(Viene de la entrada anterior)
“Howard el Pato” fue –y hasta cierto punto lo sigue siendo- un comic muy atípico para una editorial como Marvel, centrada en comics de superhéroes y con el objetivo de satisfacer un gusto mayoritario: un tebeo protagonizado por la caricatura de un animal inteligente antropomorfizado que vive entre humanos y con un claro ánimo satírico contra la sociedad y la cultura popular. Esta extraña mezcla de comedia, drama, sátira y estudio social dio como resultado, de forma totalmente inesperada, un comic más realista que los de superhéroes de los que ocasionalmente se reía.
Pese a que su protagonista recordaba inmediatamente al Pato
Donald o al Pato Lucas, “Howard” era un comic para adultos que abordaba temas
adultos, incluyendo sexo y violencia. Gerber utilizó este avatar de sí mismo
para exorcizar sus propios impulsos y convirtió al personaje en un ser cínico, hastiado,
con un punto idealista, egoísta pero compasivo cuando la ocasión lo requería,
ingenioso, cáustico y no siempre simpático. Que Gerber supo darle el enfoque
correcto lo demuestra que, cuando el comic viraba hacia el drama, seguía funcionando
porque el lector le tomaba en serio por muy inverosímil que fuera su aspecto y
su propia naturaleza.
Como ya he ido resumiendo en las anteriores entradas, la
colección pasaba de la parodia de los clichés de los comics de superhéroes, terror
o artes marciales a la sátira política, de episodios autoconclusivos a sagas
que abarcaban varios meses, de lo ridículo a lo serio y vuelta a empezar. Quizá
su principal debilidad fuera que, en los arcos argumentales más extensos, las
tramas parecen escapar del control de Gerber, dando demasiadas vueltas y no
culminando en desenlaces satisfactorios, como si la atención del guionista
fuera desviada continuamente por nuevas ideas. Hay
varios momentos en los que
la historia parece estar colocando las piezas para preparar una resolución que
nunca acaba de producirse, o introduce personajes que se diría van a tener
recurrencia y sólo se utilizan una vez. Dado el ingenio de Gerber, este es un
defecto que puede perdonarse y que no era exclusivo de su trabajo en “Howard el
Pato”. Gerber tenía la inteligencia, la imaginación y la ambición… pero no siempre
la disciplina necesaria para mantener la coherencia y dirección del conjunto.
Volviendo a su trayectoria, al principio la carrera
profesional de Gerber pareció tambalearse sin rumbo. Su último trabajo para
Marvel fue una historia de Lilith que se publicó en “Marvel Preview” nº 16
(otoño 1978). Su amigo Mark Evanier estaba preparando una línea de comics para
Marvel protagonizados por los personajes de animación de Hannah Barbera y le ofreció
a Gerber escribir unos cuantos guiones para ella bajo el seudónimo de Reg
Everbest. Evanier también tenía contactos en la industria de la animación
televisiva y le consiguió trabajo para Ruby-Spears Productions.
Aquel fue el comienzo de una nueva carrera para Gerber,
cuyo primer encargo para la televisión fue en el “The Plastic Man
Comedy/Adventure Show”. Poco después, presentó con éxito el proyecto de
“Thundarr the Barbarian” a los propietarios del estudio, Joe Ruby y Ken Spears.
El programa, con diseños conceptuales de dos grandes como Alex Toth y Jack
Kirby, debutó en la ABC en el otoño de 1980. Gerber escribió la “biblia” de la
serie, trabajó como supervisor de guiones y apareció acreditado como guionista
de todos los episodios. El programa pronto obtuvo estatus de culto y sigue
teniendo aficionados hasta el día de hoy. Durante los siguientes siete años,
Gerber trabajó como guionista y editor de varias series de animación, como
“Dragones & Mazmorras”, “G.I.Joe” o “Transformers”.
