18 jun 2018
1934- LI´L ABNER – Al Capp (1)
Algunas de las sátiras y críticas más punzantes de la sociedad norteamericana y la condición humana universal aparecieron en una tira de comics de la prensa protagonizada por un palurdo cuya principal característica era su absoluta estupidez. De hecho, casi todos los cientos de personajes creados para esta serie bautizada “Li´l Abner” por su creador Al Capp, podían ser calificados de idiotas, retrasados, cretinos, perezosos, ignorantes o, en el mejor de los casos, ingenuos. Capp era un hombre justo: no trataba mejor a sus personajes que a quienes pretendía ridiculizar con ellos.
Durante sus cuarenta y tres años de vida, a partir del lunes 13 de agosto de 1934, la tira hizo reír a millones de lectores enganchados a sus increíbles tramas y sus igualmente extravagantes personajes. Muchos, entre ellos celebridades e intelectuales, consideraban a “Li´l Abner” como uno de los mejores y más perfectos ejemplos de la sátira.
Alfred Gerald Caplin nació en 1909 en New Haven, Connecticut, aunque su familia se mudó no mucho después a la localidad de Bridgeport. Tras el instituto, Capp pasó por toda una serie de centros artísticos y educativos: la Chicago Academy of Fine Arts, la Designer´s Art School, el Philadelphia Museum y, con ocasión de una nueva mudanza familiar, el Boston Museum of Fine Arts. El 12 de septiembre de 1932, firmando como A.G.Caplin- asumió el trabajo creativo de una tira ya existente, “Col.Gilfeather”, pero su bisoñez no le granjeó buenas críticas y al cabo de unos meses abandonó.
Entonces conoció a Ham Fisher, el creador de una serie de éxito sobre boxeadores, “Joe Palooka”, y empezó a trabajar como su ayudante. Independientemente de la enemistad que se fraguó entre ambos y sobre la que volveré más tarde, fue este un periodo de intenso aprendizaje para Capp porque su labor iba mucho más allá de la de mero asistente. De hecho, escribía y dibujaba la serie en su totalidad si bien era Fisher quien estampaba su firma en ella, algo que, evidentemente, no le granjearía el respeto del joven Capp. Por fin, a los veinticuatro años, deseoso de independencia, reconocimiento y mayores emolumentos, creó “Li´l Abner”. Primero acudió a la poderosa King Features Syndicate, pero esta agencia, aún dándose cuenta de que tenía algo valioso entre manos, le exigió a Capp algunos cambios. Éste, seguro de sí mismo y de la calidad de su creación, antes que modificarla prefirió ofrecérsela a una tarifa inferior a la United Features, que se la compró sin titubeos ni exigencias.
La serie apareció en un momento de transición dentro del comic, tanto en lo que se refiere a su forma como en su fondo, y Capp tuvo que esforzarse en hallar su lugar. Por una parte, la Gran Depresión de 1929 había facilitado el auge del comic de aventuras más escapista, desplazando al humor bien cotidiano, bien burlesco o incluso surrealista, que había dominado el medio hasta entonces. Así, las populares y amables tiras cómicas de antaño fueron en muchos casos sustituidas por duros detectives, aguerridos aviadores, héroes espaciales, exploradores o príncipes medievales. Sin embargo, ese no era el terreno favorito de Capp, quien había crecido leyendo y admirando a pioneros como a Rudolph Dirks, Cliff Sterrett, Frederick Burr Opper…
Por otro lado, el comic-book como formato había nacido en 1933. Aunque fue bien recibido desde el principio, su éxito definitivo no llegaría hasta 1938 y la aparición de Supermán en “Action Comics”. Además, la historia del comic de prensa y el comic-book han transcurrido de forma mayormente independiente por lo que el primero no se vio alterado durante mucho tiempo por la existencia del segundo. Lo que sí cambió fue la manera de contar historias en los comics de los periódicos. En 1934, momento del nacimiento de “Li´l Abner”, hacía ya algunos años que los editores y artistas de comic se habían dado cuenta de que la serialización, es decir, la narración por entregas de una historia larga, funcionaba mejor que el gag autónomo como forma de fidelización de los lectores día tras día. ¿Cómo seguir su instinto humorístico y, al mismo tiempo, atraer a un público ahora fascinado por las aventuras exóticas, plenas de acción y de largas tramas que se extendían durante meses?
