progresa y la destrucción se extiende alcanzando el clímax, vemos a Izaya emocionalmente deshecho. En un panorama de absoluta desolación, el Nuevo Dios tiene un momento de revelación: el apocalipsis debe parar. En ese instante de desánimo, Izaya, como un nuevo Moisés, se vuelve hacia Dios (en la forma de La Fuente), que responde manifestándose como una mano que escribe letras de fuego sobre un muro (otra referencia al Antiguo Testamento).
Al final, esa visión religiosa desemboca en un pacto secreto entre ambas partes, un acuerdo que traerá la paz a Apokolips y Nueva Génesis, al menos durante un tiempo. Darkseid continuará intrigando y maquinando para destruir a sus enemigos, pero los habitantes de Nueva Génesis podrán disfrutar de un periodo de descanso, un alivio a los horrores vividos en la guerra. Para ello, Darkseid e Izaya acceden a un compromiso que implica un gran sacrificio: el hijo del primero, Orion, será enviado a Nueva Génesis, mientras que el de Izaya –bautizado como Scott Free por la malvada Abuelita Bondad y más adelante apodado Mister Miracle- será educado en Apokolips. Por fin, Kirby revelaba a sus lectores la historia tras los personajes principales, lo que se escondía tras el odio y el resentimiento que separaba y al mismo tiempo unía sus destinos.
En el siguiente número, el 8, “El deseo suicida de Turpin el Terrible” (otro de los preferidos de Kirby), el propio autor se une a la juerga en la forma del detective de Nueva York Daniel Turpin (creado como un jovencito por el propio Kirby allá por los años cuarenta en “Boy Commandos”), un tipo duro, vestido a la antigua y con un eterno cigarro entre los dientes, que

“Forever People”, en cambio y aunque sigue ofreciendo algunas ideas interesantes, pierde un tanto el rumbo al introducir en los argumentos a Deadman. Aparentemente, Kirby recibía presiones de la editorial para incluir a alguna “estrella invitada” y, en este caso, tratar de relanzar a ese personaje, que aunque había sido creado hacía relativamente poco (en 1967, en el título “Strange Adventures”), se había quedado sin colección. El resultado es insatisfactorio por varias razones y queda claro que el grupo de Jóvenes Dioses funcionaba mejor cuando su misión era detener la

“Mister Miracle” fue una serie más irregular. Desde sus primeros números, se asiste a un desfile de estrafalarios villanos cuyo único propósito es capturar o matar a Scott utilizando diversas trampas mortales…de las cuales escapa el héroe utilizando trucos que no respetan no ya una mínima verosimilitud sino siquiera la lógica. Aunque se le

La primera parte de la serie transcurre en la Tierra y aunque hay destellos de brillantez (como el mencionado número con Funky Flashman-Stan Lee), está claro que el molde se estaba agotando rápidamente. El interés remonta cuando Kirby cambia el rumbo y traslada al protagonista a Apokolips, un lugar que se había podido ver de refilón en “New Gods” y “Forever People pero que es aquí donde realmente cobra forma y vida. El viaje de Scott por este opresivo planeta mientras escapa de sus perseguidores (nº 7-9) tiene fuerza e interés e incluso los villanos que habían sido presentados en números anteriores encuentran ahora, en su hábitat natural, una mayor presencia y carisma.
Cabe también apuntar que Kirby no tuvo reparos a la hora de incluir personajes de otras razas distintas de la blanca, como negros (El Corredor Negro, Shilo Norman) u orientales (Sonny


Por desgracia y a pesar de la grandeza que destilaban estas historias (y otras como la alabada “Himon”, en “Mister Miracle” nº 9), las ventas de los comics del Cuarto Mundo, que al principio habían sido satisfactorias –aunque lejos de lo que DC había esperado del fichaje de Kirby-, no hicieron sino descender mes tras mes. Probablemente, varios fueron los factores, entre ellos la transformación que estaba experimentando la distribución de comics. Antes de que existieran tiendas especializadas, éstos se vendían en quioscos y supermercados y sus dueños veían las cosas en términos de espacio-rentabilidad. Aquellas publicaciones no les

