El género negro, como extensión de la novela policíaca, es una forma narrativa propia del siglo XX. Aunque fue en la década de los cuarenta de la pasada centuria cuando alcanzó su edad de oro literaria y cinematográfica, sigue manteniendo hoy plena vigencia aun cuando su estética y temas hayan evolucionado. Y es que no se trata solamente de la exposición de un caso criminal y el descubrimiento por parte del detective correspondiente de la identidad del asesino, sino que su ambición va más allá: rebuscar bajo la alfombra de la sociedad bienpensante y sacar a la luz sus vergüenzas y miserias, mirar en los rincones oscuros donde se mueven no sólo los tipos más marginales y truculentos sino donde éstos se dan cita con los prebostes de la comunidad. .
Mientras autores como Dashiell Hammett o Raymond Chandler o directores como John Huston

Giardino creó este detective en 1979 para la revista “Il Mago”. Su popularidad conllevó un profundo cambio en la vida de su creador, a saber, el abandono definitivo de su trabajo como ingeniero electrónico a los 30 años y su entrega a la actividad mucho más creativa y económicamente incierta de autor de historietas. Y cito esto porque él mismo admitió que existía una relación entre la elaboración de un circuito electrónico y la historieta. Al menos, del tipo de historieta que hace Giardino: precisa, eficaz,

El interés de Giardino por los comics se remonta a su infancia, con los fumetti de Donald y Mickey Mouse, continuando por su juventud, en la que ya aparecerán autores más adultos como Guido Crepax o Hugo Pratt. Su fascinación le lleva a intentar entrar en ese mundo todavía sin abandonar su lucrativo trabajo de ingeniero. No fue fácil. Revistas como “Linus” o “Il Mago” le rechazan sus páginas, pero entonces, a través del escritor y crítico de comics Luigi Bernardi, entra en contacto con los autores que participan en “La Cittá Futura”, el semanario de la Federación Juvenil Comunista Italiana, donde, por fin, ve publicadas sus primeras seis historias cortas con el título genérico de “Storie da Dimenticare”.
Con su estilo ya algo más pulido, consigue ser aceptado en la revista “Il Mago” con su primer personaje fijo, “Sam Pezzo”, y la seguridad económica que le brindan estos encargos le animan a dedicarse completamente al mundo del comic y abandonar su trabajo de ingeniero, confiando en que sus ahorros le duren el tiempo suficiente como para hacerse un lugar en la industria y poder vivir exclusivamente de ello.
Las historias iniciales de Sam Pezzo están lastradas por una notable rigidez gráfica. Las figuras

Aunque no es un estilo con tradición en Italia, Giardino optó enseguida por la línea clara y ya sus primeras historietas tienen un indudable parecido con las de Tardi, uno de los pioneros en la recuperación y consolidación de dicho estilo en los setenta y ochenta para el comic francés. La suya es una línea clara “a la italiana”, con una elegancia, calidez y sensualidad que raras veces se ve en los practicantes francobelgas de este estilo. Y a pesar de que al comienzo, como he dicho, su dibujo adolezca de cierta torpeza y no particular personalidad, sí hay que resaltar su meticulosa atención por el detalle y el interés por hacer del sombreado un recurso fundamental en la creación de atmósferas y acentuación del dramatismo.

En cualquier caso, las calles, las tiendas, los bares, las fábricas del extrarradio, el interior de las

En cuanto a los argumentos, no se puede decir que sean terriblemente imaginativos u originales. Deben leerse más bien en clave de cariñoso homenaje al género en su vertiente más clásica. Y es que ahí están todos los clichés de la serie negra, ya por entonces bien establecidos: el detective con gabardina, sombrero fedora, eterno cigarrillo en los labios y Smith&Wesson calibre 38; las mujeres fatales; el deslavazado despacho con cristal translúcido en la puerta y una botella de whisky en la mesa; las réplicas ingeniosas y los diálogos cínicos; los criminales de poca monta; la policía incompetente, calles nocturnas con el asfalto mojado por la lluvia, engaños y traiciones, tiroteos desde automóviles, millonarios corruptos…

Pezzo, como tantos detectives de ficción –y, especialmente, el ya mencionado Alack Sinner-, es un perdedor. Siempre anda corto de dinero; bebe y fuma demasiado; unas veces se ve arrastrado involuntariamente a casos que no desea y otras queda atrapado por accidente en rencillas que no son las suyas pero que no le dejan abandonar; le atraen mujeres que no le convienen y que le utilizan y no sabe tener la boca cerrada cuando una paliza o algo peor se le viene encima…Defectos que vienen compensados por una determinación férrea, un notable instinto de

En 1982, Giardino creó su segundo personaje de peso, el espía Max Fridman. Si los casos detectivescos de Pezzo no habían llamado particularmente la atención, “Rapsodia Húngara”, la primera historia de Fridman, supuso el salto de su autor a la escena internacional, obteniendo un gran éxito y ganando el prestigioso “Yellow Kid”. “Rapsodia Húngara” había sido serializada en una nueva revista, “Orient Express”, cuyo objetivo era el de servir de escaparate a la mejor historieta italiana. Para esta cabecera recuperó en 1982 a

Con cuarenta y seis páginas, es ésta quizá la historia más interesante del detective de Bolonia, tanto desde el punto de vista gráfico como narrativo. Muy influida por la evolución que Giardino había registrado en “Rapsodia Húngara”, sustituye la crudeza y barroca tosquedad de la primera etapa por una línea clara perfectamente depurada y elegante, casi sensual, que da sustento a una trama donde predomina tanto la acción como la conversación y que se desarrolla con un ritmo ágil gracias a las elipsis y el continuo cambio de escenario. La ciudad, por supuesto, sigue siendo fundamental en la historia, una ciudad en la que ahora abundan los contrastes puros y más medidos de luces y sombras.
En esta ocasión, asediado por la necesidad económica, Pezzo no tiene más remedio que aceptar servir de matón cobrador de una rica prestamista. Es un trabajo repugnante y desagradecido que le lleva, otra vez involuntariamente, a mezclarse con un grupo de estafadores del mundo de las carreras hípicas. El aparente desenlace de ese caso engarza inmediatamente con otro en el que una familia china de actividades sospechosas tras la fachada de restaurante, lo fuerza a seguir la pista del asesin

“Sam Pezzo” es una obra de género negro que hibrida los elementos característicos de aquél en su vertiente americana con la sensibilidad y esteticismo europeos. Asimismo, tiene interés como guía gráfica desde los titubeantes inicios y hasta la madurez del que es sin discusión uno de los mejores artistas y narradores de la historieta europea: Vittorio Giardino.
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