Thor es uno de los personajes más veteranos de Marvel y uno de los pilares de su panteón superheroico. Sin embargo, de alguna manera, parecía encajar mal con el Universo Marvel del siglo XXI. La llegada de una nueva ola de guionistas a la editorial encabezados por Brian Michael Bendis y Mark Millar, aportaron a ese universo de ficción una visión cínica, algo tenebrosa, crítica y asentada en un sucio realismo urbano. Muestra de ese giro fue la saga “Vengadores Desunidos”, en la que una serie de tragedias en el seno del principal supergrupo de la casa desembocaba en su disolución.
La jugada de Bendis puso a los Vengadores en el centro del Universo Marvel, cosechando un

Todo el mundo daba por sentado que la muerte del Dios del Trueno, personaje veterano y esencial del Universo Marvel, no era definitiva, pero lo cierto es que su regreso se fue demorando más y más. Los Nuevos Vengadores escritos por Bendis no parecían tener sitio para el arrogante dios. Tres años después, contra todo pronóstico, Thor seguía

Y entonces entra en escena Joe Michael Straczynski, un competente guionista con un estilo y enfoque muy diferentes de los de Millar o Bendis. Tras su paso por Spiderman y Los Cuatro Fantásticos había quedado harto de tener que ajustar sus guiones a las exigencias editoriales de turno y pensó que Thor, un personaje dejado de lado, con el que nadie contaba por el momento y que había quedado de alguna manera separado del Universo Marvel, le brindaría mayor libertad.
Straczynski empezó a preparar su etapa en Thor en sus últimos números de Los Cuatro Fantásticos (536-537) dibujados por Mike McKone, ofreciendo una pista que apuntaba a que el regreso de Thor sería el resultado de una

En septiembre de 2003 dio comienzo el tercer volumen de Thor, encabezado por Straczynski al guión y Olivier Coipel (lápiz), Mark Morales (tintas) y Laura Martin (color) en el apartado artístico. Thor regresa a la vida tras el Apocalipsis asgardiano de Ragnarok gracias a su vínculo con un mortal, Donald Blake. Su primera misión es restaurar Asgard, pero dado que su plano dimensional ya no existe, la recrea en las desiertas planicies de Oklahoma, para asombro de los ciudadanos de un cercano pueblo y la incomodidad del gobierno americano, que, para salir del paso, decide otorgarle estatus diplomático.

Muchos fans se quejaron de que el Thor de JMS era el ejemplo más extremo de comic “descomprimido”, que el ritmo era exasperadamente lento y que no sucedía nada. Puede que esta afirmación resulte exagerada, pero sí es cierto que la narración discurría de forma más pausada que la del comic book de superhéroes tradicional. Straczynski utiliza ese ritmo para profundizar en los matices de la historia y los personajes. Y lo consigue. En su Thor, todo parece gozar de una definición más precisa de lo que suele ser habitual en otros títulos, los personajes y los conceptos pueden presentarse y desarrollarse sin prisas ni incoherencias, con más matices y, por tanto, mayor verosimilitud.
Ese estilo se rompe en el acelerado último número, mucho más centrado en la historia que en

En el fondo, el Thor de Straczynski recuperaba aquello con lo que Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko construyeron el Universo Marvel originalmente y que siempre ha sido una fórmula ganadora: fusionar lo maravilloso y lo cotidiano. Peter Parker era Spiderman, pero también un adolescente con problemas en casa y el colegio; los Cuatro Fantásticos mezclaban su vida familiar y amorosa con increíbles aventuras en otros universos; Tony Stark era Iron Man al mismo tiempo que un hombre de negocios gravemente enfermo. Es cierto, sin embargo, que Thor se apartó bastante de ese esquema y nunca dejó de ser un dios viviendo entre imperfectos y débiles humanos.

Thor comprende a la Tierra mejor que nadie de su pueblo, pero es incapaz de compartir ese

En este sentido, el peor enemigo de Thor en esta etapa es él mismo. No hay en realidad villanos que puedan hacerle frente (el Destructor aparece brevemente y es derrotado con cierta facilidad y ni siquiera Surtur parece un adversario particularmente formidable). En lugar de recurrir a antagonistas externos a los que batir haciendo uso de la fuerza y el poder brutos, Straczynski prefiere tejer esa densa red psicológica de culpa y rechazo y compaginarla con los planes de un Loki más sutil y astuto que nunca que se vale de la nobleza y debilidad de Balder.
Por otro lado, el guionista recupera el alter-ego del héroe, Donald Blake. Sin embargo, la relación entre ambas facetas pasa a tener un perfil muy diferente a la de tiempos pasados. Ya no es tanto una sola persona con dos naturalezas que

Por desgracia, la inclusión de Blake no aporta nada relevante. Tras 17 episodios, seguimos sin saber nada importante sobre él, quién es, qué quiere o qué piensa. Es una especie de página en blanco, un tipo honesto que hace todo lo que puede por ayudar a Thor, pero poco más. En las pocas ocasiones en las que actúa de forma independiente, sus acciones están principalmente condicionadas por su relación con Thor. Incluso su marcha a África con Médicos Sin Fronteras solo tiene como objetivo encontrar a los Tres Guerreros y no nos revela nada significativo de él más allá de su generosidad. Tampoco su recuperada relación con Jane Foster, a la que busca intentando hallar a una perdida Sif, desprende calor o intimidad algunos.
Algo parecido sucede con William y Kelda, que protagonizan la “típica” relación dios-mortal,