Pero es que además, la faceta de guionista de Kirby, como ya apunté antes, no ayudó. Su experimento narrativo resultó demasiado novedoso para una editorial y unos lectores acostumbrados a historias autoconclusivas. Ni consiguió darle al conjunto la suficiente coherencia interna ni supo plantear tramas que pudieran cerrarse para pasar a otra cosa, por lo que seguir las colecciones se convertía en un esfuerzo a menudo recompensado sólo por la confusión. Las ideas –algunas de ellas extravagantes en demasía- se sucedían a un ritmo de vértigo sin llegar a cuajar; se presentaban y abandonaban personajes nuevos prácticamente en cada número sin dar tiempo a que el lector los conociera o simpatizara con ellos. Con algunas excepciones (Darkseid, Orion), los personajes principales adolecían de falta de carisma y de evolución. Por ejemplo, aunque las personalidades de los distintos miembros de la Forever People estaban diferenciadas, tras once números apenas se había establecido la

Ahí tenemos por ejemplo al personaje del Corredor Negro, una extraña y fallida fusión de Silver Surfer y valkiria asgardiana. Había sido creado para protagonizar una colección independiente sin conexión con Darkseid o Nueva Génesis. Kirby ya tenía pensado el argumento para el nº 3 de “New Gods” cuando le telefonea Carmine Infantino y le dice que los lectores están encantados con todos esos personajes y que estaría bien que en cada episodio presentara alguno nuevo. Es más, sugirió uno que había visto meses atrás en uno de los borradores que le había mostrado Kirby… Sumiso como de costumbre, Kirby no discutió e introdujo al Corredor Negro en ese episodio para luego olvidarse prácticamente de él.
Por otra parte, su prosa, que algunos han calificado como operística y otros homérica, era demasiado altisonante y tremendista para el gusto del lector medio, especialmente al


DC aguantó algunos meses, pero al final no tuvo más remedio que recortar el precio de sus comics a veinte centavos y volver al formato anterior. Algunos títulos empezaron a recobrarse pero no los de Jack Kirby, que además de sus particularidades no tenían todavía el suficiente recorrido como para haber calado en los fans. La épica que estaba desarrollando era tan amplia y complicada que muchos de los que la abandonaron por el alza de precios luego no se reengancharon. Había incluso producido “episodios piloto” para otras dos nuevas series del Cuarto Mundo y estaba dispuesto

El primer título que abandonó fue “Jimmy Olsen”, en el que Kirby nunca se había sentido demasiado cómodo, sobre todo por tener que manejar un personaje, Superman, sometido a todo tipo de directrices corporativas. Así, en su número 148 (abril 72) apareció una pequeña nota en la página de correo en la que se leía: “Jack cree que se ha estirado demasiado. Está retrasándose en su calendario de entregas así que le pasará esta revista a Joe Orlando en el siguiente número. Necesita más tiempo para sus otros títulos –incluyendo uno nuevo en el que está trabajando. “. De forma harto simbólica, ese su decimosexto número terminaba con Jimmy y sus amigos de la Newsboy Legion, acompañados de Superman, finalizando sus aventuras y regresando a Metrópolis a bordo de su vehículo y con el sol poniente al fondo. Era el fin de una etapa (la colección no sobreviviría mucho más. Víctima de los nuevos aires, se cancelaría en 1974).
Kirby había conseguido en su contrato con DC total libertad creativa. Esto incluía el ser su propio editor, esto es, no aceptaba órdenes ni indicaciones de ningún superior. Pero a cambio la editorial se reservó el derecho de cancelar

Así las cosas, “Mister Miracle” fue el único título superviviente del Cuarto Mundo pero carente del apoyo de las otras colecciones se sumió en un desarrollo apático mucho más cercano al comic de superhéroes tradicional. Desaparecieron las referencias al conflicto cósmico y las historias no eran más que variaciones del mismo tema: cómo el héroe caía en alguna trampa mortal y conseguía escapar de ella. La insatisfacción de Kirby se hizo patente también en el dibujo, rutinario y menos elaborado. La serie finalizaría en el número 18 (marzo 74).
Como siempre ha sido el caso de Kirby, su obra para DC fue inmensamente influyente (¿a

