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1931-TINTIN EN EL CONGO
Hergé tenía 23 años cuando, gracias al inmenso éxito de “Tintín en el País de los Soviets” y seguro de la popularidad del personaje, envió de nuevo al reportero de viaje, esta vez a África.
El 29 de mayo de 1930, el “Petig Vingtieme” anunciaba a sus lectores que Tintin, recién llegado de la Unión Soviética, marcharía al Congo belga. Sin embargo, la intención original de Hergé había sido la de trasladar a su héroe a los Estados Unidos. Tras criticar el sistema bolchevique, quería mostrar las trampas del capitalismo americano. ¿Por qué?
A comienzos de la década de 1930, el mundo se hallaba ya sumido en una enorme depresión cuyo

Pero he aquí que el director de la publicación, el padre Norbert Wallez, decide que hay cosas más importantes, como despertar nuevas vocaciones misioneras entre los jóvenes belgas. ¿Y eso por qué?
Atraído por la repercusión que había tenido la primera aventura de Tintín, el Ministerio belga de las Colonias llamó al padre Wallez y le pidió que aprovechara esa popularidad para proyectar una visión positiva sobre la gestión que se estaba haciendo en el Congo. De hecho, el Congo había sido originalmente una propiedad privada del rey Leopoldo II de Bélgica. Incapaz de asumir las exigencias financieras que implicaba administrar un territorio tan extenso, el monarca lo cedió a Bélgica en 1908, “regalo” que la población del país recibió con escaso entusiasmo. Así, a excepción de algunos misioneros católicos y protestantes, pocos belgas se presentaron voluntarios para trabajar en la colonia, ya fuera como administradores, ingenieros, geólogos, prospectores, médicos, maestros… Naturalmente, África atraía a los comerciantes, pero

Y así, el 5 de junio, tras un viaje entre desde Bruselas a Amberes, Tintin se embarca en el Thysville, uno de los vapores que conectaban Bélgica con Matadi, el puerto de entrada a su colonia.
A Hergé este cambio de ambientación le coge desprevenido, pero a través de amigos y contactos del padre Wallez, consigue reunir cierta documentación gráfica con la que trabajar, que completa con una visita al Museo de África Central en Bruselas, en donde además de animales disecados que copiar “del natural” descubrirá la momia de un “hombre leopardo” que integrará en la trama.
“Las Aventuras de Tintín, reportero de Petit Vingtieme, en el Congo” (1931), es el reflejo de una

La elección de los adversarios de Tintín no era gratuita. Por un lado, Hergé no había perdido ni

“Tintín en el Congo” ha sido objeto de múltiples polémicas y ataques por su forma de representar al pueblo congoleño. Ya en 1946, Hergé comprendió que su aproximación de quince años atrás había quedado completamente descontextualizada y modificó la historia para su reedición, eliminando lo que consideraba ofensivo para los africanos (adelantándose mucho, por cierto, a los propios libros de texto belgas que, hasta 1960, seguían hablando de “negros” y presentándolos como adultos con mentalidad infantil).
El éxito de esta aventura fue monumental. Como ya se había hecho con “El País de los Soviets”, el padre Wallez organizó en julio de 1931 una recepción teatralizada del reportero tras sus



Sin embargo, lo cierto es que no sólo se habían vendido nada menos que 800.000 copias de “Tintín

Al final, tras muchos ruegos por parte de Hergé, Casterman se rinde a la evidencia y en 1970 reanuda la edición del álbum. Las controversias no han cesado –entre otras críticas está la de la indiscriminada matanza de animales, a veces con extraordinaria crueldad, como volar un rinoceronte con un cartucho de dinamita. Puede que entonces resultara surrealista y humorístico, pero hoy se antoja ofensivo- y todavía hoy hay grupos de presión y políticos que continúan haciendo campaña para que se incluyan prólogos explicativos del contexto original del álbum o, directamente, se prohíba su reedición. Al público le da lo mismo. “Tintín en el Congo” es el segundo álbum más exitoso de toda la colección y ha vendido más de diez millones de copias en todo el mundo. Sigue siendo el más querido entre los niños y el más famoso en África por mucho que les duela a los bienpensantes.

1932-TINTÍN EN AMÉRICA
La fama de Tintín ha llegado al otro extremo del Atlántico. Por eso, cuando llega a Chicago en plena época de la Prohibición, todo el crimen organizado está dispuesto a quitarlo de en medio, de grado o por la fuerza. Tintín tendrá que usar toda su inteligencia y coraje para sobrevivir a continuos intentos de asesinato y, además, atrapar a los criminales y entregarlos a la policía.
Dada esa premisa, está claro que “Tintín en América” supone la desviación de su papel como periodista hacia la de luchador por la justicia al oponerse no sólo al gángster de Chicago Al Capone y su nómina de criminales de todo pelaje, sino también a los rivales de aquél, especialmente la banda de Bobby Smiles. Hergé se basó a menudo en personalidades reales para dar forma a algunos de los personajes que pueblan las aventuras de Tintín, pero Capone fue el único villano de toda la serie que existió en realidad. De hecho, ya aparecía en el álbum anterior, “Tintín en el Congo”, como mente criminal tras los traficantes de diamantes. Por cierto, que aquí se produce la primera

