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Los números 22 y 23 (marzo y abril 78), ya lo indiqué más arriba, vieron el regreso del dibujante Val Mayerik al personaje en una aventura que parodiaba a Star Wars (estrenada en noviembre del año anterior, más o menos cuando Gerber escribió estos guiones) y para la que también se recuperaría al reparto de personajes que acompañaron a Howard en su debut junto al Hombre Cosa: el hechicero Dakimh, Jennifer Kale, Korrek el Bárbaro y el propio monstruo del pantano. El objetivo es derrotar a Bzzk´Joh (pronunciado Berserker Joe) y su Imperio Emporio antes de que comercialice toda la galaxia: “¡Mientras hablo y me escucháis, mi Imperio Emporio está comprando propiedades por toda la galaxia, en todas las dimensiones. En unas horas, al como las abejas miden el tiempo, demoleremos el Universo y construieremos sobre sus ruinas un centro comercial que no tendrá rival en su cutrez!”. Tras destruir la Tienda de la Muerte del villano, Howard regresa a la Tierra, donde vagabundea por las calles de Nueva York a la espera de que atraque el barco de lujo en el que viajaban Paul y Winda (y del que, recordemos, Howard había sido secuestrado por el Doctor Bong).
Los nº 25 al 27 (junio-septiembre 78) marcan el primer encuentro del protagonista con villanos del Universo Marvel, en concreto el Jefe de Pista y su Circo del Crimen. Howard se entera de que Paul, durante el crucero, sedujo con su “talento” artístico a una rica mecenas neoyorquina, Iris Raritan, que le subvenciona generosamente sus gastos. Esta hermosa representante de la élite de la ciudad contrata al Circo del Crimen para que actúen en una de sus fiestas, sabiendo muy bien que robarán a sus invitados. Lo que busca es la adrenalina de la posterior persecución de los ladrones. Pero su imprudencia ha hecho que Howard sea secuestrado por los villanos para utilizarlo como reclamo en su espectáculo; que Paul acabe herido de bala y Winda violada. En una subtrama, el Doctor Bong le asegura a Bev, a la que aún mantiene cautiva, que no parará hasta matar a Howard, al que considera su rival amoroso.
Y entonces, Gerber es despedido. El número 27 sería el último de Howard que realizaría en bastante tiempo. Y lo mismo le ocurrió en la tira de prensa. ¿Qué había ocurrido? ¿Cómo se pasó de un contrato propio de un dibujante estrella a una expulsión fulminante?
La relación entre Gerber y Marvel había empezado a descarrilar a los pocos meses de haber sido nombrado editor en plantilla. En marzo de 1978, Marvel finiquitó el contrato de Gerber para escribir la tira de Howard para los periódicos. El guionista vivía por entonces en Burbank, California, e inicialmente, Stan Lee –editor en jefe, por encima de Jim Shooter- trató de informarle del asunto por teléfono. Unos días más tarde, el abogado de Gerber envió un telegrama al presidente de Marvel, James Galton, informándole de que, de acuerdo a los términos del contrato, la finalización del mismo debía ser comunicada por escrito. Y así lo hizo Galton a finales de aquel mes, no se sabe si aduciendo razones para ello porque nunca se ha hecho público. El nombre de Gerber apareció por última vez en la tira del 22 de abril de 1978.
Las causas de este desencuentro no están claras. Gerber adujo quejas por las fechas de pago a los creadores, que a veces se demoraban hasta seis meses después de haberse publicado cada tira, subrayando como especialmente dramático el caso de su compañero Gene Colan. Sin embargo, éste, en otra entrevista, declaró que parte del problema eran los continuos y severos retrasos de Gerber a la hora de entregarle los guiones, lo cual le obligaba a trabajar a un ritmo frenético para entregar a tiempo. Además, no quiso incomodar a Marvel presionándola sobre el tema de los cobros por miedo a tener luego problemas para encontrar trabajo en la industria. Así que, al final, no se vio con energías suficientes para compaginar la tira diaria de Howard y los compromisos con Marvel, tanto en la serie mensual del pato como en otras colecciones. En una entrevista afirmó: “Nunca pensé lo esclavo que iba a ser ese trabajo (la tira de prensa). Solamente eso, ya era suficiente para mantenerme ocupado siete días a la semana. Y hacía eso y los encargos de Marvel. Quemé la mecha por ambos extremos (…) Llegó un punto en el que era físicamente incapaz de continuar. Tenía que elegir un trabajo u otro”.