En 1984, DC reedita en el lujoso formato Baxter la serie “Nuevos Dioses” con ocasión de un acuerdo con la compañía juguetera Kenner, que iba a fabricar figuras de acción basadas en personajes de la casa, algunas de ellas extraídas del Cuarto Mundo. Volvieron a llamar a Kirby para colaborar en el diseño de aquéllas y aprovechando la ocasión realizó un episodio adicional de 48 páginas para la mencionada reedición que sirvió de conclusión supuestamente definitiva. En este punto, su arte estaba ya en franca decadencia y pese a algunas interesantes composiciones de página, la torpeza en su trazo y en la definición de las figuras es patente. Tampoco el guión satisfizo a nadie y habría que esperar un año más, hasta 1985, para asistir al adiós final de Kirby a una de sus más insignes creaciones, en esta ocasión en forma de novela gráfica de 64 páginas titulada “Perros Hambrientos”

A pesar de su formato de novela gráfica y de disponer de un título individualizado (en lugar de,

Los temas que se tratan en “Perros Hambrientos” son básicamente los mismos que en el Cuarto Mundo: la tiranía, los peligros de la mecanización, la deshumanización, la lucha entre el bien y el mal… aunque llevados a un grado incluso superior en tanto en cuanto el mismísimo Darksied empieza a sentirse prisionero del progreso tecnológico que él ha instigado: “¡La conspiración del tiempo! ¡Una nueva era de botones, diales y repugnantes compuestos químicos!” exclama cuando se da cuenta de que el temor al poder de su persona va a ser sustituido por el temor a meras armas de destrucción masiva. “¿Esperas que apruebe esta…porquería?” le espeta al científico que le ha presentado un arma terrible. Pese a sus

Mientras tanto, los Perros Hambrientos del título, la clase obrera de Apokolips y símbolo del poder arrollador que puede ejercer el individuo anónimo si se agrupa con otros, cada vez se muestran más irritados, amenazando con estallar en rebelión contra la tiranía de Darkseid gracias al apoyo de Orion e Himon. Hay también apariciones de Highfather y Lightray y alusiones a Metron (Kirby decidió ignorar todas las contribuciones tanto de la etapa Conway como de las añadidas en los quince años desde que aparecieron las series originales del Cuarto Mundo).
Como ya dije, “Perros Hambrientos” es un comic confuso y enredado, pero si esto es debido a las injerencias editoriales o a los caóticos impulsos creativos de Kirby, nunca lo sabremos. Algunos de los problemas, como los cambios en la dirección del argumento, se deben a que inicialmente iba a ser un comic book ordinario y el autor se vio obligado a encajar demasiadas

Desde el punto de vista artístico, Kirby hacía años que había dejado atrás su cénit y lo que encontramos aquí así lo demuestra. Quizá siendo consciente de que ya no era capaz de ofrecer un dibujo pulido y tan impactante como antaño (tenía además problemas físicos en sus ojos y mano), intenta compensarlo otra vez con montajes de página inusuales en él (y no siempre exitosas, cayendo a veces en lo farragoso), probablemente en un intento de aprovecharse de la libertad que le ofrecía el formato de mayor tamaño. Tampoco ayudaron los problemas técnicos que obligaron a que sus lápices acabaran entintados por tres profesionales distintos (Mike Royer, D.Bruce Berry y Greg Theakston).

Con el paso de los años y de las décadas, los aficionados al comic book americano han disfrutado hasta la insensibilización de grandes épicas que abarcan múltiples universos o dimensiones, con docenas de personajes interrelacionándose en narraciones que se extienden por muchas colecciones. Pero no siempre fue así, ni mucho menos. El Cuarto Mundo de Jack Kirby fue en muchos sentidos el primero en ofrecer esa visión, para bien y para mal. Como mínimo, merece la pena echar un vistazo a esta explosión descontrolada de creatividad, una obra que, con todos los fallos indicados, resulta impresionante por su honradez, pasión y originalidad. Jack Kirby fue uno de los principales artistas de comic book del siglo XX. Y de todas sus obras, el Cuarto Mundo es puro Kirby.
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