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En el número 4 (noviembre 62), Rick Jones, desesperado, decide someter a Hulk a una máquina de rayos gamma diseñada por Bruce Banner y ver qué es lo que ocurre. Al principio, Rick tenía sus dudas respecto a manipular dicho artilugio; al fin y al cabo no era más que un alumno de instituto (aunque nunca le vimos atender sus estudios). Pero siente alivio cuando durante un instante la personalidad de Banner emerge de las brumas mentales de Hulk y le anima a intentarlo. Y así lo hace, con el resultado de que Hulk se transforma en Banner. Pero el científico no está satisfecho: “¡Hay demasiado por hacer!” dice sin entrar en detalles, justificando de este modo posteriores experimentos que le permitan mantener su inteligencia y personalidad dentro del cuerpo de Hulk. Tiene éxito, pero a costa de crear una amenaza todavía mayor contra la especie humana: ahora, la criatura poseía el cerebro de Banner, sí, pero su personalidad no era la misma: “¿Sabes lo que eso significa, Rick? ¿Te das cuenta de lo que puedo hacer? ¡Con mi cerebro y la fuerza de Hulk, puedo hacer cualquier cosa!”.
Tampoco ésta fue una situación que se prolongó demasiado en el tiempo. Todos estos bandazos y giros dan la impresión de que ni Lee ni Kirby tenían muy clara la idea de hacia dónde llevar

La segunda historia de ese número, “Gladiador del Espacio Exterior” es bastante olvidable y muy hija de la Guerra Fría: un grupo de soldados soviéticos, utilizando

El equilibrio mental de Hulk continuó deteriorándose en el número 5 (enero 63) conforme las dos mitades de la psique fracturada de Banner, el ego racional versus el id bestial, colocaban a Rick Jones en una situación harto delicada. En la mayor parte de la gente, las exigencias del ego y del id están equilibradas por la influencia del superego (al menos de acuerdo con las cada vez más desprestigiadas teorías de Sigmund Freud), pero la brecha en la personalidad de Bruce Banner no hacía más que ampliarse sin nada que la compensase. Ahora, los deseos que antes controlaban la naturaleza impulsiva de Hulk ya no son aleatorios. Con la adición de la mente racional de Banner a la brutalidad de Hulk, esos deseos son menores en


En este último episodio se produce un cambio en el equipo gráfico, siendo sustituido Kirby por la otra “mula de carga” de la editorial, Steve Ditko. Si Stan Lee en ese punto no sabía aún que la cabecera iba a ser cancelada, las cifras de ventas de los números precedentes podían darle una pista y sabiendo que el talento de Kirby podía tener mejor uso en otros títulos (estaba dibujando “Los Cuatro Fantásticos” y las aventuras de la Antorcha Humana e Iron Man en “Strange Tales” y “Tales of Suspense” respectivamente, así como preparando un nuevo título bélico, “El Sargento Furia y sus Comandos Aulladores”), Lee probablemente decidió que Ditko, menos exprimido que su colega, podía ser un buen sustituto. Acertó más de lo que supuso porque cuando el personaje, tras cancelarse su propio título, disfrutó de una nueva

Pero eso ocurriría en el futuro. Por el momento y en este número 6, Lee escribió otro cambio aleatorio y forzado en Hulk. En tan solo cinco números, había pasado de forzudo con la personalidad dividida que sólo se transformaba por la noche a marioneta sin mente de Rick Jones a cualquier hora del día, terminando por conservar la inteligencia de Banner con el cuerpo e instintos de Hulk. Pues bien, en esta ocasión el giro es aún más extraño: Banner se transforma en Hulk pero conserva no sólo su inteligencia sino ¡su propia cabeza!. Sí: sobre el encorvado y masivo cuerpo de Hulk se asentaba la cabecita rosa de

