El origen de la legendaria editorial de comic books EC puede rastrearse a comienzos de los años 40 del siglo pasado, cuando el pionero Max C. Gaines, el hombre que había puesto el primer ladrillo de la industria con su revista “Famous Funnies”, se dedicaba a coordinar para DC (entonces National Periodical Publicacions) la realización de su línea “All American”. Gaines tuvo entonces la visión de que el medio del comic podía utilizarse con fines educativos. Aún para DC lanzó “Pictures Stories from the Bible” y “Pictures Stories from American History”. Cuando se marchó de DC en 1945, renunció a Wonder Woman, Flash, Green Lantern y Hawkman y se quedó tan solo con esos dos títulos para utilizarlos como base de su nueva editorial, Educational Comics, EC, en 1946.
Al año siguiente, añadió al catálogo “Pictures Stories from World History” y “Picture Stories


Contratando a algunos de los más valientes y dotados artistas de la época dibujando al son de la batuta literaria de Feldstein; utilizando a carismáticos “anfitriones” característicos de cada título; recurriendo a giros sorpresa en los finales e introduciendo un humor negro muy particular, estos comics hicieron historia, marcaron a una generación e influyeron a incontables guionistas y dibujantes.
Gaines amplió su línea de la “Nueva Ola” con la ciencia ficción (“Weird Science” y “Weird


Desde 1950 a 1954, EC fue la editorial más innovadora e influyente de Estados Unidos, dominando los géneros de la ciencia ficción, terror, bélico, criminal y hasta el humor (con la adición del paródico “Mad”). Esta brillante trayectoria quedó truncada abruptamente cuando se convocaron una serie de audiencias en el Congreso sobre los potenciales efectos nocivos de los comics de terror y crimen en la juventud. Por no ser el tema de esta entrada, no voy a analizar a fondo en este nefasto asunto que estancó la evolución del comic book durante décadas. Baste decir que mientras que otros editores, dominados por el miedo a la polémica y la mala fama, se arrugaron y convinieron en crear un organismo y sello de autocensura (el Comics Code Authority), William Gaines se negó

Fue inútil. La cobardía de los editores condenó a la industria. El Comics Code impuso unas restricciones más estrictas aún que las que pesaban sobre otros medios e, imposibilitados para evolucionar y asustados por la mala fama que el comic book había cobrado por esa campaña, muchos no tuvieron más remedio que cerrar el negocio al ser incapaces de convencer a los distribuidores de que colocaran sus revistas en los puntos de venta de todo el país. EC, por tanto, se vio obligada a clausurar toda su línea de tebeos y tan sólo la satírica “Mad” sobrevivió convertida en una revista de mayor formato a la que no se aplicaba el Comics Code Authority.
Pero sus comics no se olvidaron y desde entonces, los historiadores del medio y los fans han ido apoyando regularmente la reedición de aquellas historias, como la que realizó Nostalgia Press en 1971 o, entre 1990 y 1991, Gladstone, con nuevo coloreado de Marie Severin. Ya en el nuevo siglo, Fantagraphics (Norma Editorial en España) ha recuperado aquellos comics en volúmenes recopilatorios por autores, lo que permite una mayor comprensión de la evolución de sus

Nacido en Minnesota en 1927, Wood fue un todoterreno de la naciente industria del comic book. A todos los efectos, fue un artista autodidacta porque aunque a mediados de los cuarenta asistió a un par de escuelas de arte, en ninguna de ellas duró mucho tiempo. Aprendió a dibujar copiando a los maestros: el “Flash Gordon” de Alex Raymond, “Terry y los Piratas” de Milton Caniff, “El Príncipe Valiente” de Harold Foster, “The Spirit” de Will Eisner o “Wash Tubbs” de Roy Crane. Tras cumplir dos años de servicio en el ejército –combatió en la última parte de la Segunda Guerra Mundial- Wood se trasladó a Nueva York, donde encontró trabajo como camarero mientras ampliaba su portafolio y lo mostraba –sin éxito- a los editores de la ciudad . En la sala de espera de uno de

