16 feb 2022

1971- EL HOMBRE-COSA – Steve Gerber y varios (3)

 


(Viene de la entrada anterior)

Gerber ideó muchos personajes memorables y confiaba lo suficiente en su creatividad como para descartarlos cuando ya no desempeñaban papel alguno en la nueva historia que tenía en mente. El Exterminador de Tontos, por ejemplo, debutó en el número 3 (marzo 74) y era básicamente el mismo personaje que el Punisher, que aparecería unos pocos meses más tarde. Es un fanático religioso inestable que está completamente seguro de saber, vía inspiración divina, quién debe vivir quién morir y que decide tomar parte activa y ayudar a Dios a eliminar a los segundos. Y aunque su objetivo son ciertos individuos, no tiene inconvenientes en ir haciendo escarda con los que se cruzan en su camino y osan desafiarle o reírse de él. Con este villano, Gerber borda el retrato de un megalómano narcisista.

 

Pero desde luego, la más famosa de sus creaciones para “El Hombre-Cosa” fue el Pato Howard, un ánade humanoide de 1.20 m de estatura que era inteligente y podía hablar. Se presentó en “Adventure into Fear” nº 19 (diciembre 73) como mera anécdota visual y quizá homenaje a los funny animals de Disney o la Warner, en mitad de la aventura del Nexo de Realidades, siendo él un refugiado del mismo. A Gerber le pareció gracioso y lo volvió a utilizar para deleite de los lectores. Cuando consiguió colección propia en 1976, Howard fue la herramienta de la que se sirvió Gerber para compartir con los lectores su punto de vista sobre multitud de temas. Howard era un ser de lo más “normal” en su mundo que llegaba a otro, el de Marvel, poblado de superhéroes y donde nunca llegó a encajar bien. Siendo un pato entre humanos, nunca dejó de sentirse fuera de su elemento, constantemente confundido por las absurdas complejidades y locuras de la cultura norteamericana moderna. El título se vendió bien (se convirtió en uno de los más populares de Marvel y llegó a tener tira de periódico propia) pero sólo durante los 27 números que Gerber se encargó de escribirlo. Ningún otro guionista igualó su visión del personaje (sobre Howard escribiré otra serie de artículos más adelante).

 

Lo mismo sucedió con el Hombre-Cosa. Otros profesionales se ocuparon de escribirlo tras la marcha de Gerber pero nunca fue ya tan popular como con la pluma de aquél. Un relanzamiento en 1979 con guiones de Michael Fleischer primero y Chris Claremont después (acompañados del increíblemente torpe dibujante Don Perlin), sólo duró once números y el siguiente intento ni se acercó a esa cifra. Ese fue el resultado de intentar colocar al Hombre-Cosa en un contexto más convencional y protagónico para el que el personaje no estaba preparado.

 

La historia más aclamada de Gerber para el “Hombre-Cosa” fue probablemente “La Noche del Muerto Hilarante” (nº 5, mayo 74) y su continuación, “Cuando Morí” (nº 6, junio 74), que, además, coincidió con la entrada como dibujante de Mike Ploog, tomándose un respiro de su trabajo en la colección “Werewolf By Night”. Se trata de un sobrecogedor retrato de la depresión en forma de psicodrama representado por el fantasma de un payaso que acaba de suicidarse (aunque el tiro es disparado fuera de plano, se ve al personaje apuntarse a la cabeza con un revólver justo antes de que el eco recorra el pantano. Sólo esto, ya era todo un desafío a los límites del Comics Code). 

 

El fantasma del payaso Darrell obliga a los artistas de un pequeño circo ambulante recién llegado a Citrusville a recrear escenas de su propia vida. Como es un payaso triste, todas ellas tienen que ver con la aniquilación de la felicidad: un padre que le descuidó en favor de su trabajo como financiero, un psiquiatra poco comprensivo y, finalmente, el propietario de un circo que lo engañó y explotó. Todos ellos envenenaron el pozo creativo del payaso hasta dejarlo incapaz de despertar risas en su público. Sólo cuando la trapecista admite que le ama, su alma se libera de las cadenas de la duda, la amargura y el amargo sentimiento de una vida desperdiciada.

