Las vacaciones: periodo de descanso, de relajación, de disfrute del tiempo libre y la pareja, de viajes a lugares exóticos, de estimulación de los sentidos…. O de muerte, engaño, infidelidad, traición y mentiras. Esta es la propuesta que el creador Vittorio Giardino nos ofrece en esta serie de tres álbumes de relatos cortos.
En realidad, “Vacaciones Fatales” es un título genérico bajo el cual publicó Norma Comics en España una serie de tres álbumes cuyo contenido, aunque tenía algunos elementos comunes, era esencialmente diferente. Sólo los seis relatos incluidos en el primero se ajustaban con precisión al título.
En la década de los ochenta, tras el éxito cosechado en el género negro (“Sam Pezzo”) y de espionaje (“Rapsodia Húngara”), Vittorio Giardino diversifica su producción atreviéndose con un formato en el que hasta entonces no se había sentido seguro: la historia corta autoconclusiva. Así, para los suplementos de los diarios “L´Espresso” e “Il Messagero”, escribe y dibuja una serie de seis relatos en los que reconduce su interés por la intriga, la conspiración y el crimen para situarlo en un trasfondo vacacional cosmopolita y el entorno social adinerado de la alta burguesía.
Giardino es muy consciente de que su trazo elegante y sofisticado funciona a la perfección a la hora de retratar las capas más opulentas de la sociedad. Sus personajes son hombres de negocios, industriales, ejecutivos, mafiosos, médicos de élite… y sus sensuales mujeres y amantes. Porque en estas historias siempre hay un componente erótico más o menos explícito que es el que desata la tragedia. Hay infidelidades que llevan al asesinato pasional o interesado, seducciones que acaban con la muerte del incauto que cae en las redes de la mujer fatal, o flirteos que acaban no solo con las vacaciones sino con toda una trayectoria profesional
Ya sea en los zocos de Marruecos, en los bares de Bangkok, en un safari en Kenia, la encantadora isla de Capri, una estación de esquí o una innominada población costera fuera de temporada, Giardino nos muestra que quizá los ricos vivan rodeados de belleza, fiestas y artículos de lujo, pero también de superficialidad, hipocresía, codicia, falta de escrúpulos e intrigas bizantinas.
En “Vacaciones Programadas”, una pareja miente a sus conocidos para aumentar su glamour, cuando en realidad necesitan de extraños y peligrosos estímulos para gozar de su sexualidad; En “Húmedo y Lejano”, la fría esposa de un industrial aprovecha las infidelidades de éste durante sus vacaciones para obtener su venganza; “Safari” es otra historia de desquite, aunque aquí protagonizada por dos mujeres que ocultan bajo la fachada de la amistad un torbellino de mentiras, reproches y odio; En “Bajo nombre falso”, una mujer se sirve de sus encantos para salvar a su rico y criminal marido provocando a cambio la muerte de un desconocido, humilde pero honesto; “Cándidos Secretos” es una historia que sustituye la carga dramática de los relatos anteriores por el humor negro, narrando los desvelos de un ejecutivo que, al temer que su infidelidad conyugal haya sido descubierta y ante la perspectiva de perder matrimonio y trabajo, decide sacrificarlos él mismo.
Con el último cuento, “Fuera de Estación”, el autor compensa parcialmente el mensaje vertido en el resto de los relatos, diciéndonos que no sólo aquellos pertenecientes a las clases más favorecidas son capaces de cometer las más bajas acciones: también aquéllos que desean entrar en ese exclusivo círculo pueden cometer crímenes movidos por la codicia y la envidia. Sin embargo, Giardino no pretende moralizar. Todo lo contrario: con excepción del inepto y arribista ejecutivo de “Cándidos Secretos” y el amargado escritor de “Fuera de Estación” –ambos, fijémonos bien, ajenos a la burguesía adinerada pero con ansias de permanecer o acceder a ella-, sus finales inesperados dejan casi siempre que el asesino se salga con la suya. No hay tanto intencionalidad de juzgar a los personajes, situarlos en el bando de los “buenos” o de los “malos”, como de analizar sus motivaciones.
