La colección “Ultimate Marvel Team-Up” ocupa un extraño lugar en el canon Marvel. Escrita por Brian Michael Bendis, fue pensada esencialmente para servir de escaparate del talento de algunos dibujantes de la talla de Matt Wagner, Mike Allred, John Totleben o Terry Moore, al tiempo que añadir algo de profundidad y perspectiva al entonces todavía joven Universo Ultimate.
Éste había sido creado como respuesta a aquellos lectores potenciales que encontraban la continuidad del Universo Marvel tradicional en exceso compleja y retorcida, algo lógico tras casi cuatro décadas de comics ambientados en un solo universo compartido. De esta forma, el Universo Ultimate planteaba un nuevo comienzo al margen del Universo tradicional. En él se volvía a las raíces de los personajes, actualizando su origen, refinando su entorno y dotándoles de un aspecto y ambientación más modernos y cercanos a los lectores de hoy.
El pilar y pionero de esta nueva línea fue el guionista Brian Michael Bendis, quien creó en primer


Un año más tarde de lanzar su “Ultimate Spider-Man”, Bendis creó “Ultimate Marvel Team-Up”, una traslación al nuevo Universo de la clásica colección en la que Spiderman unía fuerzas con otros héroes para encarar la amenaza de turno. Como sucedió en aquélla, el resultado de la nueva serie (que alcanzó los 16 números) fue algo disperso, deslavazado y de calidad irregular. En aquellos primeros meses de vida del Universo Ultimate éste aún se hallaba en plena construcción y, de hecho, algunos de los acontecimientos que se contaron en esta colección acabarían contradichos por historias posteriores (particularmente “Ultimate

“Ultimate Marvel Team-Up” estaba compuesto de historias cortas y desechables (entiéndase esto no como algo negativo, sino meramente descriptivo); el arco argumental más largo no pasó de los tres números y en lugar de ofrecer una sola metanarrativa de duración indeterminada, Bendis optó por ir escribiendo pequeñas historias autoconclusivas y, por ello, más accesibles para el lector medio. Así, esta colección puede leerse entera o por partes y hace falta poco o ningún conocimiento previo sobre el amplio universo de Spiderman. Además de emparejar al trepamuros con héroes que ya aparecían en otras colecciones Ultimate, como Lobezno o Los Cuatro Fantásticos, se presentaron aquí las nuevas versiones de personajes como Hulk, la Viuda Negra, Tony Stark, Shang-Chi o El Hombre Cosa.
Entre los números 6 y 8 discurrió uno de los mejores –sino el mejor- arcos argumentales de la colección, dibujado por el impactante Bill Sienkiewicz y en el que se integraban las traslaciones Ultimate de El Castigador y Daredevil.

Castle empieza su venganza personal en el segundo número, con el asesinato de uno de los policías que mataron a su familia. Acto seguido nos trasladamos a la consulta del abogado ciego Matt Murdock –alias Daredevil-, al que ha acudido el aterrorizado Bruce Greenwood, otro de los agentes implicados en aquel suceso. Éste le confesará su participación en los hechos y revelará el por qué de los mismos: Castle era un agente de policía honrado hasta la médula integrado en una comisaria en la que todos eran corruptos, incluido su jefe el teniente Artie Jillette. Asqueado por la situación y

Puede que el héroe titular de la colección sea Spiderman, pero lo cierto es que su papel es anecdótico y, de hecho, sólo aparece en una página en el primer número y dos más en el último. Es más, su torpe participación en el desenlace no hace sino provocar que Daredevil resulte herido y nunca se sepa si podría haber evitado mediante el diálogo la continuación de la cruzada de Castle. Es un Spiderman joven, torpe, impulsivo y que desconoce todavía quiénes son Daredevil o el Castigador siendo éste su primer encuentro con ambos en el Universo Ultimate.

La versión Ultimate del Castigador que nos ofrece Bendis es la de un asesino poco ambiguo. Puedes comprender por qué hace lo que hace, pero es más difícil empatizar con él. Se trata claramente de un individuo trastornado, alguien mucho más cercano a un fanático religioso que a un héroe justiciero. De hecho, el segundo número nos da las pistas sobre los rasgos de su personalidad que, exacerbados, le llevarán a convertirse en el Castigador. “Sé que piensas que te he traicionado, pero te he liberado”, le dice a un compañero al que acaba de denunciar a Asuntos Internos. “Vas a confesar. Y vas a ser capaz de mirar a tu hija a los ojos y ella sabrá que su padre está arrepentido y es bueno”.
Su honestidad se transforma, vía la violencia infligida sobre él y los suyos, en una obsesión ciega ante la que estará dispuesto a inmolar cualquier cosa y a cualquiera. Cuando se encuentra con Daredevil cara a cara por primera vez, le apunta con una pistola mientras le dice con total frialdad: “Oí de ti en Ryker. Vigilante. Un hombre vestido como

El Castle de Bendis ve el mundo en blanco y negro –su propio uniforme se compone de ambos “no colores”-. Reconociendo que el personaje nada tiene que ver con la ley (después de todo, ésta no sólo determina qué es delito sino que también dicta los castigos), Bendis lo imbuye de ideales más cercanos a lo espiritual. De esta forma, en lugar de considerar a sus presas como “criminales”, lo hace como pecadores tal y como demuestra al encarar a quien dio la orden de matar a su familia: “Yo sé por qué el hombre peca. ¿Sabes por qué el hombre peca? Porque quiere”.
El Daredevil que retrata aquí Bendis es menos satisfactorio. En primer lugar porque su papel es básicamente instrumental y su personalidad no merece la misma atención que la de su enemigo; y en segundo lugar porque esta versión Ultimate es demasiado parecida a del universo regular. Quizá ello obedeciera a que por entonces Bendis se estaba ocupando (brillantemente, por cierto) de escribir también las andanzas del Daredevil tradicional en su propia colección. En ambas versiones Matt Murdock es un abogado ciego y

El dibujante original de estos números iba a ser Sam Kieth, pero cuando su participación resultó imposible, se ofreció un inesperado voluntario de estilo aún más personal: Bill Sienkiewicz, autor cuyo iconoclasta grafismo había ya servido años atrás para ilustrar algunas de las más memorables páginas de la mitología de Daredevil (“Elektra Asesina”, “Amor y Odio”).
Tener como colaborador a Sienkiewicz, un autor que ya hacía años había alcanzando la cima de la ilustración de comics, es un lujo inusual, porque desde hacía tiempo espaciaba cada vez más sus trabajos en el medio. Su peculiar interpretación gráfica de la historia de Bendis aporta una densa textura emocional que para otro autor hubiera sido impensable.
Sus páginas son el producto de una detenida reflexión en la que trata de elegir las escenas, los

El montaje, la luz y el trazo están adaptados al momento. Por ejemplo, la locura etílica de Jillette se plasma en el tercer número como un montaje caótico de viñetas tambaleantes y un trazo esquemático y desenfocado. El primer capítulo en la prisión está dominado por un entintado sucio de intensos contrastes, manchas y rayados que transmite la sensación de ambiente malsano, pesadillesco, en contraste con los recuerdos que Frank tiene de su familia, de colores vivos y dibujo limpio.
Igualmente brillante es la larga escena del segundo episodio que tiene lugar en el despacho de


“Ultimate Marvel Team-Up” nº 6-8 son, en resumen, una lectura interesante, con un argumento sencillo que sabemos cómo terminará, pero que está desarrollado con ritmo y energía, tanto por los interesantes diálogos de Bendis como por el brillante dibujo de Sienkiewicz
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