23 jun 2015
1989-COUTOO – Andreas
Para el teniente de la policía de Nueva York Joe Kraft, las circunstancias que rodean el homicidio de “Boppo” Petrone guardan demasiadas similitudes con el modus operandi de Coutoo, un sanguinario asesino en serie que tuvo en jaque a la ciudad años atrás y a quien el padre de Kraft, el también policía Carl, acabó matando…O eso se creyó entonces. Porque Carl desapareció poco después y Coutoo parece haber regresado. Con la única ayuda del dossier que preparó su padre y el testimonio de Toby-Toby, un extraño joven de color que asegura ver en su mente los asesinatos, Kraft intenta de una vez por todas resolver el enigma de Coutoo, arriesgando en ello tanto su vida como su cordura.
“Coutoo” es un relato que se desarrolla en base a elementos propios del género policiaco: el entorno urbano de Nueva York, un ceñudo y atormentado detective, un asesino violento y esquivo, el ambiente de la comisaría… pero la inclinación de Andreas hacia la fantasía, hacia lo sobrenatural, acaba imponiéndose al puro misterio criminal: el villano resulta tener unas capacidades sobrehumanas, un retrasado mental experimenta los asesinatos ajenos, la brujería africana toma parte en el asunto … Así que resulta difícil clasificar a esta historia en una sola categoría, pudiéndose considerar bien un thriller policiaco de tintes sobrenaturales bien un cuento fantástico con ambientación detectivesca. Más allá de esto, Andreas introduce temas de corte psicológico, como las consecuencias de la obsesión enfermiza o la influencia que, más allá de la muerte, los progenitores ejercen sobre las vidas de sus hijos.
Algunos lectores se sintieron decepcionados al considerar que el dibujo para este álbum estaba por debajo de sus trabajos inmediatamente anteriores, como “Cromwell Stone” o “Rork” (“Coutoo” se publicó entre dos de los álbumes más espectaculares de esa última serie: “Luz de Estrella” y “Capricornio”). En realidad, no deberíamos confundir el barroquismo de un dibujo con su calidad. Un dibujo sencillo puede esconder un proceso de síntesis tan laborioso como el que implica plasmar hasta el último e insignificante detalle de una escena. La simplificación por la que optó Andreas en esta ocasión no fue producto de las prisas ni de la pereza, sino de una opción totalmente deliberada.
De la misma forma que en el comienzo de “Rork” o “Cromwell Stone” Andreas había volcado su fascinación por tres de los grandes dibujantes norteamericanos del género fantástico, Berni Wrightson, Mike Kaluta y Neal Adams, ahora, al abordar una nueva temática –la serie negra-, el artista alemán vuelve a mirar a Estados Unidos, en particular al vigoroso estilo de Frank Miller, por entonces un auténtico revolucionario del comic-book que transformaba en oro todo lo que tocaba. Miller nunca fue tan buen dibujante como narrador y la fuerza de sus historias reside no sólo en sus contenidos temáticos, sus personajes o sus desarrollos argumentales, sino en su cinematográfico estilo narrativo: rápido, fluido, más interesado en sugerir la acción y el escenario que en plasmarla gráficamente con minuciosidad.
De esta forma, Andreas prescinde de las elaboradas viñetas y el sombreado a base de líneas meticulosamente trazadas, decantándose por un uso más extenso de la mancha negra aplicada con pincel. Su línea es fina, sencilla, pero la composición de páginas y viñetas está cuidadosamente planificada.
Más que el dibujo –con el que Andreas impactaba en algunos álbumes de “Rork” o en toda la serie de “Cromwell Stone”, Andreas pone el énfasis en la planificación y la puesta en escena. Ello tiene un objetivo: que el lector se centre en la historia, sin distraerse con un dibujo espectacular. El resultado, sin embargo, no está exento de defectos: el ritmo resulta un tanto irregular y el desenlace no está a la altura de las expectativas levantadas.
Pero su aproximación conceptual y gráfica a la historia, más basada en la imagen y el montaje que en el diálogo, resultó tan cinematográfica que un productor de Hollywood le hizo una oferta para convertir “Coutoo” en película. A pesar de que su inspiración en el género negro clásico del cine norteamericano es más que evidente, Andreas la rechazó: “Está pensada para disfrutarse en cómic, no en cine”, declaró.
Como todas las historias de Andreas, estamos ante un álbum atemporal en el que cada relectura aporta nuevos descubrimientos, detalles que se pasaron por alto, indicios que apuntan a la resolución final… Y, además y a diferencia de sus complejas series multivolumen, aquí nos encontramos ante una obra autoconclusiva –aunque el autor llegó a escribir una continuación que nunca vio la luz- con la que disfrutar de algunas de las mejores virtudes de Andreas: una puesta en escena cuidadosamente estudiada, atrevida y de gran efectividad narrativa, un dibujo claro, un argumento complejo y una atmósfera cargada de misterio e incertidumbre.
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