 

Gerber y Ploog volverían a fusionar sus talentos en un arco que abarca los números 7 y 8 (julio-agosto 74) y en el que vuelve a aparecer F.A.Schist, el empresario sin escrúpulos, que, habiendo visto cancelado su proyecto de aeropuerto debido a la crisis del petróleo, reúne un grupo de mercenarios para internarse en los pantanos y comprobar la veracidad de los rumores sobre la existencia de una Fuente de la Juventud. Y efectivamente, ese elixir se custodia en La Hacienda, un reducto de antiguos conquistadores españoles mantenidos con vida gracias a aquél y donde confluyen explosivamente tanto el Hombre-Cosa como los matones de Schist.

 

Con el abandono de la iniciativa de aumentar la paginación de los comics a principios de los 70 (decisión que sólo duró un mes en la mayoría de los títulos), Marvel se centró en formatos más tradicionales, aunque con menos páginas y más caros que antes del cambio de formato. Pero ese lapso no duraría mucho. Unos cuantos años más tarde, lanzó lo que bautizó como “Giant-Size”, una línea independiente de títulos quincenales que ofrecía tres veces más páginas que los comic-books ordinarios y que se centraban principalmente en personajes de buena aceptación. El Hombre-Cosa fue uno de ellos (lo cual, por cierto, dio lugar a ciertas bromas subidas de tono dado que el título que iba a aparecer en portada era "Giant-Size Man-Thing.", que podía tomarse por el lado pícaro).

 

El primero de estos especiales apareció en agosto de 1974. Incluía una historia nueva del personaje titular a cargo de Gerber y Ploog y dos reediciones de material antiguo, historias de terror escritas por Stan Lee y dibujadas respectivamente por Steve Ditko y Jack Kirby. La historia principal vuelve a beber de la actualidad para desarrollar otra de esas historias tan queridas por Gerber en las que se mezclan personajes y conceptos de lo más extravagante. Así, en plena crisis del petróleo, tenemos dos científicos a la búsqueda de una fuente renovable de energía; un Culto a la Entropía; un Cerebro Dorado procedente de un antiguo villano de Hulk que adquiere nuevo cuerpo físico y, amnésico, se une a una comunidad utópica y autosostenible…

 

En los números 9 y 10 de la serie regular (sept-oct 74), Gerber y Ploog exponían a la perfección una historia de violencia doméstica (de una mujer hacia un hombre) a consecuencia de un matrimonio fallido: dos personas incapaces de reconocer su incompatibilidad y que, al desaparecer el amor del inicio, sienten frustración primero y odio después. Un odio tan profundo que se prolonga más allá de la muerte y es capaz de manipular las fuerzas naturales del propio pantano.

 

También el odio es lo que mueve el argumento del “Giant-Size Man-Thing” nº 2 (nov 74), en este caso el de la viuda de F.A.Schist (fallecido en la aventura de la Fuente de la Juventud) que, disponiendo de abundantes recursos, se niega a reconocer la villanía de su marido y contrata a un científico para que diseñe un sistema que atrape al Hombre-Cosa, a quien culpa de su muerte. Y efectivamente, así lo hace, llevándose a la criatura a Nueva York para su estudio. Como hiciera King Kong en los años treinta, la criatura escapa mientras está siendo exhibida públicamente y siembra el terror hasta que desfallece, alejada de la influencia del pantano que le da la vida. La compasiva hija de Schist y el arrepentido científico, lo devuelven a su lugar de origen.

 

El siguiente número destacable es el 12 (el 11 tiene una historia muy sosa y con un Mike Ploog arruinado por las torpes tintas de Frank Chiaramonte). “El Lamento del Muerto Viviente” guarda algunas similitudes con “La Noche del Muerto Hilarante”: un escritor llega a un manicomio abandonado para poder trabajar aislado y sin distracciones, pero sus miedos más profundos y el caos de su vida lo persiguen de forma más real que metafórica. De nuevo, los monstruos son derrotados cuando alguien le confiesa al escritor su amor.

 

Demostrando una vez más su versatilidad, Gerber utiliza los números 13 y 14 (enero-febrero 75) para contar una de piratas multidimensionales, con barco y sables incluidos. Dos años antes, The Heap, publicada por Skywald, también se había topado con piratas mientras viajaba de polizonte en un carguero. ¿Coincidencia? ¿Seguía Gerber la revista “Psycho” o se trataba de algún material que ambos guionistas habían leído y les había hecho pensar que los piratas del Caribe podrían ser antagonistas interesantes para su criatura pantanosa? Eso sí, mientras que los bandidos de The Heap resultaban haberse inspirado en los auténticos del siglo XVIII, los del Hombre-Cosa tenían su origen en una especie de maldición centenaria que involucraba a una torre flotante y un simpático sátiro. No es la mejor historia de Gerber, pero tampoco se le puede acusar de predecible.

