(Viene de la entrada anterior)
Por otra parte, el final, tras un año entero de preparación, tiene algo de anticlimático. Halcón Nocturno ha infiltrado a su propio equipo en las filas del Escuadrón y habiendo perdido el secreto de la fabricación del modificador conductual, estos autonombrados amos del mundo son por primera vez vulnerables. El Escuadrón es así tomado por sorpresa cuando hallan a Halcón Nocturno y sus aliados en su cuartel general. “Estamos aquí para aliviaros de toda la autoridad que le habéis usurpado al gobierno federal. Rendíos pacíficamente y no habrá incidentes”, declara autocalificándose líder de los “Redentores de América”.
A pesar de encontrarse inesperadamente superados en número tras averiguar que parte de sus

Previamente a su muerte y cuatro páginas antes del final del número, Halcón Nocturno repite a un debilitado Hyperion las razones de su oposición al Programa Utopía: “Todo lo que le habéis dado al mundo…La modificación conductual, el

Tras ese discurso y el asesinato de Halcón por parte de Foxfire, Hyperion abruptamente cambia

Con todas las pegas mencionadas, el Escuadrón Supremo es una serie que funciona mucho mejor de lo que estas observaciones pueden llevar a pensar gracias a sus interesantes y variados personajes, la rica caracterización, los continuos giros de guión y el sentido épico de la narración.
No tengo demasiado bueno que decir del apartado artístico, lo cual es una verdadera lástima. Dada la ambición de la historia, ni Bob Hall ni Paul Ryan, ambos dibujantes mediocres, están a la altura. El primero se encarga de los cinco números iniciales y el segundo del resto, pero dada la

Aunque en su favor se puede decir que no son tan estridentes como los dibujantes que afligirían a los lectores en los años noventa y que sus páginas y narrativa son fáciles de seguir, “El Escuadrón Supremo” merecía mucho más que unos profesionales del montón cuyo único mérito era el de ser capaces de entregar veinte páginas al mes. No es que el dibujo de ambos torpedee la obra, pero probablemente sí le hurtó el puesto que debería haber ocupado como obra seminal en la evolución adulta del género.
Y es que a pesar de haber estado siempre bien considerada por la crítica y un grupo fiel de

Irónicamente, “El Escuadrón Supremo” parece haber tenido una enorme influencia en la editorial de la competencia, DC Comics. Son claras las similitudes con “Watchmen” o “Kingdom Come”, no sólo en términos generales de la lucha entre héroes por imponer sus respectivas filosofías acerca de cómo mejorar el mundo, sino en detalles más específicos. Por ejemplo, Nuke, del Escuadrón, teme que su poder nuclear haya provocado cáncer en sus seres queridos… en “Watchmen”, el Doctor Manhattan es acusado de eso mismo; en El Escuadrón Supremo, Halcón Nocturno se asocia con villanos para enfrentarse a su antiguo equipo…en “Kingdom Come”, Batman se alía con villanos para enfrentarse a la Liga de la Justicia…

Puede que como exploración de grandes temas morales, “El Escuadrón Supremo” no llegue tan alto como otras grandes obras que vendrían poco después. Pero como saga superheroica de tono adulto (sin alejarse demasiado, eso sí, de las directrices del aún vigente Comics Code Authority), con múltiples personajes complejos y giros sorpresa, la serie cumple con creces sus objetivos. Fue, en definitiva, un punto de transición entre la forma tradicional de entender los comics de superhéroes y la nueva era cínica y oscura que vendría inmediatamente después encabezada por obras mucho más celebradas y escritas sobre todo por guionistas británicos contratados por DC.
En 1989, la historia obtuvo una innecesaria continuación bajo la forma de una Novela Gráfica