Cabe preguntarse una vez más qué pasaba por la cabeza de Lee ¿Hacia dónde creía que llevaba al personaje? Parecía que Kirby había salido de la colección justo a tiempo porque si al propietario de Marvel, Martin Goodman, se le ocurría buscar responsables de las bajas ventas de la colección no tendría que escarbar muy profundo. Y es que esta última ocurrencia había ido demasiado lejos. Del episodio “El Increíble Hulk contra el Amo del Metal” sólo podía salvarse la habilidad de Ditko a la hora de reflejar en el rostro de Hulk diferentes matices de su brutalidad. Como curiosidad, se contaba aquí el origen de la Brigada Juvenil, un grupo de adolescentes radioaficionados reunidos por Rick Jones en una red nacional que luego tendría cierta relevancia en los primeros
No obstante, en estos primeros años formativos dentro del Estilo Marvel, Lee aún estaba aprendiendo a canalizar en sus comics las ansiedades de sus lectores y de la propia sociedad. A su errática aproximación al personaje y sus poco inspiradas historias se unió el que los lectores de entonces no estaban todavía preparados para entender a ese “primer héroe existencial”, como lo definió un lector. La difusa línea entre héroe y villano que constituía el atractivo de la serie no sintonizó

Aunque entonces hubiera resultado imposible predecirlo, Hulk ha demostrado ser uno de los más perdurables héroes de Marvel. Su atractivo y lo que primero que llama la atención es su combinación de furia y colosal fuerza. Pero hay bastante más que eso tras la fachada verde.
Como antes que él había sido el caso de Sub-Mariner, a veces Hulk podría bien calificarse de villano y sus arranques de rabia destructiva eran a su manera una forma de diversión e identificación para los lectores. Al mismo tiempo, sin embargo, su limitado intelecto y su fealdad lo convertían en una figura patética y digna de compasión. A pesar de la amenaza que suponía su combinación de furia, fuerza y volubilidad, su tormento interior y el continuo acoso al que era sometido también despertaba simpatías. En su primera aparición, Lee y Kirby lo mostraron como un monstruo relativamente astuto pero su pronta decisión de reducirle la inteligencia lo hizo más atractivo al alejarlo radicalmente de su alter ego, Bruce Banner, el primer protagonista de un comic en odiar sus constantes e involuntarias transformaciones en un superhéroe. Hulk, por su parte, fue el primer “héroe existencial”,

Para empeorar las cosas, en su identidad de Hulk, Banner se convierte en un ser amoral: todo aquello que lo satisface, lo considera bueno; lo que no, es malo. Sin embargo y paradójicamente, Hulk no actúa movido por la venganza o el resentimiento. Si reacciona, lo hace casi siempre porque se ha sentido en peligro o víctima de algún ataque o persecución. En posteriores apariciones, Lee le daría lo que los psicólogos calificarían como “complejo persecutorio”: la percepción de que todo el mundo está contra él, que todo el mundo le odia y que la especie humana nunca cesa de perseguirle.
Bruce Banner, en cambio, era casi puro intelecto, un representante de la ciencia al servicio de los militares, una alianza simbolizada por su romance con Betty, la hija del General Ross, el principal enemigo de Hulk. Investigador a sueldo del gobierno para inventar armas, Banner era una persona alienada de sus propios sentimientos e incapaz de entender su poder como científico ni las consecuencias de sus creaciones. Sólo cuando su propia bomba gamma lo transforma en Hulk se ve obligado a enfrentarse a sus más profundos miedos y emociones y aceptar que necesita a

Aparentemente, Hulk sugiere los peligros del antiintelectualismo pero el caso es que cuando se abandona a la furia y apaga todo pensamiento, habitualmente lo hace contra el objetivo correcto. Sus impulsos instintivos sirven de recordatorio para no despreciar ni nuestra faceta física ni la emocional. La ironía definitiva, por supuesto, es que el brillante Bruce Banner, inventor del más sofisticado armamento para los militares, es en el fondo mucho más peligroso que el brutal Hulk.
Con la creación de Hulk, Lee y Kirby idearon el vehículo perfecto para mostrar lo que podría significar tener superpoderes en el mundo real, dando un paso de gigante en la ampliación de su naciente universo de personajes al saltar desde las coloristas aventuras de Los Cuatro Fantásticos a las ansiedades del mundo moderno y el choque del intelecto y la pasión que simbolizaba Hulk.
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