20 jun 2017

1984- REBELDE - Pepe Moreno


Pepe Moreno no es un nombre que los aficionados al comic reconozcan instantáneamente. Probablemente les sonarán más los de Mark Millar, Warren Ellis, Garth Ennis o David Lapham. Pues bien, Pepe Moreno fue su equivalente, podría decirse que hasta su antecesor, hace ya nada menos que treinta años. Y es que “Rebelde” fue un comic ultraviolento para su tiempo, un tiempo en el que no se encontraba en el mundo de las viñetas la superabundancia de imágenes impactantes y escenas de intención polémica con que hoy bombardean al lector.



La razón por la que el español Saturnino Moreno Casares, más conocido como Pepe Moreno, sea un virtual desconocido para el seguidor del comic actual es lo escaso y errático de su obra. Cuando su amor por la cultura popular norteamericana le llevó a emigrar a Estados Unidos nada más terminar el servicio militar, a finales de 1977, ya llevaba a sus espaldas un respetable bagaje en revistas como “S.O.S”, “Pulgarcito”, “Star”, “Pumby” e incluso “Metal Hurlant”. A pesar de su desconocimiento del idioma inglés, su inquietud y pasión le llevó a encontrar trabajo inmediatamente en cabeceras especializadas en comic de tono más adulto, como las publicaciones de Warren (“Creepy”, “Eerie”, “Vampirella”), “Heavy Metal”, “National Lampoon” o “Epic Magazine”. Desde allí, su arte saltó de vuelta al mercado europeo y pudo verse en “Zona 84” en España o “Metal Hurlant” y “L´Echo des Savanes” en Francia. En 1990 su nombre volvió a estar en boca de todos cuando DC lanzó su “Batman Justicia Digital”, una pionera novela gráfica enteramente realizada por ordenador. Aquella fue su última obra de comic, dedicándose desde entonces principalmente al diseño de videojuegos.

La obra que nos ocupa, “Rebelde”, apareció publicada primero en 1984 en forma de álbum por la editorial francesa Albin Michel, saltando luego a España (serializado en “Zona 84” en 1985, y lanzado en álbum un año después) y la norteamericana “Heavy Metal Magazine” (1985). En 2009, la editorial I.D.W. editó una reedición retocada y ampliada.

Esta épica pesadilla postapocalíptica de corte punk está ambientada en el año 2002 (ahora ya, evidentemente, una realidad alternativa). Los únicos habitantes de una Nueva York derruida y abandonada tras la cataclísmica Guerra Civil, son parias y salvajes organizados en bandas rivales que defienden sus territorios a bordo de potentes automóviles trucados y tuneados grotescamente. Sus vidas discurren entre escaramuzas en zonas enemigas para abastecerse de comida y suministros olvidados en los destartalados almacenes y supermercados, batallas campales con bandas enemigas y enfrentamientos contra la “autoridad” nominal, la Policía Sanitaria, que acude a la ciudad para capturar gente a la que posteriormente le extraerán los órganos con destino a Cosmo City. Éste es un enclave fascista de alta tecnología
donde, bajo el gobierno del despiadado Kane y su hombre de confianza, el general Kessler, se ha refugiado la élite de ese mundo futurista.

Un misterioso individuo que se llama a sí mismo Rebelde se une a una de esas bandas y se convierte en su líder. Sus intenciones van más allá de sobrevivir y atiborrarse de cerveza entre incursión e incursión. Quiere atacar a las caravanas de la muerte organizadas por la Policía Sanitaria como primer paso de una revolución que derribe a la dictadura en el poder. Pero el general Kessler, que a su pesar se ve obligado a tratar con uno de los salvajes líderes locales de la ciudad, lo reconoce como el desertor teniente Lawrence, de las Fuerzas Especiales, a quien creía muerto. Decidido a atraparlo y acabar con su desafío, le tiende una trampa…

“Rebelde” dista mucho de ser una obra redonda. En su mayor parte los personajes y el argumento responden a gastados clichés del cine de acción. Ninguno de los protagonistas o secundarios tienen el menor relieve y, pese a que se supone que Rebelde rezuma carisma, no da en ningún
momento muestras de ello. Sus compañeros son una banda de gamberros alocados que se diferencian unos de otros exclusivamente por su indumentaria. Lo mismo puede decirse del bando de los malos (Kessler, Doll, Kane), cuya villanía resulta unidimensional y tópica.

Por su parte, la trama se reduce prácticamente al relato de cuatro escaramuzas (la inicial, la salida en busca de suministros, el asalto al convoy y la entrada de Rebelde en la guarida de Doll), dejando la historia inconclusa y al lector con la sensación de hallarse ante un largo prólogo de algo mayor que nunca se llegó a continuar.

Igualmente evidentes son las referencias que maneja Moreno. Los fachosos parias adictos al motor, y la gasolina y los combates y persecuciones a bordo de los automóviles están extraídos de las dos películas de Mad Max (George Miller, 1979 y 1981), aún recientes entonces. El marco de una Nueva York oscurecida como campo de batalla urbano de tribus pintorescas remite a “1997: Rescate en Nueva York” (John Carpenter, 1981). La figura del
protagonista desencantado, antiguo miembro de las fuerzas especiales e imparable máquina de matar, recuerda al John Rambo de “Acorralado” (Ted Kotcheff,1981) , su aspecto imita al del cantante punk británico Billy Idol, en boga por aquel entonces; y el argumento general toma elementos de “Los amos de la noche” (Walter Hill, 1979). Es cierto que hoy todas esas influencias podían considerarse relativamente frescas cuando “Rebelde” apareció por primera vez, pero desde entonces han sido tan imitadas, plagiadas y homenajeadas que ya se antojan rancias y hoy no hacen sino lastrar al comic con un aspecto algo caduco y anclado en una época muy concreta.

Dicho todo lo cual, no puede decirse que se trate de un comic totalmente fallido. La historia está narrada con pulso y abunda en momentos de una violencia visceral que puede que hoy no sorprenda tanto, pero que en la época resultó impactante. Las fuentes gráficas de Moreno son tan evidentes como las conceptuales: Moebius, Liberatore, Hermann o Enki Bilal pueden adivinarse tras sus líneas en un momento u otro. Aunque como digo su estilo narrativo es potente, su dibujo no resiste un escrutinio severo.
Junto a planos bastante bien conseguidos, encontramos figuras y expresiones tan mal acabadas que estropean la escena. Quizá Moreno era consciente de ello, porque se esmeró de forma especial en la aplicación del color, que incluso hoy sigue siendo tan vibrante y rico en matices que la vista del lector tiende a pasar por alto los fallos de dibujo (la última edición de I.D.W. mejora todavía más si cabe este aspecto). Años más tarde Moreno seguiría profundizando técnicamente en el color, saltando al mundo digital y culminando en la novela gráfica “Batman: Justicia Digital”, como dije uno de los primeros comics realizados enteramente por ordenador.

“Rebelde” es, pues, un comic recomendable para aquellos amantes de la cultura popular y la ciencia ficción de los 80, el género de acción postapocalíptica de ritmo frenético y violencia abundante. Que nadie espere una obra memorable, pero sí entretenida y testimonial de una época.

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