Aunque en puridad no hace falta leer la maxiserie para entender lo que aquí se cuenta ya que incluye un breve resumen de lo acontecido al comienzo de la aventura, lo cierto es que uno puede perderse un tanto si no conoce previamente a los personajes y las relaciones que se han formado entre ellos. Por otra parte, Gruenwald traiciona ese concepto que tan bien había funcionado de “Tierra paralela” mayormente aislada del Universo Marvel y conecta ambos mediante la trama de una historia anterior escrita por él mismo años atrás, la saga del Proyecto Pegaso, que ya comenté en otra entrada.
Uno puede legítimamente preguntarse si hacía falta de verdad una secuela. La serie limitada funcionaba precisamente porque contaba la historia que pretendía y luego la cerraba; no estaba pensada para ser el inicio de una colección regular. Quizá Gruenwald pensó que sería interesante contar una de esas aventuras sobre amenazas cósmicas en las que la Tierra está condenada a la destrucción y en la que el lector no sabría si los héroes serían capaces de conjurarla. Al utilizar al Escuadrón y su realidad paralela, cualquier cosa podría pasar. Al fin y al cabo el guionista ya había demostrado que no l

La historia comienza una semana después de la conclusión de la maxiserie y diez horas antes del final del universo. El Escuadrón acaba de anunciar al Presidente de los Estados Unidos que renuncia a continuar ejerciendo el poder y que su experimento, aunque bienintencionado, fue un error. Entonces, les llega el aviso de una inminente amenaza de impensables dimensiones: una misteriosa mano celestial que emerge de una brecha en el vacío espacial y amenaza con engullir –y consecuentemente extinguir- al Sol. El peligro reúne no sólo al Escuadrón sino también algunos de sus archienemigos e incluso a un viajero temporal procedente de un futuro alternativo. El problema es que sin las grandes cuestiones políticas ni las subtramas individuales, esta novela gráfica acaba siendo una historia bastante convencional y algo estirada sobre superhéroes enfrentados a un peligro cósmico, algo que, a estas alturas, podía estar mejor o peor narrado pero desde luego no era nada excepcional.
Como sucedía en la maxiserie, abundan los diálogos y el énfasis se pone más en los personajes

Otra parte del problema reside en que Gruenwald no es, ya lo apunté, un dialoguista muy bueno así que las escenas y la interacción entre personajes es correcta pero nada más. Y aunque en el curso de la maxiserie el lector acababa tomándole aprecio a los protagonistas, en esta aventura larga pero autoconclusiva y dominada por la gran amenaza cósmica, nos encontramos con que esos mismos personajes resultan mucho menos carismáticos.
Como también sucedía en la serie limitada, Paul Ryan realiza una labor sosa y sin atractivo alguno que ni siquiera el entintado de un maestro como Al Williamson consigue realzar. La narración discurre con claridad pero Ryan ni es un

Hay que reconocerle a Gruenwald el mérito de hacer que este comic, como he dicho demasiado largo para lo que cuenta, no adolezca de un ritmo lento, lo cual no es poco mérito teniendo en cuenta la poca acción que ofrece. Así que, en este sentido, “La Muerte de un Universo” es una aventura moderadamente entretenida que se beneficia de transcurrir en un universo alternativo, por lo que el lector no sabrá quién muere y quién sobrevive al final…si es que lo hace alguien. La otra cara de la moneda es que, siendo personajes secundarios dentro del género superheroico, lo que les ocurra importa menos que si esta crisis cósmica le sobreviniera a los Vengadores o la Liga de la Justicia.
Y ese es el problema con las secuelas: que muchas veces no pueden evitar ser obras nacidas del éxito de su predecesora sin una idea motora que les dé sentido y con el único propósito de atraer a los lectores que disfrutaron de aquélla. A falta de una premisa potente como la de la

Aunque obviamente sentía mucho cariño por el Escuadrón, el trabajo de Gruenwald para ellos ya nunca alcanzó la altura de la serie limitada. Después de la novela gráfica, el guionista los introdujo como invitados en la colección de “Quasar” que escribía allá por los noventa, pero el resultado fue aún peor, verboso y con el ya cansino recurso de someterles al control mental de un tercero.
Como Halcón Nocturno en la maxiserie, Mark Gruenwald murió de un ataque al corazón en 1996 y, respetando sus deseos, sus cenizas se mezclaron con la tinta que se utilizó para imprimir el primer recopilatorio de la serie limitada de “El Escuadrón Supremo”. Rara vez encontraremos a otro autor cuya identificación y cariño con una obra haya llegado a ese extremo.
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