28 oct 2016
1987- BUSCADORES DE ORO – Jean Ollivier y Andre Juillard
En la ficción de aventuras, ya sea la literatura o el cine, el oro siempre ha estado muy presente. Y no sin razón. La búsqueda de ese metal ha dado origen a historias de ambición, violencia y amor en las que individuos de todo tipo y condición se embarcaban –a veces literalmente- en largos viajes hacia lo desconocido dominados por el sueño de enriquecerse. La búsqueda del oro fue, a lo largo de la Historia, la persecución de una quimera que acabó en la ruina o la muerte; otros lo utilizaron como mera excusa –aunque nunca lo quisieran admitir- para salir de la pobreza económica o espiritual, sentirse vivos otra vez, experimentar nuevas sensaciones…en definitiva, lanzarse a la aventura.
Este álbum recoge dos historietas en las que confluyen ambos elementos, el oro y la aventura, aunque su enfoque, tono, contexto temporal y marco geográfico son muy diferentes. En ambas, dos hombres separados por doscientos años de historia, arriesgan sus vidas por el mismo motivo: encontrar oro.
La primera, “Corazón de Gris”, es una historia de piratas bastante tradicional ambientada en el Caribe de mediados del siglo XVII. Un misterioso y carismático pirata cuyo nombre da título de este segmento, llega a la Isla de la Tortuga y en poco tiempo fleta un barco y recluta tripulación seduciéndola con la perspectiva de conseguir más oro del que nunca hayan soñado. Tras ayudar a los bucaneros de Santo Domingo en una escaramuza contra los españoles, Corazón de Gris desvela sus planes: asaltar el galeón Santa Trinidad, cuyas bodegas viajan repletas de oro con destino a España.
Se trata de un argumento inspirado en un hecho referido por el cronista Alexandre Exquemelin, que en su libro “Bucaneros de América” (1678) narraba cómo el pirata francés Pierre Le Grand había asaltado un galeón español separado de la Flota de Indias. A pesar de contar con un navío de menores dimensiones y ser inferior en número, consiguió hacerse con el mismo. Este libro es la única fuente en la que se pueden encontrar noticias de ese pirata y su hazaña, por lo que bien podría haber sido imaginario. En cualquier caso, el veterano guionista Jean Ollivier lo utiliza como base para esta historia, publicada originalmente en la revista “Pif Gadget” en 1982, para sumergir al lector en la mitología de los piratas.
El minucioso trabajo de documentación que realiza el dibujante Andre Juillard a la hora de representar los barcos, las vestimentas, las armas o los paisajes no debe hacernos pensar que se trata de un comic histórico. Tenemos aquí todos los elementos y situaciones propios del género de piratas ya bien asentados en el imaginario colectivo gracias a las novelas populares y el cine: el líder pirata, carismático, audaz y noble; los duelos singulares, emboscadas, abordajes y unos crueles, ladinos y bastante torpes españoles como enemigos. Es este, evidentemente, un comic destinado al público francés y en el que prima más la aventura en sí y la exaltación del héroe galo que la fidelidad a la Historia (en la que, no lo olvidemos, los piratas eran tan criminales como hoy lo pueden ser unos ladrones de bancos y los españoles eran mucho mejor navegantes y más peligrosos adversarios de lo que se da a entender en esta historieta). Por otra parte, ninguno de los personajes resulta ser particularmente memorable: dieciocho páginas repletas de acción y viajes de aquí para allá no permiten disponer de momentos en los que profundizar en las personalidades y motivaciones de los protagonistas, lo cual no significa que se trate de una mala historieta. Simplemente, en sus objetivos no entran la introspección o la construcción de personajes.
Quizá precisamente porque el elemento patrio se halla ausente de la segunda historia, ésta demuestra mayor respeto por el rigor histórico. Las 22 páginas de “Jack London” nos cuentan la peripecia del escritor por las tierras de Alaska cuando se dejó llevar por la fiebre del oro que barrió Estados Unidos –y parte de Europa- a finales del siglo XIX. London, entonces con tan sólo 21 años, ya tenía vivencias para llenar libros enteros: había sido ladrón de ostras, marinero, fogonero, activista político, vagabundo del raíl, esclavo en una lavandería, aspirante –sin éxito- a escritor… Sus motivos para lanzarse a la aventura del oro no fueron tanto el ansia de fortuna como la sed de aventuras. Y, efectivamente, oro no encontró –ni siquiera lo buscó con ahínco-, pero aventuras tuvo para llenar otra vida.
La historia no profundiza realmente en la personalidad de London más allá de presentarlo como un joven dinámico y valiente. No hay escenas en las que el autor nos de acceso a sus pensamientos o reflexiones. Ollivier escribió, entre otras muchas cosas, abundantes comics educativos y esa experiencia se hace valer en este comic de corte eminentemente didáctico, estructura lineal y evidente distancia emocional. En él se nos cuenta la peripecia de London en Alaska, pero también utiliza al personaje histórico para guiarnos por ese mundo sin ley pero con muchos sueños que fue la fiebre del oro. Atravesamos con él los accidentes geográficos (montañas, desfiladeros, rápidos…) que aislaban a los campos auríferos, vemos las amenazas a las que se enfrentaban los pioneros (enfermedades, hambre, frío, agotamiento, depresión), aprendemos cómo era la vida en aquella frontera lejana, el ambiente de los campamentos y los pueblos mineros, conocemos de su mano a los pintorescos individuos que habitaban esas tierras y somos testigos de las historias que London oyó de labios ajenos y que le sirvieron para inspirar muchísimos de sus cuentos más famosos (los mejores de los cuales pueden encontrarse en “La Quimera del Oro”, “La Llamada de la Selva” o “Colmillo Blanco”).
“Buscadores de Oro” fue un álbum editado en Francia por Delcourt (y en España por Iru), editorial que alcanzó renombre gracias al cuidado con el que escogía los dibujantes de sus álbumes. En este sentido, Andre Juillard, como apuntaba más arriba, ofrece un trabajo absolutamente impecable. No hay ni una sola viñeta descuidada, cada dibujo está perfectamente terminado con su estilo limpio y profuso en detalles, pero al mismo tiempo claro en su composición y narrativa. Es capaz de dotar a sus páginas del orden, claridad y realismo que requiere la Historia, sin desprenderse del aliento épico y el sentido del romanticismo asociado a la Aventura. Andre Juillard es uno de los principales referentes mundiales del comic histórico, y aunque ésta es una obra menor dentro de su bibliografía, es fácil ver por qué.
Corazón de Gris y Jack London, uno legendario y el otro real, tienen en común una cosa: la Aventura. El oro es sólo una excusa. Para muchos de sus contemporáneos, lanzarse a los mares o internarse en tierras inhóspitas en busca de fortuna era una necesidad que poco tenía que ver con el espíritu romántico. El pirata y el escritor, siendo también pobres, tenían una motivación, si no completamente diferente, sí al menos complementaria: querían ver, querían sentir, querían vivir con intensidad. Y eso es lo que marca la diferencia entre alguien desesperado y alguien soñador, entre un migrante y un aventurero.
Un álbum quizá menor, pero recomendable para los amantes del género de aventuras, la vida de alguien tan fascinante como Jack London y, desde luego, seguidores del gran Andre Juillard.
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