Giardino es un dibujante excepcional. Sublime representante de la línea clara, su trazo aparentemente sencillo esconde horas y horas de investigación para crear páginas en las que la sombra, la mancha, se halle ausente. Esa claridad no sólo se limita a la línea, sino a la propia narración. Giardino es tan buen narrador como dibujante. Sacrifica las veleidades personales y los experimentos artificiosos de composición a la limpieza narrativa. De esta forma, aunque sí juega ocasionalmente con la forma de las viñetas y utiliza su tamaño para fragmentar el tiempo, prescinde de efectos muy espectaculares y renuncia a angulaciones efectistas como el picado o el contrapicado. El resultado son páginas de sabor muy clásico, pero al mismo tiempo increíblemente elegantes y sensuales.
Además, Giardino es uno de esos artistas capaces de dibujar cualquier cosa y hacerlo bien: un pueblecito turístico, una fiesta chic en una discoteca, un grupo de amigos tomando una copa, un bosque nevado o manadas de animales africanos… Sus viñetas están siempre perfectamente acabadas y situadas espacialmente. No hay ninguna que carezca de fondo, los personajes siempre se mueven en un entorno bien definido, ya sea un paisaje natural o urbano o una habitación amueblada y decorada de acuerdo a la posición social de su propietario y a las exigencias de la acción. Su maestría reside precisamente en saber equilibrar esa minuciosidad en la ambientación (el equivalente al atrezzo y vestuario cinematográficos) con la claridad narrativa, porque por muchos detalles que incluya en sus viñetas, se las arregla siempre para que en todo momento quede nítidamente claro dónde están los personajes y qué están haciendo.
Su pericia gráfica es lo que le permite prescindir de los textos de apoyo. No los necesita para decirnos dónde están los personajes. Y en cuanto a lo que éstos esconden en sus mentes, bastan la expresividad facial y corporal, el montaje de las viñetas, los silencios con que salpica todas sus historias, las miradas que cruzan los personajes…
“Vacaciones Fatales” es quizá una obra menor de Giardino en relación, por ejemplo, con las peripecias internacionales de su espía de ficción Max Fridman, pero sigue siendo una muy acertada colección de relatos de “serie negra” con final sorpresa. Profundamente europeo en su sofisticación, eróticamente provocativos y elegantes y con finales sorpresa, este primer álbum de la serie es recomendable para gourmets de la historieta.
El segundo volumen de la “serie”, “Vacaciones Fatales 2: La Tercera Verdad”, sin abandonar el género negro, tiene una orientación diferente. En dos de las historias contenidas en la primera entrega, “Bajo nombre falso” y “Fuera de Estación”, dos hombres corrientes se veían envueltos, voluntariamente o no, en las intrigas de los ricos y poderosos a causa de su pasión bien por el dinero bien por una mujer. En las dos historias que componen este segundo álbum (originalmente publicadas en la revista “Corto Maltese”) se recupera esta misma idea, pero con dos grandes diferencias: las vacaciones no cumplen aquí ningún papel y el motor y fondo de las tramas es el mundo del arte, concretamente la pintura en un caso y la literatura en otro.
“El encuentro de París” (1988) nos cuenta cómo un pintor de segunda es invitado a Venecia por un adinerado coleccionista. Involuntariamente, se verá atrapado en una peligrosa red con su antigua amante y ahora esposa del millonario y un viejo amigo tratante de arte que intenta vender al coleccionista un cuadro de dudosa procedencia. Por supuesto, esta intriga de celos, mentiras y estafas terminará con una muerte y un final sorpresa.
