1 jun 2018

1992- HULK: FUTURO IMPERFECTO – Peter David y George Pérez


Desde 1987 y durante doce años, Peter David fue el responsable absoluto de Hulk en su serie regular. Sin existir un consenso absoluto de los aficionados respecto de su etapa, sí puede decirse que al menos se atrevió a llevar al personaje por derroteros poco ortodoxos. Pero curiosamente y sobre lo que sí suele haber una mayor unanimidad, es que la mejor historia que escribió sobre Hulk fue la titulada “Futuro Imperfecto”, publicada al margen de la colección mensual y en buena medida ajena a su continuidad.

La obra se publicó originalmente en dos volúmenes formato prestigio de 46 páginas (de hecho, fue el primer comic protagonizado por Hulk en ese formato). David cogió un puñado de sobadísimos clichés de la ciencia ficción (los futuros alternativos, las distopías, el viaje en el tiempo, los rebeldes enfrentados a un perverso dictador…) y los utilizó de urdimbre para tejer una interesante dinámica emocional para el héroe. Tanto los fans de Hulk como los sólo vagamente familiarizados con el personaje, tienen en mente esa guerra interior que libran continuamente el gigante verde y su alter ego Bruce Banner. “Futuro Imperfecto” crea un mundo en el que Hulk y Banner son la misma persona, pero ahora sus demonios han tomado vida propia y se han apoderado del mundo…o de lo que queda de él.



Hulk se ve transportado a una pesadilla futurista, una Tierra devastada por el apocalipsis nuclear y cuya población superviviente se aísla de la radiación concentrándose en una sola ciudad rodeada de un campo magnético protector, una urbe nada sutilmente bautizada como Distopía. No es en absoluto un entorno original y no resulta difícil ver aquí elementos extraídos de “Juez Dredd”, “Mad Max” o “Dune”. Como no podía ser de otra manera tratándose de Hulk, hace su llegada de forma violenta, metiéndose en una batalla con la brutal policía al servicio del dictador de ese mundo. Pero en este punto de la trayectoria del personaje y como ya había establecido Peter David en la colección mensual, Bruce Banner está al mando de la mente de Hulk, lo que le permite observar, razonar, ponderar y tomar decisiones. Es una distinción importante porque sin esa unión mente-cuerpo de Bruce Banner-Hulk, la historia que se nos va a contar no podría funcionar de ninguna manera. Es esa capacidad de raciocinio lo que le permite darse cuenta de que los nativos le miran con una mezcla de respeto y miedo, un sentimiento que le gusta.

A la vista de la brutalidad que ha contemplado a su llegada, Hulk decide aliarse con los rebeldes, que le conducen a una base secreta subterránea repleta de reliquias de antiguos
superhéroes fallecidos y en la que se encuentra con un envejecido Rick Jones. Es un momento impactante, antológico, perfectamente dibujado y narrado por Pérez, en el que el lector no sólo descubre al mismo tiempo que Hulk la identidad del anciano, sino que de un solo vistazo se da cuenta de que ese futuro es mucho peor de lo que podría haberse pensado. En esa habitación-museo están los restos de todos los héroes y villanos que fenecieron a resultas de la guerra nuclear mundial, desde lo más obvio a lo más secundario: el escudo y la máscara del Capitán América, el martillo y casco de Thor, lo que queda de las armaduras de Iron Man, el visor de Cíclope, los brazos mecánicos del Doctor Octopus, la piel de la Bestia, el casco de Magneto, la silla de ruedas del Profesor Xavier, el esqueleto de adamantium de Lobezno…

Rick Jones explica a su viejo amigo la situación. Sólo un superser sobrevivió a la guerra. No
sólo eso, sino que se hizo aún más poderoso: él mismo, Hulk, al que la radiación servía como una suerte de anabolizante. Pero al mismo tiempo que su cuerpo se hacía más fuerte e invulnerable, la radiación transformó su mente. Sin otros héroes que pudieran frenarle y habiéndose convertido en un ser al que nada conocido podía matar, el Maestro, como entonces se hizo llamar, se alzó con el poder absoluto de los restos de la civilización humana. Su inteligencia sigue siendo la de Bruce Banner, lo que aporta un grado extra de terror y villanía a sus actos, porque era más fácil comprender y perdonar los arrebatos de un Hulk de mente infantil. Si el mundo creía que el Hulk salvaje era un monstruo, Peter David nos muestra aquí lo infinitamente peor que sería un Hulk inteligente pero malvado.