Gerber, sin embargo, no había dado del todo la espalda a
los comics. En 1980, Eclipse publicó “Stewart the Rat”, una novela gráfica
satírica protagonizada por un roedor muy en la línea de Howard. Marvel parecía
a esas alturas haber olvidado ya las amenazas de Gerber y permitió que Gene
Colan y Tom Palmer, ambos bajo contrato exclusivo, dibujaran ese proyecto
distribuido exclusivamente a tiendas especializadas. No hay registros de ventas,
pero todo parece indicar que éstas fueron modestas y por debajo de lo esperado
porque Eclipse sólo hizo una edición y seguía habiendo copias disponibles en su
catálogo diez años después. Gerber, que, esta vez sí, tenía los derechos sobre
el personaje, no volvió a retomarlo nunca más.
En cuanto a Howard, aunque había muerto para el mundo de
las viñetas, seguía presente en otras regiones del universo mediático. En algún
momento de 1980, Marvel inició negociaciones con Selluloid Productions, una
productora de Los Angeles, con el fin de licenciar al personaje para su uso en
cine, radio y televisión, firmando en septiembre un acuerdo de producción y
distribución para un serial radiofónico. Se le concedió también a Selluloid la
opción de un año para realizar una película de acción real sobre el personaje.
La producción del serial de radio, con la voz de James Belushi para Howard,
empezó inmediatamente con miras a emitirse en emisoras de FM especializadas en
música rock. También por entonces, Marvel Productions, un estudio de animación
con base en Los Angeles incluido dentro de Cadence Industries, empezó a
trabajar en el guion y el arte de un proyecto para una serie televisiva de
animación protagonizada por Howard.
En una declaración jurada con fecha de 24 de diciembre de 1980, Steve Gerber afirmó haberse enterado de las negociaciones entre Marvel y Selluloid varios meses antes de que éstas finalizaran. Se puso en contacto con Marvel sobre el asunto -aunque no quedó claro si verbalmente o por escrito- reiterando que sólo él, no Marvel, tenía el derecho a licenciar o vender las historias de Howard el Pato, ofreciéndose a cedérselos a la editorial. Ésta, sin embargo, se negó a negociar o aceptar nada.
Habían pasado más de dos años desde que Stan Lee diera por
concluido el contrato laboral con Gerber, momento en el que éste pareció cesar
sus amenazas. Pero ahora, con la posibilidad de que Howard saltara al medio
audiovisual, decidió volver a la carga.
Gerber tenía como abogado a Henry W.Holmes Jr, del bufete
Davidson & Holmes, conocido por haber representado al boxeador George
Foreman o el escritor Harlan Ellison. En junio de 1980, envió una carta a
Marvel de parte de Gerber instándola a detener todas las negociaciones de
cesión de derechos de Howard a Selluloid y afirmando que su representado nunca
había vendido ningún derecho a Marvel con respecto a ese personaje más allá de
los correspondientes a publicar cómics. La carta incluía, además, la exigencia
de que Marvel devolviera a Gerber "todos
los materiales, pruebas y publicaciones en su posesión que representen total o
parcialmente al personaje o su nombre". Holmes amenazó con emprender
acciones legales si Marvel no se avenía.
La editorial no respondió a la carta y, cumpliendo lo
prometido, en agosto, Holmes interpuso una demanda por infracción de copyright
en un juzgado de California contra Cadence Industries Corporation, Marvel
Productions, Stan Lee, Selluloid Productions y los responsables de ésta. Además
de la recuperación de los derechos sobre Howard y la anulación de cualquier
acuerdo anterior, se pedía una indemnización compensatoria mínima de 250.000
dólares y daños punitivos por 2,5 millones.
Así empezó una batalla legal que, en último término, giraba alrededor de quién era el propietario de los derechos de Howard. Los abogados de Marvel-Cadence pusieron sobre la mesa los contratos que el propio Gerber había firmado, renunciando expresamente en ellos a sus derechos, precedentes legales y el hecho indiscutible de que el personaje estaba registrado a nombre de Marvel.