Capp trabajó duro para hallar la solución y ésta pasó por combinar lo mejor de ambos mundos y afilar de paso el cuchillo satírico. Inspirado por un viaje que hizo a los Apalaches a los quince años y un espectáculo de vodevil al que asistió con su esposa mientras aún era ayudante de Ham Fisher, en tan solo unas semanas, presentó en “Li´l Abner” todo el núcleo de sus protagonistas principales, individuos insertos tanto en la tradición del humor clásico burlesco como en la moda que se despertó en los años treinta por el entorno rústico: la radio ofrecía programas con gran acogida alrededor de la música country o seriales salpicados de humor “rústico” y el propio John Steinbeck prestaría toda su atención a este mundo en su novela “Las Uvas de la Ira” (1939). Se trataba de los miembros de la familia Yokum (la fuerte matriarca Pansy Yokum, el apocado patriarca Lucifer Yokum, y Abner, su hijo de corazón tan grande como corta inteligencia. A ellos se añadían sus incultos vecinos de la miserable y diminuta población de Dogpatch, en Kentucky, en el interior americano más rural y aislado. A partir de ahí, fue combinando las situaciones humorísticas, la parodia y la crítica sociopolítica más feroz con peripecias e intrigas a cual más extravagante.
De esta manera, “Li´l Abner “ ofrecía junto a su picaresca un componente aventurero a tono con los gustos de muchos lectores de la época. La mayoría de las peripecias transcurrían en Dogpatch y las colinas circundantes, pero Capp variaba a menudo el escenario llevándose a sus personajes a las calles de Nueva York, los cráteres de la Luna o las tierras de la imaginaria nación de Baja Slobbovia. Dondequiera que acabaran Abner y su familia, los lectores tenían garantizada una buena historia rebosante de aventuras, parodia, situaciones absurdas, juegos de palabras y bromas relacionadas con el dialecto de paletos con el que aquéllos se expresaban.
Capp resultó tener un talento especial para idear tramas, crear personajes, atacar con saña el establishment, parodiar y narrar en forma seriada. Así, terminaba una de sus historias en la tira y empezaba inmediatamente otra nueva, a menudo a mitad de semana para así evitar que sus lectores “se distrajeran” con otra serie los fines de semana.(A partir de 1935 se añadirían también planchas dominicales a color con una línea narrativa independiente). Las tramas concluían a menudo de forma rápida e incluso abrupta, sobre todo porque aunque era un gran narrador, tenía problemas para encontrar un final para sus historias. Por si fuera poco, además de esta su magna creación se ocupó durante años de fijar la continuidad general de otras tiras creadas por él y dibujadas por terceros como “Abbie an´Slats” o “Long Sam”.
Por otra parte, aunque las grandes series de aventuras (“Buck Rogers”, “Flash Gordon”, “Tarzan”, “Mandrake”, “Sheena, Queen of the Jungle”, “Príncipe Valiente”, “Terry y los Piratas”…) ofrecían un escape a la amargura de la Gran Depresión, entonces en sus peores momentos, otras tiras optaron por hacer explícito la huella de aquélla en la población, aunque cada una con tonos diferentes: el drama social retratado por el trazo minimalista de Harold Gray en “Little Orphan Annie”; la lucha contra el crimen organizado en el desfile de villanos aberrantes ideados por Chester Gould en “Dick Tracy”; y el nervioso expresionismo de Capp, que añoraba las bondades morales del hombre primitivo en “Li´l Abner”.
