11 oct 2015

1979-LA ESTRELLA NEGRA- Ricardo Barreiro y Juan Giménez




La explosión de “Star Wars” en 1977 tuvo enormes consecuencias en todas las vertientes de la ciencia ficción. El cómic, por supuesto, no fue una excepción. Fueron años en los que las aventuras espaciales volvieron a ponerse de moda y muchos autores o bien se sintieron inspirados por la historia y aspecto visual de la película de Lucas o bien decidieron aprovecharse de aquella fiebre.



El guionista Ricardo Barreiro y el dibujante Juan Giménez habían llamado la atención de crítica y público a mediados de los setenta con una serie bélica, “As de Pique” (1976), publicada en la revista argentina “Skorpio”. Decididos a probar suerte en el mercado europeo –donde su obra ya había recibido comentarios elogiosos-, se trasladan a España, Italia y Francia, intentando obtener algún encargo. Reciben el visto bueno de una editorial gala para la realización de una historia autoconclusiva de ciencia ficción, pero el guión de Barreiro se retrasa por lo que Giménez se ve obligado a concluir el álbum en un plazo muy ajustado y, encima, aplicando el color directo, técnica nueva para él. Todos sus esfuerzos, por desgracia, son en vano, puesto que cuando presentan la historia, titulada “La Estrella Negra”, la editorial ha dejado de estar interesada. Finalmente sería Glenat la que publicaría el álbum en 1979, recibiendo edición en español en 1985 a cargo de Toutain.

Braxtor, un misterioso individuo de rostro oculto, recluta a un equipo de personajes marginales e individualistas necesitados de dinero. El objetivo: entrar en una estrella de neutrones y hacerse con los secretos tecnológicos de las naves alienígenas allí naufragadas. El grupo está compuesto por el propio Braxtor; Speed, un delincuente juvenil con una especial
habilidad para sobrevivir en situaciones límite; Nadia, una joven piloto; y Vran, un androide de combate con un sentido ético muy particular. Durante su viaje deben enfrentarse a terroríficos monjes guerreros y zombis extraterrestres, sólo para encontrar al final que un traidor se esconde entre ellos.

No hay grandes aportaciones en la historia. Todo lo contrario. Sus personajes son tópicos y están muy esquemáticamente desarrollados: el muchacho conflictivo pero de gran potencial que sólo espera hallar un objetivo a su existencia; la chica segura de sí misma que mantiene una relación amor-odio con el anterior; y un androide que resulta ser más humano que sus compañeros. Por otra parte, la narración se encuentra bastante descompensada: buena parte de la misma se centra en el reclutamiento del equipo y la exposición de la misión, mientras que la aventura propiamente dicha transcurre a un ritmo en exceso acelerado y se remata de forma insatisfactoria.

No obstante lo dicho, se trata de un álbum entretenido y de mejor factura que la media de muchas
series de comic-book americanas a menudo más ensalzadas. A ello no es ajeno el trabajo de un Juan Giménez ya bien asentado técnicamente, que se desenvuelve sin problemas tanto en el diseño de personajes y entornos (especialmente las astronaves) como en su pericia narrativa. Incluso el color, que hasta el momento no había explorado el dibujante y que mejoraría sustancialmente en obras posteriores, está aplicado con acierto, no limitándose a rellenar espacios delimitados por la tinta sino utilizándolo para completar el dibujo y componer volúmenes.

En resumen, una obra no excepcional, no imprescindible –a menos que se sea seguidor regular del trabajo de Giménez-, pero sí competentemente ejecutada y con la que se puede disfrutar de una lectura agradable.


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