Le sucedió al frente de la tira Val Mayerik, que coincidiría con Colan en subrayar los problemas que le causaban los retrasos de Gerber. Había accedido a encargarse del trabajo a petición de Archie Goodwin. Se había mudado recientemente a Nueva York y no tenía muchos encargos así que accedió. Pronto se dio cuenta de por qué Colan lo había abandonado. Necesitado de directrices y material de referencia, llamaba por teléfono a su antecesor, pero éste, que a sus 52 años ya no tenía la energía de antaño, le preocupaban más sus propias fechas de entrega con Marvel que los problemas ajenos, así que Mayerik se vio hablando con más frecuencia de la que le gustaría con la esposa de Colan, que acabó despachándole de malas maneras: “Deja a Gene en paz. Ahora ya está fuera de eso. Se ha librado de Steve Gerber. Déjalo solo”.
De hecho, es de resaltar que la última tira diaria dibujada por Colan se publicó el 9 de octubre de 1977, mientras que la última dominical apareció el 6 de noviembre. Esto significa que Colan dejó la tira al menos cinco meses antes de que a Gerber le cancelaran el contrato. De hecho, parece que se marchó antes incluso de que el guionista y Marvel terminaran de negociar el contrato laboral que mencioné antes. Así que, en realidad, la relación de Gerber con Marvel mejoró en el periodo inmediatamente posterior a la marcha de Colan. Tampoco Mayerik adujo ningún retraso en los pagos aun cuando se marchó antes de que despidieran a su compañero. Le sustituyó, a partir de febrero de 1978, Alan Kupperberg.
Así que las razones esgrimidas por Gerber sobre los retrasos en los pagos, no parecen ser más que una excusa. Jim Shooter también dijo que la causa habían sido las entregas fuera de fecha y, por último, el presidente del syndicate que distribuía la tira, Denny Allen, declaró lo siguiente en una entrevista: “Muchas cancelaciones obedecieron a una muy buena razón: retrasos en las entregas. Normalmente recibo una tira diez semanas antes de la publicación. Gerber las entregaba el jueves anterior al lunes en que supuestamente debería aparecer en los periódicos. Apenas podíamos enviarlas a tiempo a los suscriptores. Al final, tuve que decirle a Steve que no habría ningún Howard a menos que consiguiera un nuevo equipo. (…) A los editores de los periódicos con los que trataba tampoco les gustaba su estilo. Pensé que Howard podría convertirse en un “Pogo” moderno, pero dijeron que el público lo encontraba demasiado difícil de entender y que su mensaje no llegó”.
El sustituto de Gerber en la tira fue Marv Wolfman, que inmediatamente hubo de sufrir las consecuencias del retraso acumulado por Gerber: “Me dijeron el jueves que me haría cargo (…) Llegué a la oficina el viernes temprano, porque tenía que ir a algún sitio, y Jim Shooter dice: "Ven aquí". Entro en su oficina; Alan Kupperberg está sentado allí. Shooter dice: "Necesitamos tres páginas dominicales para lunes". Esto ocurría el viernes por la tarde. Ahora, ten en cuenta que las dominicales giran alrededor de la historia principal que se desarrolla en las tiras diarias… y ni siquiera se me había ocurrido esa historia. De alguna forma, Alan y yo lo hicimos y está claro que la primera historia acusó tanto el problema de las prisas como de un manejo incorrecto de la propia tira”.