David encontró aquí la forma de introducir una “debilidad” al Hulk de entonces. El gigante verde había sido desde sus orígenes uno de los pesos pesados –de hecho el mayor de ellos- del Universo Marvel. Era superfuerte y prácticamente invulnerable, una fuerza imparable. Pero como todo buen héroe creado por Stan Lee, tenía un talón de Aquiles: su escasa inteligencia e inocencia infantil. Y aún peor, tanto Hulk como Bruce Banner, reviviendo el mito de Jekyll y Hyde, odiaban y se veían
continuamente atormentados por su alter-ego. Cuando David decidió fusionar ambas personalidades, Hulk pasó a ser no sólo superfuerte y superinvulnerable, sino también superinteligente. Y esa decisión creativa -que además no era un giro totalmente nuevo puesto que Bill Mantlo ya lo había hecho en los años ochenta- no fue del agrado de muchos fans tradicionales, aunque sí de otros que pensaban que el viejo esquema estaba agotado. Es cierto que en esta nueva versión del personaje, Banner-Hulk parecía algo más susceptible y beligerante que su antiguo yo. Quizá David quería que parte de los rasgos del antiguo Hulk empaparan la nueva personalidad del constructo-Banner-Hulk). Pero el caso es que esta nueva versión resultaba un poco sosa e indefinida. En “Futuro Imperfecto”, David consigue retomar modificada la antigua dinámica del personaje enfrentado con sus demonios interiores, aunque en esta ocasión la amenaza ha cobrado entidad como una versión futura de sí mismo.

El Maestro aterroriza a “su” pueblo con un régimen de terror sostenido por una especie de
siniestro visir y una fuerza policial brutal, tortura y asesina personalmente a los prisioneros y viola jovencitas. Cuando se entera del escondite de los rebeldes, tiene lugar el inevitable choque de titanes, una pelea tan intensa y espectacular como podía esperarse de George Pérez, con explosiones, edificios derrumbándose y golpes devastadores. Es un enfrentamiento también en el plano psicológico porque demuestra cuánto de la mente de Banner pervive en el Maestro, ya que éste utiliza la buena naturaleza del científico contra él. Al final, la batalla no termina como podría uno esperar. Aunque sobrevive con el cuello roto, Hulk es vencido por el Maestro.

Y entonces empieza la mejor parte de la historia: la tentación de Hulk. Dado que el Maestro no
sabe lo que puede pasar si Hulk muere (dado que éste es en realidad el pasado de él mismo), trata de convencerle para que se una a él y disfrute de los privilegios de ser rey. El duelo pasa por tanto al nivel psicológico. De nuevo vemos la conexión íntima que existe entre Hulk y el Maestro; después de todo, ambos son versiones del mismo ser, uno el futuro del otro. Ambos utilizan la fuerza bruta, pero también son capaces de recurrir a la astucia (Hulk trata de engañar al Maestro mientras que éste, conocedor de su yo más íntimo, intenta seducir a aquél con lo que en el fondo ansía. Al fin y al cabo la prueba la tiene en él mismo: el Hulk de antaño se convirtió en el Maestro. Podríamos decir que Banner y Hulk son aquí el doctor Jekyll de la historia, mientras que el Maestro es Hyde. No es extraño que Hulk diga que el Maestro le enferma más que sus otros enemigos. Tanto él como Banner se ven reflejados de una retorcida manera en su yo futuro.

Aunque el fondo y la sustancia de la historia son interesantes, la trama en sí no es particularmente destacable. El futuro en el que transcurre es, como ya dije al principio, uno postapocalíptico bastante genérico, un pastiche poco original de elementos de aquí y de allá. Los dilemas y las diferentes escenas son muy predecibles y el resumen de la contraportada del primer número ya describe casi todo lo que ocurre en ese episodio, el cual no es sino una larga introducción. Nada menos que 46 páginas tardan héroe y villano en verse las caras y del segundo volumen, la mitad de las planchas contienen peleas.