En donde sí funcionó el ritmo es en el plan de Loki para destronar a Thor como Señor de Asgard entre los números 7 y 12 y que culminó en el nº 600. El intrincado plan pasaba por ir dejando pistas al comienzo de la historia para luego fusionarlas en el número 12. JMS realiza una sólida labor tejiendo el maquiavélico plan del hermano de Thor: la mayor parte del tiempo siempre dice la verdad, pero se las arregla para manipularla a su

Balder es otro de los héroes asgardianos que salen reforzados de la aventura. El conflicto que mantiene con Thor por el liderazgo es sorprendente y enérgico. Incluso antes de enterarse –por Loki- de que es medio hermano de Thor, ya dudaba de la idoneidad del liderazgo de aquél. Su ascenso como Señor de Asgard es preparado a sus espaldas por Loki, pero desempeña su papel demasiado bien, enmascarando su desacuerdo con Thor tras la ley y el concepto del deber. Tiene su propia manera de entender Asgard y el papel de sus habitantes, una visión que no coincide con la de Thor. Pero todo ello está manejado por Straczynski de forma sutil, sin estridencias.
La postura de Straczynski respecto al devenir de los héroes Marvel queda patente en el segundo número, en el que se encuentran, poco amigablemente, Thor y Iron Man, antiguos camaradas de armas en Los Vengadores. Stark le espeta a Thor: “Es muy sencillo. O trabajas con el gobierno, para el gobierno, o estás contra él.


Otras frustraciones plasmadas por Straczynski en “Thor” discurren por el camino de la política. Los superhéroes de ficción no podrían haber ayudado en el desastre de Nueva Orleans, pero el gobierno sí debería haberlo hecho. Es este un intento de crítica política que no da resultado, porque en el momento en que se mezclan los superhéroes con los desastres reales, aquéllos pasan inmediatamente a parecer auténticos fracasos, absurdos

Algo similar sucede cuando Donald Blake se ve involucrado en los conflictos africanos. En otro episodio, Steve Rogers se aparece a su viejo amigo Thor en forma de fantasma para lamentarse del estado de la conciencia política americana y la forma en que todo –incluyéndose él mismo- se ha politizado y comercializado. “Toda mi vida he luchado para convertirme en un símbolo. Un símbolo de todas las cosas buenas de este país, todas las cosas que amaba. Y ahora están tratando de convertir ese símbolo en lo que sea que les convenga, lo que sea que les sirva para sus propias agendas políticas. Puedo oírles hablar sin cesar…los medios, la prensa…No entienden. Nunca se trató de política. Nunca se trató de mí. Se trataba del país, siempre fue el país. Pero no pueden escuchar la verdad bajo sus propias voces”.
Pero dicho esto, hay que decir que Straczynski no carga las tintas en exceso en cuanto a su

El francés Olivier Coipel se encarga del apartado gráfico de la gran mayoría de esta etapa y sus dibujos son maravillosos, con un ajustado equilibrio entre el detallismo y la claridad. No sólo eso, sino que su pericia narrativa le permite a Straczynski prescindir de los cuadros explicativos de texto y apoyarse exclusivamente en el dibujo y los diálogos. Se atreve además a redefinir el aspecto de Thor, dándole no sólo un uniforme más moderno sino un rostro más ancho y un cuerpo más sólido que transmiten sensación de poder contenido. Su versión femenina de Loki resulta del todo inquietante en contraste con ciertos pasajes cómicos protagonizados por los habitantes del pueblo de Oklahoma. Y es que Coipel, que apenas tiene oportunidad de plasmar escenas de acción, se desenvuelve con igual soltura entre los muros de la mítica Asgard que en las calles de una pequeña ciudad del Medio Oeste.
El cuidado estilo de Coipel tiene un inconveniente: su incapacidad de mantener el ritmo de

El Thor de JMS es una gran historia sobre el personaje que influyó claramente en la película que sobre él hizo algo después Kenneth Branagh. Está claro por qué. Es un comic muy cinematográfico y su tono épico es completamente fiel con el espíritu del héroe, gozando de un arte acorde con aquél.
La etapa de J.Michael Straczynski en Thor no estuvo exenta de polémica. De hecho, terminó con el abandono anticipado del guionista no sólo del personaje, sino de la propia Marvel. Ambos, autor y compañía, siguen sosteniendo versiones diferentes respecto a lo sucedido y, por supuesto, una y otro afirman tener razón. Marvel, que había mantenido en el limbo a Thor

Straczynski realizó un meritorio trabajo durante su estancia en la colección, aunque su lento discurrir hiciera que la historia perdiera algo de su fuerza. Por otra parte, que su etapa quedara incompleta tuvo tanto de positivo como de negativo: dejó la puerta abierta para que un escritor pudiera continuar con sus planteamientos, pero frustró lo que hubiera debido ser un digno remate. Con todo, su Thor es una lectura entretenida que merece la pena conocer.
Hola...pero que buena reseña. Gran resumen de una historia que me dejo muy contento. Lo único que te pediría revisar es la Fecha..recuerdo haber estado en New York en septiembre del 2007, cuando compré (recién publicado) el comic en que THOR va a New Orleand y se enfrendta a IRON.(num 3 ..si mal no recuerdo )..
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