 

“Giant-Size Man-Thing” nº 3 (feb 75) es una historia de fantasía bastante tópica, con brujos, guerreros malos barbudos con casco de cuernos y guerreros buenos con melena rubia, serpientes voladoras y dragones. Eso sí, estando dibujada y entintada por Alfredo Alcalá, gráficamente es una de las más espectaculares de toda esta etapa.

 

Más atrevida temáticamente es el nº 15 (marzo 75) de la serie regular, “Una Vela para Saint Cloud”. Y es que aquí el Hombre-Cosa no aparece en absoluto, al menos como partícipe directo de la historia. El núcleo del asunto descansa en un triángulo amoroso cuyo vértice clave es la hippy rubia Sainte-Cloud, que compra en un anticuario una vela con la forma del Hombre-Cosa; vela hecha de una sustancia que le provoca alucinaciones de esa criatura. Esos delirios, compartidos por su amigo invidente, son interrumpidos cuando su otro pretendiente irrumpe en la habitación. Por fortuna, la droga es tan potente que los espejismos que evoca detienen la violencia antes de que resulte herido alguien que no lo merece. Es una resolución opuesta a la de otras historias de Gerber para la serie, como por ejemplo “Sin Opción de Colores”, en la que impedía el triunfo de los virtuosos y dejaba que la tragedia siguiese su curso. Una vez más, Gerber hace gala de su eclecticismo, con una historia de piratas voladores un mes y un drama romántico intimista al siguiente.

 

“¡Deterioro Contra el Vikingo Loco!” (nº 16, abril 75) retoma algunos de los temas favoritos de Gerber: la deriva fanatizada e inhumana de las instituciones tradicionales. En este caso, se nos presenta a Josefsen, un hombre de 65 años con una fortaleza física impresionante y la constitución y apariencia de un vikingo, que desprecia a los que son más débiles que él, tildándolos de maricas y hippies. Su desprecio por lo que él considera debilidad lo lleva tan lejos como para renegar de su nieta Astrid y perseguirla hasta el pantano del Hombre- Cosa, donde ataca y destruye el campamento de una estrella del rock decadente y enloquecida que se ha establecido en el preciso lugar donde Ted Sallis fue asesinado, buscando inspirarse en aquella tragedia. Gerber escribe algunas de sus frases más nihilistas al final del episodio: “Entonces, los últimos restos de esperanza deben ser eliminados. La aturdida muchacha palidece en la insignificancia mientras algo puro resiste. Sólo los locos deben quedar para heredar la Tierra”.

 

El Vikingo volvería en los números 17 y 18 (mayo-junio), en otra historia sobre intolerancia y odio. Las fuerzas reaccionarias de Citrusville se alzan furibundas ante lo que consideran la intoxicación de sus jóvenes: Amigos, anoche me tomé el tiempo para examinar los libros de texto de mi hija. Los libros de los que aprenden todos nuestros hijos. ¿Sabíais, amigos míos, que nuestro texto de sociales tiene un capítulo sobre el comunismo…con pros además de contras? ¿O que el de lengua contiene un texto sobre un ateo? ¿o que nuestro libro de biología enseña que el hombre algún día será capaz de crear vida? Comunismo, ateísmo, sexo… ¿Es eso lo que queremos que enseñen a nuestros hijos? ¡Si queremos controlar lo que nuestros hijos piensan tenemos que decidir qué aprenden!”. Apoyándose en el carisma y la arrolladora fuerza del Vikingo, el pueblo iniciará una auténtica quema de libros y caza de brujas que, inevitablemente, se cobrará víctimas inocentes. No hay aquí una chispa sobrenatural que provoque el incendio de la intolerancia y sobre la que descargar la responsabilidad. Los villanos son todos humanos. Es decepcionante lo poco que ha cambiado el mundo desde 1975.

 

(Finaliza en la siguiente entrada)

 


1 comentario:

  1. "¡Si queremos controlar lo que nuestros hijos piensan tenemos que decidir qué aprenden!"

    Considerando que han prohibido MAUS en una escuela estadounidense no me sorprendería que algún día regrese el Comics Code.

    Excelente reseña, como siempre.

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