“La Tercera Verdad” (1990, con guión de Pierfrancesco Prosperi) se desarrolla en la bella ciudad de Lucca e integra los mismos elementos que el relato anterior. Un intelectual que ha hecho fortuna traduciendo al italiano las obras de un escritor norteamericano muere atropellado en lo que parece ser un accidente. Su muerte deja vía libre a la relación que en secreto venían manteniendo su esposa y el abogado de la familia. Pero la vida del fallecido traductor, el autor norteamericano y la ahora rica viuda escondía una gran mentira en la que el abogado se verá involucrado a su pesar.
Giardino dispone en estos relatos de una extensión más generosa a la hora de desarrollar sus intrigas, más enrevesadas y complejas que las forzosamente esquemáticas que había planteado en el primer álbum. En esta ocasión, además, está ausente el humor, la ironía y cierto sentido lúdico que hacían más digeribles las mezquindades de aquéllas. Interesado en el mundo del arte, no sólo plantea ambas historias en el lado más oscuro del negocio artístico (los tratantes y falsificadores por un lado y los escritores célebres que ocultan a sus “negros”), sino que las ambienta en lugares que rezuman belleza y arte por los cuatro costados. El dibujante se recrea en los paisajes urbanos de Venecia y Lucca, haciendo que sus añejas calles y canales se integren cómodamente en el tono de suspense y misterio.
El tercer álbum bajo el título “Vacaciones Fatales: Viajes de ensueño” retoma el ambiente vacacional en el sentido de que los cuatro relatos que incluye (de diferente procedencia, desde publicaciones de viajes a revistas de comics como “Corto Maltese” pasando por encargos de entidades financieras) están relacionados con el viaje. Pero mientras que en las anteriores historias el tono y contenido giraba alrededor de la mentira, la traición y el crimen, aquí Giardino salta a la fantasía, o mejor dicho, a la forma en que, a través de los sueños, ésta entra en nuestra cotidianidad.
En “La Isla del Mito” una pareja de mediana edad busca escapar de las hordas turísticas que invaden las islas griegas. En las ruinas de un poco conocido templo encuentran a una mujer que les conduce a su casa y allí el mito se mezcla con las pesadillas. “El maestro” es el descubrimiento por parte de un joven escritor de los lados más oscuros de la mente de su ídolo y fuente de inspiración, un veterano autor, cuando acude a visitarlo a su residencia rural. “Restauraciones” nos cuenta el viaje a Italia de un anciano y enfermo profesor polaco para ver, por primera vez en su vida, el arte que durante toda su vida le ha fascinado; sin embargo, los sueños le comienzan a atormentar y lo que debía haber sido el culmen de su vida se convierte en una experiencia amarga y teñida de resentimiento. Y, por fin, en “La Ruta de los Sueños”, se nos presenta a un marino en dificultades financieras que se ve obligado a vender a un narcotraficante el barco que ama; pero sus sueños le avisan de que, más allá de tratarse de una simple transacción comercial, esa venta supondrá la renuncia a los ilusiones que aún puedan llenar lo que le resta de vida.
De nuevo nos encontramos aquí con el interés del autor por el arte, ya sea en la forma de arqueología, literatura, pintura clásica o algo más indefinido como el arte de navegar a vela. Como hemos dicho, no encontramos aquí intrigas ni exploraciones de los aspectos menos edificantes de las élites sociales, sino una aproximación a historias cotidianas desde un punto de vista onírico, poético y también algo desilusionado: todos sus protagonistas sueñan y a través de esas visiones reciben advertencias para que cambien su actitud hacia sus propias vidas.
“Vacaciones Fatales” es, por tanto, una obra menor dentro de la bibliografía de Giardino, pero es que un trabajo secundario de este autor ya supera con creces los mejores logros de otros autores más mediocres pero mejor publicitados. Cualquiera de los tres álbumes constituye una lección acerca de cómo destilar en pocas páginas –y además bellamente dibujadas- toda la esencia de una historia.
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