La línea Otros Mundos de DC es una invitación a los autores para que sitúen los más conocidos iconos superheroicos de la casa en épocas, situaciones y mundos alternativos, escapando de esta forma de las ataduras de la continuidad del Universo canónico de la editorial. Mike Mignola, el célebre creador de “Hellboy”, fue, de hecho, el primero que se aventuró en este tipo de historias allá por 1989, dibujando un volumen único titulado “Luz de Gas” sobre un guión de Brian Augustyn. Se trataba de una historia de misterio ambientada en una Gotham de finales del siglo XIX angustiada por los crímenes de Jack el Destripador.
Fue por entonces cuando se hizo evidente que donde mejor se movía Mignola era en las

En 1928, Bruce Wayne lleva alejado de la ciudad de Gotham veinte años, recolectando junto a su fiel mayordomo Alfred pupilos adolescentes en diferentes puertos del mundo (Dick Grayson, Tim Drake, Jason Todd) y perfeccionando sus habilidades de combate. El último de sus viajes le lleva hasta la

Pero nada más llegar a la ciudad se ven envueltos en un misterio cuando encuentran el cadáver de un hombre en la mansión Wayne. Un demonio ancestral les pone sobre la pista de un ominoso peligro que acecha bajo la superficie, peligro que ahora empieza a manifestarse doscientos años después de que en la época colonial, los antepasados de Bruce Wayne, Oliver Queen (Flecha Verde) y Kirk Langstrom (Man-Bat) mataran a otro hombre en el curso de un rito diabólico que les aseguraría la riqueza y la inmortalidad. Sin saberlo, pusieron en marcha terribles acontecimientos que ahora amenazan con destruir mucho más que la ciudad de Gotham.
A priori, el mundo oscuro y gótico de Batman, especialmente si éste se trasladaba a los años

El problema es que Mignola y su colaborador no consiguen hacer de Bruce Wayne un Batman convincente. No falta la escena en la que el Bruce niño ve morir asesinados a sus padres, pero ésta no guarda relación aparente con su decisión de convertirse en un justiciero disfrazado de murciélago. De hecho, se nos lo presenta convertido en un marinero con un viejo traje de Batman colgado en el camarote sin explicarnos mínimamente el por qué de todo ello. ¿Cuál es su motivación? ¿Qué pasa por su cabeza? En lugar de la venganza o el trauma, resulta que es “designado” por alguna fuerza

A la hora de la verdad, Batman/Bruce Wayne no es más que un mero peón con el que hacer avanzar la historia y llegar a la resolución del misterio. Carece de personalidad o sentimientos dado que no parecen afectarle lo más mínimo las muertes de sus seres cercanos o la locura que se desata a su alrededor. Ni siquiera sus diálogos dejan entrever que estemos ante alguien especialmente inteligente o proveniente de una familia acomodada. Hay algunos chispazos de humor al final del comic, pero llegan demasiado tarde para equilibrar el resultado final. Al no ofrecernos ninguna información acerca de la

Parte del atractivo del comic, como suele ser lo habitual en estas interpretaciones alternativas del mito batmaniano, reside en la forma en que los autores reinventan la galería de personajes del héroe. El problema, igualmente frecuente en estos comics, es que tratan de embutir muchos de los elementos de su universo en una sola historia en vez de crear algo nuevo. En este caso, Killer Croc, Hiedra Venenosa, Mr.Hielo, el Pingüino, James Gordon, Dos Caras, Flecha Verde, Demon, Talia o Ra´s al Ghul intervienen en la trama. Pero ésta, por desgracia, es errática, vaga y sobrecargada de personajes. Algunos de ellos están bien insertados, como Barbara Gordon convertida en una médium (una verdadera Oráculo), pero la mayoría no juegan papel relevante alguno y parecen más bien introducidos con calzador como guiño a los fans del héroe o peaje obligatorio de este tipo de relatos alternativos. Ello, además, aliena al lector no particularmente familiarizado con el mito de Batman, ya que no podrá entender bastantes de sus referencias. ¿Quién es, por ejemplo, ese doctor Cobblepot y porqué corretea por la Antártida en compañía de un grupo de pingüinos? La verdad es que su presencia aporta muy

