El trabajo que Alan Moore ha realizado para DC comics no es ni mucho menos escaso, pero aún así su impacto supera con creces el volumen de páginas del mismo. Ya fuera por su terror psicológico adulto en “La Cosa del Pantano”, la violenta locura que destila “Batman: La Broma Asesina” o la revolucionaria “Watchmen”, que cambió para siempre el comic de superhéroes, la influencia que sobre el medio siguen teniendo las obras firmadas por Alan Moore para DC es enorme.
Sin embargo, Moore no es un guionista que se asocie inmediatamente con Superman. Y ello es porque sólo escribió tres historias de ese personaje (aunque sí revisitaría muchos tópicos del mismo en su serie “Supreme” para Image Comics a finales de los noventa). Además, esos comics se publicaron en el espacio de un solo año y en un momento en el que la popularidad del Hombre de Acero estaba claramente en declive, dejado de lado por unos fans que buscaban historias más adultas en la línea de lo que Chris Claremont o John Byrne estaban realizando para Marvel o Marv Wolfman para DC.
Y es que, por entonces, Superman se había convertido en el ser más poderoso del Universo: sus


Pero fue precisamente el todopoderoso Superman pre-Crisis aquel con el que Moore hubo de lidiar en sus guiones de la época. Y a la vista de lo que más tarde hizo con el mencionado “Supreme” o sus declaraciones en varias entrevistas, ello no le supuso problema alguno, sino todo lo contrario. “Lo que importaba de Superman era la increíble imaginación que había en el personaje original (…) Muchos de los conceptos asociados a Superman, que hoy pueden parecer cursis o caducos, eran maravillosos entonces. La

Toda esa mitología asociada con Superman sería borrada de la continuidad del universo DC tan solo un mes después de que Moore escribiera su última historia para el personaje, pero al menos tuvo tiempo de añadir su propio granito de arena a ese mundo a punto de extinguirse –de la oficialidad editorial que no del corazón de los aficionados, quienes reclamarían su regreso tan solo unos años más tarde-.

Curiosamente, en aquel momento Superman y La Cosa del Pantano habían sido los únicos personajes de DC en dar el salto a la gran pantalla. Superman tenía ya tres films a sus espaldas (si bien la calidad de los mismos iba en franco declive y “Superman III” (1983) había dejado un mal recuerdo en casi todo el mundo); mientras que La Cosa del Pantano protagonizó su propio film en 1982, dirigido por Wes Craven. En cualquier caso y a primera vista, los dos personajes no parecían los candidatos idóneos para compartir una aventura.
“Los Confines de la Jungla” es mucho menos conocido que las otras dos historias de Moore para

Superman sufre un envenenamiento causado por un hongo kriptoniano que ha llegado a la Tierra adherido a un meteorito. A consecuencia de ello, empieza a perder sus poderes conforme su cuerpo y su mente se debilitan. Enloquecido por la fiebre, se dirige al sur en coche para encontrar algún lugar aislado en el que morir. Su vehículo se estrella y el héroe, consumido por las alucinaciones, se interna en el cercano pantano, atrayendo la atención de su particular residente…

Es este un Superman claramente pre-Crisis (“Crisis en Tierras Infinitas” alcanzó su ecuador el mismo mes en el que apareció este episodio) del que Moore demuestra su conocimiento a través, por ejemplo, de la inclusión de referencias a las Junglas Escarlatas de Krypton, una idea que había dormitado en los márgenes de la mitología del personaje desde los años cincuenta. El afecto del guionista por el Superman clásico volvería a manifestarse de forma aún más evidente en sus siguientes incursiones en el Hombre de Acero.
Como curiosidad, mencionar que (hasta donde yo sé) esta es la primera y única vez que vemos al

Aparte de esa anécdota, nos encontramos con la que quizá sea la más floja del trío de historias de Superman escritas por Moore, un episodio que no se acerca ni remotamente al peculiar y enfermizo ambiente que guionista y dibujante estaban construyendo simultáneamente en la colección regular de “La Cosa del Pantano”.
Si el resultado artístico de “Los Confines de la Jungla” no convenció a muchos fans por su alejamiento de los cánones del personaje, la asociación de Moore y Gibbons para el Anual nº 11 de Superman (noviembre 1985) obtuvo una mucho mejor acogida. Menos de un año después, ambos firmarían la obra que cambiaría la industria del comic-book: “Watchmen”. Gibbons ofrece ya en esta historia una línea a mitad de