Hay ideas intrigantes referentes al viaje temporal, como cuando Hulk-Banner considera suicidarse para así destruir su versión futura, sólo para caer en la cuenta de que podría estar en una línea temporal alternativa y que tal sacrificio no solucionaría nada. Pero en general, y a pesar de que la historia tiene un buen ritmo, no hay ningún misterio en las casi cien páginas del comic. No estoy diciendo que sea una mala obra, ni mucho menos, ni tampoco aburrida en absoluto. Sólo bastante obvia en cuanto al desarrollo de los acontecimientos y, villano aparte, sin secundarios memorables o subtramas que aporten un grado extra de complejidad al conjunto.

Sí destacaría como poco habitual en un comic de superhéroes mainstream el nivel de violencia. Es cierto que como suele ser frecuente, ésta está estilizada y transcurre sobre todo fuera de plano, pero también que incluye el uso, por parte del bando de los buenos, de armas como rociadores de ácido y gas letal. Asimismo y aun cuando la principal líder rebelde es mujer, la mayoría de los personajes femeninos aparecen retratados como meras esclavas sexuales. No hay desnudos, pero sí escenas tan sexualmente desasosegantes como esa en la que
un convaleciente y paralizado Hulk es complacido físicamente a su pesar por una concubina voluptuosa, o cómo se explicita la hiperactividad sexual del Maestro en un par de momentos. Está claro que David quiso darle un toque adulto a esta historia que iba a aparecer en un formato más caro que el comic-book mensual y, en principio, iba destinado a un lector de más edad.

George Pérez venía de dibujar en Marvel “El Guantelete del Infinito” y se puso en contacto con Peter David, cuyo trabajo había conocido gracias a una de sus novelas. Pérez era alguien con tanto prestigio en el medio que David no tuvo que pensárselo mucho para hablar con su editora en la colección de Hulk, Bobbie Chase, y pedirle algún proyecto para colaborar con él. La respuesta fue lo que acabaría convirtiéndose en “Futuro Imperfecto”, una propuesta que habían rechazado Sam Kieth y Dale Keown.

Pérez se involucró a fondo en este trabajo, entintando él mismo sus lápices. Y el resultado, siendo que entonces estaba todavía en la cumbre de su carrera, es magnífico. Sus páginas están llenas de dinamismo, no sólo en sus figuras sino en su composición, sabe tratar igual de bien los momentos expositivos como los de acción pura, domina la anatomía, el dibujo de fondos y el diseño de gadgets futuristas; se maneja excelentemente tanto en las escenas exteriores en las calles de Distopia como en el interior del palacio del Maestro o en la base subterránea de los rebeldes, mezclando lo arcaico con lo futurista en un reflejo de la mente del propio Maestro. Las viñetas están repletas de detalles minuciosamente entintados, con multitudes poblando las calles o edificios reventando en miles de escombros en mitad de una batalla. Pérez no toma atajos y se molesta en dibujarlo todo, incluyendo pequeños toques que otros dibujantes o bien no imaginarían o bien no se molestarían en intentar. Trabajos como este es los que le han ganado a Pérez su estatus como uno de los maestros del género de los superhérores y elevan a “Futuro Imperfecto” por encima de la media.

“Futuro Imperfecto” no es una obra maestra, pero sí está ampliamente considerada como una –si no la mejor- de las historias de Hulk y, como mínimo puede calificársela de clásico menor. Y
ello no sólo por el entretenido guión y el impecable dibujo que la han hecho envejecer perfectamente hasta el punto de que veinte años después puede reeditarse sin que se le note el más de cuarto de siglo transcurrido desde su publicación original , sino porque toma una idea clásica, la del monstruo interior, y le da la vuelta aportando de paso algo nuevo al personaje. No se trata aquí de Bruce Banner temiendo, odiando y tratando de acabar con Hulk, sino de ambos enfrentándose a la peor parte de ellos mismos. El entorno distópico no sólo recuerda lo lejos y profundamente que se ha extendido la maldad propiciada por el Hulk del futuro, sino que ayuda a subrayar otra de las características del personaje: que no puede ver sufrir a otras personas. Ésa es la idea central de “Futuro Imperfecto”: lo mejor y lo peor de un hombre que tiene que combatirse a sí mismo.


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