Tampoco el final ayuda a mejorar las cosas. El principal villano, o eso quieren hacernos creer, es Ra´s Al Ghul quien, acompañado de su hija Talia, en lugar de rodearse de una secta y prolongar su vida eternamente, está ahora interesado en las artes necrománticas. Planteado por Mignola y Pace como homenaje/trasposición del árabe loco Abdul Alhazred de Lovecraft (incluso ha escrito su propio libro maldito: en lugar del Necronomicón tenemos el Testamento), es un villano unidimensional, un enemigo de maldad pura, grandilocuente y con un toque de exotismo propio de la literatura pulp. Todo en la historia parece indicar que será él quien se enfrentará a Batman en el clímax… hasta que es apartado de forma abrupta para dejar sitio a una amenaza aún mayor: la horrible criatura que ha venido mencionándose ominosamente a lo largo de toda la trama; criatura que, seamos sinceros, tampoco es para darle un premio. La Maldición a la que se refiere el siniestro título de la obra no es más que un bicho lleno de tentáculos como tantísimos otros que se habían podido ver en miles de

Mignola sabe cómo crear atmósfera en un comic de terror, pero en este caso el argumento no resulta suficiente para llenar las 140 páginas de la historia. Hay aciertos, como la forma en que los autores utilizan a Harvey Dent/Dos Caras en el retorcido final, pero también evidentes tropiezos, como la manera en que se maneja a ese mismo Dent a lo largo de la trama: se postula como alcalde de la ciudad, una idea interesante, pero después de presentarlo de esta forma se le aparta del argumento, recogiéndolo veinte páginas después sólo para llevarlo por una dirección completamente distinta. Algo parecido ocurre con Oliver Queen, preparándose toda su vida como un gran guerrero para la batalla de su vida sólo para liquidarlo en una sola viñeta.
Es cierto que tratándose de una obra cuyo guión tiene dos padres, resulta difícil determinar quién escribió qué. Bien podría ser que Mignola sólo hubiera aportado la idea general porque, de hecho, a veces da la impresión de que alguien haya ido construyendo la trama a base de unir puntos extraídos de sus comics de Hellboy. En

Lo que en último término lastra a este comic son precisamente los tópicos propios del género superhéroico. Son sus convencionalismos los que acaban ahogando los elementos sobrenaturales y de terror, mucho más sugerentes. El horriblemente mutado Ludwig Prinn muere siete páginas después de que nos hayan dicho que no puede hacerlo; la confrontación final a puñetazos entre Bruce Wayne y un resurrecto Ra´s Al Ghul es cualquier cosa menos una imagen lovecraftiana; hombres lobo abatidos con flechas bendecidas; la hermosa y leal Talia, que ha devuelto la vida a su padre, se enamora de Wayne, ayudándole a salvarse en dos ocasiones… Todo esto puede ser hasta cierto punto aceptable en el ámbito del

Otra decepción para los fans fue que Mignola sólo se encargara de dibujar las portadas, estando encargado del comic propiamente dicho Troy Nixey, quien intenta acercar su estilo al de aquél, llegando incluso al abierto homenaje en varias ocasiones, por ejemplo dibujando al Bruce Wayne del comienzo, en la Antártida, como Langosta Johnson, Ra´s Al-Ghul como Rasputin o Killer Croc como un monstruo-rana. Nixey tiene algunos aciertos, como su versión de Etrigan-Demon, más terrorífico de lo acostumbrado; o su Batman, dibujado al estilo realista muy en la línea de lo que luego haría Paul Pope en “Año Cien”.
Pero en general, el resultado gráfico es muy irregular. Por cada viñeta de factura correcta o escena bizarra bien diseñada –no hay que olvidar la buena labor del entintador Dennis Janke a la hora de

“La Maldición que Cayó sobre Gotham” arranca de manera prometedora, pero, de alguna forma, la combinación de la narrativa propia del comic-book más convencional, un pastiche de los elementos lovecraftianos más tópicos y un ocultismo de andar por casa estropea el resultado final. Lo que debería haberse limitado a un volumen único de 64 páginas acaba estirándose en exceso y derrumbándose bajo su propio peso. Los elementos sobrenaturales no son lo suficientemente inquietantes, ninguno de los personajes es especialmente memorable y el apresurado desenlace es más tonto que aterrador. De no haber sido por Batman, estaríamos ante un comic de terror bastante olvidable y ni siquiera su presencia lo eleva mucho por encima de la media.
Dicho todo lo cual, la lectura de “La Maldición que Cayó sobre Gotham” no será una total

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