La reacción de Gerber a todo este asunto fue de hostilidad. En abril de 1978, envió una respuesta a la carta de finalización de contrato de Galton, en la que recordaba sus derechos sobre el personaje: “Considere esto como un aviso formal de que yo, y no Marvel, soy y seré el propietario exclusivo del personaje cómico "Howard el Pato" y de todos los demás personajes, tramas, temas y escenarios creados por mí o bajo mi autoridad que se hayan incluido en la tira cómica, así como los derechos de autor y todos los demás derechos incidentales y afines, incluidos nombres comerciales, marcas registradas, etc., no pudiéndose usar con posterioridad al 27 de abril de 1978 por parte de Marvel o bajo su autoridad ninguno de dichos derechos sin mi consentimiento por escrito”. Gerber amenazó, en caso de infracción de sus supuestos derechos sobre Howard, con emprender acciones judiciales.
Estas afirmaciones y exigencias son chocantes porque en el contrato para la realización de la tira diaria no se hacía mención a la transferencia o reversión de derechos en caso de cancelación del mismo. Por eso, Marvel se tomó estas amenazas como un farol y ni siquiera se molestó en contestarle.
Los problemas de Gerber con las fechas de entrega no estaban circunscritos a la tira de periódico. Desde que pasó a ser guionista en plantilla, Gerber sólo había cumplido con alrededor de dos tercios de las 51 páginas mensuales comprometidas, así que le estaban pagando por un trabajo que no realizaba. Cuando no entregó a tiempo un guion para “Capitán América”, hubo de recurrirse de emergencia a un número de relleno y “Howard el Pato” hubo de pasarse a cadencia bimensual para acomodarse al ritmo de Gerber, quien tampoco equilibraba su producción con las acordadas historias para la línea de revistas en blanco y negro. Dos números de “Omega the Unknown” –otro título que escribía-, los 7 y 8 (marzo y mayo del 77) hubieron de ser escritos por Scott Edelman y Roger Stern.
La mudanza de Gerber de Nueva York a Las Vegas no hizo sino empeorar sus retrasos, tal y como él mismo reconoció, ya lo comenté, en el número 16 (septiembre 77), que no era sino una larga divagación ilustrada sobre sus problemas con las fechas de entrega (muy apropiadamente, la portada exhibía un globo de texto en el que se leía “La Maldición de las Fechas Límite”). Jim Shooter acabó retirándolo de “Capitán América” para tratar de aliviar su carga de trabajo y que se concentrara en los encargos más importantes, como el especial “Kiss” –el grupo de glam rock- que lanzó Marvel aquel año con gran éxito.
Y fue entonces cuando estalló el mencionado conflicto a tenor de la tira de prensa.
Llegados a este punto, Marvel ya no quería tener a Gerber en plantilla y en mayo de 1978, Stan Lee le envió una carta comunicándole la finalización de su contrato de guionista y editor, argumentando sus continuos retrasos. Lee también mencionó que Gerber había “violado el contrato” de alguna otra forma, pero sin proporcionar detalles. Probablemente, el que Gerber hubiera reclamado la propiedad intelectual de Howard y amenazara con emprender acciones legales, se consideró una acción hostil y potencialmente perjudicial constitutiva de resolución contractual. Gerber nunca impugnó la decisión ni las razones aducidas.
Lo cual no quiere decir que Jim Shooter no siguiera valorando el trabajo de Gerber, al que calificó como “uno de los mejores guionistas de la industria”. De hecho, en mayo de 1978, Shooter envió a los guionistas y artistas autónomos las copias de los nuevos contratos en los que se recogían las mejoras en materia de copyright establecidas por ley en 1976. Gerber fue uno de los receptores, pero decidió no firmarlo. Esa decisión y la rescisión de su contrato laboral significaba que ya no podría trabajar para Marvel, ni como autónomo ni como empleado.
Pasó bastante tiempo hasta que hubiera noticias nuevas en el “affaire” Gerber- Marvel. Las amenazas del primero resultaron ser papel mojado y no hubo más comunicación entre el uno y la otra tras la finalización del contrato. Marvel siguió produciendo la tira diaria con Marv Wolfman y Alan Kupperberg. El comic-book también siguió adelante. Los primeros dos números tras marcharse Gerber fueron material de inventario con guiones de Wolfman y Mark Evanier. Luego, Bill Mantlo asumió el puesto de nuevo guionista, con Gene Colan regresando como dibujante. Hicieron dos números, el 30 (marzo 79) y el 31 (mayo 79), que resultaron ser los últimos.