Su primer trabajo para el formato del comic book llegó en 1948, rotulando comics para la editorial Fox, seguido del dibujo de fondos y entintado a una ínfima tarifa de 5 dólares por página, lo que le obligaba a entintar diez planchas diarias sólo para pagar el alquiler. Y entonces llegó la EC Comics, parte de cuyo trabajo comentaré en esta entrada.
Con la desaparición de la línea de comic books de esa editorial, Wally Wood se movió en en todos los ámbitos: ilustración para libros infantiles, cubiertas para revistas pulp, chistes para publicaciones masculinas, entintado de los lápices de Jack Kirby para la tira “Sky Masters”, comics de lo más variados para Marvel, DC, Warren, Charlton, Harvey o King. En los sesenta creó una pionera colección de superhéroes, “T.H.U.N.D.E.R. Agents”, diseñó el

Hombre problemático y temperamental, en su misma brillantez portaba las semillas de su propia destrucción. Su vida estuvo marcada por el dolor (sufría migrañas crónicas) y las adicciones al alcohol y al tabaco, relaciones sentimentales traumáticas y frustración económica. Todo ello llevó a problemas renales y una apoplejía en 1978 que conllevó la pérdida de la visión en un ojo, impidiéndole en buena medida continuar trabajando al mismo nivel. Esto a su vez le condujo a la depresión y a mayores

Hoy, la etapa de Wally Wood en EC es recordada sobre todo por sus maravillosas historias de Ciencia Ficción, que hicieron de él un Maestro del género. Pero aunque quizá no tan llamativas, sus comics para las colecciones centradas en el terror, el suspense y el crimen, son igualmente sobresalientes. Son precisamente éstas las que recoge el volumen, “Llegó el Alba”, una muestra sorprendente de lo adulto que había llegado a ser el comic book en Estados Unidos y del mal que supuso para el medio la introducción de la censura. Sobre todo las últimas aquí compiladas, abordan temas de actualidad muy delicados y no habitualmente tratados en el comic de entonces, cuentos morales que condenaban con valentía la corrupción de las autoridades, la hipocresía del ciudadano medio, el racismo o la discriminación étnica o religiosa y la intolerancia institucionalizada. Son historias terribles muchas de ellas, dramas humanos narrados con pericia y belleza por Wood, uno de los mejores dibujantes que ha tenido el medio. Quizá no sea aventurado decir que estos comics, más que cualquier otra influencia de la infancia, dieron forma a las posturas liberales de los jóvenes que alcanzaron su mayoría de edad a mediados de los sesenta.
Las veintiséis historias aquí compiladas están editadas en orden cronológico y en un perfecto blanco y negro que resalta la pericia gráfica de Wally Wood, su dominio de las sombras, las texturas, la profundidad de campo y la iluminación con fines expresivos. Una pericia que no se

Aunque aún dibujaría alguna que otra historia en esa línea, como “El Hombre de la Tumba”, Wood empezó a inclinarse en mayor medida hacia historias de género criminal –escritas siempre por Al Feldstein- a partir de “La Traición de la Muerte”, donde ya se presenta al trío de amantes con un destino fatal: dos hermanos gemelos y una mujer insatisfecha casada con uno de ellos pero enamorada del otro. En este drama negro que parece inspirado en una novela de James M.Cain, ya aparecen el tema del adulterio, el asesinato premeditado, el juego de identidades equívocas y el final abierto.
En “La Atracción del Terror” tenemos una pareja de amantes perseguidos por un asesino en

A partir de este punto, el resto de las historias, que siguen estando escritas por Feldstein, consisten en relatos donde se aborda con ánimo moralizante, pasión y crudeza, algunos problemas y comportamientos sociales entonces de actualidad–y, desgraciadamente también ahora- pero que el tono general de la industria del entretenimiento

Puede que para el gusto del lector moderno el tono moralizante y sermoneador de estas historias resulte algo estridente y poco sutil, pero en su momento fue una iniciativa muy atrevida que, de hecho, cimentó la justificada reputación de la EC como generadora de los primeros comics verdaderamente adultos de los Estados Unidos. Además, estas verdades incómodas y situaciones terribles venían tan bellamente ilustradas por un Wood claramente inspirado por los guiones de Feldstein, que su impacto resultaba aún más devastador.
“Confesión” era un cuento sórdido sobre la brutalidad policial ejercida con impunidad contra un inocente para que confiese un atropello que no cometió. El vetusto pero todavía vivo antisemitismo era el tema de “Odio”, donde los vecinos de un tranquilo barrio se embarcan en una campaña de terror contra unos vecinos

