21 ago 2018

2002- HULK- EL RETORNO DEL MONSTRUO – Bruce Jones y John Romita Jr


Desde que Stan Lee y Jack Kirby lo crearan allá por 1962, Hulk ha sido un personaje tremendamente popular, tanto en los comics como, más todavía, en el formato televisivo y cinematográfico. Su origen es bien conocido: el doctor Bruce Banner sufre un accidente y queda irradiado con rayos gamma, lo que le provoca transformaciones en una criatura monstruosa verde e iracunda en momentos de ira o ansiedad. El problema con el personaje siempre ha sido el mismo: tratándose de un bruto con tanta fuerza como poca inteligencia, Hulk en sí mismo no era alguien particularmente interesante. ¿Cuántas historias del hombre-monstruo permanentemente a la fuga y perseguido por los militares puede uno aguantar?



De vez en cuando, su colección tuvo la suerte de recibir a algún guionista que introdujo cambios radicales en su tono y dirección para intentar recuperar la frescura de su concepto e historias. El más recordado de todos fue Peter David, que permaneció en la serie nada menos que doce años –una de las estancias más largas en la historia de los comics de superhéroes-. Cuando se marchó en 1998, la desazón entre los fans y el despiste de los sucesores creativos fue tal que a punto estuvieron de acabar con el personaje. Joe Casey escribió media docena de números pero pudo hacer poco más que un epílogo al recorrido de su predecesor. Luego, el título se canceló y reabrió como un nuevo volumen que fue dando tumbos hasta la llegada de Bruce Jones.

Entre 2001 y 2004, de los números 34 a 76, Jones dio estabilidad y coherencia a la serie y eso lo agradecieron los lectores, que aún consideran ésta como una de las mejores etapas de Hulk. Jones, normalmente más relacionado con historias fantacientíficas y thrillers policiacos (“Somerset Holmes”, “Alien Encounters”, “The Twisted Tales”), insufló una nueva dosis de suspense y sensación de amenaza inminente en el título del gigante verde al tiempo que devolvía al personaje a sus raíces y daba a los argumentos un toque humanista. Los episodios iniciales, del 34 al 39, fueron recopilados en el volumen “El Retorno del Monstruo”, que es el que aquí comento.

Puede que este sea un comic Marvel, pero el lector no encontrará mucho superheroísmo aquí. De hecho, apenas aparece Hulk. Tampoco vamos a encontrar subtramas romántica con Betty Ross ni épicos enfrentamientos con divisiones acorazadas del ejército. No, esta es una historia en buena medida intimista y psicológica narrada sobre el marco de un thriller inquietante lleno de conspiraciones e intervenciones sobrenaturales, una especie de mezcla entre “El Fugitivo” y “Expediente X” con toques de la mencionada serie televisiva de los setenta protagonizada por Bill Bixby y Lou Ferrigno.

Al comenzar la saga, Bruce Banner es, como siempre, un fugitivo. Pero ahora hay algo nuevo, más oscuro. Los noticiarios de televisión y radio informan de que las autoridades le buscan por la reciente destrucción de una zona de Chicago en la que resultó muerto un niño llamado Ricky Meyers. El efecto psicológico que esto tiene sobre Banner y la posición en la que le colocan sus remordimientos por los actos de su alter ego constituye la base emocional de todo este arco argumental.

La saga se abre con “La Mañana Después”, presentándonos a un Banner emocionalmente exhausto y desesperanzado que se esconde en un decrépito hotel. Allí conoce a Jerome, un muchacho muy inteligente que sabe que en un barrio tan marginal como el suyo, lo único que lo
puede mantener con vida es unirse a una de las bandas locales. El adolescente, a su manera, está tan angustiado como Banner, con quien contacta tras tratar de robarle en su habitación. Es Banner, el hombre, y no Hulk, el monstruo/superhéroe, el que le da al joven una alternativa (de hecho, Hulk ni siquiera aparece en este número, algo realmente inusual). Ya esta primera entrega sienta las bases del tono y ritmo de este arco argumental, cuyo foco va estar en Bruce Banner y no en Hulk. No va a haber, por tanto, acción a raudales, destrucción épica y enfrentamientos con otros superhéroes o villanos, sino una mayor profundización psicológica sobre el atormentado Banner, quien carga con el peso de la culpa por la muerte del niño, pero que también disfruta dejando salir al monstruo cuando se encuentra con individuos que lo merecen. Es un comic de tono pesimista cuyo énfasis se sitúa en la profunda soledad que siente Banner –acentuada visualmente por esos amplios y solitarios horizontes del Medio Oeste por los que viaja-. Quiere conectar con la gente, ayudarlos en la medida de sus posibilidades, pero también sabe que los pone en peligro.

Obligado a dejar su escondite, Banner inicia un periplo en autoestop por el interior del país huyendo tanto de las autoridades como de sí mismo. Vestido con ropa de segunda mano, cargado con una bolsa de viaje y su computadora como todo apoyo tecnológico, su camino se cruza con el de otras personas normales y corrientes que aportan diferentes puntos de vista sobre Hulk. Algunos lo ven como un héroe que nunca asesinaría a nadie (después de todo, perteneció a los Vengadores); otros lo consideran un monstruo que no causa sino caos y ruina. Es interesante que el propio Banner se vea de esta última manera. Mientras viaja, debe enfrentarse a una misteriosa organización que quiere atraparle, asesinos, una amenaza sobrenatural y su propio tormento por la muerte que podría haber provocado.