“Para el Hombre que lo Tiene Todo” está considerada como una de las mejores historias de Superman jamás contadas y uno de los clásicos de la editorial. Hay que considerar el momento en que apareció para comprender su impacto. Con las excepciones de costumbre, los comics de Superman a comienzos de los años ochenta adolecían de unos guiones pedestres incapaces de aportar nada nuevo al personaje. Así que no es de extrañar que este especial sobresaliera inmediatamente sobre el resto. Pero es que incluso hoy, con una industria que lleva treinta años mirándose el ombligo a la búsqueda del siguiente “Watchmen”, “Para el Hombre que lo Tiene Todo” sigue manteniendo toda su fuerza emotiva.
La acción tiene lugar el 29 de febrero, el día del cumpleaños de Superman. Una de las bromas

Ese arranque recuerda sospechosamente a una de esas estúpidas historias “imaginarias” tan populares en las décadas de los cincuenta y los sesenta, cuentos de “¿qué hubiera pasado si?”. Pero Moore y Gibbons, tomando efectivamente una premisa de ese tipo, evitan contagiarse de la simpleza que lastraba los argumentos de los comics de la Edad de Plata y tejen una buena historia de ciencia ficción narrada en dos niveles, con un sólido soporte emocional y notables caracterizaciones.

Y es que la planta en cuestión lee las mentes de sus presas y las alimenta con una simulación lógica de los deseos más profundos de éstas. “Por supuesto, las víctimas se la podrían arrancar… pero es que no quieren”, explica Mongul. En su ilusión, Superman nunca salió de Krypton, que en lugar de ser destruido sigue siendo un mundo floreciente. Creció junto a su familia y, una vez adulto, formó la suya propia, casándose y teniendo hijos. Todo parece perfecto, feliz… excepto que no lo es. Quizá como alerta subconsciente de que algo va mal, su “utopía” va acumulando problema tras problema. Su

Mientras Superman permanece sumergido en sus ensoñaciones kriptonianas, Wonder Woman libra un combate desesperado contra Mongul, y Batman y Robin tratan de averiguar cómo liberar al Hombre de Acero. En el interior de la mente de éste, conforme la utopía que había construido se va desintegrando, aumenta la tensión y la

La brillantez de la historia reside en la forma en que Moore y Gibbons toman el casposo envoltorio de una historia de ciencia ficción llena de tópicos acerca del peligro de los deseos concedidos y dejan que los personajes habiten “realmente” las fantasías generadas por esos anhelos el tiempo necesario para hacer palpable el daño emocional que sufren a raíz de la experiencia. Si esta historia hubiera visto la luz en, por ejemplo, 1958 (y, por lo que sé, probablemente existieron varias historias en las que Superman soñaba estar viviendo en su planeta natal), las secuencias de Krypton habrían sido breves y frías. Aquí, son intensas, respiran

“Para el Hombre que lo Tiene Todo” despoja a Superman de su faceta de héroe de acción durante la mayor parte de la trama. Si en “Los Confines de la Jungla” Superman había despertado de sus alucinaciones sintiéndose liberado, como si hubiera conquistado algún demonio interno (y sin saber que había recibido la ayuda de La Cosa del Pantano), aquí su reacción al salir de su ilusión no es ni mucho menos la misma. Tampoco es el típico “¡Todo había sido un sueño!” exclamado con sorpresa, alivio y un guiño pícaro dirigido al lector. No, Superman recuerda con todo detalle haber vivido una vida completa y diferente, una en la que Krypton sobrevivió y él tuvo una existencia feliz, con una familia que le amaba. Sabe que ese recuerdo y el dolor asociado con él, le acompañará por siempre (o al menos hasta el año siguiente, cuando este Superman y sus vivencias fueron barridos de la nueva continuidad que se estableció a partir de “Crisis en Tierras

Moore introduce con soltura referencias a la historia kriptoniana desde la primera página, con una mención a “Los Confines de la Jungla”, publicada solo unas semanas antes de este anual: cuando un agotado Kal-El regresa a casa, piensa que sus hijos le pedirán que les lea otro relato de “La Jungla Escarlata”, quizá como manifestación inconsciente de sus recientes vivencias en los pantanos.
Aunque los elementos básicos y la estructura de la historia son atemporales, “Para el Hombre que lo Tiene Todo” funciona mejor en el marco de la etapa clásica de Superman. Aquí, él no es sólo un héroe de la Tierra, sino una figura de talla galáctica. La Piedad Negra consigue atraparlo porque él asume que es un regalo de cumpleaños de alguna civilización alienígena a la que ayudó en una de sus incontables aventuras. Salvar mundos a todo lo largo y ancho de la galaxia era el pan nuestro de cada día para ese Superman. En cambio, el torbellino mental que le provoca la planta, haciéndole vivir treinta años en el interior de su cerebro, es algo totalmente nuevo.