Efectivamente, la tira ofrecía una visión idealizada de la vida rústica en los Apalaches y representaba el Kentucky de la Depresión como una especie de paraíso agrícola en la Tierra. Bebiendo de la comedia bufonesca y proletaria del tipo que cultivaba su antecesor “Happy Hooligan” (creado por el mencionado Opper), “Li´l Abner” fusionaba el humor costumbrista, la aventura épica y la sátira social. “Muerte, Amor y Poder. Esos son la fuente de todas las historias de “Li´l Abner”, principalmente porque no hay otras”, afirmó Capp. Pero en aras de impulsar el drama, los problemas siempre acababan filtrándose en esa extraña utopía en la forma de la influencia corruptora de la vida urbana, la nefasta acción administrativa o incluso la interferencia de gobiernos extranjeros. Y aunque Capp mencionaba el Amor como uno de los motores argumentales de la serie, lo cierto es que en muchas ocasiones era más bien el sexo lo que dominaba. De hecho, “Li´l Abner” mostraba continua y abiertamente la lucha de sexos: las mujeres casi siempre eran representadas como hermosas y competentes mientras que los hombres eran unos patanes; las mujeres eran vorazmente libidinosas y los hombres pasivos.
Esa tensión sexual culminaba periódicamente en uno de los momentos favoritos de la tira: el día de Sadie Hawkins. Presentado por primera vez en la tira del 16 de octubre de 1939, la celebración consistía en invertir los roles tradicionales de género. Así, las féminas solteras de Dogpatch tenían vía libre para atrapar a cualquier varón soltero del lugar y obligarle a casarse con ellas. A los solteros de Dogpatch no les interesan las mujeres por muy sensuales que sean éstas y emprenden veloz carrera tratando de esconderse y esquivar la caza. Siempre perseguido por la hermosa Daisy Mae Scragg, en el fondo enamorado de ella pero eternamente reacio a reconocerlo, Abner Yokum escurrió el bulto año tras año, a veces justo en el último momento. Una idea de la popularidad que alcanzó la serie nos la puede dar que en el mundo real el día de Sadie Hawkins pasó a ser una festividad no oficial celebrada por cientos de campus universitarios de todo el país.
A los nueve años, Al Capp había sufrido un accidente de tranvía que le seccionó la pierna izquierda a la altura de la cadera. Más tarde en su vida Capp criticó a aquellos críticos y analistas de su obra que minimizaron el impacto de su discapacidad sobre su vida y estilo gráfico. Efectivamente, la pérdida de la pierna le impidió desempeñar actividades propias de su edad y lo orientó hacia el arte y la lectura. Más adelante, el autor de algún modo compensó visualmente su carencia dibujando a Abner con sus rasgos faciales y haciéndolo atlético, fornido, atractivo, físicamente perfecto y en continuo movimiento. A diferencia de su padre creativo, sin embargo, Abner es un joven muy obtuso, ingenuo e incluso infantil; por su parte, la rubia Daisy Mae, primera en una larga lista de mujeres sensuales y voluptuosas, es el estereotipo de la fémina sacrificada, activa y dependiente. Abner y Daisy Mae son una especie de Adán y Eva de los Apalaches y su idealizada “relación” es el espejo de la de los padres de él. En palabras del propio Capp: “Pappy no podía hacer nada, que era lo que su familia esperaba de él; y Mammy podía hacer cualquier cosa, que era lo que se esperaba de ella”. Efectivamente, mientras que papá Yokum era un haragán ignorante que dependía para todo de su mujer, ésta era decidida y astuta, la auténtica cabeza de familia y una figura de autoridad en la comunidad.