Más tarde, en 1979, se lanzó una nueva serie de Howard dentro de la línea de revistas, con portadas pintadas, interior en blanco y negro y un tamaño superior al del comic-book. Este formato, que esquivaba las restricciones censoras del Comics Code Authority, estaba destinado a un público más adulto. El primer número, con fecha de portada de octubre (y puesto a la venta en agosto) tenía como equipo creativo a Mantlo y Colan.
Como regla general, si una ficción se vuelve popular, cualquier cosa que incluya el creador original en la misma, aunque sea indirectamente o muy de pasada, acabará desarrollada con un grado de detalle a veces abrumador por parte de aquéllos que le sucedan. En el concepto original de Gerber, se aludía a la dimensión de origen de Howard pero nunca se llegó a mostrar, seguramente porque el guionista consideraba que los lectores ya estarían más que familiarizados con el tipo de entornos propios de los funny animals a través de otros personajes, como el Pato Donald de Carl Barks. Fue Bill Mantlo quien, después de la partida de Gerber y a cargo de esa nueva revista, salpicó ese mundo-pato de referencias paródicas como "Truman Capoultry", "Richard Millnest Duxon" e incluso "Duckschwitz" (juegos de palabras que no me atrevo a traducir). Al menos, intentó mantener a Howard como personaje principal, aunque sus historias cruzaban con frecuencia la línea que separaba lo absurdo de lo ridículo.
Mientras tanto, en algún momento de 1978, Disney se dio cuenta de que el elemento más importante del rediseño de Howard acordado con Marvel algún tiempo atrás, no se había respetado: el pato seguía sin llevar pantalones. Se reabrieron las negociaciones y el agresivo equipo de abogados de Disney prometió no demandar a Marvel por infracción del copyright si accedían a sus exigencias. Marvel se rindió y firmó el acuerdo –que doblaba en extensión al anterior- en 1980. Antes, a finales de 1979, Howard ya aparecía “correctamente” vestido. A Jim Shooter no pareció importarle demasiado todo este asunto, pero no fue ese el caso de Bill Mantlo, que se indignó tanto que estaba dispuesto a vengarse a través de sus guiones. En una entrevista a “The Comics Journal” dijo que tenía intención de crear a un villano llamado “D. Isney” que obligaba a Howard a llevar pantalones. Y así lo hizo, en el nº 2 de la revista, Howard debe enfrentarse a un grupo de activistas que abogan por “tapar” a sus mascotas y que está encabezado por un tal Wally Sidney (acrónimo de Disney). Más allá de esta divertida pataleta, no hubo consecuencias.
Lo cierto es que el Howard huérfano de Gerber no satisfizo a nadie. “The Village Voice”, por ejemplo, calificó a la tira de Wolfman y Kupperberg como “francamente horrible", agregando que la tira había sido "lobotomizada, privada de sustancia y convertida en una simple parodia". Según el propio Wolfman, Stan Lee le dijo: "La tira del pato es realmente lo peor que he visto". Jim Shooter dijo que “lo odiaba”. Y las historias escritas por Mantlo tanto para el comic-book como para la revista tampoco fueron bien recibidas. A Shooter no le gustó el cambio de tono que efectuó el guionista, pasando del absurdo al activismo político con ánimo polémico, así que lo retiró del título. El dibujante Stephen Bissette resumiría años después el sentimiento general: "Howard el Pato no tiene ningún sentido sin Steve Gerber (…) era una extensión vital directa de su propio ser (…) Separado de su creador, Howard es una imagen corporativa vacía y sin sentido, tan buena únicamente como los creadores contratados para insuflarle vida. Y ninguno de los que siguieron los pasos de Gerber se acercó jamás a él”.
El atractivo comercial de Howard también estaba marchitándose. La tira de periódico sobrevivió sólo seis meses sin Gerber al timón, publicándose la última el 29 de octubre de 1978. La revista en blanco y negro sólo duró nueve números antes de que las bajas ventas aconsejaran cancelarla en marzo de 1981. Menos de tres años después de separarlo de su creador, Howard se encaminó hacia el olvido.
(Continúa en la siguiente entrada)
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