Aunque Superman es obviamente el protagonista de esta aventura, el trío de héroes que le acompañan tampoco merecen ser ignorados. Batman está retratado como un individuo distante y analítico, pero alejado del sujeto paranoico en que luego otros guionistas lo convertirían pocos meses después. También a él le toca vivir su parte de drama cuando la planta se adhiere a su cuerpo y le provoca su propia fantasía, una en la que sus padres

Imaginemos por un momento un universo alternativo en el que Moore y Gibbons no hubieran creado Watchmen en 1986, sino que hubieran pasado un par de años ejerciendo de equipo creativo en “Superman” o “Action Comics”. Quizá entonces no hubiera sido necesaria la entrada de John Byrne en el personaje…
“Para el Hombre que lo Tiene Todo” fue adaptado con bastante fidelidad en un episodio de la serie de animación “Justice League Unlimited” en 2004. No creo que nadie tenga jamás los arrestos de trasladar esta historia al cine en forma de película de acción real.

Bueno, en realidad lo que hizo Moore fue poner punto y final a toda una etapa del personaje a la que ya la maxiserie “Crisis en Tierras Infinitas” había dado carpetazo poco tiempo antes como parte, ya lo dijimos, de la renovación del universo

Lo cierto es que la elección de Alan Moore como guionista de esa “última” aventura de Superman tuvo que levantar entonces cierta polémica entre los fans del personaje. Un guionista inglés, que apenas tiene conexión con el héroe y al que se le encarga realizar una historia trascendental antes de hacer borrón y cuenta nueva. La opción más conservadora y lo que probablemente se esperaba es que se hubiera llamado para la ocasión a alguna vieja gloria del comic muy ligada a Superman…o, simplemente, dejar a la serie agonizar y morir sin ningún broche de despedida especial. La decisión de DC fue una prueba de que los tiempos habían cambiado, que la tradicional ranciedumbre que dominaba la editorial estaba disipándose a favor de la asunción de nuevos riesgos y, sobre todo, que comprendían muy bien lo importante que iba a ser Alan Moore para el comic en los próximos años.

Así, en “¿Qué fue del Hombre del Mañana?”, Moore trató de sintetizar todas las historias de Superman en una, poniendo cumplido punto y final a la versión clásica del personaje.
Superman se ve acosado por un ataque combinado de algunos de sus peores enemigos. Una de las

Por desgracia, esta aventura en dos partes no es una historia particularmente memorable, especialmente teniendo en cuenta que Moore no sufrió restricción alguna. Dibujada por un clásico de la casa y del personaje, Curt Swan, es de lectura entretenida y, para muchos, forma parte de las historias imprescindibles del personaje. Pero en mi opinión, el intento de Moore de rendir homenaje al mito de Superman se convierte en una sucesión algo acelerada de escenas al estilo Edad de Plata, de desvíos y apariciones de “estrellas invitadas” que, aunque entrañable como tributo, no acaban de funcionar como un todo.

En lo que sí acierta Moore es en la estructura y progresión de la historia: ésta es narrada en flashback por Lois, una Lois retirada del periodismo, casada (su nuevo apellido es Elliot) y con un hijo que ha rehecho su vida desde los acontecimientos que tuvieron lugar un decenio atrás y que relata en el curso de una entrevista que concede a un joven periodista que prepara un artículo para el Daily Planet. Desde

“Qué fue del Hombre del Mañana?” es una historia que quiere ir en dos direcciones diferentes cuyo tono y aproximación se neutralizan mutuamente. Por una parte, su fantasiosa (por no decir tontorrona) premisa al estilo de la Edad de Plata: la conjunción de villanos clásicos a cual más extravagante, la aplicación exagerada de sus poderes, la intervención de personajes como Krypto, la inclusión de elementos como las kriptonitas multicolor o la llave gigante de la Fortaleza de la Soledad, la absurda conversión de Jimmy y Lana en superhéroes… Y por otra, las trágicas consecuencias y derivaciones de los hechos que se narran: la búsqueda de consuelo mutuo de Lois y Lana, el ominoso regalo de la Legión de Superhéroes, los problemas conyugales de Perry White y esposa, la muerte violenta de personajes