La argumentación de Gerber puede calificarse abiertamente
de torpe e inverosímil. Dijo que creó a Howard como contratista independiente,
luego no podía ser considerado empleado de Marvel. En un aparente esfuerzo por
contrarrestar el punto de que Howard fuera creado en el contexto de un encargo
de la editorial, afirmó que el Howard que desempeñó un papel secundario en los
dos episodios del Hombre-Cosa de 1973 no era el mismo personaje que apareció en
la serie de comic-books de “Howard el Pato”. De acuerdo con su punto de vista,
el Howard de aquellas primeras historias de 1973 era un "personaje menor", "un mero prototipo" del de la colección
de Howard, un personaje que terminó "asesinado" y "finalizado a todos los efectos (...)".
El Howard que comenzó a aparecer en 1975 era, por tanto, un "nuevo personaje", "mucho más
sofisticado" y "totalmente
diferente" del que apareció originalmente en “Adventure into Fear” nº 19.
Gerber no explicó cómo reconciliaba esta interpretación del/los personaje/personajes
de Howard con sus propias declaraciones en distintas entrevistas, o el material
que apareció en “Marvel Treasury Edition”, “Howard the Duck Annual” nº 1 y, especialmente,
“Howard el Pato” nº 22 y 23, en las que él mismo hacía referencia explícita a
que ambos patos, el primigenio y el moderno, eran el mismo.
Como ocurre en todo proceso legal, los plazos son largos,
los pasos a dar muchos y las facturas de los abogados se acumulan. Para ayudar
a sufragar los gastos, Gerber decidió hacer un comic a beneficio de su causa,
algo que satirizara su conflicto con Marvel y la industria en general. Con
cierta reticencia, le pidió a Jack Kirby, al que conocía de su estancia en Ruby-Spears,
que dibujara el comic gratis. Kirby, ya lo he narrado con cierto detalle en
otros artículos, tenía sus propias cuentas pendientes con Marvel y simpatizaba
con la situación de Gerber, así que accedió encantado.
El resultado fue “Destroyer Duck”, editado por Eclipse y
cuyo primer número apareció en febrero de 1982. En la portada, dejaba claras
sus intenciones con un texto llamativo que decía: “Special Lawsuit Benefit
Edition”. La historia presentaba a Duke “Destroyer” Duck, cuyo único amigo,
otro pato llamado “El Pequeñín”, es transportado a otro plano dimensional en el
que sufre explotación y esclavitud a manos de la todopoderosa GODcorp: “Cógelo Todo, Poseelo Todo, Sécalo Todo”.
Al final, Pequeñín resulta ser demasiado problemático y la GODcorp lo disecciona,
escapando sólo para volver a su dimensión y morir en la casa de Duke. Éste
viaja “a través de las extensiones del
Nega-Espacio” para enfrentarse a GOcorp y vengar a sus amigos.
El historiador del comic Chris Knowles describió a este comic como “una diatriba hilarante contra la creciente corporativización de los cómics de Marvel y la América de Reagan”. Pequeñín es un análogo tanto de Howard el Pato como de su creador, Gerber, el “pequeñín” enfrentado a la poderosa Marvel. El número incluía también breves aportaciones de un amplio plantel de colegas de profesión, como Neal Adams, Alfredo Alcalá, Sergio Aragonés (aquí debutó su posteriormente archifamoso Groo), Connie Dobbs, Mark Evanier, Shary Flenniken, Gordon Kent, Steve Leialoha, Martin Pasko, Scott Shaw, Dan Spiegle o Joe Staton. Todos ellos trabajaron gratuitamente y el dinero recaudado por Eclipse tras descontar los gastos de impresión y distribución, fue invertido en la defensa legal de Gerber. De acuerdo con Dean Mullaney, responsable de la editorial, aquel número especial vendió 85.000 copias.
Otros profesionales también se involucraron en la causa.