Para la sensibilidad actual, quizá “El Asalto” sea el relato más polémico de esta antología. En él se nos cuenta cómo una joven lasciva a la que todos consideran como una buena chica, protege su reputación acusando a un anciano de haberla violado. Versión extrema del arquetipo de mujer fatal, su mentira acaba provocando dos muertes violentas. “Llegó el Alba” es otro ejemplo maravilloso de versión moderna de la tragedia más clásica. Un cazador ermitaño encuentra en su cabaña a una hermosa mujer y, tras una noche de pasión con esta auténtica diosa, descubre que una interna del manicomio cercano ha escapado. Es una historia fatalista y maravillosamente dibujada que recibió una versión posterior por parte de Frank Frazetta todavía más asombrosa desde el punto de vista gráfico (encargada por William Gaines, nunca llegó a ver la luz debido al cierre de su línea de comics pero pueden verse muestras por internet).

Más historia de género negro que comentario social es “La Caída”, que narra el descenso al mundo del crimen y posteriormente a la cárcel de Danny Jansen, un tipo decente arrastrado por la codicia de una mujer. “Hermanos de Sangre” vuelve sobre el tema de la campaña de terror ejercida contra un hombre de sangre negra (ni siquiera evidente en el color de su piel dado que había sido su abuela la única de su familia de esa raza) cuya única falta ha sido mudarse con su familia a un barrio bajo cuya tranquila superficie burguesa anida el peor tipo de racismo. Asimismo, “La Paliza” retoma la historia de la joven que tiene relaciones con un negro y cuyo padre racista decide tomar cartas en el

En este punto, llegado el año 1954, la campaña pública contra los comics estaba alcanzando su cénit y el título donde se estaban publicando todas estas últimas historias de denuncia social y crimen, “Shock SuspenStories”, ya solo duraría tres números más hasta su cancelación en diciembre de aquel mismo año. El sexo y la violencia estaban en el punto de mira de los bienpensantes de turno y la censura se cebó en ellos. En este volumen pueden leerse historias donde aparecían asesinatos pasionales o premeditados, palizas, relaciones sexuales interraciales, adulterios y un cuestionamiento continuo de la moralidad pública y la honradez de las instituciones. Daba igual que los guiones castigaran al final y de una u otra forma a los culpables; que la intención tras las crudas imágenes y los polémicos temas fuera, precisamente, moralizante; o las incómodas afirmaciones que Gaines le lanzó a la comisión del Congreso: “La verdad es que la delincuencia es un producto del entorno en el que vive el niño y no de la ficción que lee”.

Está claro que éstos son comics hijos de su tiempo en su planteamiento y desarrollo (personajes, prosa, arquetipos) y que el impacto que pueden causar ya no es el mismo que a mediados de los cincuenta. Sin embargo y al mismo tiempo, los temas de corte social que abordan muchas de estas historias no han caducado y leídos en el contexto de la época nos ilustran acerca de los problemas del momento, del grado de desarrollo que habían alcanzado tanto el medio como el formato del comic book así como del potencial que prometía de no haberse abatido sobre él la censura. Cualquiera que todavía piense que los comics de antaño eran ingenuos, poco sofisticados y tímidos, debería echar un vistazo a esta colección.
Y, por supuesto, “Llegó el Alba” nos permite disfrutar del trabajo de uno de los grandes del

“Llegó el Alba” es, en resumen, un volumen recomendable para los amantes de la Historia del Comic, de las historietas con sabor clásico, aficionados al terror y el suspense y admiradores de los grandes artistas del pasado. Ya se sea un lector de comics veterano o un recién llegado con curiosidad y ganas de explorar en las raíces del medio, en esta recopilación encontrará material imprescindible para comprender mucho de lo que hoy todavía puede encontrarse en el mercado.
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