Viajando de incognito y sin poder detenerse mucho tiempo en ningún sitio, Banner cuenta con sólo un aliado, Mr. Azul, un alias de internet que de alguna manera sabe y le informa de los movimientos de sus perseguidores, lo que le permite ir un paso por delante. Poco a poco, Banner va encontrando su perdida humanidad, aquella que había tratado de ignorar desde su primera transformación en Hulk. Así, en el número 35, “Carrera Silenciosa”, un gran episodio sin palabras (incluido en un
experimento editorial, “Nuff Said”, que consistió en otorgar el protagonismo a los dibujantes de las colecciones), Bruce conoce a una niña autista en un bar de carretera. La niña, a pesar de sus limitaciones, es la única que se da cuenta de la verdadera naturaleza de Bruce y le ayuda a sobrevivir a unos agentes que tratan de asesinarle en los maizales cercanos. En el nº 36, “¡Ha llegado la Banda!”, se empieza a introducir mayor suspense y acción al presentar a un dúo de extraños asesinos contratados por la organización clandestina que ha estado organizando la caza de Banner/Hulk.

Ambos, el letal operativo Slater y su rival-compañera, la asesina múltiple Sandra Verdugo, han sido contactados por esta organización que, además, está llevando a cabo, sirviéndose de los medios de comunicación, una campaña contra Hulk basada en el miedo y la histeria. También parecen tener, literalmente, poder sobre la vida y la muerte de sus agentes de campo. A la persecución, aunque en su caso con el fin de ayudar a su viejo amigo/enemigo, se une otro veterano personaje de la colección, Doc Samson. Y todos ellos, cazadores y presa, convergerán en el número 38, “El Café
de la Última Oportunidad”, en un episodio que va incrementando el suspense hasta que Banner se transforma en Hulk y se desata la inevitable violencia descontrolada. El arco finaliza de una forma verdaderamente extraña y muy en la línea de lo que Jones solía hacer en sus historias de terror con “Dado…¡Estas Muerto!” (nº 39). En este clímax se recupera la imaginería del niño y el monstruo extraída del mito de Frankenstein, tan importante en la génesis de Hulk.

Como ya he mencionado, todas las historias se centran en Banner y Hulk aparece muy poco. Tanto es así que el monstruo verde casi se puede calificar de fantasma: de las 144 páginas de este volumen sólo aparece en una veintena, incluyendo portadas, secuencias oníricas, flashbacks e ilustraciones. Mas que una fuerza de la naturaleza imparable y una excusa para mostrar gráficamente violencia y destrucción, Hulk es aquí una presencia opresiva, un último recurso de consecuencias imprevisibles a utilizar sólo en caso de pura supervivencia. Precisamente es lo caro de ver que resulta lo que hace que Hulk, las pocas veces que se revela, resulte aún más impresionante.

Por otra parte, la serie permanece durante esta etapa hermética a los acontecimientos del resto
del Universo Marvel. En estos números no vemos a los frecuentes invitados especiales (Capitán América, Lobezno, Spiderman..). No aparece SHIELD y viejos amigos de Banner como Reed Richards o Anthony Stark es como si no existieran. Este aislamiento tiene una doble ventaja: por una parte, evita que los molestos eventos y crossovers que gangrenan el Universo Marvel contagien a esta colección y, por ende, le otorgan mayor libertad de la habitual a Bruce Jones para desarrollar la historia a su gusto y ritmo; por otra parte, permite que las historias se centren primero y sobre todo en Bruce Banner.

John Romita Jr es uno de los mejores dibujantes de comic book de superhéroes y en esta colaboración con Bruce Jones, su arte –entintado por el siempre eficaz Tom Palmer- no decepciona. Le hacen falta muy pocas líneas para reflejar perfectamente el dolor, cansancio y desesperación que siente el protagonista. El ritmo y la composición de página son impecables a la hora de generar suspense en una historia en la que no hay demasiada acción aun cuando pertenezca a un género que normalmente rebosa de ella. Hulk no aparece demasiado y la mayor parte de las veces lo vemos sólo como flashes o como el rastro
que deja a su paso. Todo lo cual da más fuerza a los momentos en los que efectivamente Romita dibuja a Hulk en una página-viñeta. Mención especial asimismo al color, aplicado por el Studio F, que utiliza una gama cromática terrosa y algo apagada que añade realismo a una historia que transcurre en el Medio Oeste rural americano.

“Hulk: El Retorno del Monstruo” es un buen comic para que quien no conozca al personaje tome contacto con él o, por el contrario, siendo seguidor del mismo, quiera una aproximación interesante a su mitología. La historia de Bruce Jones tiene poco en común con los superhéroes al uso y más con la caracterización y el suspense. Si su estructura y tono bebía de la serie de 1977, a su vez serviría para elaborar el guión del reboot cinematográfico del personaje dirigido por Louis Leterrier en 2008. El inconveniente es que quedan muchos cabos sin atar, por ejemplo el de la siniestra organización que persigue a Banner-Hulk, y no se puede decir que sea una historia totalmente autoconclusiva (los enigmas dejados en suspenso irían desvelándose a lo largo de los meses y años siguientes).

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