Dave Sim, creador de “Cerebus” y su entonces esposa, Deni Loubert, empezaron a
llamar a artistas para que participaran gratuitamente en un portafolio que
terminó por llamarse “F.O.O.G.” (Friends of Old Gerber) y en el que se incluían
ilustraciones del propio Sim, Gene Colan (que se había marchado de Marvel en
marzo de 1981), Michael Kaluta, Wendy Pini, Marshall Rogers, Frank Thorne,
Charles Vess, Barry Windsor-Smith y Bernie Wrightson. Jack Kirby y Alfredo
Alcalá contribuyeron con un dibujo de Destroyer Duck en la ilustración que
servía de sobre para el resto.
Luego vino la ronda de testimonios ante el juez y meses
después, el 24 de septiembre de 1982, Gerber y los demandados firmaron un
acuerdo. Gerber, a través de su abogado Henry Holmes, reconoció ante el
tribunal que toda su labor con Howard el Pato se realizó bajo los "términos, condiciones y circunstancias"
del trabajo hecho por encargo según lo definido por las Leyes de Copyright de
1909 y 1976. Reconoció, además, que la matriz corporativa de Marvel, Cadence
Industries, poseía "todos los
derechos, títulos e intereses" de Howard y el material que del mismo
se había producido, "incluidos todos
los derechos de autor, marcas registradas y los derechos de propiedad
correspondientes". El 5 de noviembre de 1982, el juez David Kenyon
aprobó la moción conjunta y ordenó el sobreseimiento del caso.
A juzgar por el expediente judicial, la demanda nunca pasó
de la fase de presentación de pruebas. Los demandados nunca presentaron una
moción de juicio sumario y ni siquiera llegó a programarse vista alguna. Parte
de la moción de desestimiento incluyó la apertura de un acuerdo consultivo
relacionado con Howard, acuerdo que ni fue reconocido por las partes ante el
juez ni desvelados sus términos. En los años siguientes, Gerber reiteró que,
por confidencialidad, no estaba autorizado a discutir las condiciones del
mismo, aunque una carta de un vicepresidente de Marvel al abogado de Gerber
fechada en abril de 1985 y hecha pública por Jim Shooter en su blog en 2011,
habla de compensaciones y royalties, lo que viene a significar que Howard el
Pato acabó incluido en un plan de incentivos de Marvel instaurado a comienzos
de los 80 en virtud del cual se premiaba a guionistas y artistas con cierto
porcentaje del precio de venta de cada número una vez sobrepasadas las 100.000
copias vendidas. Otros personajes cubiertos por ese plan serían Alpha Flight,
Elektra, Capa y Puñal o Power Pack.
Si lo que decía Shooter es cierto, Gerber acabó recibiendo más o menos lo mismo que si hubiera permanecido en Marvel como guionista y editor en 1978. No se sabe si recibió dinero extra como parte del acuerdo prejudicial propiamente dicho, pero los costes legales lastraron su economía personal durante muchos años. En una entrevista, Gerber los cifró en 140.000 dólares (equivalentes a unos 440.000 dólares actuales), un 20% de los cuales fueron sufragados por los beneficios de Destroyer Duck y el portafolio F.O.O.G.
El acuerdo extrajudicial también pudo estipular que, en lo
sucesivo, Gerber sería públicamente reconocido como el único creador de Howard
el Pato, tal y como figuraría en la película de 1986 y todos los comics que se
publicaron posteriormente a este contubernio. A Val Mayerik se le negó tal
privilegio.
El 23 de noviembre de 1982, poco después del sobreseimiento del caso, Marvel publicó su primera historia original de Howard en casi tres años. Se trató de una adaptación libre de la película “¡Qué Bello es Vivir!”, de Frank Capra, ocho páginas escritas por Steven Grant y dibujadas por Paul Smith que se incluyeron en el número 34 de “Aventuras Bizarras”, con fecha de portada febrero de 1983. Casi con seguridad, este número ya había sido anunciado a los minoristas antes de que se firmara el acuerdo entre Marvel y Gerber.
(Continúa en la siguiente entrada)
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