Algo parecido ocurre con el final. Todos los detalles de la trama que apuntaban hacia en un desenlace trágico -quizá algo suavizado por el tiempo al ser la historia narrada por una madura Lois diez años después de esos acontecimientos- son escondidos rápidamente bajo la alfombra para terminar con ese tono optimista e incluso pícaro propio de la Edad de Plata.
En cuanto al dibujo, puede que Curt Swan, quizá el artista que más vinculado haya estado a Superman, fuera una elección natural. Pero a mediados de los ochenta, pese a ofrecer algunas composiciones de página y perspectivas interesantes, su línea aburridamente clásica había quedado obsoleta y, desde luego, incapaz de seguir el camino oscuro que Alan Moore quería imprimir a la historia. Lo irregular de sus dibujos se pone de manifiesto al observar la diferencia que sobre el resultado final tiene la aplicación de las tintas de dos profesionales muy dispares. En la primera parte, las tintas de George Perez embellecen el dibujo de Swan, añaden detalles, marcan volúmenes y potencian la perspectiva. En cambio, en el segundo episodio, Kurt Schaffenberger (otro veterano de la “familia” Superman) realiza un trabajo plano que en nada ayuda a acentuar el dramatismo de la historia.
“¿Qué fue del Hombre del Mañana?” es, en definitiva, una historia entretenida con buenos

En definitiva, estas tres historias escritas por Alan Moore –que se pueden hallar recopiladas en un tomo editado por ECC- ponen de manifiesto la extraña dicotomía que anida en su mente y corazón. En todas ellas demuestra conocimiento, cariño y un toque de nostalgia por un tipo de comic de superhéroes que ya no existe, comics a los que no importaba nada la continuidad, ni siquiera la verosimilitud o la profundidad psicológica de sus personajes, sino la grandeza de conceptos, la imaginación de sus ideas y la nobleza espiritual de los protagonistas.
Sin embargo, previa y simultáneamente a estos trabajos de inspiración clásica para Superman, Moore extraía de los laberintos de su mente “Miracleman” y “Watchmen”, retorcidas versiones de ese mismo ideal superheroico que torpedeaban la línea de flotación de la nostalgia con historias oscuras, violentas, complejas argumental y

En realidad, vista su ya larga carrera con la perspectiva que da el tiempo, la mayoría de sus comics de superhéroes -desde Supreme hasta estos relatos de Superman pasando por los superhéroes que se deslizan por los márgenes de La Cosa del Pantano- tratan a éstos como iconos, traslaciones algo más elaboradas de la forma en que el joven Moore los vio y disfrutó cuando era un niño.
En general, las tres historias que recoge este volumen tienen argumentos interesantes firmados por un guionista de primera fila e ilustrados por unos dibujantes como mínimo competentes. Pero el lector potencial debe ser consciente de que, aunque no se trata de comics pertenecientes a la Edad de Plata propiamente dicha, sí tienen su sensibilidad. Si no comulgas con un Superman que ejerce de boy-scout galáctico, que no mataría a nadie bajo ninguna circunstancia, que tiene un perro con capa llamado Krypto y una segunda residencia en el Ártico llamada Fortaleza de la Soledad a la cual accede con una llave dorada gigante… este no es un comic para ti.
Pues a mi la que más me gusta es la de la jungla. Las otras me parecen demasiado cuento tradicional. Para mi la peor es la última.
ResponderEliminarYo me quedo con la segunda. Creo que si hubiera dispuesto de más espacio para la historia con la Cosa del Pantano, hubiera podido darle más profundidad. El final me parece un poco soso. En este caso como en tantos otros, se trata de una cuestión de gustos. Un saludo
ResponderEliminarsolo he leido el de la cosa del pantano y la que sorprendio demasiado fue la del hombre del mañana, si bien no es lo mejor de Moore, creo que se piensa eso debido a la inmadurez forzada por parte de Moore el el guion, para darle un final increiblemente dramatico e ingenioso a mi modo de ver a la vision del superman de la era de plata con un desarrollo cruel y un final dulce y digno,pienso que morrison tomo parte de lo que hizo Moore en el de swamp thing, explorando las causas de una muerte segura y en proceso para el hombre del mañana
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