Quizá con la única excepción del “Dick Tracy” de Chester Gould, ninguna otra tira presentó una colección de individuos grotescos como “Li´l Abner”. Cada uno de ellos estaba muy bien caracterizado y, a pesar de su estupidez, maldad y/o fealdad, resultaban entrañables a su manera; desde el propio Abner a Daisy Mae, Casamentero Sam, Adorable Jones… Otros personajes alrededor de los cuales llegó Capp incluso a construir arcos argumentales fueron Evil Eye Fleegle y su letal golpe; Joe Btfsplk, el gafe al que siempre acompañaba una nube lluviosa sobre su cabeza; Sir Cecil Cesspool, el inglés snob; Moonbeam McSwine, la bella joven, fumadora de pipa, con una figura tan impresionante como repulsivo era su olor; Henry Cabbage Cod, el celebrity de Boston; Lonesome Polecat y Hairless Joe, compañeros de cueva que elaboraban artesanalmente el licor Kickapoo Joy Juice –cuyo nombre adoptó en el mundo real una compañía de bebidas para bautizar su producto carbonatado con sabor a limón-; Concertino Constipato, parodia de Frank Sinatra y Orson Waggon, trasunto de Orson Welles; o Appasionata von Climax, una de las muchas encarnaciones del erotismo que desfilaron por la tira.
La lista de nombres memorables y las aventuras asociadas a ellos es casi interminable: La hermana “pija” de Pansy Yokum, Beatrixe, Duquesa de Bopshire, se lleva a su sobrino Abner a “New Yawk” para que se eduque y mejore; Mimi van Pett, una mujer de la alta sociedad de Park Avenue; el Barón Slinkovitch de Skurvia y su criado Scarloff; el boxeador asesino Slugger Bashmug (referencia a la tira “Joe Palooka”, en la que, como he dicho, trabajó Capp y sobre la que volveré después); Mrs.Dolores Eppingham, árbitro de la etiqueta y buenos modales; Mary Ann Astorbux, heredera de ocho años víctima de una nada desinteresada batalla legal por su custodia; la pitonisa Madame Mercedes Scorpio; Hip Tong, líder de la banda criminal “Casa del Dragón”; Gat Garson, el malvado doble exacto de Abner; el siniestro doctor López y su grotesco ayudante Sánchez…. Muchas de estas primeras peripecias hacían referencia a acontecimientos de actualidad como el caso de custodia en la acaudalada familia Vanderbilt; todos ellos, claro, adecuadamente retorcidos para resaltar la bondad esencial del espíritu de los Yokum.
Más adelante, los personajes ampliarían el marco de sus viajes. En una aventura de 1941, Abner volvía de la Luna con un puñado de fotografías que los científicos estaban ansiosos por ver. Sin embargo, todas resultan ser primeros planos de la jeta de Abner tomadas por las alimañas selenitas a las que había enseñado a tomar fotos. En la historia de Baja Slobbovia, el pueblo vivía miserablemente en las ciudades gemelas de Tsk-Tsk y Tck-Tck, mientras el rey Noggodnik tenía su residencia en la capital, Caesar Siddy (todos los nombres son juegos de palabras en inglés de difícil traducción. Los dejo en su idioma original a excepción de aquellos cuyas versiones en español he podido encontrar). Uno de los ciudadanos más importantes de ese país es Harry S.Rasputintruman. Otro episodio giraba alrededor del emblema de Mäs Baja Slobbovia (localizada, parece ser, al otro lado de las vías del tren de Baja Slobbovia), una adorable criatura llamada Bald Iggle y cuya cualidad más positiva es que cuando los humanos la miraban a sus marrones ojos se sentían obligados a decir la verdad. Al presentar este personaje, Capp decía a sus lectores: “Esto, naturalmente, hace imposible llevar a cabo cualquier cortejo amoroso, muchos negocios y la mayoría de los discursos políticos”. Como era de esperar, Bald Iggle no sobreviviría mucho tiempo: fue asesinada por agentes del gobierno siguiendo órdenes de los militares, los empresarios, las esposas y los vendedores, entre otros.
(Finaliza en la siguiente entrada)
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