Como mencioné más arriba, si en “Tintín en el País de los Soviets” se había intentado realizar una crítica al sistema comunista posrevolucionario, la intención de Hergé para la próxima aventura había sido la de fijar su atención al otro lado del Atlántico y atacar la obsesión norteamericana por el dinero y la tecnología, el consumismo, la eficiencia, la automatización, el taylorismo y la trivialización de la condición humana dentro del sistema económico. Tras el paréntesis de “Tintín en el Congo” (obligado, recordemos, por el padre Wallez, director del “Petit Vingtieme”), Hergé tiene por fin la

Pero además de presentar una sociedad consumista dominada por gangsters despiadados e industriales sin escrúpulos, “Tintín en América” deja espacio para una visión generosa del mundo, por ejemplo dando una interpretación de los indios mucho más benigna que de los abusivos blancos. El tema nativo especialmente, era algo que Hergé había querido

Naturalmente, dio igual que Hergé pusiera a Tintín de parte de los indios y en contra de los especuladores –blancos- petrolíferos. Dispuestos a ignorar el contexto histórico, social y cultural, han existido colectivos –algunas asociaciones indias incluidas-que han venido acusando a Hergé de racista olvidando que, de hecho, su visión del pueblo nativo resultaba mucho más progresista que la presentada por innumerables novelas, comics y películas contemporáneos.
Durante diez años, de 1932 a 1942, “Tintin en América” registró once ediciones, todas ellas en blanco y negro. Fue también la última entrega –en álbum- publicada bajo los auspicios de “Le Petit Vingtieme”; los siguientes lo harían bajo el sello de Casterman. En 1946 se presentó una nueva versión –que es la que podemos disfrutar hoy en la colección regular- no sólo coloreada, sino también redibujada para mejorar la definición de los personajes, los detalles de ambientación y el ritmo narrativo. “Tintín en América” sigue siendo hoy el álbum más vendido de la serie.
1934-LOS CIGARROS DEL FARAON
En 1922, Howard Carter descubrió la tumba de Tutankamón en el valle de los Reyes en Egipto.

Para esta tercera entrega de las aventuras de Tintín, Hergé recurrió también a su gusto por los relatos de aventuras de corte más clásico, ya fueran éstos ficticios o reales, como el peculiar Henry de Monfreid, traficante de drogas y armas, buscador de perlas y aventurero de dudosa reputación, cuyos libros, como el autobiográfico “Los Secretos del Mar Rojo” (1931) obtuvieron un gran éxito en la época. Hergé se inspiró para crear algunos de los personajes de “Los Cigarros del Faraón” en el plantel de novelescos individuos que intervinieron en la vida de Monfreid.

“Los Cigarros del Faraón” abre una segunda etapa para la serie e introduce varios cambios muy relevantes que aumentarán considerablemente el interés del personaje. En primer lugar, el argumento. En los álbumes previos (“Tintín en el País de


Es cierto, no obstante, que aún quedan bastantes cosas por pulir y resulta patente cierto grado de improvisación. Por ejemplo, Tintín se involucra en pequeños episodios que poco tienen que ver con la trama principal, como la guerra civil entre jeques en Arabia y su acusación de espía. Es una parte de la aventura narrada con ritmo y bien resuelta, pero escasamente verosímil y que, si se extrae del álbum, no influye en el devenir del argumento –esto es, desenmascarar a los traficantes-. El propio Hergé admitió que quiso introducir tantos elementos propios de la literatura

Por otra parte, aún quedan ramalazos de esa primera etapa más irreal y fantástica, como cuando Tintín se convierte en médico de los elefantes y conversa con ellos mediante una trompeta. Milú todavía habla y se comporta mayormente como un ser humano, aunque su protagonismo ha quedado bastante menguado respecto a los álbumes anteriores.

También conocemos a Oliveira de Figueira, un locuaz comerciante portugués que ayuda al héroe y

Por su parte, el profesor Filemón Ciclón es el primero de una serie de sabios excéntricos con los que Tintín se cruzará en sus aventuras camino y que culminará con el ilustre Profesor Tornasol.

Entre 1943 y 1947, Hergé y sus colaboradores redibujaron, remontaron y colorearon todos los álbumes publicados hasta ese momento, tanto para adecuarse a las modas como debido a la carestía de papel que obligaba a editar volúmenes con menos páginas. Como hemos dicho anteriormente, Hergé aprovechó para modernizar el dibujo, ajustar el ritmo y actualizar detalles de tecnología, vestimenta y referencias culturales. En este caso, por ejemplo, se eliminó una escena de Tintín atrapado con serpientes, se bautizó a los cómicos agentes como Hernández y Fernández (DuPont y DuPont en la versión francesa original) o se cambió la silueta del actor cuya interpretación estropea Tintín en el desierto: en el momento de la publicación original era la de Rodolfo

De todas formas, esa versión en color de “Los Cigarros del Faraón” experimentó un retraso importante respecto a los otros álbumes. No apareció hasta 1955, debido tanto al ingente trabajo que tenía Hergé con aventuras como “Las Siete Bolas de Cristal” como a su renuencia a recuperar trabajos muy tempranos y acometer el esfuerzo de acercarlos al tono más realista de las últimas aventuras. La edición definitiva, tal y como hoy se puede encontrar en las librerías, apareció en 1964.
En definitiva, un interesante álbum con toques de la aventura más clásica (pirámides, peripecias en el desierto, persecuciones en avión, intrigas en el mundo de la India colonial, sociedades secretas…) que marca el inicio de la etapa adulta de la serie, que se consolidará definitivamente en el siguiente, “El Loto Azul”
(Continúa en la siguiente entrada)
Estos articulos son una maravilla, en serio!!!
ResponderEliminarGracias!
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